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CAPÍTULO 3

CENTRO DE ATENCIÓN PARA LA EXCELENCIA

Centrarse y reconcentrarse son componentes esenciales para aprender, actuar y alcanzar la excelencia. Personas y equipos no podrían rendir siempre cerca de su potencial sin ellos. Centrarse con eficacia, lo cual también comprende saber reconcentrarse, es una meta clave del trabajo realizado con deportistas de alto rendimiento, entrenadores, ejecutivos, estudiantes y practicantes de todas las disciplinas, precisamente porque estas destrezas son esenciales para un rendimiento sólido de alto nivel.

LA ELECCIÓN DE UN CENTRO DE ATENCIÓN ESTÁ TOTALMENTE BAJO TU CONTROL. TÚ DIRIGES TU CENTRO DE ATENCIÓN Y ESA ATENCIÓN CONTROLA EL RENDIMIENTO. SI NO CONTROLAS TU CENTRO DE ATENCIÓN, ¿QUIÉN LO HACE?

Deportistas, estudiantes, entrenadores, profesores, padres, hijos y practicantes en todos los ámbitos del trabajo y a todos los niveles obtienen beneficios cuando mejoran la calidad y solidez de sus centros de atención. Los centros de atención de gran calidad potencian el aprendizaje, la satisfacción y las actuaciones en ensayos, entrenamientos, sesiones de preparación, encuentros, seminarios, sesiones de vídeo, clases y otros contextos aptos para aprender. Un centro de atención de gran calidad también mejora el rendimiento en cualquier contexto laboral y de actuación, y afecta positivamente la calidad de las interacciones diarias en casa, en el trabajo y en el deporte. El centro de atención dirige las actuaciones, el quehacer diario, la vida y el mundo. Como se aprecia en la figura 3.1, la atención es el sol que irradia energía, potencia, dirección y conexión de todos los elementos de la rueda de la excelencia. El centro de atención influye en todo lo que haces en todas las áreas de la vida, al igual que el sol irradia la energía que da vida a nuestro planeta.

MEJORA DEL RENDIMIENTO CON EL CENTRO DE ATENCIÓN

La meta individual más importante en toda actuación es mantener el centro de atención sobre lo que te vincula con el rendimiento y lo que te libera para rendir al máximo. En el mundo de las actuaciones al máximo nivel, para bien o para mal, el centro de atención es el que manda.

El rendimiento, bueno o malo, se basa en la capacidad de atención. ¿Está tu atención totalmente centrada durante tus actuaciones e interacciones? ¿Te centras en formas que te ayudan o en las que te perjudican? Tu atención ¿se centra en la meta? Cuando tu atención está totalmente centrada y donde debiera estar, ¿cómo la mantienes? Cuando no estás totalmente centrado ni donde quieres estar, ¿cómo consigues que vuelva a la buena senda?

Para mejorar la calidad y solidez de tu rendimiento necesitas entender el modo en que la atención afecta tus actuaciones. ¿Qué centro de atención te permite rendir, y cuál interfiere e impide que tu actuación sea fluida? Cuando empiezas a entender lo que funciona bien y lo que te perjudica, resulta más fácil adquirir el compromiso de mejorar la calidad y solidez de tu atención. La mejora del rendimiento centrada en la atención se basa en adoptar el que ahora es tu mejor centro de atención durante tus mejores actuaciones y esforzarte porque ese tipo de atención sea incluso mejor y más sólido.


Figura 3.1. El centro de atención irradia al exterior e ilumina todos los aspectos de la vida.

Piensa en una (o dos) de tus mejores actuaciones, cuando rendiste en todo tu potencial durante un acto importante para ti. El objetivo de este ejercicio es que el centro de atención en la actuación sea más consistente y fiable. Las preguntas siguientes te ayudarán a identificar el mejor centro de atención y otro no tan bueno:

¿En qué estabas centrado (o en qué estabas pensando) en aquella ocasión?

¿En qué te centraste segundos antes de empezar la actuación, la competición o el partido?

¿Cómo describirías tu centro de atención o tus sensaciones durante esa actuación?

¿Te sentiste totalmente conectado en aquella ocasión?

¿Perdiste en algún momento la concentración?

Si perdiste la concentración, ¿qué hiciste para volver a centrarte?

Si nunca perdiste la concentración, ¿qué te mantuvo concentrado?

Piensa en una (o dos) de tus peores actuaciones, en las que no rendiste al máximo ni cerca de tu potencial durante un acto importante para ti.

¿En qué estabas centrado (o en qué estabas pensando) en aquella ocasión?

¿En qué te centraste segundos antes de empezar la actuación, la competición o el partido?

¿Cómo describirías tu centro de atención o tus sensaciones durante esa actuación?

¿Te sentiste totalmente conectado en aquella ocasión?

¿Perdiste en algún momento la concentración?

Si te sentiste completamente concentrado, aunque fuera por poco tiempo, ¿qué hiciste para lograrlo?

Si nunca estuviste concentrado ni recuperaste la concentración, ¿qué te mantuvo descentrado?

Piensa en tu centro de atención o en lo que te mantuvo concentrado cuando lograste una actuación óptima (durante algunos momentos o en su totalidad) y compáralo con tu centro de atención o tu concentración cuando no rendiste bien. ¿Qué tipo de centro de atención crees que te ofrecerá más posibilidades de alcanzar tu potencial de forma más consistente? ¿Cómo lograr que esto suceda?

EL CENTRO DE ATENCIÓN EN LOS ENTRENAMIENTOS

Un centro de atención completamente conectado y de gran calidad durante los ensayos o entrenamientos logra mejorar el rendimiento en los entrenamientos, competiciones y actuaciones. La meta de los entrenamientos es mantenerse centrado, positivo, conectado con lo que sale bien, mejorar pequeñas cosas cada día, y no perder tiempo mientras estás allí. Decide qué centro de atención vas a usar durante el ensayo o sesión de entrenamiento, comprométete a respetarlo y concéntrate por completo en que todo salga bien. Acuérdate de los siguientes hechos para extraer lo mejor de toda sesión de entrenamiento o ensayo:

La calidad de los ensayos y la preparación crean o mejoran la calidad del rendimiento.

La calidad de los entrenamientos y la preparación dependen de la calidad del centro de atención.

La calidad de los entrenamientos depende de si respetas el centro de atención que te permite rendir al máximo y funciona mejor.

La calidad de los ensayos depende de estar totalmente concentrado durante la actuación y de recuperar con rapidez un centro de atención positivo si te despistas.

La calidad del centro de atención en la práctica supone escuchar con atención, centrarse en la calidad de la ejecución, aprender de la retroalimentación, centrarse en lograr pequeñas mejoras o correcciones y mantenerse totalmente conectado con lo que se están haciendo en el entrenamiento o durante la simulación.

La calidad de los entrenamientos supone centrarse en hacer lo que se requiere para rendir bien en competiciones y extraer lecciones sobre el centro de atención de cada ensayo para potenciar el aprendizaje continuo y no dejar de mejorar.

EL CENTRO DE ATENCIÓN EN LAS ACTUACIONES

La meta de toda actuación, partido y competición es mantenerse concentrado, conservar una actitud positiva y estar en comunión con lo que se hace bien, rendir en toda la capacidad y no desaprovechar oportunidades. Decide qué centro de atención vas a usar durante la actuación, comprométete a respetarlo y concéntrate totalmente en que todo salga bien. Acuérdate de los siguientes hechos para extraer lo mejor de toda sesión de entrenamiento o ensayo:

La calidad del rendimiento –en situaciones reales, partidos y competiciones de verdad, y en situaciones que cuentan en tu vida– depende del centro de atención.

La calidad del rendimiento depende de respetar el centro de atención que te permite rendir al máximo y funcionar mejor.

La calidad del rendimiento exige que te mantengas totalmente concentrado durante la actuación y recuperes con rapidez el centro de atención si te despistas.

La calidad del centro de atención durante actuaciones y competiciones comienza por decidir lo que quieres hacer durante esa actuación, partido o competición, y por decidir el centro de atención que vas a usar.

La calidad del centro de atención durante actuaciones y competiciones requiere respetar ese mejor centro de atención, centrarte por completo en estar conectado con la actuación y seguir el plan de juego.

La calidad del centro de atención durante actuaciones y competiciones requiere que te comprometas con mantener tu mejor centro de atención cuando te distraigas, centrarte a pesar de las distracciones y reconcentrarte con rapidez en la actuación cuando sea necesario.

En situaciones y períodos críticos de una actuación, el rendimiento es cien por cien mental. Si tú o los miembros de tu equipo perdéis mentalmente –si se pierde el centro de atención, se deja de estar conectado, o se abandona la esperanza– te darás el batacazo y te quemarás. La pérdida de la atención en momentos críticos afecta negativamente a tu rendimiento y al de tu equipo. Por eso, al menos en esos momentos, el rendimiento es un acto cien por cien mental, tanto en el deporte como en otros campos exigentes, como negociaciones, exposiciones, exámenes y emergencias.

NUTRIENDO LA EXCELENCIA

He tenido la oportunidad de aprender y trabajar con muchas personas que han sobresalido en distintas disciplinas. Entre ellas ha habido campeones olímpicos y del mundo en el campo del deporte, grandes entrenadores, astronautas, cirujanos excepcionales, intérpretes de música clásica, bailarines, actores, ejecutivos y otras personas que se distinguen por su larga trayectoria. La revelación más sorprendente sobre estas personas excepcionales es lo mucho que se parecen en sus destrezas de concentración tan desarrolladas, en su perspectiva positiva frente a las actuaciones y en el gran desarrollo de su rueda de la excelencia.


Steve Nash y otros jugadores excepcionales han aprendido a centrar su atención por completo en lo que están haciendo.

En cierto sentido, es probable que las personas que destacan al máximo nivel se parezcan más a ti de lo que podrías pensar. Se ponen nerviosas y a veces sienten miedo antes de competir o actuar en actos importantes. Sufren altibajos en su confianza y a veces abrigan dudas sobre su capacidad para rendir en todo su potencial o repetir sus mejores actuaciones. También les gusta divertirse con lo que hacen. Casi todos los mejores, desde deportistas en equipos profesionales hasta solistas de música clásica, hablan de la importancia de la diversión, la alegría, la pasión y el amor por la búsqueda (o ciertos aspectos de la búsqueda) que les liberan para llegar a despuntar. La alegría de la búsqueda y del compromiso en la misión les ayuda a mantener una actitud positiva y centrada pese a los altibajos propios de tal viaje.

La razón por la que los mejores siguen rindiendo bien y con solidez es que han desarrollado medios eficaces para evitar distracciones, dudas y miedos, y se centran por completo en hacer su trabajo cuando llega el momento de actuar. Lo que los distancia del resto es la capacidad para centrarse en su completo desarrollo en un área de la vida y hacer lo que se requiere de ellos para culminar con éxito. En otros ámbitos de la vida, estas personas se consideran a menudo tan normales como la media.

Todo el mundo tiene capacidad para destacar, o llegar a desarrollar su potencial por lo menos. Para convertir esa capacidad en una realidad, tienes que tomar tus decisiones sobre proyectar por completo un centro de atención en hacerlo. Tienes que optar por entregarte en cuerpo y alma. Es así de sencillo. Está completamente bajo tu control. Cuando tomas la decisión de hacer algo de forma comprometida, todo lo demás pasa por el centro de atención. Lo lejos que el viaje te lleve dependerá de la profundidad y dirección de ese centro de atención.

El no llegar al máximo de tu capacidad potencial en el deporte, en los estudios, el trabajo, las relaciones sociales, la salud o en la vida suele depender de no haber estado totalmente centrado en estar donde debes estar o de no centrarte en los aspectos positivos que te ayudan a alcanzar las metas. Asegúrate de que el centro de atención que aplicas en el aprendizaje y en las actuaciones te ayuda de verdad y no te perjudica. El mejor camino consiste en centrarte en una actitud positiva durante los altibajos y concentrarte por completo en lo que has emprendido y mien-tras lo haces. Esta actitud elevará el nivel y solidez de tu rendimiento y tu calidad de vida. Decide centrarte en aplicar todas tus buenas intenciones y a diario. Después de decidirte a despuntar en tu rendimiento, o a sobresalir en la vida y optar por perseguir ciertas metas con total concentración, otras miles pequeñas decisiones irán surgiendo de forma natural a diario.

Alcanzar la meta de la excelencia personal es una elección. Elige hacer cuanto esté en tu mano por cumplir los objetivos y los sueños, mejorar tu centro de atención, elevar tu nivel y la solidez de tu rendimiento, disfrutar más y obtener mayor satisfacción personal de tu búsqueda. ¡Decídete! Una meta de actuación (o meta de relación) no tiene por qué ser el único objetivo en tu vida, pero deber ser lo único en tu vida mientras estás implicado en hacerlo, experimentarlo o llevarlo a la práctica.

Todo el mundo comienza en un punto de partida diferente respecto a sus valores personales. Cuando desarrollas y amplías esos valores, aunque sea por períodos cortos, te vuelves mejor y más activo, llegando a tocar la esencia de la excelencia. Al mejorar el centro de atención, aumentas en gran medida las posibilidades de viajar en direcciones positivas y alcanzar tu potencial en distintos aspectos de la vida. Puedes decidir recorrer ese camino de alegría y excelencia, o no. La decisión es tuya.

CENTRARSE CON BECKIE SCOTT

Beckie Scott fue la primera norteamericana en ganar una medalla de oro olímpica en esquí de fondo. Comencé a trabajar con Beckie el año que competía en las Olimpiadas de Salt Lake City. En sus experiencias olím-picas previas, su mejor resultado fue el puesto 45. En las Olimpiadas de invierno de Salt Lake City en 2002, ganó un oro. En 2005-2006, su última temporada, comenzó ganando la Copa del Mundo, subió al podio en 10 ocasiones y ganó una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Turín en 2006.

Cuando comenzamos a trabajar, Beckie ya había adquirido un alto grado de compromiso con los entrenamientos y las competiciones. Para elevar su aptitud mental para poder subirse al podio (y llegar a lo más alto de ese podio), Beckie tuvo que refinar el centro de atención en las carreras, decidirse a dar todo en cada prueba, esquiar con inteligencia y esquiar para ganar.

Se convirtió en una ganadora habitual, llegando a cada competición con un plan y un centro de atención específicos, decidida a ejecutar ese plan en las carreras, a evaluar con diligencia (por escrito) el centro de atención en las carreras tras cada prueba, a extraer lecciones (qué fue bien, qué pudo haber ido mejor) y a planificar el trabajo con las lecciones sobre el centro de atención para la siguiente carrera. Mediante la continua ejecución y mejora de sus planes de atención en las carreras, aumentó su confianza en sus capacidades y su centro de atención, sobre todo ante el desafío de una carrera o al experimentar graves molestias (o mucho dolor), lo cual forma parte de las pruebas de fondo.

Otra destreza importante que ayudó a Beckie a ser una esquiadora de alto nivel mejor y más sólida, y un ser humano mejor, fue nuestra labor para evitar las distracciones. Muchas distracciones afectan a los deportistas de alto rendimiento (y a otras personas en trabajos de gran exigencia) en el curso de sus carreras –malos resultados, contratiempos, lesiones, enfermedades, compañeros de equipo, colegas del trabajo, entrenadores, jefes, dudas, el tiempo pasado lejos de casa y la familia, y, en el caso de Beckie, las expectativas y las exigencias de tiempo que implicó el oro olímpico.

Por supuesto, las distracciones que no se pueden anticipar también surgen en el camino. Durante la fase de preparación de Beckie para el año olímpico de 2006, yo estaba en un campus de entrenamiento en Chile con el equipo canadiense de esquí alpino cuando recibí un correo electrónico de Beckie. Su marido y compañero de entrenamiento, Justin, se acababa de romper el cuello en un accidente con la bicicleta de montaña. Por suerte, la médula espinal de Justin no había resultado seccionada. Se recuperó por completo y estuvo con Beckie en las Olimpiadas de Turín.

Las distracciones, grandes y pequeñas, forman parte de la vida. Nadie es inmune a ellas, por lo que cuanto mejor sepas enfrentarte a ellas, sepas evitarlas, estar centrado a pesar de ellas y cuanto más aprendas de ellas, mejor. En la siguiente entrevista, Beckie comparte aspectos clave de la odisea personal que le condujo a la excelencia en el exigente deporte del esquí de fondo.

Terry: De lo que hicimos juntos, ¿qué te ayudó más en la búsqueda y alcance de tus metas?
Beckie: Creo que al principio fue el exhaustivo y detallado proceso de planificación, ejecución y evaluación lo que estableció los cimientos y me sirvió de base para sacar lo mejor de mí misma mentalmente en el entrenamiento, en las carreras y, por último, en la vida. Fue un proceso paso a paso, día a día en marcha todo el año. El proceso estuvo siempre dedicado a mejorar, a alcanzar la máxima calidad y a llegar a donde quería ir. Comenzó con hojas de cálculo muy detalladas y con mucho trabajo mental, y más tarde evolucionó a un proceso que se convertiría en una segunda naturaleza.
Me preguntaba casi a diario: ¿Qué voy a hacer hoy que me acerque a mis metas? ¿Cómo voy a hacerlo? Y al final del día me preguntaba: ¿Qué ha ido bien, y qué podría haber ido mejor? En el último año en activo, que considero el de mayor éxito, casi no tuve que hacerme esas preguntas. Sabía exactamente lo que necesitaba para alcanzar las metas, cómo iba a hacerlo, y cuándo buscar algo de ayuda y apoyo en caso de necesidad. Estaba segura de que cuando todo acabara podría mirar atrás y afirmar que hice cuanto pude por dar lo mejor de mí misma.
Desarrollar y ejecutar un plan detallado en una carrera fue otro de los elementos cruciales de mi éxito. En el año previo a las Olimpiadas de Salt Lake City en 2002, tuvimos la oportunidad de competir en la Copa del Mundo en las mismas pistas que serían el escenario de las Olimpiadas. Aprendí mucho durante aquella Copa del Mundo sobre el trazado, y me sentí muy segura de que, dada la oportunidad, podría capitalizar lo aprendido. Durante el año que acabó con las Olimpiadas de 2002, también pasé mucho tiempo sola y con mi equipo en aquellas pistas. Había decidido hacer un esfuerzo especial para entrenar cuanto pudiera en ellas. Cuando llegaron las Olimpiadas, no sólo había alcanzado un tremendo nivel de comodidad y familiaridad con aquellas pistas y sus alrededores, sino que había trazado un plan específico para las carreras. Estaba segura de que si lograba dominar el aspecto físico de la carrera, tendría en marcha la mejor estrategia.
El día de la carrera, la prueba de persecución consistía en dos carreras de 5 km con un intermedio de una hora y media. Seguí al pie de la letra el plan para la primera prueba de 5 km y me situé en una posición perfecta para la segunda. Unos pocos segundos separaban a un grupo de seis mujeres. Conocía cada cuesta, cada curva, cada bajada y zona llana del recorrido, y cuando llegó el momento de aprovecharlo, lo hice. Por supuesto, no sabía cómo reaccionarían las otras competidoras, pero estaba preparada para esprintar en la meta si fuera necesario, sabiendo que debería abrirme en la última curva y meterme en el carril externo llegado el caso. Al final del día, gané la prueba olímpica de 10 km (la combinada de dos carreras de 5 km) por una décima de segundo. Supe que todo el trabajo previo y la ejecución de la estrategia para la carrera totalmente centrada y con una perfecta ejecución eran los responsables.
Terry: Después de ganar la medalla olímpica de oro, hubo mucha gente que quiso que le dedicaras tiempo. ¿Cómo trataste de compaginar tus necesidades a pesar de tanta gente ávida de saber de ti?
Beckie: Durante los meses que siguieron a los Juegos de Salt Lake City, todos me prestaron mucha atención y me requerían en muchas partes. A pesar de encontrarme muy mal pertrechada inicialmente para asumirlo, me planteé disfrutarlo cuanto pudiera. En cuanto se volvía estresante o no disfrutaba, me alejaba hasta sentir que podía asumirlo de nuevo. También me esforcé por reforzar los lazos con amigos y conocidos y mantenerme cerca de ellos en este período, porque quería demostrarles que eran quienes realmente importaban y estarían siempre allí, fuera o no una campeona olímpica.
Terry: Parte de tu plan de aprendizaje continuo consistía en la evaluación continua y aplicación de las lecciones aprendidas, para extraer los aspectos positivos de toda actuación, para evaluar el centro de atención y aprender de toda experiencia. ¿Puedes comentar qué hiciste durante los años que trabajamos juntos?
Beckie: Durante cinco años (desde que empezamos a trabajar juntos), me senté a escribir después de toda carrera, incluso después de las contrarrelojes, para realizar una evaluación en la que describía básicamente lo que había salido bien, lo que fue mal y lo que debía hacer mejor la próxima vez. Fue un proceso crítico para asegurarme de que ninguna experiencia, fuera buena o mala, se desperdiciaba y que yo seguía creciendo como deportista y como persona cada vez que me ponía en la línea de salida, fuera una contrarreloj sobre patines por mi cuenta y sólo con mi marido para tomar los tiempos, o una carrera olímpica. En muchas ocasiones, al registrar las marcas y pensar en lo que había ocurrido, me daba cuenta de cosas que no habían sido evidentes antes. Toda carrera era una oportunidad de aprender.
Terry: ¿Qué significa para ti estar centrada? ¿Puedes describir lo que es, cómo se siente uno, o cómo se te revela?
Beckie: Creo que el mejor modo de describir lo que supone estar totalmente centrado es mediante la descripción de una sensación. Realmente no hay emociones ligadas a esta experiencia ni patrones de pensamiento específicos. Se parece a llevar unas gafas especiales con las que todo en tu interior es de una claridad diáfana. Tus pensamientos, sentimientos, sensaciones físicas y todo lo que está fuera de ti no tienen importancia, o no se cruzarán en tu camino, son irrelevante y se muestran confusos y borrosos. Estás totalmente presente, en el momento absoluto, lista para reaccionar, responder y rendir como haya que hacerlo, del modo que necesites hacerlo. Estás simplemente «allí» y la sensación es agradable.
Una de mis mejores actuaciones esa última temporada fue la salida en masa en una carrera de 15 km en la que estuve a la cabeza desde el principio hasta el final durante un trazado muy exigente y con mucho frío. Había decidido de antemano que me gustaba el frío (en realidad no es así), que no estaba cansada (lo estaba) y que podría ganar si hacía una carrera perfecta. Acudí la mañana de la carrera centrada, positiva, tranquila y relajada, pero también decidida cien por cien a hacer una gran carrera, e inicié los preparativos rutinarios previos a la carrera con esa actitud mental. Todo fluyó a partir de ese momento, y aunque hubo algunas dificultades, inconsistencias y cosas que no salieron del todo bien, las afronté bien y las resolví con facilidad.
Cuando comenzó la carrera, mi centro de atención pasó al modo de competición, y «me metí» totalmente en la carrera. En las carreras con salida en masa, comienzas rodeada por hasta 60 mujeres, y no sólo debes saber esquiar por tu cuenta, sino también reaccionar y responder a la carrera que se desarrolla a tu alrededor. Comenzó la carrera, y aunque estaba al tanto de lo que pasaba detrás y a mi lado, me mantuve totalmente centrada en la tarea que me esperaba, que era esquiar lo más rápido posible. Este tipo de concentración total (en la tarea, pero dejando abierta la puerta de la percepción) te permite mantener monólogos durante ciertos momentos en que hay que vencer el dolor extremo, liberar adrenalina al recibir los ánimos de los espectadores, tomar decisiones en décimas de segundo e introducir ajustes y modificaciones cuando los entrenadores te suministran información durante la carrera.
La sensación cuando crucé primera la línea de meta, tras 45 minutos de realizar una de las carreras más duras y exigentes físicamente de mi vida, no sólo fue de alegría por lo hecho, sino también de orgullo por haber ganado la carrera más por deter-minación mental y por haber estado totalmente centrada en hacer lo que debía hacer para ganar que por cualquier otra razón.
Terry: ¿Puedes comentar el papel de la recuperación de la atención para volver al buen camino del pensamiento positivo cuando surgen dudas o el miedo penetra en la mente, y dar un par de ejemplos específicos que hayas utilizado?
Beckie: Creo que los momentos de mayor duda y preocupación se presentaron en forma de enfermedades y lesiones. Cuando el cuerpo es tu medio de vida y necesitas entrenar muy duro y de forma prolongada para ganar, estar mermada por una enfermedad o lesión puede ser una experiencia muy desestabilizadora. Normalmente tenía conciencia de tales situaciones y era capaz de volverme a centrar, manteniendo la perspectiva de las cosas, y sin salirme del camino con un par de tácticas. Cuando estaba enferma, me decía que era el turno de mi cuerpo, que era la forma en que el cuerpo me decía: Es suficiente, ahora necesito descansar. A menudo, en vez de pasar esos días indolentemente en el sofá o la cama, hacía algo constructivo: planificar la vuelta después de estar varios días con gripe o un constipado, para hacerlo mejor que nunca. Usaba todo ese tiempo en provecho propio y me decía no sólo que iba a salir de aquello totalmente repuesta y supermotivada, sino también que me iba a beneficiar del tiempo de descanso, y que ese período de reposo era exactamente lo que mi cuerpo y mi mente necesitaban para mejorar. Con las lesiones la cosa era un poco distinta. El verano previo a las Olimpiadas de 2006 sufrí una lesión en el hombro, en el manguito de los rotadores, por lo que estuve un mes sin usar el brazo izquierdo. No sólo tuve que mantener una actitud positiva y creer que me curaría, sino que también tuve que esforzarme por vencer los sentimientos de desesperación y frustración por estar en esa tesitura el año de las Olimpiadas.
Finalmente, me di cuenta de que tenía que tomar una decisión, y me decidí de nuevo por aprovecharlo en mi propio beneficio. Como no podía usar los brazos, comencé a entrenar en exclusiva con una técnica sólo para las piernas. Decidí que iba a perfeccionar mi técnica de esquí de cintura para abajo. Cuando llegó el momento de volver a usar los brazos, volé simplemente porque había estado esquiando sólo con las piernas y las había preparado con trabajo adicional además de las sesiones normales. Al final, creo que, al haber decidido que la lesión iba a ser ventajosa para mí, salí de ella mejor que antes.
Terry: ¿Cómo lo hiciste para esquiar con inteligencia y darlo todo durante aquel período tan duro como fueron las dos últimas carreras de tu vida profesional después de las Olimpiadas de 2006, cuando estabas enferma y te sentías agotada?
Beckie: Durante la última temporada de mi carrera estaba luchando por el título en la Copa del Mundo con una gran esquiadora noruega. Nos separaban sólo unos pocos puntos. El título se iba a dirimir básicamente en las dos últimas carreras, y éstas estaban programadas justo después del matador programa de las Olimpiadas.
La mañana de la penúltima carrera por el título mundial me desperté con un fuerte dolor de garganta, el cuerpo me dolía y tenía dolor de cabeza. También estaba sufriendo el desfase horario por viajar en avión y estaba muy deprimida por el lugar. Estaba en uno de los lugares peores, más industrializados y contaminados que he visto en mi vida. El aire era de color pardo, no se podía ver el horizonte ni beber el agua, y aquello me deprimía.
Sin embargo, sabía que era una de mis últimas oportunidades de luchar por el título y que de algún modo tendría que superar mi estado físico y competir. Me tuve que convencer de que podía hacerlo y me decidí a decirme que sólo era una fuerte reacción alérgica por la contaminación (aunque nunca había sufrido una en mi vida). Decidí que no iba a afectar mi rendimiento ni mis capacidades.
Volví a pensar en algo que habías dicho en una ocasión, que «el cuerpo es tonto, es decir, que seguirá a tu centro de atención… Le puedes convencer de cualquier cosa», por lo que me puse a convencerme de que me sentía genial y que iba a hacer una buena carrera. Tenía que esquiar con más inteligencia que nadie, hacer una gran carrera y aprovechar al máximo cuanto tenía para, por lo menos, asegurar mi segundo puesto en la general y acortar distancia con el primer puesto. Tenía que ignorar por completo lo que sentía mi cuerpo y decirme en todo momento y hacer que hiciera lo que necesitaba.
Así que empecé a esquiar en las mangas y estuve todo el día hablándome, corriendo con un planteamiento muy táctico, de forma agresiva, con decisión y, por suerte, lo bastante rápida como para seguir avanzando. Entre una y otra manga, tenía escalofríos y me tuve que poner encima toda la ropa que tenía, pero seguí diciéndome que era la humedad y seguí moviéndome para mantenerme caliente. Terminé segunda aquella noche. Al pensar ahora en aquello, creo que, de todas las experiencias extraídas en las carreras, aquel día fue para mí el que define la fortaleza mental.
Tras la carrera, viajamos de China a Japón; básicamente me pasé los siguientes tres días en cama tratando de recuperarme y recabar fuerzas para la prueba final del título de la Copa Mundial. A pesar de estar enferma, me sentí totalmente relajada durante aquel trance, sabiendo que no tenía nada que perder, que todo el mundo estaba cansado, que ese reto era lo mejor que tenía y que, a pesar de lo que ocurriera en la próxima carrera, había completado una temporada sorprendente.
Me acerqué a la línea de salida de aquella carrera habiendo visto el trazado sólo durante el calentamiento de esa mañana. Todas estábamos alineadas y listar para salir cuando el comentarista dijo: «Ésta es la última carrera de Beckie Scott», y todo el mundo en el área de la salida comenzó a aplaudir y vitorearme. Fue una sensación fantástica saber que iba a dejar aquel deporte en la cima del éxito y con tantos buenos amigos, así que decidí en aquel momento en la línea de salida que si en China casi gané estando como estaba, podría ganar sin duda en Japón con tres buenos días de reposo a mis espaldas. Concentré cada fibra de mi ser en la carrera, y corrí con inteligencia, decidida y con una buena táctica. Aproveché la oportunidad, cuando surgió, de ganar y di todo cuanto tenía para ganar la carrera.Y lo conseguí. Gané la última carrera de mi vida deportiva.
Terry: ¡Ésa fue una gran victoria! Durante el curso de tu carrera deportiva mantuviste un gran compromiso con las pruebas de esquí, pero también con tu familia. ¿Cómo lograste alcanzar un equilibrio?
Beckie: Tengo una familia amplia pero estamos muy unidos. Pasar tanto tiempo lejos de ellos y mantenerme centrada en el entrenamiento y la recuperación durante los cortos períodos que lograba pasar con ellos era realmente duro. Pero lo consideraba parte de mi compromiso para ser una buena esquiadora, y, en último término, consideraba el poco tiempo que pasaba con ellos importante para mi felicidad, mi equilibrio y el disfrute de la vida. Estar con mi familia me permitía ver las cosas con perspectiva con más frecuencia que en otras ocasiones y eso es probable que me mantuviera cuerda.
También conté con el apoyo incondicional de mi marido, Justin, porque también era un esquiador de fondo y sabía exactamente por lo que estaba pasando. Durante los últimos años de competición, se convirtió cada vez más en mi compañero de entrenamiento. Aunque no pudiera participar de facto en las sesiones de entrenamiento, estaba allí.Yo solía ir a casa patinando cuando se hacía tarde, entonces oía un coche que se ponía a mi lado y veía a nuestro perro labrador, Henna, sentado en el asiento junto al conductor. No importaba lo irritada que estuviera por la fatiga y la soledad del entrenamiento. Me animaba y tenía que sonreír, porque allí estaban, mi pequeño equipo, siempre listo para conducirme a casa.
Terry: ¿Cuál crees que fue la lección más importante que aprendiste de mí?
Beckie: Si pienso desde el principio hasta el presente, y más específicamente en esta temporada pasada, creo que la lección más importante que aprendí fue la poderosa naturaleza del proceso de toma de decisiones y ver cómo las cosas pueden cambiar o verse influidas por una decisión. Aunque parezca uno de los capítulos finales sobre los que trabajamos, ahora me doy cuenta de que, desde el principio, estaba presente la idea de hacerlo lo mejor posible todos los días de entrenamiento con una cuidadosa planificación y evaluación, o decidir que la adrenalina y la energía nerviosa eran buenas y me ayudarían a esquiar más rápido en vez de limitarme, o decidir que tenía mucha confianza en mí y estaba totalmente preparada (incluso si la preparación había estado lejos de ser ideal) o decidir cambiar las situaciones negativas o potencialmente adversas por otras positivas que me pudieran beneficiar o de las que aprender. Creo que virtualmente todo lo que conseguí emana de asumir la responsabilidad de tomar decisiones y de la fuerza que se extrae cuando uno se decide a algo.
Terry: Me interesa mucho saber cómo cambiaron a lo largo de los años que trabajamos juntos tu fe y la capacidad de tu centro de atención. Sé que ese año eras consciente de que podías ganar o subir al podio. ¿Cómo describirías ese aumento de la confianza en ti misma y en tu centro de atención?
Beckie: Recuerdo que pregunté a una compañera de equipo, en una de mis primeras carreras en la Copa del Mundo, cuándo creía que se retiraría Elena Valbe (una famosa esquiadora rusa que dominó muchos años el esquí femenino). Tenía 20 años y había quedado en el puesto 58 en la carrera, por lo que debería haber pensado en otras mujeres y no en Valbe. Pero incluso entonces, y sin que hubiera habido señales de un gran talento o capacidad por mi parte, estaba decidida a no quedarme toda la vida en el puesto 58 y que algún día sería lo bastante buena como para ganar pruebas de la Copa del Mundo. No estaba segura de que pudiera batir a Valbe.
Creo que siempre que experimentaba algún éxito, o alguna medida de él, mi confianza aumentaba un poco. Con cada nueva experiencia y entrenamiento, y con todas las pequeñas cosas, estaba iniciando poco a poco un camino para tener éxito cada vez que me pusiera en la línea de salida. Esto evolucionó hasta el punto de empezar a creer que era posible ganar.
El último año de mi carrera deportiva sabía exactamente lo que tenía que hacer para ganar o estar siempre en el podio en todos los terrenos. Entrenamiento, recuperación, nutrición, psicología, todo, no había un aspecto en el enfoque general de las carreras de esquí que hubiera pasado por alto o en el que tuviera alguna carencia. Sólo con haber hecho esto, haber entrenado y haberme preparado para la temporada de este modo, adquirí mucha confianza. Sabía que cuando me pusiera en la línea de salida iba a estar igual de preparada, si no mejor, que cualquiera de las que estuvieran allí.
Terry: ¿Algún comentario final, Beckie?
Beckie: Tengo que decirte que para mí se trata de una experiencia de carácter circular, tal y como se describe en tu libro. Recuerdo que la primera edición que tuve de Entrenamiento mental me la dio mi entrenador, Les Parsons, en Vermilion, después de haberme perdido toda una temporada por una mononucleosis. Creyó que leer tu libro sería el mejor inicio para otra temporada de entrenamiento, y desde aquel momento en adelante llevé el libro conmigo a todas partes. Más adelante, el año antes de las Olimpiadas en Salt Lake City, recibí una copia revisada, que es donde encontré tu dirección de Internet en las últimas páginas. Contacté contigo y el resto ya es historia. Nunca podría haberme imaginado a los 18 años cuando leí tu libro que algún día sería una de las deportistas incluidas en él. ¡Qué periplo más increíble ha sido!
Entrenamiento mental

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