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CAPÍTULO 4

EL CAMINO DE LA EXCELENCIA

Alcancé uno de mis puntos culminantes en el deporte cuando llegué a dominar el cuádruple salto mortal hacia atrás con giro. Todavía recuerdo lo bien que me sentí. En aquel momento, sólo había un par de personas en el mundo que hubieran logrado esa hazaña en los entrenamientos, y yo ejecutaba ese movimiento con precisión en las competiciones. Alguien podría decir: «¿Y qué? ¿A quién le importa si sabes girar el cuerpo en el aire cuatro veces antes de aterrizar? ¿Por qué supone alguna diferencia?»

NO SÓLO QUEREMOS VIVIR, SINO TENER ALGO POR LO QUE VIVIR. PARA ALGUNOS, ESTO SIGNIFICA ALCANZAR NUESTRO POTENCIAL EN EL DEPORTE O EN OTRO CAMPO EXIGENTE DONDE LOGRAR LA EXCELENCIA.

Tal vez para otra persona podría no haber supuesto una diferencia, pero sí en mi caso, y me enseñó varias lecciones sobre cómo alcanzar otras metas importantes en la vida. Fue grande lograr algo que exigía un enorme compromiso y una total atención para ampliar mis límites.Y aunque no me di cuenta en aquel momento, tal vez más importante aún es que fueron mis experiencias como deportista las que me enseñaron mucho sobre la atención requerida para sobresalir en otras áreas de la vida.

EL COMETIDO

La empresa que supone dar lo mejor de ti mismo, sobresalir, lograr el máximo nivel de rendimiento, ser el mejor en un terreno, es una búsqueda constante del ser humano que permite un continuo crecimiento personal, aportar más a los demás y tener una vida más plena de significado. Si a nadie le importara la calidad de nuestras aportaciones, actuaciones, trabajos, creaciones, productos, servicios, relaciones o interacciones, nuestra sociedad experimentaría un retroceso e iría a peor.


Jugadores como Sydney Crosby sirven de inspiración para cambiar nuestras ideas sobre los límites de lo que es posible.

Sin embargo, lograr niveles altos de rendimiento en cualquier campo no es una tarea fácil. Hay que superar numerosos obstáculos y salvar muchas barreras por el camino. Llegar a ser una persona experta que aporte algo de valor en cualquier campo –el deporte, las artes, la medici-na, la ciencia, los negocios, la política, la tecnología, el comercio, el sector servicios, la literatura, la docencia o la paternidad– se consigue con un elevado nivel de compromiso, con capacidad para ver las posibilidades positivas, con el establecimiento de un centro de atención y con el afianzamiento de la fe en tu propio potencial.

Los mayores obstáculos en la búsqueda de la excelencia son de naturaleza psicológica y nos los imponemos nosotros mismos, a menudo sin darnos cuenta. Mi fracaso por no intentar un quinto salto mortal es un buen ejemplo. Nunca me planteé la posibilidad de que fuera posible. Tal vez era como la barrera de los cuatro minutos en la milla. Durante un tiempo se consideró imposible romper esa barrera, hasta que un hombre lo hizo y entonces muchos más hicieron lo mismo. La preparación física o técnica de los corredores no había cambiado; lo que sí había cambiado era la creencia en que era posible. A medida que cambia nuestro concepto sobre los límites, éstos también cambian.

Mientras viajaba por el sudeste asiático, tuve la oportunidad de ver a hombres descalzos que caminaban sobre carbones encendidos. Aquellos rescoldos al rojo generaban un calor increíble, y, sin embargo, quienes caminaban por ellos salían indemnes y sin ampollas. ¿Está tal hazaña al alcance de los seres humanos normales? ¿Cuántos de nosotros creemos posible caminar sobre carbones encendidos? ¿Cuántos de nosotros alguna vez accederán a una capacidad semejante para lograr metas importantes? Ahí se encuentran nuestros límites. Quienes caminan sobre fuego y los mejores del mundo en su campo están hechos de la misma madera que tú, pero su centro de atención es diferente. Ahí radica su fuerza. Cuando consigues borrar las barreras que impone el «im» de imposible y te centras en las posibilidades, casi cualquier cosa es posible. Estar centrado y creer dan vida a nuevas realidades en toda búsqueda humana.

¿Alguna vez has hecho algo que al principio concibieras como imposible? ¿Alguna vez has pensado: Nunca lo conseguiré, no voy a tener éxito. De ninguna forma esto va a salir bien o No hay manera de ganar a éste y aun así has tenido éxito? Tu equipo o tú conseguisteis una meta que al principio parecía imposible de lograr. La mayoría hemos vivido experiencias en las que pensábamos, al menos momentáneamente, que no podíamos hacer nada y luego sí pudimos. Si recuerdas alguna experiencia de este tipo, piensa en cómo tú (o tu equipo) conseguisteis alcanzar la meta. ¿Cuál fue tu centro de atención para que así sucediera? Hay varias grandes lecciones sobre la forma de concentrarse en estas experiencias de cómo tú y otros podéis convertir ideas negativas en positivas, lo imposible en posible.

Todos los años en los deportes de equipo, incluso al máximo nivel, equipos que se supone que no pueden ganar vencen a equipos que tienen mucho más a favor. ¿Cómo lo consiguen? Ganan porque su atención colectiva está centrada en lo correcto. Todos participan, todos rinden al máximo, y todos están totalmente centrados en lograr la misión, paso a paso, segundo a segundo, desde el principio hasta el final. Los jugadores están tan concentrados en hacer lo que creen posible que no dejan que ninguna idea de imposibilidad se deslice en el camino de la consecución de la misión.

LA BÚSQUEDA

Han pasado muchos años desde que dejé el deporte de competición, pero sigo disfrutando de experiencias agradables ligadas a la actividad física, sobre todo al aire libre, corriendo, montando en kayak y piragua, esquiando y montando en bicicleta. Nunca practiqué un entrenamiento formal ni tampoco competí en ninguna de esas actividades, pero me sirven de desafío y diversión. Me encanta correr por una playa vacía al salir el sol o a la caída de la tarde con el ruido de las olas, u oír el viento soplando mientras corro por las sendas del bosque o la montaña, o paleo con mi kayak por un lago en completa calma o con un fuerte viento de cara. A menudo son los momentos de mayor plenitud de la jornada, probablemente porque me hacen sentir vivo. Me liberan de todo lo demás y me absorben por completo física, mental y emocionalmente.

Una noche despejada de frío invierno, bajo la luna llena, salí con unos vecinos a remontar una montaña esquiando hasta una casita de madera escondida entre los árboles. Aquella noche majestuosa la nieve brillaba como cristales bailando bajo la luna. En la cabaña encendimos un fuego, tomamos un poco de vino y estofado y nos reímos un rato; luego, nos encaminamos montaña abajo. Mientras descendía, me fundí con la montaña, sin saber dónde acababa ni dónde empezaba. Me confundí con ella y la sentí como parte de mí mientras bajaba por aquel camino lleno de nieve. Pasaba cada pocos momentos de la sombra a la luz de la luna que se filtraba entre los árboles. Estaba totalmente absorto por la experiencia. Era algo nuevo, un reto, algo sensual, divertido, emocionante, físicamente exigente, un encuentro con la naturaleza, una experiencia memorable, de ese tipo que vuelve grande estar vivo. En pocos otros contextos tenemos tan estrecho contacto con otras personas, y con nosotros mismos, como en la naturaleza o en el deporte.

El deporte, la actividad física, la naturaleza y otras actividades atractivas ofrecen abundantes oportunidades para gozar de libertad durante cortos períodos en los que disfrutar de momentos especiales que no se encuentran en otros ámbitos de la vida. Podemos emprender una búsqueda de emociones, camaradería, alegría, control personal o riesgo mediante la aceptación deliberada de los retos a los que nos enfrentamos con pasión. Experiencias como éstas nos hacen sentir más vivos y más capaces de dirigir al menos una parte de nuestro destino. Se obtiene una gran satisfacción de estas experiencias, llegando a ser más competentes y sintiéndonos más vinculados y con control. El proceso continuo de búsqueda y afrontamiento de retos significativos para nosotros y dentro de nuestra capacidad asegura que sigamos aprendiendo y creciendo.

Como kayakista de aguas bravas descubrí que el desafío de bajar por un río no consiste en el reto entre hombre y naturaleza, sino en la fusión de ambos. No se conquista el río, sino que se experimenta y se trabaja conjuntamente para hallar el curso correcto. El riesgo calculado, la sensación momentánea de tener una finalidad y la intensidad de la experiencia te permiten sentirte exultante y algo mejor de lo que eres. Esta experiencia es más una búsqueda de vínculos y realización personal que una búsqueda de victorias sobre otros o sobre el río. La aceptación de estas experiencias se convierte en la meta, y cada experiencia permite el crecimiento personal, la mejora del rendimiento, es un proceso de descubrimiento de uno mismo, de introspección, o tal vez la experiencia simplemente sea interesante, divertida o significativa por sí misma.

Hallar sentido o un propósito a lo que experimentas, a lo que haces o persigues puede marcar la diferencia entre la excelencia y la mediocridad, entre la vida y la muerte. Aunque el significado que hallamos en estas experiencias sea único en cada caso y cambie a lo largo de la vida, discurre de forma fluida cuando nuestra vinculación es total o cuando nos esforzamos por alcanzar una meta que merece la pena o creemos valiosa para nosotros. Podemos experimentar alegría y satisfacción por el compromiso adquirido con ciertas metas, ideales o valores; al disfrutar del júbilo; al compartir experiencias con alguien o vivir algo valioso para nosotros; al ser creativos; al honrar a otros o elegir hacer algo por los demás, o al hacer algo, con otros o solos, que consideramos que vale la pena. El deporte y otras actividades y empresas son un medio estupendo para encontrar sentido a lo que hacemos y enfrentarnos a retos continuos, así como un medio en que vivir con intensidad emociones que son difíciles de experimentar en otros ámbitos. Estas búsquedas son enriquecedoras y ofrecen recompensas si las abordamos con nuestros propios términos y con perspectiva. Nos ofrecen numerosas perspectivas para el crecimiento personal y para ampliar los límites del potencial humano, física, mental y emocionalmente.

La excelencia personal es una lucha que libramos con nosotros mismos para extraer lo positivo y todo el potencial oculto en nosotros. La excelencia es una búsqueda en la que tienes que cooperar contigo mismo, recurriendo a las reservas naturales presentes en tu mente y cuerpo para desarrollar y ampliar al máximo tus posibilidades. Cada uno de nosotros comienza este periplo en un punto diferente –mental, física y emocionalmente– y con un grado de respaldo distinto. Busca las oportunidades que brinde cada situación a la que te enfrentes. Desarrolla tus virtudes. Saca el máximo provecho de lo que tienes, sea lo que sea. El verdadero júbilo y reto radican en la búsqueda del crecimiento personal, en el amor por esa búsqueda y en vivir las distintas tesituras de la vida.

EL PERIPLO DE KERRIN LEE GARTNER

Comencé a trabajar con Kerrin Lee Gartner cuando ella tenía 16 años y estaba en el equipo canadiense femenino de esquí alpino, y seguí trabajando con ella durante su carrera deportiva. Después de ocho años en el equipo nacional, Kerrin ganó la medalla de oro en las Olimpiadas de invierno de 1992 en Mirabel, Francia, en un descenso que se consideró el más rápido y difícil del esquí femenino de todos los tiempos. Realicé la siguiente entrevista con Kerrin poco después de su victoria en las Olimpiadas. Nuestra conversación se centró en el curso seguido por su excelencia personal. Le hice una entrevista corta en 2006 para ver cómo le iba. Sus experiencias demuestran que se puede influir sobre la rueda de la excelencia en el mundo real del deporte de alto rendimiento y en la vida después del deporte. Tal vez sus experiencias nos sirvan de inspiración o guía en la búsqueda continua de la excelencia personal.

COMPROMISO

Terry: Has logrado la meta máxima en el esquí alpino y lo hiciste en una situación muy exigente y estresante. ¿Cómo describirías tu compromiso por perseguir esa meta?
Kerrin: El compromiso supera el cien por ciento. Es un compromiso que resiste todos los altibajos, los buenos y los malos resultados. El compromiso perdura cuando consigues el puesto 50 y parece que nunca van a acabar los malos resultados. Tienes que seguir entregada y centrada y tratar de ganar toda carrera. Creo que el día en que no sientes ese compromiso es el día en que dejas de tener posibilidades de ganar.
Terry: ¿Cuánto tiempo tardaste en estar lista para esta prueba (el descenso en las Olimpiadas de 1992)?
Kerrin: Mucha gente piensa que se trata de un éxito repentino. Me ha costado nueve años de duro trabajo en la competición internacional y muchos años antes de todo esto. Creo que todo el trabajo que has hecho conmigo durante este tiempo muestra lo mucho que me ha costado.
Terry: Durante los últimos ocho o nueve años has sufrido muchos contratiempos, muchos retos que superar, muchas lesiones, y tal vez algunas personas no creyeran en ti tanto como tú creías en ti misma. ¿Cómo lograste seguir adelante tras tus metas con tantos frentes abiertos?
Kerrin: Los frentes más evidentes fueron mis lesiones de rodilla, cada una de las cuales me mantuvo fuera del deporte profesional entre seis meses y un año y medio hasta recuperarme del todo. No era sólo la recuperación física; la recuperación mental fue lo más duro. Siempre hay altibajos en la vida, y cuando estás abajo en el mundo del esquí, con una discapacidad física como la de mis rodillas, siempre es importante mantener presentes tus metas, creer siempre en una misma, abordar las razones por las que te enfrentas a tanta adversidad y tener la vista puesta en el resultado final. Me marqué metas pequeñas, pasos muy cortos centrándome en aspectos nimios. Me mantuve centrada a pesar de las cosas malas, me mantuve centrada, centrada, centrada. Creo que es la única forma de superar la adversidad, avanzar gradualmente y seguir creyendo en una misma en todo momento. Ésa es la clave cuando estás hundida.

CENTRO DE ATENCIÓN

Terry: Cuando hablas de estar centrada en el entrenamiento, centrada en las carreras, ¿puedes describir en qué consiste?
Kerrin: Mi mejor centro de atención es cuando todo discurre de forma natural. Ni siquiera pienso en ello. Mucha gente quiere saber exactamente lo que pienso en ciertos tramos del descenso, o lo que pienso en la salida o cuando cruzo la meta. Es un sentimiento. El centro de atención está tan claro que desconectas el pensamiento y confías y crees en ti misma. Llevas años preparándote para eso. Todo lo que haces es esquiar, todo es muy natural. El centro de atención es así de conciso. Estás en total conexión. Eso es lo que me sucedió en las Olimpiadas. Hay tantas palabras para describirlo: piloto automático, conexión, visión en túnel o estar concentrada cien por cien. Es más que una sensación. Se pasa de pensamientos a sentimientos y a movimientos naturales sobre los esquís. Realmente no elaboras pensamientos distinguibles mientras bajas. No ves a la gente a los lados de la pista. No ves nada. Todo se reduce a hacer de forma natural lo que estás haciendo.

APTITUD MENTAL

Terry: Cuando hablas de aptitud mental, ¿a qué te refieres?
Kerrin: Significa años de preparación mental. Mi primer encuentro contigo fue cuando yo tenía 16 años. Lo recuerdo con claridad.Yo no era buena imaginándome esquiando. NO entendía por qué tenía que hacerlo. Ahora he llegado a un punto en que forma parte de mi vida diaria. Si voy a colgar un cuadro en el salón, primero me imagino dónde lo quiero. Luego me imagino a qué altura lo quiero, a qué distancia de la pared. Y lo visualizo todo con claridad. Entonces cuelgo el cuadro y lo hago en el lugar correcto. Éste es un ejemplo de lo que hago cuando esquío, pero cuando esquío estoy haciendo algo peligroso. Estoy haciendo algo que quiero hacer muy bien. No puedo cometer ningún error, por lo que tengo que usar constantemente la imaginación y las prácticas imaginadas durante todo el año.
Terry: ¿Cómo encaraste el entrenamiento para los descensos de la prueba olímpica?
Kerrin: Intenté mantenerme muy relajada, trabajar ciertos tramos del recorrido durante toda la semana, y marcarme metas cortas. Trabajé una sección de 30 segundos en vez de toda la pista. De esa forma me quité presión. No sentía la necesidad de ganar todos los descensos de entrenamiento. Sólo sentía necesidad de esquiar bien en ciertos tramos del recorrido, y creo que ésa fue la clave. Así pude mantenerme relajada. Me quité un poco de la presión de la prensa. La prensa no pensó que fuera clave, aunque yo sí lo creía.
Terry: Esquiaste bien en todos los tramos, pero optaste por centrarte en distintas secciones en los descensos de entrenamiento.
Kerrin: Sí, sólo tuvimos que esquiar dos veces según los tiempos establecidos y fue entonces cuando tuve problemas al comienzo de la semana. En la última carrera de entrenamiento, me concentré por completo en los primeros 30 ó 40 segundos, y luego me relajé y me dediqué a esquiar el resto de la pista. La prueba fue buena a pesar de ello, por lo que sabía que estaba lista para hacerlo bien.
Terry: ¿Cuáles fueron los puntos que decidiste recordar al empezar la carrera?
Kerrin: En realidad, todo fue muy sencillo. Sólo pensé en acordarme de ir a por todas, aprovechar la ventaja, y sabía que tenía posibilidades de que aquél fuera mi día. Estaba muy relajada, lo cual fue sin duda una de las claves.

IMÁGENES POSITIVAS

Terry: ¿Recurriste mucho a las prácticas imaginadas para prepararte para la prueba olímpica?
Kerrin: Llevo cuatro años usando prácticas imaginadas para las Olimpiadas, pero me puse con esta carrera el pasado febrero y la he bajado cientos de veces en mi mente. Así que para cuando llegó el día de la carrera, ya había competido en ella muchas veces. ¡Y en realidad no fue la primera vez que la ganaba!
Terry: ¿Qué experimentas sobre la carrera en las prácticas imaginadas?
Kerrin: Creo que mucha gente piensa que las prácticas imaginadas consisten en imágenes que se proyectan en tu mente y, de hecho, cuando tenía 16 años, cuando empezamos a trabajar juntos, se parecía mucho a ver un vídeo. Podía verlo todo con los ojos cerrados e imaginarme a cualquiera esquiando cierto tramo de la carrera. Es una forma de adelantarse y adoptar ese estado especial que ahora es más que una sensación. Siento las sensaciones propias de esquiar y también las emociones. Mis pensamientos se convierten casi en sensaciones. Creo que es importante que los deportistas hagan lo mismo en cualquier deporte.
Terry: ¿Usaste las prácticas imaginadas para superar las lesiones y volver a las pistas? ¿Hiciste algo en este terreno?
Kerrin: Cuando sufrí mi primera lesión, recuerdo que hablé contigo y me dijiste: «Acuérdate de esquiar mentalmente». Pensé: Lo último que quiero hacer ahora es esquiar porque estoy lesionada. Pero recuerdo que no me llevó mucho tiempo volver a ponerme los esquís en mi mente. Esquié mentalmente casi todos los días durante la lesión y la recuperación. Me ayudó a mantenerme centrada en mi meta, e hizo que el dolor y los obstáculos fueran más fáciles de sobrellevar porque seguía haciendo algo de lo que disfrutaba en mi cabeza. Incluso a pesar de andar con muletas y llevar un yeso, resultó todo mucho más fácil.
Terry: ¿Cómo fue tu primera carrera después de esas lesiones?
Kerrin: Creo que al conservar las prácticas imaginadas, me resultó mucho más sencillo volver a ponerme los esquís. En una carrera de verdad, hizo que el ajuste de la velocidad fuera mucho más rápido. Con la segunda lesión, todo sucedió naturalmente. Ya había logrado imaginarme a mí misma esquiando perfectamente, y así lo hice durante los seis meses de recuperación. Cuando me ponía los esquís, era como si nunca me los hubiera quitado.

CONFIANZA

Terry: Me interesa saber cómo ha cambiado la fe en tu capacidad a lo largo de los años. Sé que este año sabías que podrías lograrlo. ¿Cómo describirías el proceso de afianzar tu confianza?
Kerrin: En realidad es sorprendente, porque la gente asume que tú siempre has creído en ti misma desde el primer día. Cuando no obtienes buenos resultados, lo primero que se quiebra es la confianza y la fe en ti misma. Ésa es una clave del éxito, y a lo largo de los años he fortalecido la fe en mí misma. Sabía que podía subir al podio, y sabía que ganaría, pero a pesar de saberlo y de mi fe, hasta que sucede no tienes la seguridad cien por cien. Me hablé a mí misma durante todo el año. Sabía que estaba esquiando tan bien como la mejor del circuito de la Copa del Mundo. Había estado siempre entre las cinco mejores durante los dos últimos años, y realmente creía en mí al 110 por ciento. Si había una prueba que tenía posibilidades de ganar, ésa era en las Olimpiadas. Al creer en mí misma, al pensar en mí siempre de forma positiva y al manejar ideas positivas, me di el ánimo necesario para fortalecer la fe que ya tenía.
Terry: ¿Cómo hablabas contigo misma de forma positiva?
Kerrin: Convertía todos los pensamientos negativos en positivos. Si me había salido mal una carrera, me lo tomaba bien de todas formas. Si en una carrera sólo había descendido bien la mitad del recorrido, tomaba lo positivo y trabajaba ese aspecto. Eso me hizo creer en mí misma cada vez más después de cada carrera. Cada vez que hacía algo, podía extraer emociones positivas. El día de la carrera en las Olimpiadas, la luz era muy tenue, había mucha niebla, lo cual no es agradable en una prueba de descenso. La primera idea positiva que me dije fue: Sabes esquiar bien con esta luz, eres una de las mejores en estas condiciones. Ésta es la oportunidad que esperabas, ¡aprovéchala! Realmente soy una de las mejores esquiadoras en tales condiciones. Aunque me gusta tan poco como a las demás, puedo mostrarme agresiva y esquiar como quiero esquiar.

CONTROL DE DISTRACCIONES

Terry: Las Olimpiadas suponen una gran distracción para muchos deportistas. ¿Cómo las viviste y cómo hiciste una carrera tan buena a pesar de tantas circunstancias que podían distraerte?
Kerrin: He aprendido mucho de distintas carreras. Una de las carreras en las que aprendí una valiosa lección fue en las Olimpiadas de 1988. Me dejé llevar por las distracciones en 1988. Quería ganar a rabiar. Al prepararme para 1992, lo que hice fue aplicar todo lo que había aprendido, como anteponerme a mí misma, anteponer lo que yo necesitaba, y concentrarme en lo que debía concentrarme durante las carreras. Estuve relajada. Sabía lo que tenía que hacer. Todo cuanto debía hacer era salir y esquiar. Una vez que me sentaba en el telesilla por la mañana, todo iba bien. Me costó una hora o dos disipar todas las distracciones en un período. Dejé el resto del tiempo para mí misma. Creo que es importante estar segura de que estás relajada y lista. Si te distraes mucho, entonces no puedes concentrarte y pierdes las posibilidades de ganar.
Terry: ¿Así que superaste la presión del público y de los medios de comunicación y sacaste tiempo para distanciarte de todo eso?
Kerrin: Sí. Una vez que abandonaba la pista y el lugar de la carrera, que es donde mayor es el estrés y más distracciones hay, me quedaba sola. Era como un día normal: jugar a las cartas, leer libros y mantenerme relajada. Me acuerdo de que en Calgary me pasaba el día entero pensando en la carrera. En Mirabel no pude haber estado más relajada.
Terry: ¿Y qué pasaba cuando estabas en la pista? ¿Qué perspectiva te permitía centrarte más en tu rendimiento que en el resultado?
Kerrin: Tuve un buen profesor, ¡Terry! Creo que he aprendido a no centrarme en el resultado de las carreras. Aunque sueñas con ello, y he soñado mucho con la medalla de oro durante años, creo que lo mejor es que he aprendido a concentrarme en lo que debo concentrarme. Necesito concentrarme en un buen calentamiento por la mañana, concentrarme en que todo fluya, en actuar con rapidez y tratar de esquiar rápido durante la carrera. Así lo hice. Acudí a la salida y en ningún momento me concentré en el resultado final; estaba concentrada en lo que necesitaba hacer para esquiar óptimamente. Era ya algo natural en mí. Realicé los mismos movimientos que hago en toda carrera. Todo fluyó de forma natural.
Terry: ¿Hubo algún punto en que tuvieras que volverte a concentrar para meterte en la carrera durante el descenso?
Kerrin: Sí que hubo uno. No se vió muy bien en la televisión, pero hubo un punto en que se me trabó el esquí y dejó de estar debajo de mí. Me hizo perder el equilibrio y recuerdo que me distraje un poco. No me costó mucho recomponerme. Me dije: Vamos.Y todo volvió a ir como debía, y la segunda mitad de la carrera fue excepcionalmente buena.
Terry: Muchos deportistas que ganan una medalla de oro se esfuerzan en sus siguientes carreras debido a las muchas expectativas puestas en ellos y a las que ellos se imponen. Tú hiciste muy buenas carreras en la siguiente Copa del Mundo, ¿cómo fue tu centro de atención en aquellas carreras?
Kerrin: Estaba cansada cuando comencé la primera prueba de la Copa del Mundo después de las Olimpiadas. No esperaba mucho de mí misma. Salí por la mañana y el calentamiento no salió como me esperaba. No esquié tan bien como esperaba. Había pasado demasiado tiempo pensando en el resultado. Me di cuenta en seguida y cambié el patrón de pensamiento admitiéndolo y haciendo que mi mente se centrara en lo que realmente necesitaba centrarse. Pasé al modo en que funciona bien. Pensé en salir a por todas, ser agresiva y aplicar todas mis ideas clave. Mientras esperaba en el punto de salida, sabía que tenía una oportunidad de ganar la carrera. Salí y puse el piloto automático sin pensar en otra cosa que en mis ideas clave. Mantuve la concentración en todo momento. Fui segunda por tres centésimas de segundo y eso es casi como ganar. Estaba contenta con el resultado tras todo lo que había pasado.
Terry: Cuando se desliza en tu mente un pensamiento negativo, ¿qué es lo mejor para volver a centrarte?
Kerrin: Cuando me doy cuenta de que estoy teniendo ideas que no quiero albergar y que no redundan positivamente en mí, o cuando comienzo a pensar sobre el resultado o el final, intento darme cuenta y rectificar pensando en cosas que funcionan bien conmigo.
Terry: ¿Te ha llevado tiempo conseguir que tu mente y tus ideas trabajen para ti tal y como lo hacen?
Kerrin: Me ha llevado mucho tiempo. Recuerdo carreras hace tiempo en que ni siquiera me daba cuenta de la razón por la que todo había salido mal hasta un año después. El año pasado en una carrera en Lake Louise todo había ido bien, y había ganado tres pruebas de entrenamiento. El día de la carrera, terminé quinta, y después me di cuenta de que mi enfoque había sido erróneo. Pensé en lo que no debía. Ahora he comenzado a darme cuenta de que estoy pensando mal antes incluso de la carrera. Esto me da la posibilidad de hacer una buena carrera antes de competir.
Terry: ¿Así que cambias la forma de pensar o tu centro de atención antes de que empiece la carrera para tener más posibilidades de esquiar bien?
Kerrin: Exacto. Si me despierto y me doy cuenta de que tengo la cabeza allí, en su lugar, dejo que los patrones de pensamiento sigan su curso natural y hago una buena carrera. Si no está allí o algo me distrae en la salida o durante el calentamiento por la mañana, entonces ya conozco cuáles son mis pensamientos para volver a centrarme. Sé cómo volver a la senda de los buenos resultados y al centro de atención correcto.

APRENDIZAJE CONTINUO

Terry: Parte del plan de evaluación continua consiste en extraer aspectos positivos de toda actuación para mejorar la confianza o sentirte bien, además de aprender de la experiencia. ¿Me puedes comentar algo al respecto?
Kerrin: Me ha costado muchos años saber sacar algo bueno de toda carrera. Si termino última en una carrera, he aprendido a saber sacar algo bueno de ella. La mayoría de las veces me esfuerzo al 110 por ciento y eso es suficiente para mí. Si me esfuerzo al máximo y doy todo lo que puedo dar, tengo que estar satisfecha con el resultado porque no hay forma de dar más. La lección que extraje de las Olimpiadas y apliqué en otras Copas del Mundo fue estar relajada y concentrarme en lo que sé que me funciona. Hay ciertos pensamientos clave que me sirven los días de carrera, y casi todo consiste en relajarse e ir a por todas, depender de que mis instintos naturales tomen el control. Cuando eso sucede, me salen las mejores carreras.
Terry: He notado en los dos últimos años que estás más dispuesta a seguir tu propio camino, a hacer cosas que sabes que te ayudan, a pesar de que haya gente que no está de acuerdo. ¿Cómo ha sucedido?
Kerrin: Practico un deporte individual que se practica como uno de equipo, por lo que a veces es difícil hacer las cosas sola y seguir mi propio camino. Me he dado cuenta de que debo confiar en mí al cien por cien y creer en mí. Cuando necesito hacer algo un poco distinto a lo que necesitan el resto de las chicas, no me importa correr el riesgo para ganar.
Terry: Así que ahora que sabes lo que necesitas para rendir al máximo, puedes respetar esos patrones y sacar provecho de ellos.
Kerrin: Cierto. Aprendes de ti misma a lo largo de los años. Llevo ocho años en el circuito y he aprendido mucho. He aprendido leccio nes de muchas cosas diferentes. Ahora sé aplicar esas lecciones. En las Olimpiadas sabía que tenía que alejarme del equipo y estar sola, sin las distracciones de la localidad. Así lo hice y me salió bien.
Terry: Ahora que has ganado la medalla de oro, mucha gente quiere que le dediques tiempo. ¿Cómo te planteas respetar tus necesidades a pesar de que la gente quiera verte?
Kerrin: Al principio resultaba difícil porque era muy duro para mí decir no. No estaba acostumbrada a ser una campeona olímpica o a recibir tanta atención. Me he dado cuenta de que tengo que escuchar mi interior.Tengo que percibir mis sensaciones, y cuando estoy en baja forma y cansada, decir que no. Tengo que decir: «Lo siento, no puedo esta noche, o la semana que viene o la siguiente; necesito un par de semanas libres». Me he dado cuenta de que no hay nada malo en decir que no y cuidar primero de mí misma, porque mi vida competitiva no ha finalizado. Sé que todavía puedo ganar.
Terry: Es mejor escucharse a sí mismo y al propio cuerpo y hacer algo positivo al respecto antes de estar totalmente agotado.
Kerrin: Cierto. Creo que he aprendido a hacer eso como deportista. Hay que aprender a respetar el cuerpo. A menudo te apercibes una semana antes de que ocurra, de que te estás acercando al agotamiento y que necesitas una semana para recuperarte. Es importante saber escucharte y atender a tus percepciones. Si creo que necesito descansar, descanso a pesar de escuchar a los demás. Porque si no creo que sigo el programa adecuado, entonces no ganaré una carrera. Tengo que creer en lo que hago al cien por cien. El programa tiene que ser adecuado para mí.
Terry: Tu estás muy comprometida con el esquí de competición, pero también con tu familia. ¿Cómo intentas mantener un equilibrio?
Kerrin: Procedo de una gran familia de cinco hijos, y estuvimos muy unidos durante la infancia. Creo que con el apoyo que me dieron me resultó natural ponerlos en primer lugar. Aunque mi profesión es el esquí y eso es importante para mí, también creo importante mantener viva mi vida privada y aparte del deporte. Mucha gente estaba preocupada porque cuando me casara iba a dejar de estar centrada y ya no podría concentrarme en ganar. Sorprendentemente, el matrimonio ha hecho maravillas con mi vida deportiva. Me ha hecho relajarme, trabajar duro, aunque sé que no es el final del mundo si no gano una carrera.
Terry: ¿Cuáles son las lecciones más importantes que has aprendido de mí?
Kerrin: ¡Umm! La lección más importante probablemente sea aprender siempre algo de cuanto sucede y aplicarlo en la siguiente ocasión. Mantenerme relajada. He sacado muchas lecciones de todas las carreras. He aprendido mucho sobre mí misma y ahora puedo estar mucho más relajada. Mis prácticas imaginadas son muy claras. Sé exactamente cómo mantener el centro de atención y sé aplicar todo lo que sé. Sé cómo aplicarlo en todas las carreras.
Terry: ¿Qué aconsejarías a la gente que busca alcanzar la excelencia?
Kerrin: De todo lo que he aprendido en el esquí de competición, lo primero y más importante es que hay que creer en uno mismo y en lo que se ha elegido hacer. No importa la profesión. Creo que si te esfuerzas al ciento por ciento por ser mejor, no importará lo bueno que seas mientras creas en ti mismo y te esfuerces al máximo.
Terry: ¿Aplicas tus destrezas mentales desarrolladas en el esquí a otras áreas de la vida?
Kerrin: Las destrezas mentales que he aprendido en el esquí de competición intervienen en todo lo que hago a diario. Aprender a evitar distracciones es algo que aplico ahora con la prensa, o si tengo una discusión o sufro un contratiempo, porque he aprendido a superarlo. Tengo que aprender a vivir con ello y a seguir con mi vida… relajada, sacando lo bueno de todo, siempre pensando en positivo y sintiéndome bien conmigo misma y en toda situación. Creo que todo cuanto hago en el deporte mantiene una relación con la vida real; está relacionado con la vida profesional y mantiene un vínculo con todo lo demás. Creo que ésa es la clave de todo. Una vez que te relajas y sientes confianza, todo lo demás irá detrás. Estar totalmente centrada es la única manera de lograr tu meta.

VOLVIENDO LA VISTA ATRÁS

Realicé esta corta entrevista a Kerrin a finales de 2006, casi 15 años después de la primera entrevista. En el momento de esta entrevista, Kerrin estaba casada y era madre de dos hijas de 10 y 11 años. Había trabajado como comentarista de esquí alpino en televisión las tres últimas Olimpiadas de invierno y muchas temporadas de la Copa del Mundo. También se había dedicado a recaudar dinero para niños huérfanos, así como a otros proyectos interesantes. Incluyo sus respuestas aquí para dar un ejemplo de cómo seguir actuando sobre la rueda de la excelencia en la vida una vez dejado atrás el deporte.

Terry: ¿Qué aprendiste del esquí de competición y del trabajo que realizamos juntos para reforzar tus destrezas de concentración que sigas usando en tu trabajo y en la vida diaria? ¿Qué destrezas mentales o perspectivas que aprendiste en el deporte sigues usando ahora?
Kerrin: Todo la preparación mental que adquirí en el esquí de competición me ha ayudado en todos los caminos de la vida. Creo que la razón por la que la transferencia de destrezas fue tan sencilla y operó a las mil maravillas es que se necesitan muchas de esas mismas destrezas para tener éxito en cualquier cosa.
Desde que dejé el esquí de competición, he trabajado para la CBC en tres Olimpiadas como analista de esquí alpino. De vez en cuando cometo el error de mezclar mis comentarios o decir algo completamente distinto a lo que quería decir. Una vez que cometes un error en vivo en televisión, no tienes tiempo para recapacitar. Así que me centro en el siguiente paso sobre el que tenga control. Es un sencillo ejemplo de cómo mi preparación con el centro de atención y la concentración y su recuperación son muy útiles en muchas ocasiones como ésta. Como antigua campeona olímpica, también se me ha pedido que hable en todo tipo de ocasiones. El mensaje más sencillo siempre entremezclado en todos los discursos es el mismo: Decide lo que quieres hacer. ¡Sueña! Establece un plan, establece alguna meta, ajusta las metas según sea necesario por el camino. Prepárate, esfuérzate, analiza, aprende y trabaja todavía más. Cree en tu sueño, en tus metas, en tu plan y en tu preparación. Cree en ti mismo. Mantén la determinación, la concentración y persevera. Y recuerda siempre que debes disfrutar de los retos y pasarlo bien.
Terry: ¡Buenos puntos para recordar! ¿Cuál ha sido la destreza mental o perspectiva más importante que hayas aprendido del deporte y que hayas aplicado en la vida después de ser una esquiadora de alto rendimiento?
Kerrin: La lección que me resultó más dura para seguir creyendo en mí como esquiadora fue la que más me ha cambiado como persona. Como esquiadora, me resultaba difícil creer siempre que era lo bastante buena. Siempre veía mis errores, me recreaba en ellos, y me comparaba con las demás, lo cual me hacía dudar de mí misma y mis capacidades. El resultado final era que con frecuencia me esforzaba demasiado por el camino equivocado y al final no rendía en la medida de mis posibilidades. Como deportista, me costó un par de años creer en la ventaja de aprender de los errores y actuar según lo aprendido. Me llevó cierto tiempo comprender que se aprende más de los errores cuando se corrigen que del éxito aleatorio.
El proceso de probar, analizar, aprender y volver a intentar –con el beneficio de esa lección– se convirtió en algo natural que sigo usando hoy en el trabajo, el juego y como madre. Este proceso te hace creer, te hace adquirir confianza y seguir mejorando en todo lo que intentes. ¿Si a veces todavía tengo dudas? Desde luego, pero he llegado a creer, como cuando esquiaba, que lo que es óptimo para mí es suficiente. Y sí, algunos días lo que es óptimo para mí no es lo mismo que el día anterior. Esto también está bien, porque así se extrae una lección de ello.
Entrenamiento mental

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