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TRANSICIÓN 1: DE LAS EXCUSAS A LA RESPONSABILIDAD

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Fred sirve en una iglesia cerca del área metropolitana de Dallas. No hay falta de gente en el área. Pero Fred admite que comenzó su liderazgo en la iglesia con una tonelada de excusas.

“No me di cuenta de lo motivado que estaba por las excusas”, nos dijo Fred.

“Por unos pocos meses estaba muy entusiasmado por mi oportunidad de liderazgo. La iglesia estaba en el interior de un antiguo vecindario, y había disminuido de una asistencia de 275 a 130 en los diez años anteriores. Supongo que pensé que podía ir y dirigir un cambio radical. Nunca había servido como pastor principal de una iglesia, siempre en otro puesto del personal. Y era lo suficientemente arrogante para creer que podía hacer las cosas mucho mejor que los pastores bajo los cuales había servido y que todos los pastores que me habían precedido en mi iglesia”.

Hizo una pausa. “Pero estaba equivocado”, admitió Fred. “Totalmente equivocado”.

La iglesia tuvo un pequeño aumento de asistencia en casi seis meses, luego retomó su patrón de descenso.

¿Y cómo respondió Fred?

“Excusas”, dijo categóricamente. “Un montón de excusas”.

Comenzó a reflexionar en las excusas. “No podía competir con las iglesias más grandes. Esa fue mi primera excusa. Seguro, tenían más programas que ofrecer de los que nosotros teníamos. Escuché eso específicamente de miembros que se habían ido. Se fueron donde estaba la acción”. Continuó, “mi siguiente excusa fue mi vecindario”.

Estaba en una transición en dos sentidos. Primero, mayormente había habido una transición a familias con menor ingreso que los miembros de la iglesia. Casi todos lo que asistían conducían varias millas para llegar a la iglesia. En segundo lugar, algunos de las casas se estaban vendiendo a familias de mayores ingresos que las estaban remodelando. Más tarde aprendería que el nombre de esa transición se llama gentrificación”.

De modo que la iglesia de Fred había visto a los residentes de bajos ingresos mudarse al vecindario por varios años. Luego una nueva tendencia se desarrolló en la que los residentes de mayores posibilidades estaban poblando el área. “Está bien”, afirmó, “Tenía excusas por ambos lados. Al principio, no podía alcanzar a los residentes de bajos recursos, luego no podía alcanzar a los de altos recursos. Me estaba haciendo la víctima del síndrome de Ricitos de Oro. No tenía oportunidad a menos que el ingreso de los residentes fuera ‘el correcto’”. La iglesia ahora ya está en un camino saludable. Sí, la congregación todavía tiene desafíos, pero la trayectoria es muy alentadora. Preguntamos a Fred qué fue lo que precipitó el cambio radical.

“Dios simplemente me despertó”, respondió. “En mi tiempo de oración, comencé a darme cuenta que estaba apoyado en excusas en vez de apoyarme en Dios. Él puso a mi iglesia en esta ubicación por una razón. Me puso aquí por una razón. Decidí tomar la responsabilidad del liderazgo que Dios me dio. Decidí liberarme de las excusas. Mi nueva actitud fue el principio del cambio radical”.

En efecto. Ese fue el inicio del cambio radical.

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