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TRANSICIÓN 5: DEL TEMOR AL VALOR

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“Mi nombre es Roger, y fui un cobarde”. Roger sonrió mientras nos recitaba esas palabras. Estaba recordando cómo se había congelado de terror como pastor de la iglesia. El escenario ocurrió cuatro años antes mientras Roger celebraba su cumpleaños cincuenta y cinco”.

“No, no celebré mi cumpleaños en lo absoluto”, confesó.

“Había escuchado de muchos de mis compañeros que otra iglesia nunca me consideraría después de cumplir cincuenta y cinco. Me sentí atrapado. Incluso peor, comencé a vivir con temor”.

Era el segundo año de Roger en la iglesia cuando cumplió cincuenta y cinco. La iglesia estaba en un ligero, pero casi imperceptible declive. Los miembros estaban mayormente felices. Y eso se convirtió en su estrategia de facto: mantener a los miembros mayormente felices y no agitar el barco.

La iglesia continuó en su lento declive bajo su liderazgo, o quizá más precisamente, falta de liderazgo. Sin embargo, se dio cuenta de que no existía el statu quo. La iglesia había prescindido de un miembro del personal que había trabajado mucho tiempo ahí porque el presupuesto ya no podía apoyarlo. Roger se retrajo a un miedo mucho más profundo.

Cuando hablamos con Roger, sin embargo, la iglesia iba en una trayectoria saludable. Había dado un giro. Roger estaba liderando a partir de una confianza dada por Dios en lugar del temor centrado en el hombre. ¿Cuál, preguntamos, fue el punto de inflexión?

Su respuesta fue una sencilla palabra de una sílaba: “Peg”.

Peg es la esposa de Roger. Al ver la evidente tristeza en la vida y ministerio de su esposo, lo confrontó.

“Peg no contuvo los golpes”, recordó Roger. “Me dijo que era mejor perder nuestro empleo que perder nuestra visión. Y me leyó la Biblia. Recuerdo las palabras de Josué 1:9 incluso ahora: ‘Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas’”.

Roger se detuvo, luego continuó. “Peg me dijo que yo estaba viviendo en temor y desobedeciendo a Dios porque no estaba confiando en él. Estaba más concentrado en el salario que en la obediencia. Mi seguridad era mi trabajo, pero no mi Dios”.

Sonrió nuevamente. “Amo a esa chica”, dijo. “Tenía tanta razón. Casi fue inmediato en mi caso. Comencé a liderar nuevamente desde una posición de fe y valor en vez de temor. Voy a cumplir sesenta en mi próximo cumpleaños, y estoy más emocionado que nunca de ver lo que Dios hará a continuación”.

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