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3.5 Interacciones entre distintos niveles: la ontología de Moens & Steedman

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Aparte de que distintas lenguas fusionan las categorías en su morfología, también existen ciertos fenómenos gramaticales que causan una interacción semántica. En este contexto, Dowty (1979) compara las siguientes frases:

(12) John was drawing a circle.

(13) John was pushing a cart. (Ejemplos de Dowty 1979: 133)

En ambas frases, aparece el aspecto progresivo en un tiempo del pasado. La diferencia yace en el aspecto léxico: mientras el ejemplo (12) contiene una realización télica, el predicado de (13) consiste en una actividad, y consiguientemente es atélico. Una consecuencia directa de esta diferencia es la validez de posibles conclusiones que se resumen en (14) y (15).

(14) John drew a circle.

(15) John pushed a cart. (Ejemplos de Dowty 1979: 133)

Mientras que la verdad de (13) automáticamente entraña la verdad de (15), no puede decirse lo mismo sobre (12) y (14). La razón se encuentra en el aspecto gramatical. La perfectividad de (14) sugiere el término de la acción completa. Ya que la acción está caracterizada por un límite inherente, la imperfectividad de (12) deja abierta su alcance. En el caso de los predicados atélicos, en cambio, el punto terminal es arbitrario (cf. prueba de entrañamiento de Salaberry 1999, →3.3).

A partir de estos ejemplos, Dowty (1979) formula la paradoja imperfectiva:

“In other words, the problem is to give an account of how (1) [aquí reproducido como (12), T.D.] entails that John was engaged in a bringing-a-circle-into-existence activity but does not entail that he brought a circle into existence.” (Dowty 1979: 133)

Para explicar dicha diferencia, resulta particularmente adecuado el modelo temporal-aspectual de Moens & Steedman (1988) quienes definen una ontología combinatoria de todos los conceptos. Como se va a revelar, su modelo es especialmente relevante para algunos estudios de la adquisición de los tiempos del pasado en español, ya que destaca la noción de la estatividad frente a eventividad. Por ejemplo, se ha observado que, entre aprendices anglófonos de español como segunda lengua, es justamente este contraste el que puede explicar algunos modelos de adquisición (→5.1.3). En otro contexto, observaciones similares han causado que Bickerton (1981) postulase la diferenciación entre estados y eventos como concepto innato.

En su análisis, en contraste con Reichenbach (1947) o Klein (1992), Moens & Steedman (1988) enfatizan la interdependencia entre elementos gramaticales y elementos léxicos, resaltando así de manera crucial el papel del aspecto léxico. La influencia mutua entre el nivel léxico y la gramática, llamada coerción, es la razón por la cual los autores argumentan que un trato de las categorías sueltas es imposible. Los autores tienen razón en su observación de que un análisis aislado de ambos fenómenos resulta difícil considerando algunos casos especiales. La idea de que esta observación lleva automáticamente a la inseparabilidad de los conceptos teóricos, en cambio, no acaba de convencer.

La idea central del modelo concierne a la diferenciación entre estados frente a eventos. Mientras que los estados se consideran como espacios continuos, los eventos se caracterizan por una dinamicidad y permiten transiciones entre estos espacios. Por esta propiedad, pueden compararse en cuanto a la manera según la cual conectan el estado de fuente con un posible estado consecuente de la acción. Según Moens & Steedman (1988), los eventos caen en cuatro grupos que se definen a través de dos rasgos semánticos, [±atómico] y [±conseq]. El primero simboliza el concepto que tradicionalmente se entendió como puntualidad. Con una argumentación similar a Verkuyl (1999, 2002), los autores argumentan que los puntos, en el sentido matemático de la palabra, no representan un concepto apto para la definición de acciones del mundo real. La diferencia entre los dos modelos, sin embargo, consiste en que, mientras Verkuyl (2002) no concede ninguna relevancia a la distinción entre eventos puntuales y no-puntuales, Moens & Steedman (1988) solamente amplían el concepto, e introducen la idea de eventos atómicos que pueden parecer puntuales, aunque no lo sean, lo que define el primer rasgo. El segundo rasgo, [±conseq], concierne a la (no-) existencia de un estado consecuente. En el caso de [-conseq], el evento no causa ningún cambio de estado.

La coerción puede producirse por rasgos léxicos (así, tener hipo implica una iteración de varias acciones puntuales), pero más relevante es la inducción por parte de elementos gramaticales. Por ejemplo, el aspecto progresivo puede añadir el valor durativo a cualquier evento atómico, y el aspecto perfecto añade una culminación. Moens & Steedman (1988: 18) argumentan que las vías, por la cual se produce la coerción, están inequívocamente determinadas por la gramática de una lengua dada.

Otra coerción se observa con el perfecto. Este causa el enfoque del estado consecuente de un proceso. Por consiguiente, su argumento necesita poseer tal estado, y en caso de que no lo posea, se reinterpreta. Una consecuencia directa, visible en el sistema inglés, consiste en la observación de que este estado consecuente aún tiene que estar presente y ser perceptible. De esta manera, se sigue la estrecha relación con el momento de habla como se ilustra a partir del siguiente ejemplo:

(16) #They have married yesterday. (Moens & Steedman 1988: 19).

En (14), el estado consecuente consiste en estar casado. No obstante, el adverbio yesterday (‘ayer’) sugiere que pueda contrastarse este estado con otro que resultaría de un casamiento en otro día. Aunque las acciones de casarse ayer y casarse hace un año se distingan, no puede decirse lo mismo sobre el estado consecuente. Por esta razón, el perfecto en (14) falla en destacar dicho estado. Un contraste directo se halla en (15).

(17) They have married on Friday the 13th! (Moens & Steedman 1988: 19).

Desde la perspectiva de una persona supersticiosa, una boda en una fecha desafortunada efectivamente podría llevar a otro estado del matrimonio. Moens & Steedman (1988: 20) argumentan que las distintas lecturas del perfecto compuesto no se siguen de una supuesta ambigüedad de dicha forma, sino de la carga léxica del verbo en cuestión y de los otros elementos que constituyen la frase.

En conclusión, es preciso admitir que el aspecto léxico y el aspecto gramatical pueden influenciarse mutuamente. Sin embargo, esto no justifica la imposibilidad de una separación entre los dos conceptos teóricos, ya que la coerción puede interpretarse como reinterpretación posterior que tiene lugar en la Forma Lógica.

De hecho, solo la definición separada de ambos conceptos tiene la posibilidad de resolver la paradoja imperfectiva de Dowty (véase arriba). El aspecto gramatical puede modificar el aspecto léxico, y consecuentemente los dos niveles entran en interacción. Para explicar el entrañamiento contradictorio introducido por Dowty (1979), es particularmente relevante la interacción de factores pragmáticos. La modificación del aspecto léxico, sin embargo, no es posible si no parte de valores establecidos. Se trata de una reinterpretación en un nivel semántico, pero no puede decirse que existan dos lecturas inherentes del predicado (compárese Salaberry 2008: 34).

“The property of telicity is less flexible. Presenting a telic event as atelic changes the situation in an essential way. […] The reason that telicity is generally not open to aspectual choice is that humans see it as an essential property. Telicity is not, therefore, a property that can be shifted for purposes of emphasis and point of view.” (Smith 1991: 19)

Dicha afirmación está apoyada por hallazgos de la neurolingüística, donde se ha comprobado un procesamiento significativamente distinto entre predicados télicos y atélicos (véase Romagno et al. 2012). No obstante, a pesar de una modularización entre los distintos componentes lingüísticos, las interacciones en una interfaz no necesitan considerarse imposibles. La coerción como proceso en el que interactúa el aspecto léxico con el gramatical ocurre en la interfaz entre semántica y sintaxis (→2.1).

En general, una separación de los dos niveles se hace especialmente necesaria al considerar el sistema verbal español en el que todas las combinaciones posibles igualmente son existentes (→4.2). No se correlaciona ninguna clase verbal con ninguna clase gramatical de manera inequívoca, como se mostrará en las siguientes secciones. El modelo de Moens & Steedman (1988), además, falla en explicar algunas de las consecuencias directas de la telicidad, evidenciadas en los otros modelos. Así, resulta incompatible con las evidencias relevadas por Slobin (1985) por las cuales la diferenciación entre proceso y resultado deben ser nociones básicas e innatas. Observaciones similares pudieron ser confirmadas por evidencias neurolingüísticas (Romagno et al. 2012). El rechazo de la telicidad como concepto relevante, por lo tanto, es un elemento de la teoría que resulta demasiado alejado de los otros.

A continuación, conviene seguir con las categorías descritas por Verkuyl (2002) y Comrie (1976) que, aunque destacan la similitud entre los dos niveles aspectuales, siempre subrayan su independencia mutua. Antes de presentar el sistema verbal español en detalle, se expondrán las asunciones esenciales y la terminología correspondiente utilizada a continuación.

La adquisición del sistema verbal español por aprendices alemanes y el papel del aspecto gramatical

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