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DE LAS 6 SEMANAS A LOS 4 MESES: CUANDO EL BEBÉ SE DESPIERTA INESPERADAMENTE
ОглавлениеEn comparación con las primeras seis semanas en casa —el clásico periodo posparto—, aproximadamente durante los dos meses y medio siguientes la situación se estabiliza para todo el mundo. Te sientes más segura y, con suerte, menos estresada. Tu hijo ha ganado algo de peso —a estas alturas, incluso los bebés de bajo peso han llegado a su peso normal— y es menos probable que se duerma durante las comidas. Durante el día, el bebé aún necesita alimentarse cada tres horas; sin embargo, a medida que se acerque a los cuatro meses, irá espaciando más sus tomas (y a partir de entonces, comerá cada cuatro horas; véase la siguiente sección, página 43). Ahora tu hijo puede soportar periodos más largos de actividad y también es probable que duerma más horas seguidas por la noche, de las 11 de la noche a las 5 o 6 de la madrugada, por ejemplo. Y a lo largo de los próximos dos meses y medio, los llantos, que posiblemente llegaron a su punto más alto alrededor de las seis semanas, lentamente habrán empezado a disminuir. A continuación expongo una lista de las quejas que suelo escuchar con más frecuencia en esta etapa:
Como podéis ver, el problema que se presenta normalmente en bebés de esta edad es una interrupción repentina, e inexplicable (al menos para los padres), de la parte «S», dormir, de su rutina. Dormir de día y de noche puede ser caótico y muy pesado, sobre todo si el bebé no sigue una rutina estructurada. Los padres se preguntan si alguna vez podrán recuperar su descanso nocturno. Naturalmente, hay ocasiones en que el bebé se despierta de noche porque está hambriento —suelen hacerlo cuando tienen el estómago vacío—, pero no siempre es así. Dependiendo de lo que hagan los padres cuando sus hijos se despiertan por la noche o durante las siestas, sus bienintencionadas acciones pueden sembrar las semillas de futuros errores de crianza.
Pongamos por caso que tu bebé se despertó una noche y lo tranquilizaste dándole el pecho o el biberón. Funcionó como por encanto y por eso ahora piensas: «Mmmm, ésta es una buena estrategia». A tu bebé también le gustó. Pero, sin querer, le estás enseñando que necesita succionar para que consiga volver a dormirse. Créeme, cuando tenga seis meses, pese mucho más y aún quiera mamar o tomar el biberón varias veces cada noche, te arrepentirás de aquel rápido apaño. (Y tendrás suerte si rectificas entonces: he asesorado a unos cuantos padres cuyos hijos ya tienen casi dos años ¡y todavía se despiertan varias veces en plena noche para que mamá les proporcione un reconfortante tentempié!)