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Capítulo 1 Historia del deporte

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Hay muchos relatos y trabajos de egiptólogos que sugieren que los egipcios desarrollaron el juego por primera vez. Un pasatiempo importante para ellos consistía en jugar a los bolos con piedras redondas. También está la posibilidad de que los egipcios lo hayan tomado de otra cultura más antigua, aunque no hay evidencia arqueológica al respecto, hasta el momento. Los egipcios jugaban a las bochas. No se sabe, claro está, mucho sobre las reglas que definían al juego, pero sí que una bola más grande se acercaba a otra más pequeña. Esto ha sido determinado basándose en indicios arqueológicos, dado que se han encontrado artefactos (bolas de piedra pulida) en las tumbas excavadas que datan del año 5200 al 500054 a. C.55 También existen registros inscriptos en jeroglíficos sobre este juego. Algunas hipótesis más místicas acercan al bochín como representación del dios Ra (el sol) y el resto de las bolas a los planetas que orbitan a su alrededor. Más allá de las interpretaciones, lo concreto es que jugaban a este juego. Luego de allí, la actividad tuvo lugar en los antiguos imperios del Mediterráneo, ciudades estado griegas, primeramente, alrededor del año 800 a.C. Dos médicos griegos, Galeno e Hipócrates, jugaban a las bochas. No solo lo practicaban, sino que lo recomendaban, ya que, aparentemente, este juego (en ese entonces no se lo catalogaba como un deporte) movilizaba todos los huesos y músculos del cuerpo. Lo consideraban un juego muy saludable, tanto en el pasado como en la actualidad. Además de que es muy saludable según especialistas para casos de parálisis cerebral en casos de niños con este padecimiento.56 Los griegos algo ya sabían al respecto. Luego recorrió todo el imperio griego, cuando fue jugado en muchas ciudades estado. Recayó en el Imperio romano también, que no solo tomó los avances tecnológicos de los griegos, sino también sus pasatiempos recreativos. Los romanos se encargaron de desparramarlo a lo largo de todo su imperio. El propio emperador Augusto era un apasionado cultor de este deporte, y desde aquella región del mar Mediterráneo viajó por varias latitudes del planeta. Un gran número de historiadores sostiene que, luego del Imperio romano, el deporte se extendió por todo el mundo occidental conocido y tomó una variedad de formas, como el bocce (italiano), bolla (sajón), bolle (danés) o boules (francés). Incluso en el mundo del lado del hemisferio oriental, como en Ula Miaka (polinesio), se practica un juego parecido. Pero, ahora, vayamos a la época feudal.

Las bochas de césped más viejas que aún se juegan están en Southampton, Inglaterra, al menos de las que se tiene noticias, cuando los archivos muestran que han estado funcionando desde el año 1299 d. C. Acá nos detenemos un momento. En la Edad Media se hizo tan popular entre los cortesanos este juego de las bochas que muchos príncipes llegaron a prohibirlo, porque los cortesanos se apartaban de los juegos tradicionales como la caza y el tiro con arco y flecha. Aquí es donde encontramos la unión entre la historia social y la historia económica, dado que el deporte se fue desparramando por Europa a través de los lazos comerciales de todas las subregiones económicas que se encontraban en el Mediterráneo. Por ejemplo, entre los venecianos y el Imperio otomano. El Tirreno era una zona donde los genoveses tenían una especial relevancia. Recuérdese que una parte importante de sus territorios, como Nápoles, Sicilia, Cerdeña, etc., estaban dominados por la monarquía hispánica, con la que Génova, en 1528, firmó un acuerdo de colaboración. Si bien hubo muchos altibajos en esa relación, el acuerdo se mantuvo vigente durante los siglos XVI y XVII.57 Esto se traduce en que los mercaderes, mediante el flujo comercial marítimo y terrestre, tuvieron contacto periódico entre todos los puertos de Europa. De esta forma el juego de las bochas se fue propagando hacia todas las nuevas conglomeraciones humanas que se iban dando producto de la actividad comercial. Durante el siglo XX, muchas escuelas historiográficas enseñaban que, durante el período feudal, la sociedad era triste, oscura y aburrida. Luego otra lectura de la historia medieval fue aportando otra visión, que nos dijo todo lo contrario. Ahí entendemos que esos humanos que vivieron en ese tiempo, luego de hacer sus negocios, tenían vida social, bebían en tabernas, jugaban a los deportes de cada sociedad, y allí entra el juego de las bochas, que se propagó por los distintos reinos y territorios existentes.

El Mediterráneo constituía un espacio fuertemente interconectado mediante rutas comerciales que unían por completo todas sus orillas. Eran fuertes comercialmente las ciudades de Marsella, Barcelona y Valencia dentro de las muchas existentes, como también lo eran las ciudades portuarias ya con salida en el Océano Atlántico, como en el caso de Cádiz, dado que todas constituían una red portuaria de comercio. Muchos autores ya trabajaron este punto en materia económica. Plantea Susan Socolow con respecto a los comerciantes del Río de la Plata en el Antiguo Régimen: “la gran mayoría de los comerciantes nacidos en la Península no eran nativos de las principales ciudades de España, sino más bien de las ciudades rurales tales como Ajangi, San Pedro de Mura en Vizcaya, o Figajes y Huéspeda en Castilla La Vieja”.58 En sí, no importa la ciudad que fuera, sino que, dentro de todo ese territorio, el juego de las bochas era muy popular por ese entonces. De esta forma, podemos explicar cómo, mediante la actividad económica, se fueron pasando hábitos culturales de un espacio a otro.

Dentro de esta misma época encontramos a el rey Enrique VIII de Inglaterra, un arduo jugador de bochas. Llamativamente, lo prohibió para todas aquellas personas que no fueran acaudaladas y prósperas. También redactó un edicto según el cual todas aquellas personas que desearan alquilar un campo de juego debían abonar una cuota de 100 libras de ese momento. Una suma de dinero verdaderamente alta hasta para los propios burgueses de esos tiempos. Luego, fue más allá y prohibió que se jugara por fuera de los jardines del rey. En fin, locuras de un rey déspota que fue bochófilo a la vez. Aunque la medida no surgió efecto y el juego se continuó jugando de manera secreta, al menos para las autoridades.

Alrededor del año 1560, el capitán Sir Francis Drake59 llevó este deporte a las sociedades de Australia, Nueva Zelandia y la India. Además, por descarte, como fallece en Portobelo, se entiende que se jugó en esas tierras de América. Aunque por el momento no hay ningún trabajo historiográfico publicado al respecto sobre las bochas en Portobelo, vemos cómo el comercio y las bochas fueron de la mano. Es importante estar situados en estos tiempos y espacios del período colonial y no llevar la noción moderna del deporte de las bochas a esas épocas, dado que la noción del juego de las bochas implicaba un pasatiempo social, una diversión, una excusa para socializar. Muchas veces, los historiadores que trabajan el espacio colonial nos llevan a confundir el concepto moderno de espacio con el del espacio colonial.60 Por otro lado, como lectores, tampoco debemos confundir pensar la historia de las bochas en forma lineal. Si bien la narración histórica aparece de forma lineal en este libro, para una lectura más fácil, creo que, en cada momento histórico de la humanidad, la historia se desarrolló con los humanos, de una manera distinta y específica, y no por eso tuvo mayor o menor importancia dentro de esas sociedades en particular. Sería un error hacer comparaciones de distintos períodos históricos para ver en qué momento tuvo mayor injerencia dentro de una sociedad el juego de las bochas. Hay muchas correlatividades entre investigaciones económicas del período colonial que pueden utilizarse para el análisis social y deportivo, dado que están ligados.

Siguiendo las interconexiones de las actividades económicas del siglo XVII, cuando los procesos de circulación de mercancías y de hábitos culturales se fueron desarrollando por varias regiones geográficas del mundo, cuando el “espacio económico es un hombre (y mujer) pleno de resonancias afectivas y políticas”,61 el juego de las bochas, con sus resonancias afectivas, fue circulando. A la par, las personas interactuaban, tanto en espacios económicos internos de los propios imperios de occidente como entre las relaciones de los imperios entre sí.

De esta manera, a lo largo del siglo XVII, el juego de bochas fue bueno para las apuestas, al punto que algunos clérigos lo consideraron una forma de perversión. Recordamos que el orden jurídico62 de esta época era la forma de ver el Estado y las relaciones humanas que allí se establecían. La preeminencia de la religión se debe comprender como parte de un complejo normativo mucho más amplio en el que la matriz religiosa disciplinaba a toda la sociedad. Aun así, las bochas siguieron rodando, y el juego no desapareció. Se jugó por fuera de la autorización de la clase dominante. Su práctica continuó en pulperías63 en el continente americano, y en las tabernas de la península ibérica, como además en espacios clandestinos como establos adaptados especialmente. Se jugó clandestinamente por muchos años cuando el juego era prohibido. Se sabe que el rey Jacobo I de Inglaterra64 emitió una publicación llamada El libro del deporte, que impulsaba el juego de las bochas, aunque el rey desaprobaba el fútbol (soccer) y el juego del golf.65

Ahora me detengo brevemente en el siglo XVIII, en la península ibérica, para marcar la popularidad que tuvo esta práctica en esa época en España, y cómo las migraciones provenientes desde allí —no solamente en este siglo— contribuyeron a su difusión. De este siglo se consiguieron fuentes, pero podemos suponer que las bochas se jugaron también antes. También, a partir de lo micro podremos quizás inferir cuestiones en torno a lo macro. Un dato no menor es brindado por Guillermo Pérez Sarrión66 cuando plantea que el mercado interno español estaba formado en el siglo XVIII mediante la combinación de tres factores: el Estado, la coyuntura internacional y los comerciantes. Este tercer punto es el que nos interesa, dado que, con el incremento del mercado interno español, también se comenzó a jugar el juego de las bochas en un plano más comercial, al punto que, para finales de este siglo, sabemos que tributaba impuestos a la Corona, dado que aparecieron regiones económicas en donde este juego comenzó a tributar impuestos. Por otro lado, las innovaciones en técnicas de navegación y de rutas marítimas y las migraciones hacia América fueron mucho más numerosas por parte de los ciudadanos de la península Ibérica, lo que reforzaba, de esta manera, el hábito de este juego.

El juego de las bochas era muy practicado allí, en la península Ibérica, en ese conglomerado de monarquía compuesta,67 y fue llegando en cada barco donde españoles venían hacia el continente americano. Como dije, acá hago una pausa en el mundo cultural de la península ibérica, donde casi desde el nacimiento de la Real Academia Española (en el año 1713) figura dentro de los diccionarios el deporte de las bochas. Digo “casi” porque la primera palabra, “bocha”,68 aparece en un diccionario en el año 1726, que la definía como “bola de madera, de mediano tamaño, que sirve para tirar en el juego de bochas”, solamente 13 años después. Ese mismo año aparece la palabra “boliche” como “bola pequeña que se usa en el juego de las bochas”. Durante el año 1737 se agregó la palabra “rodillo”, definición dada a “haciendo rodar con violencia una bola”. Luego se fueron sumando otras palabras como “bochar”, en el año 1770, que definía esta palabra como “en el juego de bochas, dar con una bola tirada por el aire un golpe a otra para apartarla del sitio en que está”. Este mismo año se incorporaban al diccionario las palabras “bolín”, entendida como “bola de juego de las bochas”, y “bochista”, como “persona diestra en bochar”. Inclusive aparece la palabra “arrime” como “(De arrimar) En el juego de las bochas, parte o sitio inmediato o arrimado al boliche o bolín”. Para 1780, se incorporaba la palabra “bochazo”, definida como “golpe dado por una bocha a otra”. No es menester hacer una genealogía del lenguaje de las bochas, sino tan solo dar una visión sobre lo corriente que habrá sido su uso en el mundo cotidiano del siglo 1700 y anteriormente; ya que, con la aparición de los primeros diccionarios en castellano, estas palabras fueron puestas allí dentro por su popularidad en el uso diario no solamente de ese momento, sino del vocabulario que se utilizaba desde mucho tiempo atrás. Por otro lado, esto nos permite conocer los términos en su tiempo histórico, empleados por los sujetos que jugaban a las bochas. Si no, estaríamos haciendo ahistoricismo en el uso del lenguaje de las bochas.

Si nos detenemos un poco más en el siglo XVIII, más precisamente en el año 1790, vemos cómo, incluso en la península ibérica, el negocio de las bochas generaba ingresos para algunas personas. En la ciudad de Madrid aparece un anuncio en un diario titulado Diario de Madrid, en el que D. Fernando Rodríguez de Torres rentaba un “juego de bochas”; por esto se entiende un juego al bochín con sus respectivas bolas de juego. El anuncio dice así:

La persona que quisiere tomar en arrendamiento un juego de bochas habilitado de todo lo necesario, y con otras va pertenencias agregadas a él para su más cómodo uso, que se halla establecido, en el centro de la casa n. 6 de la calle del Mesón de Paredes por baxo de la fuente de Cabestreros; acudirá á D. Fernando Rodríguez de Torres, que vive en la calle de la Encomienda casa n6, llamada de la Oliva qto, baxo.69

Es decir que había un sector de la población que jugaba a las bochas, pero no disponía de dinero para tener las suyas propias o su espacio para canchas. Mientras, otro sector de la sociedad lucraba con el juego. Esto posiblemente hizo que la Corona, mediante el boletín oficial, cobrara impuestos por esta actividad social.

Luego, el deporte, mediante el comercio y las migraciones tanto de la cultura española como de la cultura portuguesa, se fue desparramando por todo el continente americano; por la actual Centroamérica, como por todo el cono sur del continente. En algunas partes de Centroamérica se lo denominó —y aún hoy se lo hace— “bolas criollas”, a la par de la denominación de “bochas”. Entonces, al mismo juego, más allá de las variables de las reglas o las dimensiones de las canchas, en zonas de Colombia, Cuba, Venezuela, y en varias islas del Caribe como Aruba, Curazao y Bonaire, se lo llama “bolas criollas”. Pero no deja de ser el mismo objeto de estudio histórico. En el caso de Venezuela, estudiosos del tema afirman que los frailes introdujeron el deporte para que los esclavos tuvieran una distracción durante su tiempo de descanso. También hay datos de que el tío abuelo de Simón Bolívar, el padre Sojo, jugaba a las bochas en las canchas que tenía en su hacienda. Como vemos, en la mayoría de los países de habla hispana, a medida que pobladores de la península ibérica fueron llegando a América, el juego se fue desparramando.

Analicemos algunos datos económicos sobre el juego de las bochas en la península ibérica; más precisamente en la zona de Madrid. Ya para el año 1790, sabemos que, en Madrid, en la calle Águila N.º 14, funcionaba una cancha de bochas,70 pero esta no es la única. En la calle Segovia71 (de la villa de Madrid de ese entonces) funcionaba otra cancha de bochas. Analizando tan solo algunos periódicos de Madrid de esa época, se pudo encontrar esto. Imaginemos si se pudiera recorrer con un mayor presupuesto todos los archivos de Madrid lo que surgiría. Sería fantástico. Será trabajo de otras investigaciones establecer desde qué año estimado estaban ubicadas las primeras canchas de este juego en Madrid.

De esta forma, desde finales del 1790, no solo sabemos de la existencia de las canchas de bochas en la villa de Madrid, sino, además, hay datos tributarios de cuánto abonaban de impuestos las canchas de juegos de bochas, interesante variable cuantitativa. Se pudo, así, conseguir información sobre cuánto tributaban los propietarios de las canchas de bochas durante varios años del Imperio español. Es interesante ver que, donde estaban ubicadas muchas de estas canchas de juegos de bochas, además funcionaban viviendas. Por lo tanto, no hay que imaginar que funcionaban en lugares como pulperías y tabernas solamente, al menos en el caso de Madrid, como vemos en el siguiente anuncio publicado en el Diario de Madrid: “Francisca Martínez de edad de 20 años, solicita una cría para su casa, tiene leche de mes y medio; vive en la calle Águila, casa de juego de bochas n.14”.72 Hermosa fuente que nos hace ver el segmento social del sujeto de la clase trabajadora que lo jugaba. Mejor aún, cómo se organizaban las viviendas particulares y las canchas para su juego. También hay casos de animales que se extraviaban y eran depositados en los espacios donde funcionaban las canchas de bochas; miremos este anuncio: “quien hubiere perdido un borrico castaño, y tuerto, acuda por él á la calle de Segovia en el juego de bochas que allí darán razón”.73 Más que interesante es imaginar las situaciones sociales que se dan en torno al juego de las bochas, no solamente en la villa de Madrid de 1790, sino también en el mundo colonial americano.

Así pasamos al 1800, cuando las distintas migraciones de la zona del mediterráneo que continuaron llegando al Río de la Plata continuaron reforzando el hábito del juego de las bochas, que fue llegando hacia zonas donde ya se jugaba, en algunos casos, o incluso a zonas que no lo conocían, en otros. Pero no cabe duda que, en su tiempo y espacio de análisis, era un juego muy practicado por esa sociedad colonial. Vemos, entonces, cómo esta era una de las principales actividades de la diversión y de los espectáculos públicos tanto en Madrid como en los territorios americanos. Por lo pronto, los datos que se consignan a continuación son de Madrid, pero pueden ser tomados como datos cuantitativos comparativos para otras regiones del mundo colonial y dentro de las regiones del Reino de España (Gobierno Provisional de 1868-1871), dado que hasta ahora tenemos datos que culminan en el año 1870.

Cada barrio de la villa de Madrid tenía un celador que llevaba un registro de los pobladores que vivían allí. Por ende, este “censo” servía, además, para que tributaran por su actividad económica a la Corona del fisco, al menos hasta entrados los primeros años del 1800. Miremos estos datos de Madrid para luego hacer una hipótesis deductiva sobre lo ocurrido en el virreinato del Río de la Plata. Datos encontrados sobre las canchas de juego de bochas en Madrid:

1805: abonaban 90 pesetas.74

1830: abonaban dos cuotas anuales extraordinarias,75 pero no sabemos los montos.76

1850: abonaban 90 pesetas.77

1852: abonaban 90 pesetas.78

1870: abonan 63 pesetas.79

1891: abonan 46 pesetas.80

Sin duda, es llamativo ver cómo, desde 1805 a 1852, a pesar de que la península ibérica tenía grandes períodos inflacionarios por momentos, esta rama tributaria que entraba en juegos y diversión seguía abonando la misma tasa tributaria. En 1830 se cobró en dos cuotas un subsidio especial para con el comercio a manos de la Real Hacienda. De estos datos podemos ver cómo la actividad de este juego popular en esa sociedad tributaba y era parte de la cultura del juego de esa época. Pero, además de las canchas de bochas de forma privada que tributaban, se encontró que el ayuntamiento de Madrid también tenía ingreso por locaciones de “juegos de bochas” de la Corte del ayuntamiento de Madrid, más precisamente en el año 1821, cuando le ingresaban tres reales semanales por cada uno de los juegos de bochas que allí se disputaban. Estamos hablando de una ciudad de Madrid que tenía 64 barrios, los cuales estaban divididos en diez cuarteles policiales,81 que eran estos los encargados de supervisar las acciones disputadas en las canchas.

Las canchas de bochas tributaban, y al menos una por barrio debería de haber, por lo popular del juego en los sectores de trabajadores y de algunos sujetos de la clase dominante. Claramente, ese dato de 1821 sobre lo que ingresaba por juegos de bochas era sobre los ingresos declarados, y sabemos que lo que se recaudaba realmente era una suma mucho mayor, dado que la evasión impositiva no es un hábito del siglo XXI, sino que también pasaba en el siglo XIX. Pero esto nos hace ver que el ayuntamiento organizaba partidas de bochas. Observemos lo declarado por el ayuntamiento este año:

Por el producto líquido de los arbitrios de Ja cárcel de Córte, que son 6 reales semanales en cada uno de los setenta y siete juegos de villar que hay en el día en esta Córte, tres reales semanales por cada uno de los cuatro juegos de bochas, bolos y pelota.82

Es interesante para un trabajo a futuro estudiar el juego de las bochas en Madrid en el siglo XVIII. Sabemos que, en el mundo colonial, las pulperías que tenían canchas de bochas, que eran la mayoría, tributaban por disponer de estas canchas. Es motivo de investigación averiguar qué monto tributaban en el territorio americano, por un lado. Mientras que, por otro, en la península ibérica, el juego de las bochas ayudó a la renta de su estado, aunque sea de manera pequeña, pero ayudó. Por otra parte, cristaliza para futuras investigaciones que en esa sociedad el juego de las bochas era parte de la vida cotidiana.

Continuamos en la península ibérica, pero en el año 1818, cuando fue publicado en la ciudad de Madrid un libro sobre los juegos que había por ese entonces titulado Descripción de los juegos de la infancia, escrito por don Vicente Naharro, en el cual, entre los juegos existentes como “populares” de ese momento, figura el de las bochas, y describe las reglas del juego y los beneficios de jugarlo: “el que tira el primero arrima su bola al bolín todo lo posible”,.83 dice un pasaje del libro. Podemos constatar aquí cómo la palabra “bolín” es el equivalente a la del presente “bochín”. Sin duda, este tipo de publicaciones llegó al continente americano y ayudó a la difusión del juego entre los sectores de mayor poder adquisitivo de las burguesías criollas del continente, a la vez que también en los sectores más excluidos del mundo colonial. Como también ayudó a su difusión dentro de la península ibérica. Pero, durante el siglo XIX, no fue la única publicación que mencionaba el juego de las bochas. Me limito a enunciar dos del mundo cultural. Una se denomina Semanario Pintoresco Español, en el que en el número de “costumbres populares”, cuando narra los pasatiempos, dice “los juegos de bochas”.84 La otra fuente de esta época se titula Revista de Teatros – Diario Pintoresco de Literatura,85 la cual, en su interior, entre varias temáticas, tiene una narración en la que el personaje principal, antes de ingresar a la barbería luego de un mes, estaba “jugando a las bochas”. Sin duda, es hermoso poder viajar en el tiempo en nuestras mentes e imaginar a esa sociedad en la península ibérica, sumergida en la vida cotidiana bochófila.

Estas menciones sirven para demostrar que este juego era uno de los entretenimientos hegemónicos de la península ibérica. De esta forma, no caben dudas de que, para el siglo XIX, el juego de las bochas era muy popular entre los ciudadanos de la península ibérica. Por ejemplo, en el año 1852, el boletín oficial de Madrid informaba que se abonaban 90 pesetas mensuales por disponer de alguna actividad donde se jugara al juego de las bochas, miremos el edicto: “Juegos públicos de pelota, bolas ó bochas y los permitidos de naipes, ya se hallen en una casa ó local todos estos juegos, ó ya cualquiera de ellos solamente, pagarán 90”.86 De este hermoso extracto podemos disponer que, tanto en la península ibérica como en América, las canchas de juegos de bochas no solamente estaban en locales de ramos generales o pulperías, sino que, además, en casas y campos de particulares. Este es un buen punto a desarrollar para futuras investigaciones históricas.

Me pareció importante recalcar la importancia según se pudo datar de este juego desde 1790 en adelante en la península ibérica, dado que las migraciones provenientes desde allí y desde Italia desde 1850 en adelante fueron muy importantes. Y con ellas se reforzó el juego de las bochas que, como vimos, ya estaba presente en distintas regiones del mundo colonial desde la llegada de los primeros europeos que pisaron el continente americano.


Lámina publicada en el libro Descripción de los juegos de la infancia, escrito por don Vicente Naharro. Podemos apreciar, en la parte inferior izquierda, a dos jóvenes arrodillados jugado a las bochas.

Ya en una época más actual, el juego se convirtió y denominó como “deporte”. Hilando más fino encontramos que se jugó más del lado de la clase trabajadora o de los sectores populares que del lado de la aristocracia, dado que este último grupo se fue perfilando hacia la práctica de deportes que se jugaban en el imperio británico, fundamentalmente desde 1850 en adelante, en el territorio del Río de la Plata.

En el recorrido histórico de esta época veremos en este libro cómo recorrió el bochín gran parte del territorio argentino. La primera Federación Internacional de Bochas de la que se tiene noticias y que es reconocida tuvo su nacimiento en la ciudad de Lyon (Francia) en el año 1946, y la integraron los siguientes países: Francia, España, Italia, Suiza, Mónaco, Bélgica, Yugoeslavia y Luxemburgo. A modo de resumen, podemos decir que, desde 1946 al presente, este deporte, con sobresaltos, fue creciendo, dependiendo de las regiones del planeta que se analicen. Continuó creciendo así hasta el presente. Esta breve introducción histórica nos ayudará, por el momento, a conocer un poco sobre la historia del deporte que nos convoca, sobre su llegada al continente americano y, además, a tener una visión de cómo fue llegando a la zona portuaria de La Boca, que es donde luego analizaremos a este deporte dentro del Club Atlético Boca Juniors.

Historia de las bochas 1919-1955

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