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Capítulo 2

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Breve mención histórica sobre la fundación del Club Atlético Boca Juniors: Entre el sábado 1 y el lunes 3 de abril de 1905, los socios fundadores mantuvieron una serie de reuniones que desencadenaría en la fundación del Club Atlético Boca Juniors.173 No sabemos si en esa ocasión se discutió acerca del carácter del club, si comprendería únicamente al deporte futbolístico o si abarcaría otras disciplinas, pero lo cierto es que, con el correr del tiempo, otros deportes se fueron incorporando a la vida de la institución xeneize. Luego de reuniones en la casa de Esteban Baglietto, quien residía frente a la plaza Solís174 —la casa estaba ubicada en la calle Ministro Brian 1232—, se fue perfilando la fundación del club.

Las reuniones finales se hicieron en la plaza Solís, dado que eran muy bulliciosas para estar debatiendo en una vivienda particular. Como sostiene el investigador de historia de Boca Juniors, cuando el Dr. Javier Vaca citó a Juan Antonio Farenga, “resolvieron con absoluta firmeza formar ya mismo un equipo y si fuera posible a fundar un club que los representara”.175 Los cinco fundadores de Boca Juniors fueron Esteban Miguel Luis Baglietto, Teodoro Esteban Farenga, Santiago Pedro Sana, Alfredo Scarpatti y Juan Antonio Farenga.176 Es imposible hacer historia de alguna disciplina deportiva del Club Atlético Boca Juniors y que estos apellidos no figuren; el honor, la grandeza y la gratitud del club obligan. Si bien algunas décadas después el club incluyó un listado mucho más amplio de socios fundadores, trabajos recientes de los historiadores oficiales del club concuerdan en que los socios fundadores de Boca Juniors son los cinco que mencionamos. Claro está, un club no nace cuando se funda nada más, sino que en los días, meses y años posteriores hay mucho trabajo que hacer. Se trata de un proceso. En este punto podemos agregar a miles de personas que hicieron grande al xeneize y que colaboraron de distinta manera con el club de la ribera. No hay que dejar de lado a las compañeras; esposas, hermanas y amigas de los socios fundadores que trabajaron de diversas maneras para hacer esto posible —coser remeras, bordar escudos, cocinar, cuidar a los niños mientras los hombres realizaban las tareas del club—. Por todo esto y mucho más, hay que rescatar el trabajo de las mujeres —siempre invisibilizado— durante los primeros años de existencia del club. Sería interesante que alguna investigación, en el futuro, abordara el tema. En este punto se amplían y entran los nombres y apellidos de todas esas personas que habían sido incorporadas como socios fundadores. También hay que incluir a todos aquellos que figuran en la dedicación de este libro y, sin duda, muchos más que no aparecen allí, pero que están implícitos en la grandeza de Boca Juniors a lo largo de su historia. Un club sin su gente es un club vacío, y, con el tiempo, algo sin vida. Así desaparecen y se vacían estos espacios, cuando las personas dejan de habitarlos.

Las raíces culturales: Volviendo a los socios fundadores, estos cinco tenían algo en común: habían nacido sus padres en la región del mar Mediterráneo, más precisamente en la actual República de Italia. A esto debemos sumar que la camada de los primeros socios que le dieron impulso al club comprende a familias que estaban emparentadas. No es motivo de este libro hacer hincapié en ese tema, y mucho menos profundizar este tema; un gran historiador xeneize ya trabajó esta cuestión. El Dr. Javier Orlando Vaca,177 en varias entrevistas que mantuvimos, manifestó el alto grado de parentesco que tenían las familias que le dieron vida al club en los primeros años, y que perduraron en décadas posteriores. Podemos apreciar el cuadro a continuación, que muestra el parentesco de las familias Decap, Sana, Cerezo y Salesi. Todos ellos jugaban a las bochas. Y sus apellidos pasaron, en algún momento, por la subcomisión de Bochas. Veamos este cuadro que preparó el Dr. Javier O. Vaca, un reconocido investigador histórico del Club Atlético Boca Juniors y colaborador de la subcomisión de historia del club para mostrarnos el grado de parentesco sanguíneo y afectivo que estos primeros socios y sus familias mantenían entre sí, mientras que, por otro lado, podemos deducir el patrón cultural del Mediterráneo que traían con ellos, entre ellos el del juego del bocce, hipótesis planteada en este libro que hace hincapié en que este juego, luego transformado en deporte, unió los lazos culturales que todas estas familias tenían en sus mochilas sociológicas, producto del arraigo físico que vivieron al tener que emigrar de la tierra de las cuales eran oriundos. Tanto ellos como sus padres, en algunos casos.


Si analizamos las corrientes migratorias existentes a principio del siglo XX en La Boca del Riachuelo, vemos que los trabajadores y los primeros marineros que se fueron asentando en la zona eran, en una gran mayoría, de Génova o bien hablaban genovés,178 lengua que data su antigüedad por el momento en el año 1182 d. C.179

También los había oriundos del Po, de Arno, de Piamonte, de Adigio, de todas las zonas de Italia.180 De la zona de España había vascos y gallegos, también estaban los austriacos de Dalmacia, los venidos de Croacia, incluso personas procedentes de Grecia, de la “colectividad turca”, como le decían; los había también de siria, judíos… resumiendo, de todas las colectividades de la zona del Mediterráneo. Allí, estas migraciones eran, sobre todo, de los sectores de menor poder adquisitivo, pertenecientes a la clase trabajadora, en general. En muchos casos, venían originalmente a La Boca, luego se dirigían a trabajar como trabajadores golondrinas a distintas regiones como La Pampa, Santa Fe, Chaco,181 Córdoba, Entre Ríos, etc. Volvían, en algunos casos, nuevamente a La Boca, y se dirigían luego hacía a otras regiones hasta encontrar su lugar. En muchos casos, se quedaban en la ribera luego de pasar previamente por varias zonas. Estos trabajadores practicaban desde hacía mucho tiempo el deporte llamado bocce, en italiano. Imaginemos los partidos de bochas entre los representantes de las distintas instituciones gremiales, culturales y sociales como “La Unión de La Boca”, “La Sociedad Austro-Húngara”, “La Ligure”, “La José Verdi”, “La Sociedad Española de Socorro Mutuo” o “La Sociedad de Bomberos Voluntarios de La Boca”, como también la gran cantidad de clubes que hubo en La Boca,182 Barracas, San Telmo, la isla Maciel o Avellaneda, que jugaban a las bochas, dado que esos barrios eran zonas de influencia deportiva del club xeneize. Por ende, los clubes de esas localidades eran rivales deportivos de Boca Juniors. No quiero dejar de lado las migraciones del Mediterráneo; pido a los lectores que sigan las notas al pie cuando comiencen a leer los capítulos referentes a la historia bochófila xeneize y verán cómo, en la mayoría de los casos, son nombres que remiten a aquella zona. Allí debemos rastrear patrones culturales y de pertenencia, legados de los migrantes, tanto de sus padres y de sus abuelos.183 Por otra parte, en la actualidad, quienes juegan al deporte de las bochas no son solo varones, sino que lo hacen las mujeres;184 son trabajadores y trabajadoras, mayoritariamente de “clase media” y “clase media baja”..185 Aunque siempre hay excepciones a todas las reglas.

Sabemos que a principios de siglo XX en el barrio de La Boca se jugaba a las bochas en las plazas, en las calles y en cualquier espacio que se pudiera de los terrenos baldíos que había por aquel entonces. Lo mismo sucedía en muchas de las otras zonas aledañas a los puertos, como La Plata o Rosario. Sin duda, las bochas y otras actividades deportivas estarían presentes, de algún modo, en las intenciones de los socios fundadores a la hora de crear un club que los representaría como vecinos y sujetos territoriales; si no, el concepto de “atlético” no hubiera aparecido. Digo esto porque hay posturas que sostienen que “atlético” fue a modo de relleno, por cuestiones de semántica y romanticismo, a la hora de elegir un nombre que identificara al club. Si bien es una posibilidad, lo cierto es que el aspecto quedó inmortalizado en el nombre. Ninguna hipótesis puede ser descartada en concreto, dado que estamos en el campo de las ciencias sociales y todo es motivo de interpretación. Finalmente, el nombre del club xeneize sería “Club Atlético Boca Juniors”. Pero mi planteamiento es el que en los socios fundadores ya estaba la planificación mental sobre un club abierto a la vida deportiva en general, donde, en el futuro, se pudieran agregar múltiples actividades deportivas.

Por otra parte, no hay debates ni dudas ni hipótesis sobre la importancia que tienen los deportes en la vida de muchas personas, ya sea en términos de ocio y esparcimiento, de bienestar o de competencia. Hay aspectos culturales importantes en el fenómeno deportivo; cuestiones vinculadas a la pertenencia, la identificación, los ritos de pasaje. Todo esto tanto en el año 1905 como en 2020. Hacer deportes va con la vida en sociedad tanto en la historia contemporánea como en la historia antigua o moderna. Según la época y el escenario social que estudiemos, encontraremos seguramente variables relacionadas con la clase social, la etnicidad y el género; por ejemplo, en relación al derecho a practicar un deporte, para tal o cual sector social.

En el caso del club xeneize, la punta de lanza del club fue el fútbol, eso no se discute. En el fútbol (o balompié) se jugaban disputas simbólicas a través de las cuales los sectores inmigrantes disputaban la hegemonía de practicarlo a los ingleses. En el caso de las bochas, en cambio, se trataba de sostener algo en relación con las raíces culturales, por eso fue imperioso fundar clubes por toda la ciudad. Hay todo un debate que se da muy a menudo entre quienes hacen historia del deporte en Latinoamérica, acerca de si el fútbol abrió la puerta a la fundación de clubes o no. ¿Qué papel jugaron las demás disciplinas deportivas durante esos procesos? ¿Usted nunca se preguntó por qué un grupo de jóvenes se interesaría en fundar un club? Ahí es cuando el análisis cultural, social y económico entra en juego. En aquel período, los patrones de consumo eran otros, en relación al ocio y al uso del “tiempo libre” por parte de los trabajadores.186 Para el año 1905, el ocio era, ante todo, un momento de diversión al aire libre o practicando juegos en lugares cerrados, como el ajedrez y el billar.

Al hablar del tiempo del ocio, hay que destacar que se trata de una manifestación esencialmente humana que motoriza el desarrollo de las personas y de las sociedades. En el caso de los jóvenes de La Boca, la prioridad por fundar un club está relacionada con la necesidad de tener un espacio para poder realizar actividades de ocio, como el fútbol y otras actividades sociales y culturales. Un club tiene dos columnas fundamentales a simple vista: la columna deportiva y la columna social. Hay una tercera, el factor humano, a nivel más individual, subjetivo y atravesado por lo cultural. En este punto pensamos al ocio en relación con los aspectos culturales que traían los inmigrantes italianos fundadores del club xeneize. Entre sus juegos de ocio con arraigo italiano estaba el juego de bocce o de “bolos”, como también se lo denominaba en la península ibérica. El deporte es una fuente de emociones, tanto para el que lo practica como para el espectador. Hay en él una pasión difícil de explicar que va de la mano de cuestiones culturales. En tiempos recientes, las ciencias sociales comenzaron a visualizar al deporte como puerta de entrada al análisis social.187 Hay en el deporte de las bochas un activador que despierta voluntades, pasión, socialización e identificación. Analizando el caso del deporte de las bochas dentro del Club Atlético Boca Juniors, podemos observar, en la gran cantidad de torneos interclubes que se disputaban pasado 1910, a las “bochas” como juego de ocio, que incluía un carácter “competitivo”. Por aquellos años, los jugadores pasaban horas entrenando semanalmente para potenciar su rendimiento deportivo. Podemos visualizar una mente deportiva, y no solo en términos de ocio, en el caso de los jugadores profesionales, que contemplaban, a su vez, un horizonte de posibilidades materiales. El mundo de las apuestas era fuerte entonces y habilitaba ingresos informales para algunos jugadores. Desde la creación del área de bochas, en el club xeneize se comenzó a trabajar de manera singular en relación a otros clubes de la época. La cantidad de medallas conseguidas (subidas al podio) así lo demuestra. Mientras en algunos clubes se jugaba al deporte con el vermut de por medio, en Boca Juniors fueron rigurosos con la conducta deportiva. Los distintos organizadores, vecinos del barrio, incorporaron normas, hábitos y valores que promovieron la respuesta volitiva autónoma, la creatividad, la confianza, la creencia en la inteligencia y la ampliación de las expectativas de logro entre sus jugadores.188 Eso se reflejó en resultados exitosos, como veremos a lo largo del ciclo histórico analizado. Las “Bochas”, dentro del club xeneize, fue siempre un espacio familiar de encuentro entre socios, vecinas y vecinos del barrio, en un escenario de crecimiento urbano desmedido en varios sentidos. Muchos de sus deportistas lograron ser muy competitivos, a pesar de ser simples socios y vecinos que practicaban este deporte. Primeramente, en las canchas de la zona y, luego, en las canchas construidas dentro del club.

Historia de las bochas 1919-1955

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