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La bestia de dos cuernos

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Para hacer frente al avance de la verdad divina, Satanás utiliza la “bestia de dos cuernos” (Apoc. 13:11), también llamada “falso profeta” (19:20). El surgimiento de esa bestia es un factor decisivo en la fase final del gran conflicto entre Cristo y el dragón, entre el remanente fiel de Dios y los seguidores de la bestia.

La aparición de la bestia de dos cuernos es descrita con el verbo griego anabainõ (Apoc. 13:11), que significa “ascender” o “surgir”. Ese término “llama la atención al proceso de emerger”, describe un proceso de aparición gradual. “El profeta ve la acción en pleno desarrollo” (Nichol, ed., t. 7, p. 834). Esta bestia emerge de la “tierra”, mientras que la primera surgió del “mar” (Apoc. 13:1) igual que los cuatro animales de Daniel (Dan. 7:2). En la profecía apocalíptica, “mar” representa “pueblos” y “naciones” (Apoc. 13:1; 17:1, 2, 8); entonces, los imperios babilónico, medo-persa, griego, romano y papal se levantarían en procesos de conflicto contra otras naciones y otros imperios establecidos. A su vez, en contraste con el “mar”, la “tierra” representa una región “no civilizada” o “no poblada” desde la perspectiva de los receptores originales de la visión, para quienes el mundo estaba circunscrito a los dominios del Imperio Romano. “Esta nueva nación no se levantaría mediante guerras y conquistas, sino que llegaría a ser grande en una región de pocos habitantes” (Nichol, ed., t. 7, p. 834).

La bestia de dos cuernos, según la descripción visual, parecía un cordero, pero “hablaba como dragón” (Apoc. 13:11). Al describir sus principales actividades, se dice que “ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada” (vers. 12). Ella le da “aliento”, o vida, “a la imagen de la bestia” (vers. 15). Por medio de grandes señales, incluyendo “fuego” que hace descender del cielo a la Tierra, seduce a los habitantes de la Tierra y ordena que “hagan una imagen a la bestia” (vers. 13, 14), siendo ella misma llamada “la imagen de la bestia” (vers. 15). Cuando restaura la “imagen de la bestia”, además, hace que sea colocada “una marca en la mano derecha, o en la frente” (vers. 16), imponiendo un régimen de intolerancia por el que “ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre” (vers. 17). Finalmente, ella busca matar a los que no adoraran a la bestia (ver vers. 15).

Curiosamente, aunque están relacionadas, la bestia y la imagen de la bestia son mencionadas como dos poderes distintos (Apoc. 14:9, 11; 15:2; 19:20; 20:4). Esto permite relacionar la imagen de la bestia con un poder religioso que estará asociado al Papado, para perseguir al pueblo de Dios en el fin de los tiempos: el poder estadounidense, consecuencia también de la unión de la Iglesia y el Estado.

El último imperio

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