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UNA CONTRIBUCIÓN ADICIONAL

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Los más reconocidos académicos han intentado anticipar las consecuencias del cambio que se observa, algunos han propuesto maneras de anticipar este cambio. Queda un punto importante para resaltar: pocos son los textos que ubican a la reflexión de las Relaciones Internacionales desde una perspectiva latinoamericana. El Observatorio de Análisis de los Sistemas Internacionales (Oasis), de la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia inició, en 2017, un proyecto conjunto para (re)pensar las teorías que han explicado lo internacional. Un primer producto fue publicado en 2018, bajo el título Teorías sobre relaciones internacionales. Perspectivas y lecturas desde América Latina. En ese libro, diez investigadores del Observatorio hicieron una revisión de algunos vacíos o elementos que son problemáticos en el desarrollo teórico de la disciplina. No obstante, pueden ser revisados, complementados o generar mayores avances en los estudios internacionales.

El libro que el lector tiene en sus manos es una continuación de ese esfuerzo. En esta ocasión, algunos investigadores continuaron en sus propuestas del primer volumen y otros más se integraron en esta segunda etapa. Los documentos buscan proponer ajustes teóricos que sirvan a las relaciones internacionales en su intención de describir, explicar, entender o interpretar lo que sucede en el ámbito internacional. Un hilo conductor integra todas las reflexiones: la discusión frente al papel del Estado en la comprensión de las dinámicas internacionales. Como se mencionó, el estadocentrismo de la disciplina es algo que causa controversia. En los resultados de las propuestas acá consignadas, ese debate se reproduce. Por ello, la organización de capítulos parte de las propuestas que cuestionan si existe la necesidad de seguir discutiendo sobre el papel del Estado; otras, con una visión crítica, analizan a este agente y ponen el foco en otros, como la Sociedad Civil Global. No faltan los defensores del estadocentrismo, en su arista internacional, como constituyente de organismos intergubernamentales.

Frasson-Quenoz parte de la concepción según la cual, desde antes del fin de la Guerra Fría, la disciplina de Relaciones Internacionales ha estado en un momento de reevaluación de los conocimientos que ha producido desde su creación. No solo se cumplen cien años de investigación científica, sino que los fundamentos de las relaciones observadas se están reordenando. En ese contexto de cambios de la praxis y la episteme, un grupo de académicos está proponiendo abrir la disciplina a conocimientos que, hasta el momento, habían sido apartados de la institución académica. Este esfuerzo de redefinición de la disciplina de Relaciones Internacionales en Global IR es ampliamente difundido y promete abrir el mercado de las epistemes a la libre competencia. En un intento por proyectarse en el mercado de ideas latinoamericano de los años por venir, el capítulo Doxa y Global IR: estudiar desde el exilio en periodos de cambio(s) sistémico(s) propone aplicar a la disciplina científica Relaciones Internacionales los tres conceptos articuladores del pensamiento de Pierre Bourdieu: doxa, habitus e histéresis. Se propone entender cómo se está reconfigurando el estudio de lo internacional, en un esfuerzo de recalibración de la escala de reflexión de los internacionalistas; cómo las narrativas heterodoxas, fruto de este proceso de recalibración o histéresis, se orientalizan; antes de subrayar algunos de los desafíos que el momento supone y de mostrar de qué manera las respuestas formuladas están condicionadas por el mercado. Se concluye que, desde el “exilio” latinoamericano, las investigaciones deberían: 1) problematizar la dependencia, incluyendo términos epistemológicos; 2) siempre pensar a una escala más allá de los intereses del Estado; 3) cuidarse de las tendencias epistemológicas totalitarias internas que puede generar el mercado y, 4) tener en cuenta las debilidades estructurales de las sociedades en lugares de exilio.

Por su parte, Marín-Aranguren y Trejos-Mateus reconocen a las organizaciones de la sociedad civil global como un actor/agente emergente en los asuntos internacionales, y se preguntan ¿cómo visibilizar la agencia de la sociedad civil global (SCG) en las RR.II.? También se cuestionan ¿qué otros saberes deben ser incorporados para una comprensión de las RR.II. inclusiva con la SCG? Ellos reconocen la invisibilidad de la SCG en los asuntos de la política internacional. Particularmente, discuten que para visibilizar la agencia de la SCG en las RR.II., la gobernanza global, más que un concepto, ha de ser considerada como una teoría en tanto que aborda diversos agentes, dinámicas antes no observadas –como que el mundo está agrupado en redes– y los asuntos de las políticas públicas globales. La configuración que adquiere la gobernanza global en términos de epistemología (nuevos conceptos, categorías y variables), metodología (teoría de redes) y ontología (diversidad y heterogeneidad de actores/agentes) hace que, como teoría, ofrezca una mejor descripción, explicación, entendimiento (comprensión) o interpretación de las Relaciones Internacionales inclusiva con la SCG.

Otro de los coautores, Garay, responde a sus hallazgos sobre la vigencia de un modelo mental que él caracteriza como basado en las lógicas de la teoría de la dependencia, uno de los aportes latinoamericanos a las Relaciones Internacionales. En esta ocasión, su capítulo consiste en cuestionar los supuestos de los que parte esa forma de entender el mundo y la contrapone a los aportes que podría tener la Escuela Austriaca de Economía (EAE). Así, mantiene la tendencia a ver las Relaciones Internacionales como susceptibles de enriquecerse con los aportes teóricos de otras disciplinas. Su contribución consiste en mostrar qué elementos iniciales de la EAE pueden complementar la forma como se ha estudiado esta disciplina y el efecto que tendría en los estudios internacionales.

Uno de los investigadores, Rayran, hace un análisis de cómo la tecnología, comprendida como una institución política y producto social que tiene una relación en lo estructural, productivo y el poder coercitivo dentro de un proceso de desarrollo humano, y que establece un poder simbólico e identitario en los individuos, es de suma importancia para engendrar, reproducir y mantener la hegemonía de las fuerzas políticas. Esta tiene el poder para instituir un orden mundial, un tipo de Estado y el comportamiento de las diferentes clases sociales y su ocupación en el marco del sistema productivo capitalista. En ese sentido, estudia cómo las categorías establecidas por Gramsci son funcionales para analizar las relaciones internacionales en el siglo XXI, que está afectado por las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC). De ahí que, para el autor, en el siglo XXI ha de estudiarse esa puja por el control de los sistemas informáticos por parte de los Estados que buscan establecer su hegemonía mundial.

Seguidamente, la propuesta de Martínez considera que las Relaciones Internacionales se han desarrollado a partir de integrar otras disciplinas como el derecho, la política, la sociología, etc. Una de las que menos se han utilizado ha sido la psicología. Sin embargo, los estudios de Relaciones Internacionales cada vez más incluyen la variable de la identidad. Por esto, se desarrolla el concepto de identidad social como herramienta para categorizar y dilucidar la identidad de los Estados como determinante de los intereses y, por tanto, de las actuaciones de estos.

Finalmente, García considera que la sociedad globalizada contemporánea plantea nuevas exigencias a las teorías de las Relaciones Internacionales. A la comprensión del sistema internacional, como su objeto distintivo, se suma la exigencia del esfuerzo heurístico que conduzca a la elaboración y presentación de escenarios alternativos al curso corriente de los acontecimientos, cuando las ciencias naturales demuestran que las condiciones de la vida humana en la Tierra entraron en su fase crítica. De esta manera, y más allá de las interpretaciones reduccionistas que siguen ancladas a los enfoques epistemológicos monológicos o diádicos, se hace apremiante recabar la dimensión normativa por medio de teorizaciones integrales, que garanticen la participación de todos los actores y gestores del sistema internacional, como única vía hacia la prosperidad compartida y la continuidad de la saga humana en el planeta. Para ese propósito, se argumenta que el marco institucional multilateral sigue siendo la respuesta idónea.

Lo concreto es que habrá más discusiones, debates y puntos de vista discordantes. Esa es la constante en la lectura de este volumen. Sin embargo, cada autor cuestiona los límites del conocimiento hasta ahí acumulado, pone en tela de juicio los conceptos y referentes de la disciplina, gracias a la plusvalía que representa el punto de vista latinoamericano, entendido como espacio-temporalmente ubicado.

En Oasis se considera la diversidad en las Relaciones Internacionales como algo para resaltar y rescatar. Es la esencia de la academia. No se pretende refundar la disciplina ni dar la falsa idea de trabajos terminados. Las propuestas son todas exploratorias y lo que buscan es hacer un aporte para la discusión en la comunidad académica. Un aporte desde América Latina con el referente global, en tanto que se comprende la urgencia de entender el mundo para actuar en él. Así que, más que una forma de celebrar el primer siglo de la disciplina, es un aporte para comprender e interpretar los cambios en los asuntos internacionales. Las dudas que generan los sucesos del siglo XXI permiten considerar más estudios para describir y entender la arena internacional.

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