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PREFACIO*

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MIQUEL BASSOLS

Este libro es el resultado de un despertar y de un contraataque. El despertar es el de los propios psicoanalistas, a veces demasiado enfrascados en la organización interna de sus instituciones, en las formas de transmisión de su experiencia y de su discurso, siempre tan particular como el sujeto que tratan, ya sea en la privacidad de su consultorio o en los servicios de salud mental. Es un despertar provocado esta vez desde algo que parecía exterior a su dominio y a su experiencia: desde la política y desde una voluntad de regulación de las prácticas «psi» que supone una homogeneización del campo, tan variado como indefinible desde el exterior, que recubren. Porque, en efecto, ¿qué define y cómo se evalúa hoy una práctica «psi»? La pregunta ha hecho despertar a los propios psicoanalistas cuya práctica ha sido definida, por otra parte, como «la madre de todas las psicoterapias». Y no porque sea una pregunta que no esté en el centro de su experiencia diaria. El psicoanálisis no ha hecho otra cosa desde su nacimiento que practicar una suerte de evaluación continuada en la discusión de caso por caso. Desde la enseñanza de Jacques Lacan, la pregunta «¿qué es un psicoanalista?» está en el centro de su Escuela y de los diversos dispositivos de formación y de control de la práctica analítica. No, no es la novedad de la pregunta lo que ha hecho despertar a los psicoanalistas sino la voluntad expresa de imponer una forma normativa y cuantificadora de evaluación que repugna a lo más intrínseco de su experiencia.

Es que además la pregunta no ha venido sola. Ha venido acompañada de un ataque contra el psicoanálisis en su conjunto, con argumentos tan antiguos como su propia práctica, pero en algunos casos con una ferocidad y una voluntad de aniquilación tales que lo repetido de los argumentos no puede explicar esa misma voluntad de desaparición. El contraataque sirve aquí como exposición de principios, de afirmación de existencia irreductible, más que como defensa. El psicoanálisis debería saber, desde Jacques Lacan, que en este combate su éxito completo equivale a su desaparición, que conviene mantener entonces la condición de síntoma del propio psicoanalista, de signo de lo que nunca anda bien, para que su disciplina y su ética no sean olvidadas.

Entonces, bienvenido el ataque.

La chispa que abrió el fuego vino del país vecino, de un episodio que parecía menor para la Asamblea que aprobó en Francia —era en octubre de 2003— una enmienda conocida hoy como «la enmienda Accoyer» y que se demostró como el cabo de un hilo que llevó a una madeja de nudos nada simples de desanudar. Detrás de esa enmienda se perfilaba una estrategia de evaluación de las prácticas psicoterapéuticas a nivel europeo, pero importadas en realidad de una ideología higienista transatlántica (de Quebec para ser más precisos), con una apariencia de cientificidad que se postula de forma tan evidente y transparente en su forma como opaca y anónima en su finalidad. La carta de Jacques-Alain Miller, publicada el 29 de ese mismo mes en Le Monde, «De la utilidad social de la escucha», y que incluimos como documento al final de este volumen, significó el origen de un movimiento de respuesta y de debate que se continúa hoy tanto en Europa como en otros países transatlánticos donde el psicoanálisis de orientación lacaniana tiene extensión y posición firme. Siguieron después varios Forums des Psy, que tuvieron su eco en España con la organización del Foro Psi de Barcelona, en febrero de 2004. El lector encontrará en este volumen varias de las intervenciones allí realizadas que siguen teniendo toda su actualidad en el debate sobre la regulación del mundo «psi».

La publicación de este Libro blanco, proyectada ya con este título a partir de la celebración de aquel Foro Psi, se ha visto hoy más acertada todavía después de la publicación a finales de 2005 de un Libro negro que, también desde el país vecino, ha querido verter un lodo sobre el psicoanálisis difícil de imaginar en un verdadero debate científico. El anuncio de su traducción en España justifica más si cabe el tono de contraataque anticipado que el lector encontrará en estas páginas.

El primer apartado —El sistema «psi»— sitúa las contingencias en las que se ha configurado el campo llamado «psi», sus prácticas y sus discursos, así como el lugar, interior y exterior a la vez, que el psicoanálisis tiene en él. El título del texto de Jacques-Alain Miller que lo abre, «Las buenas noticias del progreso», indica ya la ironía necesaria con la que el psicoanálisis de orientación lacaniana responde a las promesas de felicidad que inundan hoy el mercado de las prácticas «psi».

El segundo apartado —La ideología de la evaluación—, analiza el trasfondo del furor evaluador que el mundo «psi» recibe hoy para justificar su entrada en el cientifismo moderno. El lector verá por qué el psicoanálisis tiene hoy más razones todavía para interrogar a la ciencia desde su centro mismo, por qué su experiencia sigue significando el retorno del sujeto en su seno, sin ceder ni un palmo a lo que se nos vende bajo el nombre de ciencia como un mero uso de la cuantificación y de la estadística.

El tercer apartado —Política «psi»—, da algunas razones para entender por qué la práctica clínica supone siempre una política, por qué la historia de la clínica es inseparable de la política, por qué Jacques Lacan definió al psicoanálisis como una política del síntoma, política de la que debían depender su estrategia y su táctica.

El cuarto apartado —Los «psi» en el Estado español—, dará al lector una visión, no exhaustiva pero sí muy indicativa, de la situación del campo psi en distintas ciudades y comunidades autónomas, con sus coyunturas a veces particulares en las que la práctica de los psicoanalistas de orientación lacaniana tienen lugar.

El quinto apartado —Los Centros de Psicoanálisis Aplicado—, exponen la experiencia en marcha de los Centros de consulta y tratamiento psicoanalítico creados y proyectados por la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis en varias ciudades de España. En el momento de escribir este prefacio, estos Centros han establecido un convenio de colaboración y financiación con la Secretaria de Estado, siendo declarados de interés público.

Finalmente, el sexto apartado incluye tres documentos de especial interés, dos de Jacques-Alain Miller y otro de Bernard-Henri Lévy dirigido a los psicoanalistas, para quien quiera seguir el debate que se desarrolla a nivel europeo y que implica al discurso del psicoanalista en aquello que parecía, según decíamos al principio, como algo exterior, el campo de la política, y que se revela entonces como el más interior al campo en el que se desarrolla su práctica.

No hay, en efecto, clínica sin política. Las páginas que siguen dejan al lector la tarea de interpretar esta afirmación que el psicoanálisis hace hoy presente en el mundo «psi».

El libro blanco del psicoanálisis

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