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ОглавлениеHISTORIAS INCREÍBLES
Esto es lo que yo he escrito acerca de las historias increíbles. Pues la gente más crédula hace caso de todo lo que se cuenta, en tanto que personas sin trato con la sabiduría ni la ciencia. En cambio, los de naturaleza más sutil y mente inquieta dudan por completo de que haya sucedido nada de ello. A mí me parece que todo lo que se cuenta sucedió (pues no surgieron por sí solos los nombres, sin que hubiese ninguna de las historias en que aparecen; antes bien, primero fue el acontecimiento y luego la historia acerca de ello); pero, todas las figuras y formas que se dice que existieron antaño y que ahora no las hay, tales cosas no pudieron darse. Es que, si algo existió alguna vez y en otro tiempo, también ahora existe y volverá a ser1. Yo siempre alabo a los escritores Meliso y Lamisco el de Samos, que dicen: «Lo que surgió en un principio existe y seguirá existiendo»2. Algunas de las cosas que sucedieron, los poetas y logógrafos las transformaron buscando el lado increíble y asombroso, por sorprender a la gente. Pero yo sé que tales cosas no pueden ser tal como se cuentan; aunque también hago la distinción de que, si no hubieran sucedido, tampoco se contarían. Y, recorriendo muchísimos países, averigüé de los mayores qué habían oído acerca de cada uno de los relatos y, lo que averigüé gracias a ellos, eso es lo que pongo por escrito. También vi personalmente cuál es la apariencia de cada uno de los países; y he puesto por escrito esto no según lo que se contaba sino tras hacer yo mismo mis exploraciones e indagar.
1. Centauros
Acerca de los centauros dicen que eran animales que tenían aspecto completo de caballo salvo por la cabeza, que la tenían de varón.
Y, por si alguno se cree que pueda existir un animal de estas características: es imposible. Es que ni hay nada concorde en las naturalezas de caballo y varón, ni la alimentación es la misma, ni es posible que pase por la boca y la faringe de un hombre la alimentación de un caballo. Y, de haberse dado en tiempos tal ser, también ahora existiría. La verdad es la siguiente.
Cuando Ixión era rey de Tesalia, se hizo a la vida salvaje en el monte Pelio una manada de toros, los cuales hacían también intransitables los restantes montes, pues los toros bajaban a las zonas habitadas, asolaban los árboles y sus frutos y llegaban a matar a las bestias de labor. Así pues, Ixión proclamó que, si alguien acababa con los toros, le daría muchas riquezas. Unos jóvenes del somontano, de una aldea llamada Nube3, tuvieron la idea de adiestrar caballos como montura (la gente de antes no sabía ir a caballo, sino que sólo empleaban carros). Así que montaban y guiaban a sus corceles hasta el lugar en que estaban los toros, caían sobre la manada y la acribillaban con sus armas. Y los jóvenes, cuando se veían perseguidos por los toros, huían, pues los caballos eran más veloces; pero, cuando los toros se paraban, volvían grupas y los asaeteaban de nuevo. De esta manera los mataron y en razón de ello recibieron el nombre de centauros, porque habían acribillado a los toros4 (que no se les llama así por tener aspecto de toros, pues los centauros no tienen nada característico de los toros, sino que su aspecto es de caballo y de varón: por tanto, recibieron el nombre por su hazaña).
Y, tras recibir los centauros las riquezas prometidas de parte de Ixión, como se vanagloriaban de su gesta y su riqueza, se volvieron insoportables y cometieron muchas maldades, incluso contra el propio Ixión, quien habitaba la ciudad que ahora se llama Larisa5 (en aquel entonces, los moradores de ese territorio se llamaban lapitas). Al invitarlos una vez a un banquete, ya borrachos raptaron a las mujeres de aquéllos y, tras hacerlas montar en los caballos, emprendieron la huída hacia su tierra. Tomándola como base de operaciones, les hacían la guerra y, descendiendo durante la noche a la llanura, preparaban emboscadas y, cuando se hacía de día, después de saquear e incendiar volvían a la carrera a los montes. Al irse ellos así, los que los veían de lejos sólo distinguían por detrás la grupa del caballo, pero no su cabeza, y de los hombres el resto del cuerpo, pero no las piernas. Así pues, como veían una visión extraña, decían: «Los centauros, los de Nube, nos avasallan».
Esta imagen y este dicho hicieron que se formara el mito, indigno de crédito, según el cual en el monte fue engendrado, a partir de una nube, un ser que era a la vez caballo y varón6.
2. Pasífae
Acerca de Pasífae se cuenta la historia de que se enamoró de un toro que estaba pastando, y que Dédalo creó una vaca de madera y metió a Pasífae dentro de ella, y que de esta forma el toro la montó y se unió con la mujer, ésta concibió y dio a luz a un hijo con cuerpo de hombre y cabeza de res.
Yo afirmo que esto no ocurrió. Es que, en primer lugar, es imposible que un animal sienta pasión por otro que no tenga un aparato genital conforme al suyo, pues no puede ser que un perro y un mono, un lobo y una hiena, se unan los unos con los otros, ni un antílope con un ciervo (es que son de especies distintas); y, si se unieran los unos con los otros, no engendrarían. Y un toro no me parece a mí, lo primero, que se uniera con una vaca de madera, pues todos los cuadrúpedos huelen el aparato genital del otro antes de la unión, y entonces lo montan; y, además, la mujer no habría soportado que un toro la cubriera, y tampoco puede gestar un feto provisto de cuernos. La verdad es la siguiente.
Dicen que Minos, que padecía de sus partes, fue curado por Prócride, la nieta de Pandión, a cambio del cachorro de perro y la jabalina <con los que obsequió a> Céfalo7. Por esta época hacía compañía a Minos un joven de gran belleza llamado Toro8. Pasífae se enamoró de éste, lo convenció para que se acostaran juntos y engendró de él un hijo. Minos echó cuentas sobre el momento de la afección de sus partes, comprendió que no era posible que el niño fuera suyo porque no se habían acostado juntos e, indagando con precisión, cayó en la cuenta de que la criatura era de Toro. Así pues, al niño no le pareció oportuno matarlo porque pasaba por ser hermano de sus hijos; en su lugar lo envió a la montaña para que, cuando creciera, fuese su suerte ser criado de los pastores. Pero éste, al hacerse un hombre, no hacía caso de los vaqueros. Enterado de ello Minos, dio orden de que acudiese a su presencia en la ciudad y de que lo apresaran; y, si seguía por propia voluntad a sus captores, que viniera suelto y, si no, atado. El joven, al enterarse, se retiró a las montañas, donde vivía de asaltar ganados. Cuando Minos envió un contingente más numeroso para capturarlo, el joven hizo un agujero profundo y se encerró en él. En el resto del tiempo que estuvo allí sobrevivía alimentándose de las ovejas y cabras que le echaban; pero, cuando Minos quería vengarse de un hombre, se lo enviaba a éste, que permanecía encerrado en su habitáculo, y así lo ejecutaba. También a Teseo, un hombre belicoso al que había capturado, lo llevó Minos hasta aquel lugar para que muriera. Pero Ariadna había introducido de antemano en el tabuco una espada, con la que Teseo mató al Minotauro ***9.
Éste fue el suceso que ocurrió, y luego los poetas transformaron el relato en mito.
3. Espartos10
Una antigua historia dice que Cadmo mató una serpiente11, que recogió sus dientes y los sembró en su país; luego brotaron hombres con armas.
Pero, si esto fuera cierto, ningún hombre sembraría otra cosa que no fueran dientes de serpiente; y, si no brotaran en otra tierra, por lo menos se sembrarían en aquella tierra en la que ya antes hubieran brotado. Así pues, la verdad es ésta.
Cadmo, un varón de origen fenicio, llegó a Tebas después de haberle disputado la dignidad real a su hermano Fénix12. Era entonces rey de Tebas Draconte, hijo de Ares, quien poseía, entre otras muchas pertenencias propias de un rey, también colmillos de elefante. Cadmo lo mató y se convirtió en rey. Los amigos de Draconte le hacían la guerra, mientras que sus hijos se pusieron al lado de Cadmo. Así pues, los amigos de Draconte, al quedar perdedores en el combate, se apoderaron de las riquezas de Cadmo y de los colmillos de elefante, que estaban depositados en el templo, y escaparon, huyendo cada cual a su patria; pero otros se diseminaron por diversos sitios, y unos se fueron al Ática, otros al Peloponeso, la Fócide y Lócride. De allí partían para hacer la guerra contra los tebanos, y eran unos guerreros terribles, que tenían su misma lengua y conocían el terreno. Y, como huyeron tras apoderarse de los colmillos, los ciudadanos de Tebas decían esto: «¡Éstas son las calamidades que nos ha causado Cadmo al matar a Draconte! Que, gracias a los colmillos de aquél, han surgido muchos hombres de valor que, diseminados, combaten contra nosotros».
Este suceso es lo que ocurrió en realidad y luego se formó el mito.
4. La Esfinge cadmea
De la Esfinge cadmea13 se dice que era una fiera con cuerpo de perro, cabeza y rostro de muchacha, alas de pájaro y voz humana. Se sentaba sobre el monte Ficio14 y le proponía un enigma a cada natural de la ciudad; al que veía que no era capaz de resolverlo lo mataba. Cuando Edipo resolvió el enigma la Esfinge se mató tirándose de lo alto.
La historia no es digna de crédito y es inverosímil. Pues no puede haber existido tal engendro, es una chiquillada lo de que quienes no podían resolver los enigmas eran devorados por ella, y es además una simpleza lo de que los cadmeos no disparasen sus flechas contra la fiera, sino que se resignaban a ver devorados a sus conciudadanos como si fueran enemigos. La verdad es la siguiente.
Cadmo, quien tenía por esposa a una amazona llamada Esfinge, llegó a Tebas, y tras matar a Draconte se quedó con su fortuna15 y su reino, así como (más tarde) con la hermana de Draconte, que se llamaba Harmonía. Al enterarse Esfinge de que Cadmo se había casado con otra convenció a muchos de los ciudadanos para que abandonaran con ella la ciudad; así pues, tras apoderarse de la mayor parte del dinero y coger un perro velocísimo con el que había llegado Cadmo, se marchó con todo ello al monte llamado Ficio, y desde allí le hacía la guerra a Cadmo. Tendía emboscadas en el momento adecuado y mataba a los que iba atrapando. Los cadmeos a la emboscada la llaman «enigma». Así pues, los ciudadanos andaban constantemente diciendo: «Esfinge, la muy cruel, se pone en emboscada y nos atrapa mientras continúa sentada sobre su monte. Nadie es capaz de descubrir el enigma y es imposible pelear a cara descubierta, pues no corre, sino que vuela, y es a un tiempo perro y mujer: así es de veloz». Cadmo pregonó que, a quien matara a Esfinge, le daría riquezas en abundancia. Así pues, llegó Edipo, un corintio experto en lances militares que tenía un caballo muy veloz; tras distribuir por grupos a los cadmeos, salió de noche, le tendió una trampa, descubrió el enigma (o sea, la emboscada) y mató a Esfinge.
Esto es lo que sucedió y lo demás es mito.
5. El zorro del Teumeso
Acerca del zorro del Teumeso16 dicen que atrapaba a los cadmeos y los devoraba.
Pero es una simpleza, pues no existe ninguna bestia terrestre capaz de atrapar a un hombre y arrastrarlo y, por otra parte, el zorro es un animal pequeño y sin fuerza. Lo que sucedió fue algo del tipo siguiente.
A un tebano, un varón de calidad, lo llamaban Zorro, o sea, «sagaz», pues aventajaba a todos los hombres en inteligencia. El rey, temiendo que conspirara contra él, lo expulsó de la ciudad. Pero el otro, juntando un ejército numeroso y sumando a otros como mercenarios, ocupó la colina llamada Teumeso. Tomándola como base de operaciones asediaba a los tebanos, los cuales decían: «El Zorro cae sobre nosotros y luego se retira». Pero he aquí que llega un varón llamado Céfalo17, oriundo de Atenas, quien traía un gran ejército para proteger a los tebanos. Éste mató al Zorro y echó a sus tropas del Teumeso.
Sucedido lo cual, empezó a contarse aquel mito.
6. Acteón
Dicen que Acteón fue devorado por sus perras.
Pero esto es falso, pues una perra quiere sobre todo a su amo y criador, y especialmente porque las perras de caza menean el rabo delante de todos los hombres. Algunos aseguran que Ártemis18 <lo convirtió en un ciervo> al que las perras mataron. Yo estoy de acuerdo en que Ártemis puede hacer lo que quiera. Pero no es cierto lo de que un hombre se convierta en ciervo o un ciervo en hombre; estos mitos los compusieron los poetas para que su auditorio no se enojase con la divinidad. La verdad es ésta.
Acteón era un hombre de Arcadia, aficionado a la caza, que andaba siempre criando muchas perras y cazando en los montes, con lo que se desentendía de sus asuntos. Los hombres de entonces vivían de su propio trabajo y no tenían criados <sino que labraban la tierra ellos mismos>, y el más rico era aquel que <labraba sus propios campos y> más se aplicaba a la faena. Así pues, Acteón, al despreocuparse de los asuntos de su hacienda y preferir la caza, arruinó sus medios de vida. Cuando ya no le quedaba nada, decía la gente: «¡Infeliz Acteón, que lo devoraron sus propias perras!»; también ahora, si es que alguno cae en la desgracia por mantener rameras, solemos decir: «las rameras lo devoraron».
Algo de este tipo es también lo que ocurrió con Acteón.
7. Las yeguas de Diomedes19
Acerca de las yeguas de Diomedes dicen que comían carne de hombres, cosa risible, pues este animal disfruta más con el pasto o la cebada que con la carne humana. La verdad es ésta.
Los hombres de antaño vivían de su propio trabajo y así obtenían el alimento y los bienes, gracias al trabajo de la tierra. Pero a uno se le ocurrió criar caballos y se complacía hasta tal punto en ellos que perdió sus bienes, pues lo vendió todo y lo gastó en criarlos. Así pues, sus amigos llamaron a estos caballos «antropófagos»20.
Sucedido lo cual, se extendió el mito.
8. Níobe21
Dicen que Níobe se convirtió de mujer viva en piedra sobre la tumba de sus hijos.
El que se crea que un hombre se convierte en piedra o una piedra en hombre es un simple. La verdad es ésta.
Al morir los hijos de Níobe, alguien hizo una imagen en piedra de ella y la colocó sobre la tumba <de los hijos>. Así pues, los que pasaban al lado decían: «En piedra está Níobe sobre la tumba: nosotros la hemos visto». Así también se dice ahora: «estaba sentado junto al Heracles de bronce», o «estaba junto al Hermes pario»22.
Esto es lo que significaba aquello, no que Níobe misma se convirtiera en piedra.
9. Linceo
Se dice que Linceo veía hasta lo que estaba bajo tierra23.
Esto es falso y la verdad es la siguiente.
Linceo fue el primero que obtuvo, practicando la minería, bronce, plata y demás metales. Para las excavaciones llevaba bajo tierra antorchas, que dejaba en el lugar, mientras él sacaba a la superficie sacos con el bronce y el hierro. Así pues, la gente decía: «Linceo ve hasta lo que está bajo tierra, y además se mete en su interior para sacar plata a la superficie».
10. Ceneo
Dicen que Ceneo era invulnerable24.
Pero, quien suponga que hay alguien que, siendo hombre, no puede ser herido por el acero, desvaría. La verdad es la siguiente.
Ceneo era un varón oriundo de Tesalia, hábil en las cosas de la guerra y ducho en el combate. Habiendo participado en muchas batallas, no fue herido nunca, ni cuando murió peleando al lado de los lapitas contra los centauros; ahora bien, cuando lo atraparon, simplemente lo sepultaron, y de esta forma pereció. Así pues, los lapitas decían, después que hubieron recogido su cadáver y visto que no habían herido su cuerpo: «Ceneo no recibió ninguna herida durante el resto de su vida y murió sin recibirla».
11. Cicno
Se cuenta también la misma historia acerca de Cicno el de Colonas25, pues también dicen de aquél que era invulnerable. Era él un guerrero y hombre experto en el combate, que murió en Troya, alcanzado por Aquiles con una piedra, y ni siquiera entonces resultó herido. Así pues, la gente decía al ver su cadáver que era invulnerable, igual que también ahora se dice de los luchadores si es que no reciben heridas. De esta misma forma también se llamó a aquéllos26 invulnerables. Pero a estos dichos contradice, y da testimonio en mi favor, Ayante, el hijo de Telamón; pues también él era llamado «invulnerable», y sin embargo murió tras herirse a sí mismo con la espada.
12. Dédalo e Ícaro
Dicen que Minos encerró a Dédalo y a su hijo Ícaro por culpa de cierta acusación27, pero que Dédalo creó para ellos dos unas alas postizas y que así escapó volando junto a Ícaro.
Pensar que un hombre vuele es un sinsentido, aun llevando unas alas postizas. Así pues, lo que cuentan sucedió de este modo.
Dédalo, que estaba en prisión, se coló por un ventanuco, tiró luego de su hijo y, embarcando en un barquichuelo, se escapó. Minos, al darse cuenta, mandó barcos que los persiguieran. Cuando ellos notaron que los seguían, como soplaba un viento impetuoso y favorable, daba la sensación de que volaban. Más tarde, cuando navegaban con un viento de cola que soplaba desde el sur, por la parte de Creta, volcaron en el mar. Y Dédalo se salvó llegando a tierra, pero ícaro pereció (por lo cual recibió de él su nombre el mar Icario28); cuando las olas devolvieron el cadáver, su padre lo enterró.
13. Atalanta y Milanión
Acerca de Atalanta y Milanión se dice que él se convirtió en león y ella en leona.
Lo que pasó en realidad fue lo siguiente.
Atalanta y Milanión estaban de cacería. Milanión convenció a la muchacha de que se acostara con él y entraron en una gruta para acostarse juntos. Pero en la caverna estaba la guarida de un león y una leona, que, al oír voces, salieron y atacaron a Atalanta y su compañero hasta matarlos. Cuando, después de un tiempo, salieron el león y la leona, los compañeros de cacería de Milanión, al verlos, pensaron que aquéllos se habían convertido en estos animales. Así pues, presentándose en la ciudad hicieron correr el bulo de que Atalanta y su compañero se habían convertido en leones29.
14. Calisto
También es similar lo que se cuenta sobre Calisto: que, yendo de cacería, se convirtió en osa30.
Pero yo afirmo que también ésta, al ir a parar a una espesura donde se hallaba por casualidad una osa, yendo a cazar acabó devorada; y que sus compañeros de cacería, al ver que entraba en la espesura pero que luego no salía, dijeron que la muchacha se había convertido en osa.
15. Europa
Dicen que Europa, la hija de Fénix, llegó montada en un toro, cruzando el mar, de Tiro a Creta.
A mí me parece que ni un toro ni un caballo podrían atravesar un mar tan enorme, y que una muchacha no se subiría a un toro salvaje; y que, Zeus, si quería que Europa llegase a Creta, podría haberle encontrado otro medio de viaje más adecuado. La verdad es ésta.
Un hombre de Cnoso llamado Toro le hacía la guerra al país de Tiro. Al final, pues, raptó de Tiro a otras muchas doncellas y, entre ellas, a la hija del rey, Europa. Por tanto, la gente decía: «Toro se fue llevándose a Europa, la hija del rey».
Esto es lo que sucedió y luego se formó el mito31.
16. El caballo de madera
Dicen que unos aqueos, los campeones que iban en el caballo hueco de madera, se apoderaron de Ilio.
Pero este relato es fantasioso en exceso. La verdad es ésta.
Construyeron un caballo de madera según la medida de las puertas, para que no pudiese entrar cuando lo arrastraran sino que resultara de un tamaño excesivo. Mientras, los jefes de filas se hallaban apostados en una hondonada32 cercana a la ciudad, la cual ha recibido el nombre de «Emboscada de los argivos» hasta el presente. De la parte de los argivos llegó corriendo, como un desertor, Sinón, quien les explicó que, según un vaticinio, si no introducían el caballo en la ciudad, regresarían los aqueos; pero que, si lo introducían, ya no volverían. Los troyanos, escuchado esto, derribaron el muro e introdujeron el caballo. Cuando estaban en medio del banquete cayeron sobre ellos los griegos, quienes habían entrado por donde estaba demolido el muro, y así fue capturada Ilio.
17. Éolo
Se dice que Éolo era un hombre que regía la atmósfera y que le entregó a Odiseo los vientos dentro de un saco33.
En cuanto a esto, creo que a todos les resulta evidente que no es posible que ocurriese.
Pero sí es lógico que Éolo, que era un astrónomo, le explicase a Odiseo las estaciones y los ortos en función de los cuales soplarán ciertos vientos. Y dicen que también rodeó su ciudad con una muralla de bronce, lo cual es mentira: es que tenía soldados que protegían su ciudad.
18. Las Hespérides
Se dice que las Hespérides eran unas mujeres y que tenían manzanas de oro en un manzano al que protegía una serpiente, y también que Heracles hizo una expedición para conseguir las manzanas. La verdad es la siguiente.
Héspero era un hombre de Mileto que vivía en Caria y tenía dos hijas a las que llamaban Hespérides. Éste contaba con unas ovejas hermosas y buenas productoras, de esa raza que hay ahora en Mileto. Y, por este motivo, las llamaban «de oro», pues el oro es precioso, y también aquéllas eran preciosas. Y, al ganado menor, se lo llamaba «manzanas»34. Heracles las vio pastando junto al mar y, arreando con ellas, las introdujo en su nave y, <tras matar>35 a su pastor, llamado Draconte, las condujo a su patria, cuando ya no vivía Héspero sino sus hijas36. La gente decía: «Vimos las manzanas de oro que trajo del país de las Hespérides Heracles, después de matar a su guardián Draconte37».
De aquí salió el mito.
19. Coto y Briáreo
La historia sobre Coto y Briáreo, lo de que, siendo hombres38, tenían cien manos, ¿cómo no va a ser una simpleza? La verdad es ésta.
La ciudad en la que vivían tenía por nombre Centímana, y era de la parte de Caonia, que ahora se llama Orestíade. Lo deduzco porque combatieron al lado de los Olímpicos en la batalla contra los Titanes: es que estos territorios son colindantes con el Olimpo. Así pues, la gente decía: «Coto y Briáreo [y Giges]39, los Centímanos, acudieron en ayuda de los Olímpicos y expulsaron a los Titanes del Olimpo».
20. Escila
Se dice acerca de Escila que era un ser salvaje que habitaba en el Tirreno, que era mujer hasta el ombligo, que en ese punto le nacían unas cabezas de perros y que el resto del cuerpo lo tenía de serpiente40.
Imaginarse que existe un ser con tal naturaleza es una enorme simpleza. La verdad es ésta.
Había unas naves de los tirrenos que saqueaban las costas de Sicilia y el golfo de Jonia41. Por aquel entonces había también una trirreme veloz llamada «Escila», nombre que llevaba pintado en la proa. Como esta trirreme apresaba muchas veces al resto de los barcos, de ahí sacaba sus provisiones, y los relatos sobre ella eran abundantes. De ésta logró escaparse Odiseo merced a un viento favorable y potente, y luego le relató en Corcira a Alcínoo42 cómo lo persiguió, cómo se escapó y el aspecto del barco.
Luego se formó el mito.
21. Dédalo
Se dice acerca de Dédalo que fabricaba esculturas que se movían por sí mismas.
Esto a mí me parece imposible, que una escultura se mueva por sí misma. La verdad era la siguiente.
Los escultores e imagineros43 de entonces hacían los pies unidos el uno al otro y las manos pegadas al cuerpo. Dédalo fue el primero que las elaboró con un pie adelantado. Por eso la gente decía: «Dédalo hizo esta imagen que camina, que no está parada»; así también ahora decimos: «están pintados unos hombres que luchan», y «unos caballos que corren» y «una nave azotada por un temporal». Así también decían que él hacía imágenes que caminaban.
22. Fineo
Acerca de Fineo se cuenta la historia de que las Harpías le privaban de su sustento, y piensan algunos que éstas eran unas criaturas aladas que arrebataban la comida de la mesa de Fineo.
La verdad es ésta.
Fineo era un rey de Peonia44. Cuando era viejo se quedó sin vista y, además, se le murieron los hijos varones. Tenía por hijas a Erasia y Harpiria <(a las dos les aplicaban los bárbaros el nombre de Harpías)>45, que dilapidaban su hacienda. Así pues, la gente de la ciudad decía: «¡Desdichado Fineo! Las Harpías le privan de su sustento». Pero se apiadaron de él Cetes y Calais, sus convecinos, hijos de Bóreas (el varón, no el viento)46, y, acudiendo en su ayuda, expulsaron de la ciudad a las hijas, agruparon sus riquezas y pusieron como guardián de las mismas a un tracio.
23. Mestra
Acerca de Mestra, la hija de Erisictón47, dicen que, cuando quería, podía cambiar de aspecto.
Esto es propio de una fábula risible. Pues, ¿cómo va a ser lógico que de muchacha se convirtiera en vaca, y de nuevo en perra o pájaro? La verdad es la siguiente.
Erisictón era un varón de Tesalia que, tras dilapidar sus riquezas, se volvió pobre. Tenía una hija hermosa y en edad de merecer llamada Mestra; todo el que la veía concebía una gran pasión por ella. Pues bien, la gente de entonces no pretendía a las mujeres con dinero; unos le dieron caballos, otros vacas, algunos ovejas o lo que deseara Mestra. Los tesalios, al ver cómo engrosaba la hacienda de Erisictón, decían: «De Mestra le han venido el caballo, la vaca y lo demás».
A partir de ello se formó el mito.
24. Geriones
Dicen que Geriones nació con tres cabezas. Pero es imposible que un solo cuerpo tenga tres cabezas. Se trata de una cosa del tipo siguiente.
En el Ponto Euxino48 hay una ciudad llamada Trescabezas. Geriones era un hombre renombrado entre la gente de entonces, pues descollaba por su riqueza y por todo lo demás. Tenía también un rebaño de vacas asombroso, en pos del cual llegó Heracles, quien mató a Geriones cuando éste se le resistió49. La gente que veía cómo arreaba con las vacas se admiraba, pues eran pequeñas de tamaño, pero su lomo, de la cabeza hacia la parte posterior, era alargado y abombado, no tenían cuernos pero sí una osamenta grande y ancha. Los había que decían a quienes preguntaban por ellas: «Heracles se llevó estas vacas, que eran de Geriones, el de Trescabezas». Algunos supusieron, a partir de lo dicho, que él tenía tres cabezas.
25. Glauco, hijo de Sísifo50
Dicen que también éste fue devorado por sus caballos.
Ignoran que se consumió por criar caballos, realizar a causa de ello gastos enormes y desentenderse de los asuntos de su casa; así perdió sus medios de vida.
26. Glauco, hijo de Minos51
También es totalmente ridículo este relato, que, tras haber muerto Glauco en una tinaja de miel. Minos metió en su tumba a Poliido, el hijo de Cérano, quien procedía de Argos. Y, como vio que una serpiente ponía sobre otra serpiente ya muerta una hierba, y así la hacía resucitar, hizo él también lo mismo con Glauco y lo devolvió a la vida.
Esto es imposible, lo de resucitar a un hombre muerto, a una serpiente o a cualquier otro animal. Lo que sucedió fue algo del tipo que sigue.
Glauco se sintió malo del estómago tras tomar miel, al removérsele la bilis en gran cantidad, y se desmayó. Entre otros muchos médicos que acudieron por sacar dinero se presentó también Poliido, cuando Glauco ya estaba expirando; como conocía una hierba curativa que le había mostrado un médico llamado Draconte, utilizó esta planta y le devolvió la salud a Glauco. Así pues, la gente decía: «Poliido resucitó a Glauco, que había muerto por culpa de la miel, gracias a una planta que le había mostrado Draconte»52.
A partir de aquí formaron el mito los mitógrafos.
27. Glauco, el del mar53
Se dice que este Glauco, por haber comido también en tiempos una hierba, se libró de la muerte y vive ahora en el mar.
Lo de que fuese Glauco el único que tropezó con esta hierba es una enorme simpleza, así como lo de que pueda vivir en el mar un hombre o cualquier otro ser terrestre, cuando ni siquiera puede vivir en el mar una criatura de los ríos, ni pueden a la inversa vivir en los ríos las criaturas marinas. La verdad es la siguiente.
Glauco era un pescador oriundo de Antedón; era buceador, y en esto aventajaba a todos los demás. Una vez se sumergió en el puerto a la vista de la gente de la ciudad, llegó buceando a cierto lugar y, después de no haber sido visto por los suyos durante bastantes días, volvió a salir buceando y entonces se lo vio. Cuando le preguntaron: «¿Dónde pasaste tantos días?», les dijo: «En el mar». Metió peces en una nasa y, cuando hacía mal tiempo y no podía coger peces ningún otro pescador, preguntaba a la gente de la ciudad qué peces querían que se les llevaran y, como él les llevaba lo que querían, recibió el apodo de «Glauco, el del mar», igual que ahora, si uno vive en el monte y es buen cazador, se le llama «un hombre de monte». Así también Glauco, como pasaba la mayor parte del tiempo en el mar, recibió el nombre de «Glauco, el del mar». Y murió al encontrarse con un animal marino. Como no salía del mar, la gente inventó la historia de que vivía en el mar y que allí se quedaría en adelante.
28. Belerofonte
Dicen que a Belerofonte lo llevaba por el aire Pegaso, un caballo alado.
A mí me parece que un caballo no ha sido nunca capaz de tal cosa, ni aun llevando en su cuerpo todas las alas de las aves. Es que, si hubiera existido alguna vez tal ser, también ahora existiría. Dicen también que éste mató a la Quimera de Amisódaro54. La Quimera era
por delante león, por detrás serpiente, por el medio cabra.
Algunos piensan que existió tal ser con tres cabezas y un solo cuerpo. Pero es imposible que una serpiente, un león y una cabra tengan una alimentación similar. Y, lo de que teniendo una naturaleza mortal espirara fuego, es una simpleza. Y, ¿a qué cabeza obedecía el cuerpo? La verdad es como sigue.
Belerofonte era un desterrado oriundo de Corinto, un hombre de calidad. Tras fletar un gran barco se dedicaba a asaltar y saquear los territorios colindantes con el mar en el curso de sus navegaciones. El barco se llamaba Pegaso, lo mismo que también ahora cada barco tiene un nombre; y, a mi parecer, el nombre de «Pegaso» le cuadra mejor a un barco que a un caballo55. El rey Amisódaro habitaba a la orilla del río Janto, en un elevado monte a partir del cual se extiende, como masa compacta, la selva Telmíside; para llegar al monte hay dos caminos, uno por delante, que parte desde la ciudad de los jantios, y otro por detrás, que viene desde Caria: en el resto de su perímetro hay precipicios abruptos, y en medio de ellos un gran agujero en la tierra, del cual surge incluso fuego. Este monte tiene por nombre Quimera. En aquella época, según dice la gente de los alrededores, vivía por la parte de delante un león y, por la de detrás, una serpiente, animales que hostigaban a los leñadores y pastores. Belerofonte, presentándose entonces, incendió el monte, y así se quemó la selva Telmíside y perecieron aquellas criaturas salvajes. Así pues, la gente de los alrededores decía: «Belerofonte llegó con Pegaso y acabó con la Quimera de Amisódaro».
Esto es lo que sucedió y luego se formó el mito.
29. Pélope y sus caballos
Afirman que Pélope llegó con unos caballos alados a Pisa por pretender a Hipodamía, la hija de Enómao56.
Yo digo lo mismo que también dije a propósito de Pegaso. Como Enómao, de saber que los caballos de Pélope estaban dotados de alas, no habría permitido que a su hija la subiera a su carro, ha de decirse, pues, que Pélope se presentó con un barco y que en la toldilla llevaba escrito: «Caballos Alados»; y que, tras apoderarse de la joven, se dio a la fuga. La gente decía que, tras apoderarse de la hija de Enómao, se dio a la fuga en sus «Caballos Alados».
Y luego se formó el mito.
30. Frixo y Hele
<Acerca de Frixo> relatan que el carnero le vaticinó que su padre los iba a sacrificar; y que, cogiendo a su hermana y subiéndose con ella al animal, cruzaron el mar y llegaron hasta el Ponto Euxino, habiendo recorrido todo el trayecto en tres o cuatro días.
Esto es difícil de creer, que un carnero viaje por mar más rápido que un barco, y a todo esto aguantando a dos seres humanos y, es de suponer, víveres y bebida para él y para ellos, pues, desde luego, no pudieron pasar tanto tiempo sin comer. Después Frixo, al carnero que le había explicado cómo salvarse y lo había salvado, lo degolló, le arrancó la piel y se la entregó a Eetes como regalo de boda de su hija (Eetes reinaba entonces en aquellos lugares). Fíjate en lo escasas que eran entonces las pieles, que un rey aceptaba un vellocino como regalo de boda de su hija; ¿o es que pensaba que su hija sólo se merecía lo que no valía nada? De ahí que algunos, para evitar el lado risible de este asunto, digan: «Esta piel era de oro». Aunque fuera de oro la piel, el rey no tenía necesidad de aceptarla de un varón extranjero. Y se ha dicho que también Jasón aprestó la nave Argo y a los mejores de los helenos por ir en pos de este vellocino. Pero ni Frixo habría sido tan desagradecido como para matar a su benefactor, ni la nave Argo habría navegado en su búsqueda aunque el vellocino hubiera sido de esmeralda. La verdad es como sigue.
Atamante, el hijo de Éolo, hijo de Helén, reinó en Ptía. Al cargo de sus riquezas y del gobierno tenía como valido a un varón al que consideraba especialmente fiel y digno de mucha estima: este hombre se llamaba Carnero. Una vez que murió la madre le confió el poder a Frixo, porque era el mayor ***57. Al enterarse de esto Carnero no fue a decirle nada a Atamante pero sí a Frixo. Y le exhortó a que se alejase del país, y él mismo aprestó un barco y puso en él lo que más apreciaba Atamante. Llenó la nave hasta arriba con bienes y riquezas, entre las cuales también se hallaba una imagen que la madre de Mérope58, una hija del Sol (su nombre era Cos), se había mandado hacer ella misma a expensas de sus bienes, una estatua en oro de su misma talla; el oro de este retrato era mucho y su fama se había extendido por doquier. Así pues, introdujo en la nave todo esto, a Frixo y a Hele, y se escapó. Hele murió de una enfermedad durante la travesía: de ella recibió su nombre el Helesponto; ellos, por su parte, llegaron a Fasis y se instalaron allí, y Frixo se casó con la hija de Eetes, el rey de los colcos, y le dio como regalo de boda la imagen en oro de Cos. Más tarde, muerto ya Atamante, Jasón se hizo a la mar con la nave Argo por encontrar el oro ese de Cos, no el vellocino de un carnero. Tal es la verdad.
31. Las hijas de Forcis59
También se ha transmitido un relato muy ridículo en relación con esto: que Forcis tenía tres hijas que, como sólo tenían un ojo, se turnaban en su uso; aquella que lo estaba usando se lo ponía en la cabeza y así podía ver; y, como la una le pasaba el ojo a la otra, todas veían. Pero Perseo, que llegó por detrás de ellas con un paso muy quedo y se apoderó de su ojo, les dijo que no se lo devolvería a no ser que le explicaran dónde se encontraba la Gorgona. De esta forma logró que se lo explicaran. Él, tras cortarle la cabeza, se presentó en Sérifos y, al mostrársela a Polidectes60, lo convirtió en piedra.
También esto es de lo más risible, que un hombre vivo se vuelva de piedra por ver la cabeza de un muerto. Pues, ¿cuál es el poder de un cuerpo muerto? Lo que sucedió fue algo del tipo siguiente.
Forcis era un varón cerneo. Los cerneos son de raza etíope y habitan la isla de Cerne, que se encuentra más allá de las columnas de Heracles, cultivan la tierra de Libia a la orilla del río Anón, por la parte opuesta a Cartago, y son muy ricos en oro. Este Forcis reinaba en las islas que se encuentran más allá de las columnas de Heracles (son tres) y mandó labrar en oro una estatua de cuatro codos de Atenea. Los cerneos llaman a Atenea Gorgona. al igual que a Ártemis la llaman los tracios Bendis, los cretenses Dictina y los lacedemonios Upis. Así pues, Forcis muere antes de dedicar la estatua en su templo. Dejó tras de sí a tres hijas, Esteno, Euríale y Medusa61. Éstas no quisieron casarse con nadie y, tras dividir los bienes, cada una regía en una isla. La imagen de Gorgona ni les parecía bien dedicarla ni dividirla entre ellas, sino que se turnaban teniéndola en depósito como un tesoro propio. Forcis había contado con un camarada, un hombre de calidad, y se servían de él en todos los negocios como si fuera su Ojo.
Perseo era un desterrado oriundo de Argos que se dedicaba a saquear los territorios próximos al mar con los barcos y las tropas que tenía a su cargo. Tras enterarse de que por aquella parte había un reino de mujeres, rico en oro y corto de varones, allí se presenta. Y, en primer lugar, tiende una emboscada en el mar, en el estrecho que media entre Cerne y Sarpedonia62, y así atrapa al Ojo, cuando cruzaba de una isla a la otra. Éste le explicó que no había nada valioso que pudiera robarles a las tres hermanas salvo la estatua de Gorgona, y le reveló la cantidad de oro de la misma. Las muchachas, por su parte, como el Ojo no había llegado cuando le tocaba según los turnos previstos, se reunieron en un lugar y se acusaban la una a la otra. Como negaban que lo tuvieran, se preguntaban con extrañeza qué podía haber pasado. En esto llegó en su barco hasta ellas Perseo, cuando se hallaban juntas, y les explicó que él era quien retenía al Ojo y afirmó que no se lo devolvería a no ser que le confesaran dónde estaba Gorgona; también amenazaba con matarlas si no se lo decían. Pues bien, Medusa dijo que no se lo explicaría, pero Esteno y Euríale le mostraron el lugar. Por tanto, a Medusa la mató y a las otras les devolvió el Ojo. Al hacerse con Gorgona la cortó en trozos; y, tras aprestar una trirreme, colocó en ella como mascarón la cabeza de Gorgona y al barco le puso por nombre Gorgona. Con éste recorría una parte y otra del mar, recolectando las riquezas de los isleños y matando a los que no se las daban. Así también llegó navegando hasta los serifios y les reclamó sus fortunas; pero ellos le pidieron unos días para poder reunirlas. Y, tras reunir rocas del tamaño de un hombre, las colocaron en el ágora y se marcharon abandonando Sérifos. Perseo volvió de nuevo con su barco para reclamar las riquezas y, llegado al ágora, no halló ni un alma sino sólo piedras del tamaño de un hombre. Así pues, Perseo les contaba a los restantes isleños, si es que no le entregaban sus riquezas: «Cuidado, no os vaya a pasar como a los serifios que, tras ver la cabeza de Gorgona, se convirtieron en piedra».
32. Amazonas
Esto digo también en relación con las amazonas, que quienes formaban su ejército no eran mujeres sino varones bárbaros que llevaban túnicas hasta los pies como las tracias, se sujetaban la cabellera con diademas y llevaban las barbas afeitadas como también hacen ahora los patareos, que habitan junto al Janto63, y por esto los llamaban «mujeres» los enemigos. Los «amazonas» eran de una raza aguerrida. Pero que la milicia llegue a ser alguna vez cosa de la mujer no es lógico, pues tampoco ahora lo es en ningún lugar.
33. Orfeo
También es falsa la historia de Orfeo, lo de que, al toque de su cítara, le seguían cuadrúpedos, reptiles, aves y árboles.
Me parece a mí que lo que sucedió fue esto. Unas Bacantes,presas de furor, despedazaron ovejas en Pieria y, tras efectuar otros muchos actos de violencia, se retiraron a la montaña, donde pasaban los días. Como se quedaron allí, la gente de la ciudad, que sentía preocupación por sus esposas e hijas, mandó llamar a Orfeo y le pidió que ideara un plan para hacerlas bajar del monte. Él, tras celebrar un ritual en honor a Dioniso, las hizo bajar en su delirio al toque de la cítara. Ellas descendían del monte llevando entonces por vez primera cañas64 y ramas de árboles de todo tipo. A la gente que lo contemplaba entonces le sorprendió ver tanta madera, y por ello dijeron: «Al toque de su cítara, Orfeo hace bajar del monte incluso al bosque».
Y, a partir de este suceso, se formó el mito.
34. Pandora
La historia que se cuenta acerca de Pandora no es admisible, lo de que, tras ser formada de tierra, les comunicó también ella su forma a otros65. A mí no me parece que esto sea así, sino que Pandora fue una mujer griega riquísima y que, cuando salía, se acicalaba y maquillaba con abundantes tierras. Pues ésta fue la primera que inventó el maquillarse la piel con tierra en cantidad, igual que hacen también ahora muchas: y sin embargo, ninguna alcanza renombre por la frecuencia del uso.
La realidad es ésta: la historia adoptó luego un giro imposible.
35. La raza de los Fresnos
Entre otras muchas insensateces que se han dicho también se cuenta lo de que la primera raza de los hombres nació de los fresnos66. A mí me parece inviable que surjan hombres de maderos. Ahora bien, hubo un tal Fresno y fresnos se llamaron los que nacieron de él, igual que los helenos reciben su nombre de Helén y los jonios de Ión. Pero aquella raza se extinguió por completo, y de hecho también su nombre desapareció. Razas de hierro y de bronce nunca las hubo, sino que aquello fue un desvarío.
36. Heracles67
En relación con Heracles ocurrió también esto. Se dice que tenía en su cuerpo hojas ***. Así pues, Filetes ***, sea que era también un hombre cualquiera, cayó en la cuenta y le quemó, y así le curó. El relato se contó así a partir de entonces.
37. Ceto
De Ceto68 se cuenta lo siguiente, que se presentaba ante los troyanos saliendo del mar y que, si le daban doncellas como alimento, se marchaba; pero, si no era así, asolaba su territorio.
¿Quién no se da cuenta de que es vana esta historia de que los hombres establezcan acuerdos con los peces? No, sino que ocurría esto.
Un rey encumbrado y muy poderoso tenía una gran flota que trastornaba toda la zona de Asia limítrofe con el mar; sus habitantes debían pagar una cantidad fija, la cual también recibe el nombre de tributo. Los hombres de entonces no usaban dinero sino especies, y algunas de las ciudades tenían orden de pagar con caballos, otras con vacas, otras con doncellas. Este rey tenía por nombre Cetón, y los bárbaros lo llamaban Ceto. Pues bien, en la época de rigor se hacía a la mar para reclamar su tributo, y cuantos no se lo entregaban recibían daño en sus tierras. Y llegó a Troya por la época en que también había llegado Heracles con un ejército de griegos. Laomedonte, el rey, lo contrató para que protegiese a los troyanos. Tras desembarcar a sus tropas iba de camino Cetón; pero salieron a su encuentro Heracles y Laomedonte, los cuales llevaban cada uno su propio ejército, y lo mataron69.
Sucedido lo cual, se formó el mito.
38. Hidra
Se dice también de la Hidra de Lema que era un reptil con cincuenta cabezas y un solo cuerpo y que, cuando Heracles le arrancaba una de sus cabezas, le volvían a nacer dos. Y que el cangrejo70 acudió en auxilio de la Hidra, y que entonces Yolao prestó su ayuda a Heracles, dado que a la Hidra también la ayudaba el cangrejo.
Si alguien se cree que pudo ocurrir nada de esto, es un necio, pues hasta el espectáculo da risa. Y, ¿cómo es que, cuando arrancaba una cabeza, las demás no lo devoraban y se lo hacían pagar? En fin, lo ocurrido fue lo siguiente.
Lerno era rey de cierto territorio, y a partir de él recibía también su nombre el país (en aquel entonces todos los hombres vivían en aldeas, y ese territorio lo ocupan ahora los argivos). En aquella época existían como ciudades Argos, Micenas, Tirena y Lerna71, y al mando de cada uno de estos lugares había un rey. Así pues, los demás reyes estaban sometidos a Euristeo, hijo de Esténelo, hijo de Perseo, pues de éste era la región más extensa y poblada, Micenas; Lerno, en cambio, no quería estar bajo su dominio. Por este motivo le hacían la guerra. Lerno tenía, a la entrada de su comarca, un fortín soberbio en el que hacían guardia cincuenta arqueros fornidos, los cuales iban y venían en lo alto de la fortaleza sin cesar, tanto de noche como de día. Este fortín llevaba por nombre Hidra. Por tanto, Euristeo envió a Heracles para que asolara la plaza. Los hombres de Heracles atacaban con fuego a los arqueros que se hallaban en el baluarte y, cuando caía alguno por haber sido alcanzado, acudían para suplirlo dos, pues el muerto había valido por otros tantos. Y cuando Lerno se sintió acuciado por la guerra que libraba con Heracles, contrató a unos mercenarios carios. Al frente de la tropa llegó un hombre alto y aguerrido llamado Cangrejo, con cuyo concurso hacían frente a Heracles. Se presentó luego en ayuda de éste Yolao, el hijo de Ificles, que era sobrino de Heracles y traía consigo tropa procedente de Tebas. Éste se aproximó y prendió fuego al baluarte de la Hidra72. Gracias a estos refuerzos pudo abatirlos por completo Heracles, y acabó con la Hidra y destruyó su ejército.
Sucedido lo cual, escribieron que la Hidra era un reptil y formaron el mito.
39. Cerbero
De Cerbero se ha dicho que era un perro con tres cabezas. Es evidente que a éste, como a Geriones, también le pusieron el apelativo de «el de tres cabezas» por la ciudad73, pues la gente decía «es precioso e imponente el perro de Trescabezas». De él se ha dicho que Heracles lo hizo subir del Hades, lo cual no es sino un mito. Lo que sucedió fue algo del tipo siguiente.
Geriones tenía al cuidado de sus vacas unos perros soberbios y jóvenes, cuyos nombres eran Cerbero y Orto74. Pues bien, a Orto lo mató Heracles en Trescabezas antes de apoderarse de las vacas, pero Cerbero se fue en compañía de ellas. Al encapricharse del perro un varón de Micenas llamado Moloto, al principio le pidió a Euristeo que se lo entregara. Pero, como Euristeo no quería, sobornó a los vaqueros y encerró al perro en Laconia, en Ténaro75, en una caverna, al objeto de emplearlo para la cría, pues le pasaba perras para que las cubriera. Euristeo mandó a Heracles a buscar al perro. Éste recorrió todo el Peloponeso hasta llegar donde le indicaron que se encontraba y, descendiendo, hizo subir de la caverna al perro. Por tanto, la gente decía: «Tras bajar por la caverna hasta el Hades, Heracles hizo subir al perro».
40. Alcestis
Acerca de Alcestis se ha contado una historia propia de tragedia76, que, cuando en cierta ocasión iba a morir Admeto, ésta eligió morir en su lugar, que Heracles se la arrebató a la muerte en atención a su piedad y que [, tras hacerla subir del Hades,]77 se la devolvió a Admeto. Pero a mí me parece que uno no puede hacer que reviva nadie que haya muerto. Antes bien, sucedió algo del tipo siguiente.
Después de que sus hijas hubieran matado a Pelias, Acasto, su vástago, las perseguía para acabar con ellas y vengar a su padre. A las demás las atrapó. Pero Alcestis78 huyó a Feras, junto a su primo Admeto, y, como tomó asiento en el lar, Admeto no pudo entregarla y dársela a Acasto según le exigía éste, quien emplazó un gran contingente en torno a la ciudad y los acosaba con proyectiles incendiarios. Al hacer Admeto una incursión nocturna e ir a dar con un grupo de emboscados, fue capturado vivo. Acasto amenazaba con matarlo si no le entregaba a Alcestis, su suplicante. Así pues, Alcestis se enteró de que iban a matar a Admeto por su causa y, saliendo, se entregó. A Admeto le dejó marchar Acasto, pero a aquélla la tomó presa. Por tanto, la gente decía: «Alcestis es una mujer valerosa como un hombre, pues ha muerto voluntariamente por salvar a Admeto». Ahora bien, esto último no ocurrió, en contra de lo que afirma el mito. Que, por aquella época, acababa de llegar Heracles trayendo desde cierto lugar las yeguas de Diomedes79. Yendo aquél de camino lo hospedó Admeto. Y como Admeto se lamentara de la desgracia de Alcestis, Heracles, tras recobrar fuerzas, atacó a Acasto y dispersó su ejército. El botín lo repartió entre su tropa, pero a Alcestis se la entregó a Admeto. Así pues, la gente decía que Heracles se presentó y salvó de la muerte a Alcestis.
Sucedido lo cual, se formó el mito.
41. Zeto y Anfión
Acerca de Zeto y Anfión relata Hesíodo80, entre otros, que levantaron la muralla de Tebas tocando la cítara. Hay quienes piensan que ellos tañían el instrumento y que los sillares, por propia iniciativa, iban subiendo a lo alto del muro. La verdad es la siguiente.
Éstos fueron unos citarodos magníficos que realizaban sus exhibiciones a cambio de un sueldo. Pero la gente de entonces no tenía dinero. Por ello, Anfión y su amigo le pedían a quien quisiera oírlos que fuese a trabajar en su muralla; en efecto, no es que las piedras les obedeciesen al escucharlos. Así pues, la gente decía con razón que la muralla fue construida gracias a la lira.
42. Ío
Afirman que Ío de mujer se convirtió en vaca, que la picadura de un animal la exasperó, y que llegó, cruzando el mar, desde Argos a Egipto. Esto no merece crédito, lo de que ***81 y que pasara tantos días sin probar bocado. La verdad es la siguiente.
Ío era hija de un rey de los argivos. La gente de la ciudad le concedió el honor de ser sacerdotisa de la Hera argiva. Como se quedó embarazada y sintió miedo de su padre y de sus conciudadanos82, se escapó de la ciudad. Los argivos salieron en su busca y, donde la encontraran, pensaban atraparla para llevarla a prisión cubierta de cadenas. Así pues, se decían: «Huye igual que una vaca exasperada por la picadura de un animal». ***83 Y, finalmente, se puso en manos de unos comerciantes extranjeros y les suplicó que la llevaran a Egipto, donde dio a luz una vez que hubo llegado.
Y el mito se formó luego.
43. Medea
Dicen que Medea cocía a los ancianos para volverlos jóvenes, pero no hay indicios de que volviera joven a ninguno; y, al que puso a cocer, simplemente lo mató84. Lo que sucedió fue algo del tipo siguiente.
Medea fue la primera que descubrió el colorante rojo y el negro. Por ello lograba que los viejos, de tener el pelo cano, pasaran a parecer morenos y pelirrojos, pues los sumergía en el tinte y convertía sus cabellos blancos en negros y pelirrojos. ***85 Medea fue la primera que descubrió los baños de vapor como beneficio para la gente. Es que sometía a estos baños a quienes querían, pero no a la vista de todos, para que no descubriera el tratamiento ningún médico; y, cuando los sometía a estos baños de vapor, les hacía jurar que no la delatarían ante nadie. El nombre del tratamiento era «cocción». Así pues, los hombres que pasaban por él se volvían también como más ligeros de miembros y de aspecto más saludable. Por esto, como veían que tenía en su taller calderos y fuego, dieron en creer que cocía a los hombres. Y Pelias, una persona anciana y débil, murió al ser sometido al baño de vapor.
De aquí surgió el mito.
44. Ónfale
Se ha dicho, acerca de Ónfale, que Heracles estaba a su servicio86. Pero este relato carece de sentido. Pues, siéndole posible mandar sobre ella y sobre aquello de lo que ella disponía ***87. Lo que sucedió fue algo del tipo siguiente.
Ónfale era hija de Járdano, el rey de los lidios. Ésta, al oír hablar de la fuerza de Heracles, fingió que lo amaba. Heracles, que llegó a su lado, cayó cautivo de su amor y engendró en ella a un hijo; y sentía tanto placer junto a ella que hacía lo que le mandara Ónfale. Y la gente simple supuso que él estaba a su servicio.
45. El cuerno de Amaltea
Dicen que Heracles llevaba consigo a todas partes el llamado «cuerno de Amaltea»88, y que cuando le suplicaba recibía de él cuanto quería. La verdad es ésta.
Heracles, que se hallaba de viaje por la parte de Beocia en compañía de su sobrino Yolao, se detuvo en Tespias en una hospedería, cuya posadera resultaba ser una mujer llamada Amaltea, muy hermosa y en la flor de la vida. Heracles se alojó allí durante largo tiempo, pues se sentía a gusto a su lado. Pero Yolao, que sufría malamente aquello, urdió el llevarse las ganancias de Amaltea, que se hallaban guardadas dentro de un cuerno: gracias a este dinero se compraba, para él y para Heracles, lo que le venía en gana. En fin, que los compañeros de posada decían: «Heracles se hizo con el cuerno de Amaltea, con el que se compraba cuanto quería».
A partir de ello se formó el mito, y los pintores, al pintar a Heracles, pintan además el cuerno de Amaltea89.
46. Historia de Jacinto90
Jacinto era un apuesto muchacho de Amiclas, en quien pusieron sus ojos Apolo y también Zéfiro91. Los dos estaban prendados de su figura, y uno y otro rivalizaban por su amor con aquello que era su fuerte. Apolo lanzaba saetas, Zéfiro soplaba. De aquél recibía el joven cantos y placer, mas de éste espanto y turbación. El muchacho se decantó por el dios y a Zéfiro, dominado por los celos, lo armó para la guerra. En esto se presentó la ocasión del ejercicio gimnástico del joven, que fue para Zéfiro ocasión de venganza. Un disco fue lo que sirvió para matarlo, arrojado por el uno92, recibido por el otro. Éste estaba muerto, pero no era posible que la Tierra dejara huérfana de recuerdo la desgracia; antes bien, en lugar del joven nació la flor que recibe su nombre. Y dicen que en sus hojas se hallan escritas sus iniciales93.
47. Historia de Marsias
Marsias era un hombre de campo94 que se aficionó a la música de la manera siguiente. Atenea sintió odio por las flautas, pues no era poco lo que de su hermosura le quitaban95; la fuente que reflejó su imagen le dio a entender la verdad. Estando así abandonadas las flautas, vino a hacerse cargo de ellas Marsias. El pastor, tras recogerlas, les aplicó sus labios, y ellas cantaban con un poder divino, aun sin quererlo el que las estaba manipulando. Maestría suya pensó Marsias que era este poder; así que tomó postura contra las Musas, tomó postura contra Apolo, pues decía que ya no quería seguir viviendo si no aventajaba a la divinidad. En aquella contienda resulta vencido, y de su piel se vio despojado después de la derrota. Yo vi96 en Frigia un río cuyo nombre es Marsias; los frigios decían que aquella corriente procede de la sangre de Marsias.
48. Faón
La vida de Faón consistía en ocuparse de su barca y del mar. El mar era un estrecho. Él no recibía ninguna queja de nadie, puesto que era sensato y sólo cobraba a los que tenían posibles. Su forma de actuar causaba asombro entre los lesbios. La diosa alabó al hombre: ésta es la diosa a la que llaman Afrodita. Adoptando el aspecto de un ser humano, de una mujer ya anciana, apalabró con Faón un viaje. Él anduvo presto tanto para llevarla a su destino como para no cobrarle nada. ¿Qué hizo a la vista de ello la diosa? Dicen que transformó al hombre, y que al que era viejo lo convirtió en joven y hermoso. Éste es el Faón cuyo amor cantó tantas veces Safo en sus poemas97.
49. Historia de Ladón98
La Tierra pensó en unirse con el río Ladón. Y, después de su unión, la Tierra quedó embarazada y nació Dafne. De ella se enamoró el Pitio, quien le decía a la muchacha palabras de enamorado. Mas Dafne prefería la virginidad y, por tanto, él debía perseguirla y ella ser perseguida. Mientras huía, antes de desfallecer, le suplicó a su madre que volviera a acogerla en su interior y que mirara por su integridad. Ella lo hizo así y guardó a Dafne dentro de su seno. A continuación brotó en aquel lugar una planta. Y, yendo a topar con ésta el dios cuando su anhelo se hallaba en su punto máximo, no podía apartarse de la planta, sino que alzaba hacia ella sus manos y, a partir de entonces, adornaba con el laurel su cabeza. También se dice que el trípode que se halla en Beocia, sobre la oquedad, no ocuparía ese puesto sin el laurel99.
50. Hera
Los argivos tenían a Hera por señora de su ciudad y, por ello, celebran en su honor una fiesta colectiva conforme a un rito. Ésta era la forma en que se desarrollaba la celebración: había un carro con bueyes de color blanco; sobre el carro debía ir la sacerdotisa y continuar así hasta llegar al templo, el cual estaba fuera de la ciudad100.
En cierta ocasión llegó el momento en que debía celebrarse la fiesta pero no podía cumplirse con el ritual porque no había bueyes. Ahora bien, para resolver el inconveniente urdió un plan la sacerdotisa, quien era madre de unos jóvenes que le hicieron al carro la función de bueyes. Y, después de que el servicio que debía ser prestado por los bueyes fue prestado por los chicos, su madre se plantó junto a la imagen para reclamarle el pago por el servicio. Y dicen que la diosa se lo dio: un sueño que les sobrevino a los jóvenes marcó al tiempo el punto final de sus vidas101.
51. Orión
Hijo de Zeus, de Posidón y de Hermes. Hirieo, el hijo de Posidón y Alcione, una de las hijas de Atlante, habitaba en Tanagra de Beocia y, como era muy hospitalario, en cierta ocasión hospedó a los dioses. Zeus, Posidón y Hermes, que habían sido acogidos por él y habían recibido las muestras de su benevolencia, lo exhortaron a que pidiese lo que quisiera; y él, como no tenía descendientes, pidió un hijo. Así pues, los dioses tomaron la piel del buey que les había sido sacrificado, echaron en ella su semen y le ordenaron a Hirieo que la ocultara en la tierra y volviera a sacarla después de diez meses. Pasados los cuales, nació Urión, así llamado porque era urea de los dioses102, aunque luego se le dio el nombre de Orión por que no sonara tan mal. Éste, hallándose de cacería con Ártemis, intentó forzarla. La diosa, irritada, hizo salir de la tierra un escorpión que lo mató al picarle en el tobillo. Zeus, afligido por ello, lo convirtió en constelación103.
52. Faetonte104
Faetonte, el hijo del Sol, que se hallaba dominado por un deseo insensato de montar en el carro de su padre, convenció a éste con muchas súplicas y lágrimas. Después que subió al carro y empezó a azuzar los caballos, como no sabía guiarlos bien, y además no era capaz de ir firme en el pescante y sin agitarse, las monturas, que se movían con mucho brío e independencia, lo apartaron de su camino, lo dirigieron contra el suelo y lo arrojaron junto al río Erídano105, donde se ahogó, mientras muchos lugares de alrededor fueron pasto de las llamas.