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INTRODUCCIÓN

1. EL AUTOR

Paléfato (Palaíphatos) es, según los códices, el nombre del autor del compendio de Historias increíbles (Perì apístōn) que aquí traducimos. Este nombre parlante (Palaíphatos significa «el que habla de cosas antiguas») se le asigna en el léxico de la Suda (IV 8-9 Adler) a cuatro individuos diferentes. Descontando el primero, un épico ateniense1, es bastante verosímil (aunque no seguro) que los otros tres, autores de obras historiográficas y sobre mitología, sean realmente la misma persona2. Este grammatikós (la denominación se la aplica la Suda al cuarto Paléfato) podía proceder de Priene, Paros, de Abidos o quizá de Atenas3. Si Paléfato fue conocido de Aristóteles, según se puede colegir de Elio Teón, debió de vivir en la segunda mitad del siglo cuarto a.C.4

2. LAS «HISTORIAS INCREÍBLES» DE PALÉFATO Y SU MÉTODO DE APROXIMACIÓN AL MITO

La obra de Paléfato conservada a través de los códices5 se conoce por el nombre de Historias increíbles. Lo que ha llegado hasta nosotros es una colección de cincuenta y dos relatos breves de los que los siete últimos (46-52), distintos por sus contenidos, estilo y estructura6, son un añadido posterior. Ahora bien, el problema capital de este corpus estriba en que no sabemos de cuántos libros constaba la obra original de Paléfato y qué es lo que nosotros poseemos: un solo libro de un conjunto mayor, un epítome de toda la obra o un epítome de un solo libro. Todas estas hipótesis han sido planteadas en relación con las Historias increíbles a partir de los datos que nos ofrecen la Suda y otros autores antiguos como Teón, Probo o Eusebio de Cesárea7. Nótese que la idoneidad de textos como el de Paléfato para su uso en la escuela pudo conducir a la elaboración de epítomes diversos del texto original, que quizá confluyeron al fin, en fecha incierta8, en la colección definitiva que ha pervivído. Aclarar qué queda en el conjunto de la obra primigenia no es tarea fácil; con todo, algo se puede avanzar en este sentido.

Del plan original de la obra procede posiblemente la estructura típica seguida dentro de cada historia. En los cuarenta y cinco primeros capítulos lo habitual es que cada sección se inicie con una narración sucinta del mito que va a ser discutido. A continuación se presenta una breve crítica en la que se sintetizan los motivos por los que el mito tradicional atenta contra la razón. Alguna expresión típica («la verdad es la siguiente», «la verdad es ésta»…) sirve de transición a una segunda narración del mito en la que se ofrece una versión depurada de la que el autor ha eliminado los aspectos inverosímiles. Finalmente el capítulo concluye con otra frase hecha del tipo de «esto es lo que sucedió y lo demás es mito». Es de suponer asimismo que no se deben atribuir a un refundidor sino al autor los comentarios irónicos que afloran ocasionalmente en el texto9. En cambio es más discutible que los principios asociativos mínimos que se detectan en la composición del conjunto hayan de proceder del texto de Paléfato. P. ej., los capítulos 3-5 desarrollan leyendas tebanas10. Es perfectamente posible que este tipo de asociaciones entre historias hayan sido establecidas a posteriori por los compiladores.

Es importante observar que la obra viene precedida de un prólogo de importancia conceptual. En él indica Paléfato cuál es el propósito de su texto: analizar las «historias increíbles» de la tradición para mostrar que los acontecimientos narrados en ellas sucedieron realmente, pero de forma natural y no de la manera fantasiosa que proclama el mito. Con el fin de desenmascarar los errores que contiene la leyenda, Paléfato recurre a tres tipos de explicaciones básicas11: la verdad histórica ha sido alterada por un error verbal, por un error de percepción o por un error en la narración de un hecho. Del primer caso se puede poner como ejemplo la historia de las yeguas de Diomedes (7), por criar a las cuales consumió su amo todos los bienes: de ahí que se dijera que estos animales devoraban a los hombres. En cambio, se ha de explicar por un error de percepción lo que se relata sobre Atalanta y Milanión (13): los dos jóvenes entraron en una cueva donde acabó con ellos una pareja de leones; como de la cueva no salieron ya dos jóvenes sino un león y una leona se entendió que aquéllos se habían transformado en estas fieras. El error en la narración de un hecho puede hacer también que nazca el mito, según sucedió con el caballo de madera (16); según Paléfato, el espacio hueco en el que se hallaban emboscados los argivos no era el caballo que éstos abandonaron a las puertas de Troya sino una hondonada próxima a la ciudad.

Llegados a este punto hemos de preguntamos por las relaciones que mantiene Paléfato con otras corrientes antiguas de interpretación del mito. Más que con el alegorismo parece que a Paléfato se lo ha de relacionar con la otra gran corriente antigua de exégesis mítica, la histórico-racionalista12. El máximo representante de esta corriente en la Antigüedad es, ciertamente, Evémero (siglos IV-III a.C.)13. No obstante, este tipo de exégesis ya venía siendo practicada por autores como Hecateo (siglo VI a.C.) o Heródoto (siglo V a.C.)14.Paléfato parece escribir en la misma línea de éstos cuando procura salvaguardar la veracidad del mito eliminando de él todo rasgo contrario a la razón. El aspecto que singulariza a Paléfato se halla en el hecho de que nuestro autor no intenta desmitologizar a los dioses como Evémero sino que los salvaguarda en tanto que nunca los convierte en protagonistas de sus historias increíbles15: en la medida en que no habla de ellos no se ve obligado a reconocer que sus figuras no se adecuan a nuestra experiencia de la realidad. Paléfato parece cumplir de esta forma con su objetivo aunque sea al precio de escribir historias que, si no increíbles, sí pueden resultarnos al menos un tanto simplistas16.

3. EDICIONES DEL TEXTO Y TRADUCCIONES

La propia sencillez del texto de Paléfato da cuenta de su éxito relativo en la tradición. Que las Historias increíbles se hayan convertido en lectura escolar explica, por ejemplo, el número de manuscritos conservados (más de treinta)17, que además transmiten la obra en dos recensiones diferentes. La primera edición del texto griego fue la Aldina (Venecia, 1505), a la que vino a sumarse en el mismo siglo XVI la de Fasianino (Basilea, 1543), acompañada de traducción latina. En los siglos siguientes aparecieron al menos otras seis ediciones de Paléfato, hasta que en 1843 se publicó la preparada por Westermann18. Para acceder hoy al Perì apístōn en su lengua original debemos seguir acudiendo a la edición crítica de N. Festa (1902), quien escogió editar el texto de una de las recensiones (la de las familias B y S), acompañándolo de un doble aparato crítico en el que también recogía las lecturas de las familias A y E. En nuestro país se publicó en 1976 la edición de E. Roquet, cuyo texto reproduce básicamente el de Festa. J. Stem (1996) sigue un proceder similar en su edición bilingüe comentada (griego-inglés), así como A. Santoni (2000: texto en griego e italiano) y K. Brodersen (2002: texto griego y alemán). La primera traducción de Paléfato publicada en España es la versión catalana de E. Roquet. Posteriormente se ha editado la traducción al castellano de M. Sanz (2002)19. Con respecto a nuestra propia versión comentaremos que seguimos el texto griego de Festa, del que sólo nos apartamos en el lugar que se indica más adelante; no obstante, mantenemos en la traducción los títulos de los cincuenta y dos capítulos, que Festa edita entre corchetes.

4. BIBLIOGRAFÍA

4.1. Ediciones

N. FESTA (ed.), Mythographi Graeci. III. 2. Palaephati Perì apístōn. Heracliti qui fertur libellus perì apístōn. Excerpta Vaticana (vulgo anonymus De incredibilibus), Leipzig, Teubner, 1902.

E. ROQUET (ed.), Palefat. Històries increїbles. Text revisat i traducció, Barcelona, Fundació Bernat Metge, 1976.

4.2. Traducciones y comentarios

K. BRODERSEN, Die Wahrheit über die griechischen Mythen. Palaiphatos’ «Unglaubliche Geschichten», Stuttgart, Reclam, 2002.

A. SANTONI, Storie incredibili, Pisa, ETS, 2000.

M. SANZ, Mitógrafos griegos. Eratóstenes, Partenio, Antonino Liberal, Paléfato, Heráclito, Anónimo Vaticano, Madrid, Akal, 2002.

J. STERN, Palaephatus. On Unbelievable Tales = Perì apístōn. Translation, Introduction and Commentary, Wauconda (Ill.), Bolchazy-Carducci, 1996.

4.3. Estudios

A. VON BLUMENTHAL, «Palaiphatos [4]», RE XVIII.2 (1942), cols. 2451-2455.

G. F. OSMUN, «Palaephatus. Pragmatic Mythographer», Class. Journ. 52 (1956), 131-137.

M. SANZ, «Paléfato y la interpretación racionalista del mito: características y antecedentes», Anuario de estudios filológicos (Univ. Extremadura) 22 (1999), 403-424.

J. SCHRADER, Palaephatea. Berlín, Heinrich, 1893.

DIVERGENCIAS ENTRE EL TEXTO EDITADO POR FESTA (1902) Y EL NUESTRO


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