Читать книгу Disciplinas, saberes y prácticas - Víctor Navarro Brotons - Страница 7
ОглавлениеPRÓLOGO
Hemos reunido un conjunto de trabajos publicados entre 1995 y 2012 en diversas revistas, como capítulos de libros o en actas de congresos, todos ellos referidos a la actividad desarrollada en el ámbito de las disciplinas matemáticas o físico-matemáticas y sus aplicaciones, así como en filosofía natural, en la España de los siglos XVI-XVIII, es decir, en lo que los historiadores llaman la época moderna. Hemos incluido también un trabajo dedicado a México y en algunos casos hemos ampliado el ámbito de nuestro interés al mundo ibérico, es decir, incluyendo Portugal. Más abajo indicamos la procedencia de los trabajos.
No es necesario señalar que los trabajos se sitúan en lo que a la historia de la ciencia se refiere, en el periodo conocido habitualmente como Revolución Científica, o como el período del Renacimiento y la Revolución Científica. Sin entrar a discutir el sentido y la validez de estos términos y de la periodificación adecuada de los procesos de renovación y cambio científico y filosófico que tuvo lugar en esta época en el mundo occidental, nuestros trabajos se sitúan necesariamente en este contexto sin más pretensión que mostrar la actividad desarrollada en España en las disciplinas, saberes y prácticas mencionados desde una perspectiva comparada.
Este libro en cierto modo pretende ser complementario del que publicó López Piñero dedicado a la «Medicina e Historia Natural en la sociedad española de los siglos XVI y XVII», que es una reedición revisada de su gran libro Ciencia y técnica en la sociedad española de los siglos XVI y XVII (1979). Al planear la reedición López Piñero decidió no incluir las partes dedicadas a los saberes físicos-matemáticos y sus aplicaciones porque consideró que el desarrollo de la historiografía exigía que alguien más especializado que él en estas materias se ocupara de las mismas. En consecuencia y con gran generosidad me invitó a que me ocupara yo de esa parte. Así, en la contraportada de su nuevo libro anunció expresamente que dejaba «los saberes físico-matemáticos para otra obra en proyecto de víctor Navarro Brotons». Con el presente libro he pretendido cumplir esta tarea en la medida de mis posibilidades y con el formato que me ha parecido más adecuado en el momento actual.
Hemos dividido el libro en tres partes, dedicadas a tres períodos de la historia de la ciencia en la época moderna, además de dos capítulos de carácter principalmente historiográfico. Una periodificación que, si bien se ha discutido y es discutible para la cuestión general de la Revolución Científica, resulta muy adecuada para el caso de España.
El capítulo i, intenta hacer un balance sobre el estado de la cuestión que da título al capítulo: «España y la Revolución Científica». Particularmente después de varias décadas de trabajo por parte de un conjunto notable de historiadores que han intentado ir más allá de los planteamientos rudimentarios, esquemáticos y poco fundamentados de los protagonistas de la famosa polémica de la ciencia española. En este capítulo se hace un rápido recorrido por la historiografía sobre la cuestión, se exponen las cuestiones abiertas y los nuevos retos y nuevas exigencias que la historiografía general de la ciencia nos plantea.
El capítulo II, a pesar de su carácter historiográfico, lo hemos incluido en la parte 1ª porque en alguna medida puede servir de introducción de la misma. En este capítulo hemos aprovechado las reflexiones y sugerencias de Menéndez Pelayo sobre el «esplendor y decadencia de la cultura científica española» para examinar la actividad matemática en la España del siglo XVI desde una perspectiva historiográfica. Aquí nos hemos basado en los trabajos y conclusiones de Jim Bennett y otros autores acerca de la importancia de lo que Bennett llama «the practical mathematical tradition» para la construcción de la ciencia moderna, especialmente para la emergencia de la filosofía mecánica o la nueva filosofía natural del siglo xvii. El trabajo pretende mostrar, a partir de la rica historiografía con la que ya contamos, que en el mundo ibérico, prácticamente ignorado por Bennett, se produjo una importante actividad en estas materias (astronomía práctica, topografía, agrimensura, perspectiva, cartografía, arquitectura, fortificación, ingeniería y máquinas, el arte de la guerra y la náutica, que son las actividades mencionadas por Bennett). También sugerir algunas reflexiones sobre el alcance y límites de esta actividad y en relación con ello la validez y actualidad de las ideas de Menéndez Pelayo.
Los capítulos III y IV se ocupan de comentar algunos aspectos relevantes de la reglamentación (constituciones, estatutos y otras disposiciones) y de las enseñanzas de lógica y filosofía (filosofía natural y metafísica) y de las disciplinas matemáticas (aritmética, geometría, astronomía, óptica, cartografía, geografía, náutica y astrología) en la España del siglo XVI. El capítulo III en particular se ocupa de la reglamentación y la enseñanza en las universidades de valencia, Salamanca y Alcalá, es decir, en las tres universidades más relevantes de España en la enseñanza de las mencionadas materias. Se trata de mostrar la evolución y cambios en los estatutos y constituciones y en paralelo la evolución y cambios en los contenidos reales de las enseñanzas. En general, la reglamentación de las enseñanzas es insuficiente para dar cuenta de las mismas y debe combinarse con el estudio de los textos impresos y manuscritos y con todo tipo de testimonios, disposiciones y acuerdos.
El capítulo IV se centra en la Universidad de valencia, sin duda una de las más importantes de la España del siglo XVI. La función de las universidades en la construcción de la ciencia moderna ha sido y sigue siendo reevaluada profundamente. En este sentido, el rico panorama de doctrinas y personalidades que se reunieron entorno a la Universidad valenciana en el siglo XVI permite acercarnos a algunos aspectos de esta reevaluación. Se destaca, en el primer tercio de siglo, la presencia de notables representantes del que se ha llamado el grupo de «calculatores» de la Universidad de París, como Juan de Celaya; del corpuscularismo en la tradición averroísta del médico Pere d’Olesa; la crisis del nominalismo y la hegemonía de la orientación humanista; los avances de las matemáticas en el marco del programa humanista, con la gran figura de Jerónimo Muñoz, y finalmente la decadencia y la reescritura contrarreformista de Aristóteles.
La cuestión del copernicanismo, o la teoría heliocéntrica, tal y como la formuló Copérnico, y su difusión y recepción en Europa ha sido uno de los temas más estudiados de la actividad científica y filosófica del Renacimiento. Sobre su recepción en España el caso más famoso y citado es el del filósofo y teólogo salmantino Diego de Zúñiga, cuyos Comentarios a Job fueron prohibidos hasta su corrección por la inquisición romana junto con la obra del propio Copérnico. Zúñiga había defendido que la teoría de Copérnico describía mejor que las anteriores el movimiento de la Tierra y que este movimiento no era incompatible con las Escrituras. Posteriormente, en un tratado de filosofía Zúñiga rectificó su opinión y afirmó que el movimiento de la tierra era imposible. El capítulo v está dedicado a exponer las ideas de Zúñiga y tratar de explicar su defensa inicial de la teoría de Copérnico y su posterior cambio de actitud. Para ello y para contextualizar adecuadamente a Zúñiga se describen los aspectos fundamentales de la recepción de Copérnico en la España del siglo XVI.
El capítulo VI está dedicado fundamentalmente a exponer las ideas sobre la materia y la forma de algunos destacados médicos españoles del siglo XVI, y muy especialmente, las del médico mallorquín afincado en valencia Pere Bernat d’Olesa i Rovira. Olesa hizo uso de la noción de minima naturalia en relación con la estructura de la substancia material y la estructura y formación de compuestos o mixtos. Aunque se ha querido ver en Olesa el punto de partida de una tradición atomista en España, continuada en dicho siglo por Francisco valles y Gómez Pereira, el único autor que defendió ideas, sino atomistas, sí corpuscularistas similares a las de algunos filósofos eclécticos del siglo XVII con tendencias atomistas, fue el médico mallorquín. No obstante, el estudio de las obras de valles y Gómez Pereira muestra la variedad de respuestas que se dieron a esta u otras cuestiones de la filosofía natural, en el marco general del aristotelismo renacentista, y el notable eclecticismo de los seguidores del aristotelismo, como ya apuntó Charles Schmitt.
El capítulo VII está dedicado al cultivo en la España del siglo XVI de la mecánica o teoría de las máquinas, de acuerdo con el significado del término en la época. Fue cultivada en España por humanistas, ingenieros, cosmógrafos y matemáticos con una orientación fundamentalmente práctica, aunque sus cultivadores también destacaron la nobleza de la disciplina en virtud de su relación y dependencia de las matemáticas. Entre los humanistas destaca Diego Hurtado de Mendoza, embajador imperial en venecia, que animó los primeros estudios de mecánica de Alessandro Piccolomini y estableció una estrecha amistad con Niccolò Tartaglia. Hurtado de Mendoza tradujo, además, al castellano las Cuestiones Mecánicas pseudo-aristotélicas. El estudio de la mecánica contó en España con un espacio institucional excepcional en la Europa de la época, la Academia de Matemáticas de Madrid, creada a iniciativa de Juan de Herrera. Un discípulo de Herrera, Juan Bautista villalpando, se interesó por el equilibrio estático en relación con la arquitectura, basándose en el pseudo Aristóteles, Pappus y Commandino. También se destaca el cultivo de la artillería, particularmente la obra de Diego de Álava. Pero el estudio de la mecánica, con la excepción ocasional de la artillería, fue excluido de las enseñanzas universitarias, y los filósofos escolásticos no mostraron ningún interés por esta materia, lo que impidió el contacto entre el estudio del movimiento y la teoría de las máquinas. Y fue precisamente ese contacto el que le permitió a Galileo sentar las bases de una nueva ciencia.
El capítulo VIII se ocupa de describir diversos aspectos de las relaciones astronomía-cosmografía en los tiempos de los primeros felipes. Se dedica especial atención a los proyectos de reforma de los instrumentos, regimientos y cartas de navegar por parte del Consejo de indias y a los resultados alcanzados y, de manera general, a las actividades astronómicas y propuestas de nuevas tablas de algunos de los más destacados autores portugueses y españoles en el ámbito de la cosmografía y la astronomía. En particular, se describen las observaciones, cálculos e instrumentos utilizados por Andrés García de Céspedes para revisar el regimiento del Sol y de la Polar. García de Céspedes y sus colaboradores fueron, junto a Harriot en inglaterra, los primeros que calcularon de nuevo la longitud del Sol y la oblicuidad de la eclíptica para elaborar las tablas de declinación. Es decir, no se sirvieron de las Ephemerides de uno u otro autor ya publicadas, como acostumbraban a hacer los autores de tablas y regimientos.
El capítulo IX está dedicado a la figura del portugués Pedro Nunes, especialmente a describir sus contribuciones principales a la fundamentación científica (matemática y astronómica) del «arte y ciencia de navegar» y a la influencia que estas contribuciones tuvieron en los cosmógrafos españoles y portugueses afincados en España (el caso de Lavanha) de las últimas décadas del siglo XVI y primeros años del xvii.
El Capítulo X intenta reivindicar la importancia de la geografía y la cartografía en la construcción de la ciencia moderna, de acuerdo con las indicaciones y sugerencias de autores como Jim Bennett y David Livingstone y en consonancia con la profunda renovación historiográfica de la historia de la ciencia y la notable diversificación de sus cultivadores. Ello está haciendo posible la integración de la geografía en la ciencia moderna. Pero además, la historia de la geografía no puede entenderse en toda su complejidad si su estudio no se integra con el de la cosmografía, la náutica, la cosmología, la astronomía, los instrumentos y las matemáticas. Este capítulo, junto a estas propuestas programáticas, explora estas relaciones en el caso español y recoge testimonios de los propios agentes históricos.
El capítulo XI está dedicado a describir las contribuciones a la geografía del matemático y humanista Jerónimo Muñoz. Muñoz, profesor de matemáticas y astronomía, enseñaba las técnicas para elaborar mapas y calcular la localización de los lugares, así como los fundamentos de la geometría descriptiva. Además, realizó una importante labor cartográfica y fue posiblemente la principal autoridad en la que se basó Abraham Ortelio para el mapa del Reino de valencia que incluyó en su famoso Atlas.
El capítulo XII trata de ciertos aspectos de las relaciones científico-técnicas entre los Países Bajos y los reinos peninsulares de la monarquía española del siglo XVI. Las circunstancias políticas de los países implicados, que cambiaron considerablemente a lo largo de la centuria, condicionaron esas relaciones. Pero a pesar de lo adverso del contexto político e ideológico, éstas se mantuvieron y en algunos casos se intensificaron, especialmente en el último tercio del siglo XVI y en la primera década del xvii. Fueron particularmente intensas en historia natural, botánica, medicina, así como en astronomía, geografía, cartografía y en el arte de navegar. En el presente trabajo nos centramos en las relaciones concernientes a la astronomía, la geografía, la cartografía y la náutica.
El capítulo XIII se ocupa del impacto que tuvieron las novedades celestes en España, particularmente las novae y cometas, entre los matemáticos, humanistas, cosmógrafos y filósofos (o médicos-filosófos) en el período 1572-1616. Se destacan en primer lugar los trabajos de Jerónimo Muñoz sobre la supernova de 1572, que realizó el mejor estudio desarrollado en España sobre el fenómeno y uno de los mejores de Europa. Se estudian los trabajos dedicados por diversos autores al cometa de 1577 y la actitud de algunos filósofos ante las novedades celestes; a la nova de 1604, con especial atención a la obra de Núñez Zamora, y se comenta aspectos de los trabajos de los cosmógrafos sobre los cometas. Se pone de relieve que el desafío de las novae y cometas contribuyó de forma muy relevante, también en España, a la crisis del cosmos aristotélico-escolástico.
Con el capítulo XIV comienza la segunda parte dedicada al siglo XVII. A pesar del relativo aislamiento y decadencia de la actividad científico-técnica que tuvo lugar en España en el siglo XVII, en este capítulo se trata de mostrar que aislamiento y decadencia no deben entenderse como ausencia de actividad científica digna de ser considerada y estudiada. A través de algunas instituciones, personalidades o grupos más o menos aislados los nuevos conocimientos fueron penetrando en este país. Durante gran parte de la centuria la institución más destacada en este sentido fue el Colegio imperial de Madrid, regentado por los jesuitas. Con la fundación en él de los Reales Estudios en 1625 se crearon cátedras de matemáticas y de historia natural, además de la ya existente de la llamada Academia de Matemáticas, que también fue asumida por los jesuitas. En relación con ello, se describe la actividad desarrollada por los matemáticos jesuitas vinculados al Colegio imperial, a través del estudio de sus obras impresas y de un importante volumen de manuscritos. También se estudia la actividad científica de otros autores no jesuitas, que mantuvieron estrecha relación con éstos, no sólo con los del Colegio imperial, sino con algunos destacados matemáticos jesuitas de otros países.
La astronomía fue uno de los temas en que la circulación de los conocimientos fue más intensa, llegándose a formar importantes redes de relaciones y correspondencia. En el capítulo XV se estudia la circulación de los conocimientos entre los Países Bajos, italia y España, de gran importancia para el desarrollo de la actividad astronómica en este país en un período de relativa decadencia de la actividad científica. En primer lugar, a través de la actividad de destacados matemáticos de los Países Bajos como Jean Charles della Faille y Michael Florent van Langren. En segundo lugar, a través de las relaciones de destacados autores españoles, y especialmente de Juan Caramuel, con científicos de los Países Bajos. En tercer lugar a través de redes de comunicación en las que los astrónomos de los Países Bajos tuvieron una notable presencia. Nudos importantes de esas redes fueron autores como Gasssendi, Giambattista Riccioli, ismaël Boulliau y Athanasius Kircher. De particular importancia fue la red centrada en Riccioli. Uno de sus principales corresponsales fue precisamente el mallorquín Vicente Mut, el observador más destacado de la España del siglo xvii.
En el capítulo XVI se estudian las relaciones, influencia y/o recepción de Galileo en España. En primer lugar, se comentan brevemente las negociaciones de Galileo con el gobierno español relacionadas con sus aspiraciones al premio ofrecido para resolver el problema de la determinación de la longitud en el mar. Seguidamente se describen los primeros testimonios de la difusión en España del Sidereus Nuncius y las observaciones telescópicas de Galileo. La recepción de las novedades celestes y la discusión de sus implicaciones cosmológicas entre los profesores del Colegio imperial de Madrid. Las primeras referencias a la dinámica galileana. La difusión en España de los compendios y cursos de matemáticas publicados por autores como el español Caramuel o el francés Milliet Dechales, que incluían una amplia discusión de la obra de Galileo. La enseñanza de la filosofía natural en las universidades españolas: la hegemonía de la tradición escolástica y la escasa y limitada recepción y discusión de las novedades en los tratados y cursos de esta materia en el siglo XVII. La obra de los «novatores valencianos» y su labor en la recepción, asimilación y difusión en España de la obra de Galileo.
La astrología formaba parte, desde la Antigüedad, del repertorio de saberes, técnicas y habilidades del matemático-astrónomo. Durante el Renacimiento la astrología se enseñaba en las universidades, la practicaban la mayoría, sino todos, los matemáticos-astrónomos y formaba parte de su legitimación social. Con el avance de la Revolución Científica el cultivo de la astrología fue disminuyendo, aunque la crisis y decadencia de esta actividad obedece a una multiplicidad de causas y no únicamente a su descalificación científica. Un caso de gran interés para estudiar algunos aspectos de esta cuestión nos lo ofrece la polémica sobre el cometa de 1680 entre el poeta, historiador y astrónomo mexicano Carlos Sigüenza y Góngora y el jesuita Eusebio Kino. En 1681 Sigüenza redactó un Manifiesto philosófico destinado a criticar las doctrinas astrológicas y las creencias asociadas con los cometas. El escrito de Sigüenza fue criticado por varios autores, entre ellos el mencionado Eusebio Kino. Sigüenza elaboró una amplia y detallada respuesta a Kino: la Libra astronómica y philosófica. En el capítulo XVII se analiza el contenido de la obra de Sigüenza, sus ideas astrónomicas y cosmológicas, la evolución de sus puntos de vista sobre la astrología, y la controversia con Kino. Todo ello, en el contexto de las ideas circulantes en la época sobre estos temas, tanto en el ámbito hispánico como en el europeo.
Uno de los principales escenarios del proceso de renovación científica y filosófica en España de finales del siglo XVII y primeras décadas del XVIII fue la ciudad de valencia, tanto en el campo de la medicina y saberes biológicos relacionados con ella como en el de la filosofía natural y las disciplinas físico-matemáticas. El capítulo XVIII está dedicado a describir la labor desarrollada por los protagonistas de este movimiento de renovación, especialmente Baltasar de Íñigo, Juan Bautista Corachán y Tomás Vicente Tosca. Esta renovación se caracterizó por un notable esfuerzo de asimilación de las nuevas corrientes científicas, tecnológicas y filosóficas, tanto de las ideas, como de los métodos y procedimientos de argumentación, el recurso sistemático a la observación y la experimentación, el uso de instrumentos y las aplicaciones de la ciencia. Los matemáticos valencianos se reunían en tertulias y, hacia 1687, constituyeron una Academia Matemática tomando como modelo las sociedades científicas europeas. Asimismo, trataron de reformar las enseñanzas científicas en la Universidad. Corachán dejó un importante volumen de manuscritos de contenido físico-matemático, preparados muchos de ellos para sus enseñanzas privadas o universitarias. La contribución de los novatores valencianos a la renovación científica culminó con la publicación por Tosca de su Compendio Mathemático (1707-1715) en nueve volúmenes, y el Compendium philosophicum (1721) en 5 volúmenes.
El último capítulo está dedicado a describir a grandes rasgos los principales aspectos del considerable desarrollo científico español del siglo XVIII, que comenzó a manifestarse ya en la primera mitad del siglo, y el papel que los jesuitas desempeñaron en ese desarrollo hasta su expulsión en 1767. Aunque los jesuitas perdieron el protagonismo que habían tenido en el siglo anterior, continuaron participando activamente en el nuevo desarrollo de las ciencias en España. Además de la cátedra en el Colegio imperial, los jesuitas impartieron enseñanzas científicas en el Seminario de Nobles de Madrid, fundado en 1725, y en Barcelona, en el Colegio de Nobles de Cordelles. También fue muy destacada la presencia jesuítica en la Universidad de Cervera. En este capítulo se describe la actividad desarrollada en estas instituciones por diversos matemáticos jesuitas, algunos de ellos, como Johannes Wendlingen y Christian Rieger, procedentes de otros países. Finalmente se comenta la actividad desarrollada por algunos de los jesuitas expulsos en italia.
Desde que comencé a trabajar en el campo de la Historia de la Ciencia, a finales de los años sesenta, bajo la dirección de José María López Piñero, mi principal línea de investigación ha sido la actividad científica en la España moderna en las materias de las que trata este libro. Publiqué mi primer trabajo, dedicado a los «novatores» valencianos, en 1972. Por ello, este conjunto de trabajos aparecidos desde 1995 son una parte substancial, pero no agotan lo que he venido escribiendo desde aquellos primeros años hasta hoy sobre estos temas. Sea cual sea, por lo demás, el valor de los mismos. En cualquier caso, en la Bibliografía incluida hacia el final de este libro pueden verse referencias a buena parte de mis otros trabajos.