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LA FUENTE (INGRES)[6]

Sobre la fuente había piedra limpia.

Limpia el agua pasaba.

Había sol y campo. Tu apretada

carne se ofrecía

caliente al viento hecho gracia.

Pasé por tu lado. Enhiesta estabas,

cántaro a la cadera, a regresar.

Pasé yo por tu lado. Fresco niño,

a detenerme iba. Tú alargaste

tu gesto permanente y me dijiste:

—Pero pasa...

Y pasaba, pasaba largamente, prolongando

bajo tu sombra mi estancia.

Cuando ya mi cuerpo estaba lejos

y junto a tu sombra el agua.

Mal lo he copiado ahora; pero tú sabrás leerlo. Verás que hay alguna modificación. Por ejemplo: el cántaro a la cadera y no sobre el hombro. Lo sé, pero quise dejarlo así porque es cosa más redonda, más femenina la cadera y contribuye a la impresión total.

No sé si sabrás que unos cuantos vamos a publicar una revista de literatura, cuya dirección tiene Juan Ramón[7]. Está Dámaso, Bergamín[8], Salazar[9], etc. y estoy yo. Con esto salgo, empujado halagadoramente, de mi silencio para tomar la actitud que siempre he mirado con prevención del hombre que publica sus perpetraciones. Te contaremos como suscriptor de Ley[10], sin compromiso. Y digo sin compromiso porque las suscripciones se pagan vencidas, y cuando no se quiere no se pagan. No hay coacción aunque la publicación se titula «Ley». Además es cosa insignificante. Creo que Chabás[11] colaborará también. Se lo diré también a Alberti[12].

Espero que estés contento en París. Como estás ya muy formado, París te ha de sentar muy bien. No caerás en el peligro de los pintores tan jóvenes como tú pero menos formados que tú, de ser blanda cera, demasiado blanda cera ante cada impresión. Tuyo es el porvenir, amigo Gregorio Prieto, tuyo es el porvenir. Es una cosa gozosa ver a un hombre tan joven como tú, con un pincel de la calidad del tuyo y con todas sus dilatadas posibilidades por delante.

Mucho se te puede exigir porque mucho estás obligado a dar.

Me parece que he correspondido extensamente a tu recuerdo. Un rato que estés solo en tu hotel y sin gana de trabajar y sí con la de saludar a un amigo en Madrid, escógeme y cuéntame de tu vida y de tu plan de trabajo y de visita. En Serrano, 98, estoy y desde aquí te abrazo.

Vicente Aleixandre

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