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ESCENA I

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D. ALFONSO DE ESTE, con traje de colores magnífico; RUSTIGHELLO, vestido con los mismos colores, pero de tela más sencilla

Rustighello.—Monseñor, quedan ejecutadas vuestras primeras órdenes. Espero otras.

Alfonso.—Toma esta llave y vé á la galería de Numa. Cuenta todos los entrepaños de la ensambladura, comenzando en la grande figura pintada, que está cerca de la puerta y representa á Hércules, hijo de Júpiter, uno de mis antepasados. Cuando llegues al vigésimo tercero, verás una pequeña abertura, oculta en las fauces de una serpiente dorada, que es una serpiente de Milon. Mandó hacer el tal entrepaño Ludovico el Moro. Introduce la llave en esta abertura y aquel girará sobre sus goznes como una puerta. En el armario secreto que recubre verás, sobre una bandeja de cristal, un frasco de oro y otro de plata con dos copas esmaltadas. En el frasco de plata hay agua pura. En el frasco de oro hay vino preparado. Llevarás la bandeja, sin tocar á nada, al gabinete contiguo á esta cámara, Rustighello; y si nunca has oído á aquellos cuyos dientes castañeteaban de terror, hablar del famoso veneno de los Borgias, que en polvo es blanco y centelleante como polvo de mármol de Carrara, y que, mezclado con el vino, cambia el de Romorantino en vino de Siracusa, te guardarás bien de tocar al frasco.

Rustighello.—¿Es esto todo, monseñor?

Alfonso.—No; tomarás tu mejor espada, te estarás en el gabinete, de pie, detrás de la puerta, de manera que oigas cuanto aquí se diga y para que puedas entrar á la primera señal que te haga con esta campanilla de plata, cuyo sonido conoces. (Muestra una campanilla sobre la mesa.) Si digo sencillamente: ¡Rustighello! entrarás con la bandeja. Si toco la campanilla, entrarás con la espada.

Rustighello.—Basta, monseñor.

Alfonso.—Tendrás la espada desnuda en la mano, á fin de no tomarte la molestia de desenvainarla.

Rustighello.—Bien.

Alfonso.—Rustighello, toma dos espadas. Una podría romperse. Anda.

(Rustighello sale por la puertecilla.)

Un hujier (entrando por la puerta del fondo).—Nuestra señora la duquesa desea hablar á nuestro señor el duque.

Alfonso.—Haced entrar á mi señora.

Dramas: Lucrecia Borgia; María Tudor; La Esmeralda; Ruy Blas

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