Читать книгу Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen II - William Nordling J. - Страница 14
CAPACIDAD IMAGINATIVA
ОглавлениеLas percepciones de la capacidad sintética, junto con sus sensaciones constitutivas, se conservan a través de una capacidad perceptiva diferente llamada imaginación (Aquino, 1273/1981, I, 78.4). Esta capacidad, de orden superior, permite a una persona producir copias mentales o réplicas de sensaciones y percepciones. Estas réplicas pueden entonces ser percibidas a su vez (como, por ejemplo, cuando uno evoca una imagen mental de un árbol ante su «ojo interno» después de haber visto un árbol real con sus ojos corporales). Tales réplicas son parecidas a las «semejanzas» residuales de las experiencias primarias, similares a la impresión de una imagen dejada en la cera o un boceto de un objeto (Aristóteles, ca. 350 a. C./2000a, 450a31). A veces se han denominado «fantasmas» (Aristóteles, ca. 350 a. C./2000c, 428a1). En este caso, las llamaremos «imágenes mentales» (con la salvedad de que este término también lo usaremos para denotar sonidos, gustos, olores y sensaciones táctiles replicadas, así como objetos completos captados por la capacidad sintética).
Es la capacidad sintética que percibe una imagen mental producida por la imaginación (Aristóteles, ca. 350 a. C./2000a, 450a10-11). Cuando la consciencia de la capacidad sintética percibe una imagen mental como su objeto, la imagen es débil y se debilita en comparación con la percepción de un objeto real (Aristóteles, ca. 350 a. C./1994, 1370a29). A la vez, tales réplicas pueden ser tan eficaces como realidades presentes, para provocar el afecto en una persona (como el deseo o la aversión) (Aquino, 1268/1994a, §669). Elementos de objetos previamente percibidos (como por ejemplo, el oro o las alas de una estatua de un ángel) pueden ser retenidos en la propia capacidad imaginativa. La capacidad imaginativa permite a las personas combinar los elementos retenidos en nuevos diseños. De esta manera, es posible construir combinaciones totalmente imaginarias (como un centauro o un caballo alado) (Aquino, 1273/1981, I, 78.4). Mientras que la función retentiva de la capacidad imaginativa es común a todas las personas y otros animales, esta función combinada constituye una capacidad humana única (Wolfson, 1935, p. 122).
La imaginación se caracteriza adecuadamente como una capacidad perceptiva de orden superior y no como un sentido primario, ya que puede activarse cuando las realidades sensibles ya no están físicamente presentes: las imágenes mentales pueden ser recordadas por una persona después de que la sensación primaria haya cesado (como ocurre en los sueños) (Ashley, 2006, p. 205). No obstante, tal como hemos mencionado anteriormente, las sensaciones de los sentidos primarios nunca son falsas (consideradas estrictamente en orientación a propiedades sensibles específicas), aunque las síntesis de la imaginación pueden ser falsas al contrastarlas con la realidad (Aristóteles, ca. 350 a. C./2000c, 428a5-13, 428b18; véase también Aquino, 1268/1994a, §§641-647, §661; Frede, 2001, p. 163).
Así como la imaginación difiere de los sentidos primarios, también su modo de combinar las imágenes mentales retenidas difiere de la actividad de otras capacidades humanas, como la capacidad de formar opiniones. La formación de fantasías imaginativas puede implicar una especie de juego libre de invención (Aquino, 1268/1994a, §633). Mientras que la imaginación y la capacidad cognitiva, que forman las opiniones, producen combinaciones que son verdaderas o falsas en comparación con la realidad, una opinión que alcance el estatus de creencia implica, por parte de la persona, llegar a la convicción de su verdad mediante un proceso de razonamiento. Por el contrario, la formación de combinaciones imaginativas no presupone un proceso de razonamiento. Esto es evidente debido al hecho de que los animales distintos de los humanos pueden poseer algún tipo de capacidad imaginativa básica, pero carecen tanto de la capacidad de combinar imágenes de forma original como de razonar (Aristóteles, ca. 350 a. C./2000c, 428a19-25; también Aquino, 1268/1994a, §§649-650).
La capacidad imaginativa de la persona también puede diferenciarse de su memoria. Es útil esbozar esta diferencia, ya que la imaginación y la memoria se confunden fácilmente (Sokolowski, 2000, p. 69). El enfoque filosófico contemporáneo distingue estas dos capacidades a través de un análisis fenomenológico (es decir, mediante una consideración introspectiva de las realidades a la luz de cómo se experimentan). Este análisis yuxtapone el modo de consciencia que opera cuando una persona está enfocada hacia un objeto presente (lo que podría llamarse atención perceptiva) con el modo de consciencia presente cuando la persona está enfocada en la consciencia interior, como son los recuerdos o las fantasías (Sokolowski, 2000, pp. 71 a 75; Sokolowski, 2008, pp. 140 y 141). Asimismo, el modo de consciencia operativa cuando una persona está enfocada a los productos de su imaginación es diferente del modo de consciencia presente, cuando la persona está enfocada en sus recuerdos. La imaginación cumple la función de representar realidades para la consciencia, mientras que la memoria recuerda percepciones almacenadas, de realidades pasadas (Sokolowski, 2000, p. 67).
Otra diferencia entre la imaginación y la memoria es el realismo asociado a las percepciones almacenadas en nuestra memoria. En personas psicológicamente sanas, la certeza suele estar ausente en cuanto a la afirmación de la realidad de los productos de su imaginación (Sokolowski, 2000, p. 71). Solo un realismo muy limitado puede aumentar la capacidad imaginativa. Así se produce cuando fantaseamos con posibles futuros, que podrían ocurrir. Si bien esas proyecciones imaginativas hacia el futuro pueden permitir a la persona tomar decisiones, el temor a posibilidades meramente imaginarias también puede provocar una ansiedad infundada (Sokolowski, 2000, pp. 73 y 74).
Es necesario realizar una observación final sobre la relación entre la imaginación y la salud mental. Cuando una persona se encuentra sana, su intelecto regula el uso e influencia de su capacidad imaginativa. En otras palabras, el uso activo del poder de combinación de la imaginación (para producir una imagen compuesta que afecte de alguna manera a la persona) se encuentra siempre en las personas sanas subordinado a su intelecto y su volición (Aristóteles, ca. 350 a. C./2000c, 427b19; también Aquino, 1268/1994a, §633). No obstante, la capacidad imaginativa puede convertirse en una influencia predominante sobre una persona en momentos de enfermedad, sueño, enfermedad psicológica grave, o durante la aparición de fuertes pasiones como la ira (Aristóteles, ca. 350 a. C./2000c, 429a7-9; también Aquino, 1268/1994a, §670). Con respecto a este punto, sería útil observar la conexión entre la imaginación y las respuestas emocionales a los estímulos. Trataremos este tema en el próximo capítulo.