Читать книгу Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen II - William Nordling J. - Страница 9
RECEPTIVOS AL MUNDO EXTERIOR
ОглавлениеLas personas interactuamos con nuestro entorno físico y con toda la realidad a través de una jerarquía de capacidades. En el caso de la sensación, la actividad de cada capacidad sensorial constituye una actividad de la persona considerada como una unidad cuerpo-alma. La experiencia de sensación de la persona implica un cambio fisiológico determinado, como, por ejemplo, cuando los elementos de la retina responden al brillo y al color (De Anna, 2000, p. 48). Nuestras capacidades de percepción de orden superior, como capacidades fisiopsicológicas, reciben información del mundo físico circundante, reaccionan a él y se comprometen con él. Los receptores sensoriales especializados son únicos para cada capacidad sensorial y contribuyen a la realización de cada tipo de sensación particular (Kolb y Whishaw, 2009, p. 198). Estos receptores sensoriales pueden estar orientados exteroceptivamente a propiedades sensibles, que se encuentran fuera del cuerpo de la persona (como la forma de las cosas exteriores) o interoceptivamente, orientados a propiedades sensibles, fisiológicamente internas, en el cuerpo de la persona (como podría ser un dolor abdominal o de cabeza) (Kolb y Whishaw, 2009, p. 201). Los receptores de los sentidos están conectados con neuronas especializadas en el cerebro (Goldstein, 2010, pp. 26-27).
Las reacciones biofisiológicas instintivas a nivel reflejo (como la dilatación de la pupila del ojo con poca luz) actúan de manera prevolitiva (es decir, independiente del ejercicio de la voluntad). De manera similar, las inclinaciones naturales responden a sensaciones de los objetos en el mundo exterior alrededor de una persona. Entre ellas figuran la inclinación a la autopreservación (reacción a sensaciones de comida y bebida) y las inclinaciones que implican otras atracciones a objetos sensoriales (como las atracciones a otras personas en asociación con el disfrute del bien de la comunidad), que surgen antes del consentimiento de la voluntad. Algunas de estas inclinaciones naturales hacia las necesidades y bienes básicos disponibles en el mundo exterior son: a) comunes a todas las cosas (autoconservación); otras son: b) compartidas entre los seres humanos y otros animales (unión sexual y crianza de la descendencia); y otras son: c) propias de la naturaleza humana (inclinaciones naturales a conocer la verdad, especialmente sobre Dios, y a vivir con otros en una comunidad racionalmente ordenada, así como a apreciar la belleza) (Aquino, 1273/1981, I, 5.4 ad 1; I-II, 94.2; II-II, 145.2; Juan Pablo II, 1993, §51). El fracaso en el cumplimiento de estas inclinaciones propiamente humanas a través de la interacción con personas y objetos en el mundo exterior puede conducir a trastornos psicológicos. No obstante, esas inclinaciones suelen quedar ocultas bajo esos trastornos. Asimismo, estas inclinaciones subyacen a preceptos éticos, las vocaciones y las virtudes por las que estimulamos racionalmente la realización moral y espiritual (véase el apartado «Inclinaciones naturales, ley natural y norma personalista» en el capítulo 11, «Realizada en la virtud»).