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EL CIUDADANO ATÍPICO BAJO LA AMENAZA DEL NUEVO LABORISMO* RICHARD KLEIN**

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El estatuto del ciudadano atípico es el mejor que podemos esperar al final de un análisis, en la opinión de quien suscribe, siguiendo a Lacan. Para lograrlo, la herejía es el deber de todo analista. Es un deber freudiano contra el derecho al goce incorporado en el Health Professional Council (HPC) basado en los principios de la redención y de la máxima felicidad. Ciertos principios freudianos que se indican parecen ser postcoloniales, cuando los intentos de utilizarlos se hacen para aclarar la estructura del HPC y del Nuevo Laborismo en general.

El individuo que llamamos analista puede dejar de estar a la altura de su deseo. Estas fallas van desde las evidentes hasta las que nunca verán la luz del día. Nosotros estructuramos nuestra organización como un soporte del deseo del analista. Si no lo hemos hecho bien, es posible que hayamos perdido la oportunidad de prestarle nuestra atención. En nombre de la seguridad del paciente, el deseo del analista pronto quedará en manos de un Estado regulador. El Estado regulador tendrá sus propias ideas acerca de lo que constituye el deseo del analista. Una pregunta que nunca se me ha ocurrido antes se me presenta ahora: ¿a quién pertenece el deseo del analista? ¿Pertenece al analista, al Estado regulador, o pertenece al psicoanálisis como tal? ¿Pertenece a algo o a alguien?

La transferencia que no sea el deseo del analista pronto será una entidad jurídica. Hay transferencia entre el médico y el paciente. Esa transferencia es una transferencia legítima. La transferencia entre analista y analizante nunca ha sido legislada. Pronto lo será, y el deseo del analista podrá considerarse un comodín. Hay muchas otras cuestiones. Voy a dejar de preguntar con esta última pregunta: ¿el futuro del psicoanálisis pertenece al Nuevo Laborismo?

No puedo mejorar los argumentos de mis colegas contra el concepto del Health Professional Council, el HPC. Mi impresión es que nadie ha tenido una gran conversación con el Departamento de Salud. Nos invitan a un debate sobre la regulación estatal del psicoanálisis cuyo resultado ya ha sido decidido. Una gran conversación está basada en una tradición dialéctica que el Nuevo Laborismo abandonó con la cláusula 4, pensando, sin duda, que era estrictamente un concepto marxista. De lo contrario, ¿por qué el discurso del gobierno se ha vuelto tan rápidamente incompatible con tantos otros discursos, y mucho más con el discurso psicoanalítico?

Mi tesis es que el HPC funciona como un ideal del yo. Un objetivo que se inscribe en el principio de máxima felicidad. Es una felicidad que debe encontrar apoyo en la redención regulada por un ideal paterno. La redención es un efecto del Otro lado del psicoanálisis, esto es, del lado edípico. El principio de máxima felicidad se opone al mismo, basándose en la necesidad imperiosa de disfrutar al máximo. Lo llamamos superyó, que sitúa el goce en el campo del gran Otro. Desde la operación del superyó, el sujeto encontrará la redención a través del Padre o se convertirá en un criminal, o ambas cosas. Para mantener el propio estatuto de santo o pecador, el imperativo del superyó debe seguir funcionando. Si es obligación del sujeto, con el apoyo del analista, descubrir el bienestar, entonces el deber y el derecho al goce se muestran incómodamente próximos el uno del otro. Esto es válido para una parte de la estructura del HPC, una parte de la estructura del Nuevo Laborismo, y probablemente del neoconservadurismo. Es el deber del psicoanalista resistir al neoconservadurismo y convertirse en un hereje.

El concepto de redención es natural en la práctica política del Reino Unido. El Nuevo Laborismo no ha hecho más que llevarlo mucho más lejos de lo que era la práctica común entre los políticos en la sociedad británica contemporánea. El programa de modernización de Blair está motivado por dicho concepto. «He salvado el Servicio Nacional de Salud» (NHS, por sus siglas en inglés) es una de sus observaciones agonizantes. Él lo ha salvado del error de las vías antiguas. Unos días después, nos enteramos a partir de los representantes de oncología de que el NHS tiene el menor acceso a los medicamentos contra el cáncer de toda la UE. Su agonizante observación es una entre otras. Inscribirse en el HPC es ya una forma de redención. Esto conduce a la paradoja del neoconservadurismo. Seremos redimidos siempre que busquemos la mayor felicidad para el mayor número de pacientes y para nosotros mismos. Surgirán santos así como pecadores. Estos últimos pueden ser derivados a la justicia penal y a las prisiones del Nuevo Laborismo. La redención es un acto que salva al sujeto del error moral, incluso del mal. Es incompatible con la tradición dialéctica. Uno de los síntomas de esta incompatibilidad es la intransigencia con la que el Gobierno aplica los llamados programas de modernización. Lo que realmente quiere es salvarnos del modernismo.

Lacan sostiene la estructura de James Joyce como uno de los mejores resultados que se pueden esperar de un análisis.1 ¿Podría ser lo que el Nuevo Laborismo llama un objetivo? Vamos a llamarlo un objetivo poscolonial. En el estudio de Margaret Drabble sobre literatura inglesa, ella llama nuestra atención sobre un método de los colonizados que permite la apropiación de la lengua de los colonizadores. El colonizado ejerce su arte en dicha lengua con una intención subversiva. Ella no menciona a James Joyce. Pero él seguramente se ajusta al proyecto del uso subversivo del idioma del colonizador. Joyce hace de la lengua del colonizador una corriente de goce, y no una corriente de la conciencia.

Una vez logré decir algo acerca de James Joyce. Voy a tratar de decir un poco más. Cuando la independencia de Irlanda se pone en cuestión, él toma como equivalentes al Imperio Británico y al Imperio Romano en tanto absorbidos por la Iglesia. En esta equivalencia él no pertenece a la Irlanda de su tiempo. Se pregunta si vale la pena librar a Irlanda del yugo del Imperio Británico, mientras siga lastrada por el de los romanos. Por otra parte, desde su exilio todavía se aferra a Dublín, interrogando a sus visitantes irlandeses acerca de detalles geográficos precisos, molestándolos implacablemente para obtener información sobre Irlanda. No puede renunciar a su sentido de pertenencia. ¿Está la duda dividiendo al sujeto entre pertenecer y no pertenecer? La división por la duda es característica de la estructura neurótica. No hay mucho lugar para dudas en la estructura de un sujeto que está convencido de que su producción literaria mantendrá a los profesores ocupados durante siglos. Según Joyce, ello garantiza su propia inmortalidad.2 Él tiene una relación con la eternidad. El sujeto Joyce no está dividido por su propio goce entre un ciudadano que vive conforme a la doctrina aceptada y un ciudadano que no pertenece a ella. Es un sujeto del goce, y esto es lo que hace de él un ciudadano atípico.

El goce está hecho de aquellas formas de satisfacción que son específicas del sujeto y que no se pueden compartir. Son elementos heterogéneos fuera de la doctrina aceptada y deben caer mal a cualquier tendencia universalizante de la que la Iglesia Romana y el Imperio Británico son modelos ejemplares. ¿El individuo tiene derecho al goce? El artista puede llegar a compartir su goce de una manera socialmente valiosa. Pero nadie tiene el derecho al goce, dice Lacan.3 El goce le llegó a Joyce, quien anunció al final de Retrato del artista adolescente que él tenía un deber para con su arte. El goce al que tuvo acceso lo encontró como deber.4 Es tal el grado de certeza que acompaña a su deber, que él podría haberlo extraído del goce mismo. El deber de Joyce es proporcionarse a sí mismo algo a lo cual pertenecer.

Con el fin de evaluar nuestra práctica, ¿adoptará el Departamento de Salud una posición algo así como lo que hacen los críticos literarios evaluando a James Joyce? ¿Aceptará la subversión de la lengua del colonizador? ¿O tomará al típico ciudadano como estándar? Jacques-Alain Miller lo dice a su manera: la evaluación fuerza al sujeto a pasar de su estado singular al estado de uno-entre-otros.5 El sujeto neurótico alcanza un estado de pertenencia /no pertenencia a través de la división del sujeto. En su breve, y tal vez magnífica declaración, Jacques-Alain Miller afirma que el sujeto ha llegado a su división. Para ser evaluado, el sujeto debe pasar de la condición de ciudadano atípico a la de ciudadano típico. Éste sería un sujeto que ha llegado a su división entre pertenencia y no pertenencia a través del goce. En una evaluación que se basa en una norma universalmente aceptada, el ciudadano típico no puede rendir cuentas al Estado regulador por su goce. El ciudadano típico no puede ni siquiera representar su goce ante el regulador. El HPC habla el idioma del colonizador, el cual no puede ser subvertido. Uno llega a la conclusión de que la evaluación del tratamiento psicoanalítico en su orientación lacaniana va en contra del tratamiento que apunta a lo singular del sujeto y que no siempre es lo más soportable. La orientación del tratamiento se basa en un no-estándar, y no en un estándar inferior, sino en un no-estándar. El regulador del HPC será un promotor del estándar, y nuestra práctica va a desaparecer.

Comencé con algunas preguntas sobre el deseo del analista. La meta del analista es excluir de su deseo cualquier uso de la omnipotencia identificatoria. Uno de los efectos del deseo del analista es una «no pertenencia», que incluye la no pertenencia al HPC. El deseo del analista está por fuera de la influencia de un ideal del yo. Pertenece al discurso del psicoanálisis. El analista sólo puede pertenecer a una organización que también reconozca que él o ella no pertenecen a la misma. Para esta organización, el analista debe aferrarse como hizo Joyce a Dublín para continuar con su práctica.

¿Es el Nuevo Laborismo nuestro enemigo? Para que no sea el caso, debemos tratar de comprender su estructura de la mejor manera posible. Todo lo que se dice en los argumentos a favor y en contra de los documentos de identidad se refleja en los argumentos a favor y en contra de la regulación estatal del psicoanálisis. El ciudadano típico tiene una notable capacidad para imaginar el mundo distinto de como es. Él o ella monta el mundo con una escena que es el fertilizante de su identidad. Entre las características biométricas de su documento de identidad, que se supone deben ser muy particularizantes [particularising], los elementos heterogéneos del ciudadano atípico no se pueden encontrar porque éstos no pueden ser representados, al menos no de esta manera. El documento de identidad es una forma de tiranía que intenta poner fin a la ex-sistencia del ciudadano atípico. Apela a un significante mayor que el que indica el correcto nombre del sujeto en el documento, al significante del Nombre-del-Padre. La cédula de identidad representa el triunfo del Padre. Supone excluir lo real y enterrar lo particular en lo universal. Es decir, excluir la inclusión del goce en el campo del Otro.

Podemos descubrir qué posición tenemos para el Departamento de Salud en los últimos discursos pronunciados por Blair, dirigiéndose a las llamadas minorías étnicas. O mejor, ¿qué objeto somos para el Otro? El pueblo inglés es muy tolerante, dijo, y de esta tolerancia no se debe abusar. Otros ministros dicen algo diferente: que los ingleses están profundamente inquietos por la inmigración. La sola presencia de los inmigrantes constituye un abuso, tiene un valor traumático para los ingleses. Freud tenía una opinión diferente a la de Blair acerca de la tolerancia inglesa. Freud observó en 1920 que el inglés arroja todo tipo de calumnias a los escoceses.6 En un libro llamado No Mean City sobre el Glasgow de los años treinta, no había que esperar el insulto por parte del inglés. Elegir el ojo incorrecto de una persona podría haber significado un regreso a casa en ambulancia. Supongo que el primer ministro hubiera dicho que los elementos criminales en la cultura escocesa estaban actuando, aunque puede haber albergado el secreto pensamiento de que la cultura en sí misma era letal.

No me asombré tanto como cuando oí la opinión del primer ministro acerca de los adolescentes negros que van por ahí dándose puñaladas mortales unos a otros. Según Blair, la cultura negra es letal. Él no habla de elementos criminales en la cultura negra. Ésta es en sí el problema. Blair piensa que las pandillas negras de Londres son las únicas bandas que han existido. A pesar del título Gangs of New York, los significantes «pandillero» y «cazapandillas» [gangbuster] y la existencia de dicho libro No Mean City, resulta poco probable que el señor Blair tenga la misma opinión acerca de la cultura americana como acerca de la cultura negra en Londres. Para nosotros, por supuesto, hay un factor letal en todas las culturas.

Blair quiere ser un cazapandillas aumentando la cohesión social. Desde que el psicoanálisis se distribuye entre las pandillas, es vulnerable. Él utiliza el significante «británico» como un ideal del yo y como su llamada de retorno a la identidad, cuando la identidad nacional no está realmente en juego. En el Acta de Unión, el significante «británico» tuvo este efecto de unidad. Se debilitó con el paso de los años y se redujo gradualmente al principio de los puercoespines ateridos de frío. El principio fue formulado por Schopenhauer, y encontró su continuidad en una nota a pie de página de Freud.

«Un grupo de puercoespines se reunió muy estrechamente un frío día de invierno, a fin de beneficiarse mutuamente por la calidez y así salvarse de morir congelados. Pero pronto empezaron a sentir las espinas de los demás, lo que les indujo a separarse de nuevo. Y ahora, cuando la necesidad de calor los acercó de nuevo, por segunda vez apareció el mal. Así que eran impulsados hacia adelante y hacia atrás de un problema a otro, hasta que descubrieron una distancia media en la que podrían existir de un modo más o menos soportable».7 Esta distancia media es el efecto de lo que Freud llama el narcisismo de las pequeñas diferencias.8 El narcisismo de las no-diferencias es la relación imaginaria entre el yo y su imagen especular. El narcisismo de las pequeñas diferencias se juega en el plano de la relación simbólica con el ideal del yo.

Cuanto más trata el Nuevo Laborismo de restablecer un valor original al ideal del yo británico, más el escocés cierra filas en torno a un nuevo significante, cuanto más experimenta el inglés la cohesión social, más se separan las comunidades del norte de Inglaterra y más se distribuyen las escuelas conforme a divisiones raciales. Yo diría que hay demasiada identidad y demasiada cohesión social. Blair está tratando de anular el narcisismo de las pequeñas diferencias. Una forma de hacerlo es empezar a amar al vecino. Nadie puede tolerar una aproximación demasiado íntima con su vecino, de acuerdo con Freud.

El HPC representa su propia acta de unión. Se estructurará sobre la base del narcisismo de las pequeñas diferencias o dará paso a la presión del Nuevo Laborismo para alcanzar la identidad y la cohesión incluso entre las bandas psicoanalíticas. Se legislará la transferencia, lo cual hará imposible excluir la omnipotencia identificatoria del deseo del analista. Se tratará de armonizar las escuelas de psicoanálisis. Se nos arrastrará hacia absurdos conceptos de bienestar. Esto se hará mediante el establecimiento de objetivos hasta que se logre lo que se reconoce como un típico ciudadano del Nuevo Laborismo. Se quiere que todos nos identifiquemos con sus ideales.

Una forma más tradicional de aumentar la cohesión social es la de erradicar un grupo de entre los puercoespines. Freud explica que el pueblo judío, disperso por todo el mundo, ha prestado un servicio muy útil a la civilización de los países huéspedes.9 Al excluirlos, la hostilidad entre los miembros de una comunidad se reduce y aumenta el sentido de su unidad. Esto puede funcionar para todas las comunidades, tanto para la comunidad autóctona como para las minorías étnicas. Si Blair piensa que es conveniente hacer esta cohesión aún más intensa, entonces hizo lo correcto al denunciar la cultura negra como letal. Tiene el efecto de la exclusión de un objeto, dejando a la comunidad autóctona con un mayor sentido de unidad. Hay un principio freudiano aquí, que se ha conservado en conversaciones con Theodor Reik, y que parece estar asociado con el pesimismo freudiano. Freud le hace ver a su colega que si otra forma de educación de masas sustituye a la religión, como el socialismo en aquel entonces parecía estar haciendo, la intolerancia contra los extranjeros persistirá. Incluso llega a la conclusión de que si fuera el punto de vista científico el que obtuviera el mismo control sobre las masas, el resultado no sería diferente.10 La cohesión social siempre requerirá la exclusión de un objeto. Ésta es la conclusión pesimista de Freud. Pero continúa para poder pronunciarse sobre dicho objeto. Se refirió a sí mismo como un extraño (outsider), un no-perteneciente, según contó Reik. ¿Incluye esto a su propia organización, la Asociación Psicoanalítica Internacional (API)? ¿No deberíamos darle a Freud la condición de ciudadano atípico y resistir el intento higienista del Nuevo Laborismo de colonizarlo a él y a su práctica, tal y como lo vemos desde nuestra óptica lacaniana?

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