Читать книгу No desamparada - Jennifer Michelle Greenberg - Страница 16

Оглавление

El primer año de matrimonio fue de ensueño. Por fin había escapado. Se sentía amada y libre, y eso era emocionante. Pero entonces comenzó a entender, y eso asentó sus dudas. Le costaba confiar en la forma de ser extraña y paciente de su esposo. Más de una vez había peleado con él, movida por la paranoia de que su amor era falso, demasiado bueno para ser cierto.

Una noche, lo vio: vio a su marido lavando la loza.

«¿Te olvidaste de lavar la loza?», le dijo una voz en su cabeza. «Eres una esposa patética. Te va a abandonar. Le daría un máximo de dos años. Es un tipo paciente, pero tú no vales nada. Estarás sola. Abandonada».

Cuidado, pánico.

«¿Qué estás haciendo?», ella preguntó con firmeza.

«Lavo la loza», respondió algo confundido.

«¡Genial! Ahora sospecha de ti», susurró la voz. «No le muestres lo loca que estás. ¡Quédate tranquila! Tienes que esconderlo. ¡Contrólalo! Eres una esposa terrible. No puedes mantener la casa limpia, y cuando él trata de ayudarte con los deberes, actúas de forma absurda. A lo mejor no sirves para el matrimonio. Quizás él estaría mejor sin ti».

No quería verse demasiado alterada, o él podría notar que estaba loca. Sin embargo, su respiración se volvió irregular y las ganas de llorar aumentaron. Le pidió que parara y recalcó que podía ser una buena esposa. Le exigió que soltara la esponja y se alejara del lavaplatos. Su esposo, por su parte, siguió lavando la loza tercamente.

Cuando se rindió y salió de la escena, la voz se rio de ella.

«Eres estúpida, hipersensible y ni siquiera puedes mantener la casa limpia», dijo. «Solo eres un pedazo de carne. El sexo es la única razón por la que él seguirá contigo».

Esas palabras reabrieron una herida que ella pensó que había sanado. La amargura fue chocante, pero el veneno era familiar. De golpe, volvió a ser la adolescente en la casa de su padre, y él le estaba enseñando sobre el pérfido actuar de los hombres.

Fue entonces que se dio cuenta, para su espanto, de que la voz de su cabeza sonaba igual que su padre.

No desamparada

Подняться наверх