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¿Cómo se deben clasificar las parábolas?

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No todas las parábolas son iguales. El ordenamiento de las parábolas en diferentes categorías no es un ejercicio vano,43 ni una imposición de formas helenísticas en las parábolas judías si se reconoce que hay distintos tipos de parábolas. Las clasificaciones pueden meternos en problemas, puesto que las parábolas no necesitan conformarse a nuestra clasificación; aun dentro de una misma categoría, las parábolas son tan variadas como el lenguaje mismo. Por otro lado, el ordenamiento provee entendimiento conforme encontramos las pistas de parábolas relacionadas, para saber qué cambios interpretativos deberíamos hacer. El ordenamiento es nuestro, y no de Jesúsni de los evangelistas. Sin embargo, cuanto más comprendamos las similitudes o las disparidades que hay entre parábolas,mejor entenderemos su funcionamiento y mayor percepción tendremos de sus características. Ningún esquema de ordenamiento es perfecto y otras descripciones se pueden usar además de la mía.44 Lamentablemente, aún cuando las personas emplean las mismas palabras, ellas no siempre indican lo mismo.

Antes de describir el ordenamiento de las parábolas, necesitamos comprender que la palabra griega parabolē tiene un significado más amplio que la palabra castellana “parábola”. Consecuentemente, en los estudios bíblicos la palabra “parábola” tiene, por lo menos, tres significados diferentes. Primero, parabolēs se puede usar para casi cualquier dicho comparativo que intenta provocar reflexión. Se emplea para describir un proverbio como: “Médico, cúrate a ti mismo” (Lc 4.23);45 un acertijo: “¿Cómo puede Satanás echar fuera a Satanás?” (Mc 3.23); una comparación (Mt 13.33), un contraste (Lc 18.1-8), e historias simples (Lc 13.6-9) y complejas (Mt 22.1-14). Si “alegoría” es un género, entonces parabolē está también llena de alegorías completas (Mr 4.3-9). (Para una lista de las cincuenta veces que el NT usa la palabra parabolē, véase el Apéndice 1.) Todos estos significados derivan del sustantivo hebreo mashal, que generalmente se traduce parabolēen la LXX (veintiocho de las cuarenta veces) y es aún más amplio que parabolē. Además, mashal puede referir una burla, un oráculo profético o un sobrenombre. Cualquier dicho oscuro que provoque la reflexión es un mashal. (Véase el Apéndice 2, respecto del empleo del sustantivo y las formas verbales de mashal en el AT, y el Apéndice 3, sobre el uso de parabolē en la LXX.) En efecto, G. Gerhardsson clasifica casi todos los dichos de Jesús como meshalim (plural de mashal) y los divide en meshalim aforísticos y meshalim narrativos.46 Pero, como el mismo Gerhardsson admite, necesitaremos mayor precisión que ésta.

Segundo, también se puede emplear “parábola” en un sentido más restringido para aludir a cualquier analogía (ya sea una historia con doble significado o no), una definición que puede prescindir proverbios, acertijos y formas no narrativas. Tercero, un significado de “parábola” incluso más restringido proviene de la obra de Adolf Jülicher que distingue las parábolas (Gleichniserzählungen,en alemán) de las similitudes (Gleichnisse), narrativas de ejemplo (Beispielerzählungen), y alegorías (Allegorien), estas últimas, por supuesto, fueron rechazadas por Jülicher. De modo que, las similitudes, las narrativas de ejemplo y las alegorías son todas parábolas bajo la definición mencionada, técnicamente y bajo esta definición más restringida, hay una diferencia. Estas cuatro categorías todavía se utilizan, pero hay bastante confusión. Hay debate considerable sobre si la alegoría y las narrativas de ejemplo son categorías legítimas, respecto a qué califica como una similitud y si se puede o no distinguir siempre las similitudes y las parábolas.

Si dejamos de lado por el momento los debates de las categorías de narrativas de ejemplo y alegorías, solo queda las similitudes y las parábolas narrativas, y algunos se contentan en emplear solamente estas dos categorías.47 La sencillez es atractiva, pero no hace justicia a la variedad de formas. Incluso con la palabra “similitud” hay confusión. Jülicher usó el alemán Gleichnis que, por lo general, se traduce “similitud”, para cubrir dichos parabólicos (como, ciegos guía de ciegos en Mt 15.14 / Lc 6.39),48 el proverbio: “Médico, cúrate a ti mismo” (Lc 4.23) y las parábolas del constructor de la torre y el rey que va a la guerra (Lc 14.28-32).49 La mayoría hoy emplea correctamente el término “similitud” con un sentido mucho más limitado, y refieren a los dichos parabólicos o aforísticos como una categoría separada.50 Estos dichos aforísticos breves son generalmente comparaciones simples, como: “Ninguno puede servir a dos señores” (Mt 6.24 / Lc 16.13), y no trataremos en este libro.

Según argüía Kierkegaard, si las parábolas son medios indirectos de comunicación,51 entonces la mayoría de las parábolas de Jesús son comunicación indirecta doble, ya sean similitudes o parábolas narrativas. La comunicación directa se dirige al oyente sobre el tema a disposición. Por ejemplo, la comunicación directa sobre el Reino puede decir: “El reino es de valor supremo y vale todo lo que tú puedas dar.” La parábola del tesoro en el campo es comunicación indirecta doble porque no habla al oyente/lector sobre el tema a mano. Ella usa otra persona (la que halla) y otro tema (el tesoro) para dirigirse indirectamente al oyente. La parábola del hijo pródigo y el hermano mayor es comunicación indirecta doble. Esta trata sobre un hombre y sus hijos, no los oyentes/lectores, pero emplea otras personas y otro tema (sus relaciones) para hablar de Dios, de la relación con Dios y la de seres humanos entre sí. Una y otra vez notaremos esta doble falta de dirección.

Sugiero la siguiente clasificación, que es menos confusa y de mayor ayuda, para tratar las parábolas:

• dichos aforísticos

• similitudes (doble indirecta)

• parábolas interrogativas (doble indirecta)

• parábolas narrativas, de las cuales hay tres distinciones adicionales:

• parábolas narrativas de doble indirecta

• parábolas jurídicas, un tipo particular de parábola narrativa de doble indirecta

• parábolas narrativas de indirecta simple

• parábolas “cuánto más”

Debido a que no trataremos los dichos aforísticos, por razones prácticas emplearemos seis designaciones para las parábolas: similitudes, parábolas interrogativas, parábolas narrativas de doble indirecta, parábolas jurídicas, parábolas indirectas simples y parábolas “cuánto más”. Estas categorías se han determinado tanto por su forma como por su función. Con excepción de las parábolas “cuánto más” y las jurídicas, las categorías son mutuamente exclusivas. Las parábolas jurídicas son un tipo de parábolas de doble indirecta, y la lógica de “cuánto más” se puede usar con otras categorías. Estos seis tipos de parábolas merecen ser distinguidas, y ahora explicaremos sus características.

1. Similitudes. Si un símil es una comparación explícita que usa el comparativo “como” (en “Son como ovejas sin pastor”), las similitudes son símiles extensos. Con frecuencia se dice que ellas relatan un evento típico o recurrente o un proceso en la vida real, y que se expresan en el tiempo presente, pero ni lo uno ni lo otro es cierto. El tiempo no es un factor válido para distinguir formas. Algunos textos tienen dos o más tiempos verbales, y algunos usan el aoristo (como la parábola de la levadura en Mt 13.33).52 La similitud tampoco es necesariamente un evento típico o recurrente. ¿Encontrar un tesoro es algo típico o recurrente? La pauta de qué es una similitud se observa en la extensión de una analogía que carece de desarrollo de la trama. Es más que una comparación simple y puede incluir varias acciones o un período de tiempo. Por ejemplo, el Reino es como una mujer que tomó levadura y la escondió en tres medidas de harina hasta que todo fue leudado. Hay acción pero no trama, no se observa un problema que necesite solución o desarrollo de una situación de modo que haya una historia.53 Las similitudes, en ocasiones llamadas parábolas en sentido estricto, por lo general son más directas, menos afrentadoras y representativas que otras formas más desarrolladas. O sea, no dependen de las correspondencias entre las características individuales y la realidad para determinar el punto. (P.ej., el hombre en la parábola del crecimiento de la semilla, que duerme y se levanta y no entiende cómo crece, no corresponde a Dios ni a otra persona específica.)

2. Parábolas interrogativas.54 Su forma es diferente, incluso cuando estas parábolas son como las similitudes, pues no tienen desarrollo de una trama y muchas funcionan lógicamente como las similitudes. Las interrogaciones son una de las principales formas que las parábolas provocan interés y cautivan. Algunas comienzan con interrogantes, como: “Mas ¿a qué compararé esta generación?” (Mt 11.16 / Lc 7.31) o “Pero ¿qué os parece?” (Mt 21.28). Algunas incluyen interrogantes dentro de su narrativa, y otras concluyen con preguntas, en particular las parábolas jurídicas. Sin embargo, la categoría de las parábolas interrogativas concierne más que solamente preguntas de introducción e internas; más bien, agrupa todas las parábolas que se presentan enteramente como interrogantes. Un número de estas parábolas son: “¿Quién de vosotros?” (tis ex hymōn), la forma es muy común y diferente y merece que se la reconozca.Ejemplos obvios son las parábolas de la Oveja perdida y El amigo necesitado. Con frecuencia, la pregunta “¿quién de vosotros?” se pierde en la traducción. En otras versiones como la NVI, y la RV95 leen así: “Supongamos que uno de ustedes”, lo cual es lamentable (véase Lc 11.5). Las parábolas interrogativas no difieren mucho de las judiciales, porque ambas establecen situaciones hipotéticas, apremian al lector/oyente que responda a la interrogante y le obliga a que transfiera esa respuesta a otra situación. (Además, las parábolas judiciales tienen un elemento de acusación.) La pregunta: “¿Quién de vosotros?” siempre espera una respuesta negativa: nadie actuaría como la persona que describe la parábola.55

3. Parábolas narrativas de doble directa. Las parábolas narrativas, en sentido restringido, son metáforas (contra Jülicher) extendidas en analogías con tramas. Si una metáfora es una comparación implícita que no emplea “semejante a” o “como” (p.ej., “Vosotros sois la sal de la tierra”), una parábola es una historia ficticia que narra un evento particular, que por lo general se emplea en tiempo pasado, con la intención de comunicar una verdad moral o espiritual (p.ej., el hijo pródigo). Los tres tipos de parábolas narrativas tienen desarrollo de la trama.56 Algo sucede en la narrativa que crea un problema o una posibilidad, y entonces otros hechos suceden que pueden, o al menos potencialmente, manifestar el propósito o la conclusión. La parábola de la gran cena (Lc 14.15-24) es un ejemplo obvio. Si hay propósito, a menudo el diálogo en la parábola indica dónde empieza la solución. Algunas parábolas son intencionalmente abiertas (o sea, no terminan), y obligan a los oyentes o lectores a pensar qué debería suceder, como en el caso de la parábola de la higuera estéril (Lc 13.6-9). Algunas personas piensan que la distinción entre similitudes y parábolas no es muy clara,57 pero la presencia o ausencia del desarrollo de la trama es base fiable para la distinción. Sin embargo, la distancia entre la parábola y la realidad varía drásticamente de una parábola y otra.

4. Parábolas jurídicas. Como un compartimiento de las parábolas narrativas de doble directa,58 éstas se encuentran entre las más conocidas y eficaces. Por esconder su referente, las parábolas jurídicas producen la autocondenación del oyente o auditorio mediante la ayuda de una imagen. Impone al oyente a juzgar las circunstancias de la parábola, y corrido el velo, el oyente percibe que ha juzgado a sí mismo.59 Kierkegaard describió la comunicación indirecta como “pensamientos que hieren por la espalda”,60 que es una descripción especialmente apta para las parábolas jurídicas. La parábola jurídica más conocida trata de la corderita, que el profeta Natán relató al rey David (2 S 12.1-14).61Además, argüiré que son jurídicas las parábolas de Jesús sobre los dos hijos (Mt 21.28-32), los labradores malvados (Mt 21.33-45 / Mc 12.1-12 / Lc 20.9-19) y el prestamista (Lc 7.40-47). Este tipo de parábola casi siempre y por necesidad requiere explicaciones de cierre, algo que apunte el dedo acusador hacia el oyente y que explícitamente indique el error de la persona. La parábola del buen samaritano es sencilla e indirecta, pero está muy cerca de ser una parábola jurídica. La interrogante final de Jesús al escriba requiere una respuesta que resulta en una autocondenación.62 Lo mismo podemos decir de la parábola del fariseo y el publicano (Lc 18.9-14).

5. Parábolas indirectas simples. La mayoría de estas parábolas tradicionalmente se han llamado historias ejemplo. La explicación usual es que el propósito primordial de estas parábolas es presentar un personaje positivo o negativo (o ambos) que sirva como ejemplo para imitar o cuyas características y acciones se deban evitar. Ya sea explícitamente o de forma implícita, la historia dice: “Ve, y haz tú (o no hagas) lo mismo” (cf. Lc 10.37). Particularmente sólo cuatro parábolas, todas en el Evangelio de Lucas, se identifican como historias ejemplos: el buen samaritano, el rico insensato, el rico y Lázaro, y el fariseo y el publicano.63 Varios eruditos rechazan esta categoría y no les impresiona porque consideran que es una enseñanza moralista, porque otras parábolas también dan ejemplos que imitar o evitar, y especialmente porque suponen que todas las parábolas deben ser metafóricas. Ellos consideran que estos cuatro relatos fueron también metafóricos en un principio, o de lo contrario no son parábolas, y si fueron originalmente historias metafóricas, entonces los evangelistas las transformaron en relatos moralistas. D. Via excluye estas cuatro narrativas de la categoría de parábolas.64 J. D. Crossan piensa que las cuatro fueron originalmente parábolas de reposición enfatizando que evidentemente el Reino produce un cambio, pero la tradición las ha transformado en mandatos morales.65 Por ejemplo, Crossan opina que el Buen samaritano, a nivel literal, causa un desorden en el mundo de los oyentes, y que el tema metafórico es el Reino que irrumpe repentinamente en la conscienciay demanda que se revierta el orden común de las cosas.

Confieso que, por un tiempo, traté de mantener la categoría de historias ejemplo, pero al final este título es tan inadecuado como inapropiado. Otras parábolas claramente dan ejemplos de los comportamientos que se deben imitar o evitar. Inmediatamente pensamos en la parábola de los dos deudores, el prudente y el insensato, y el siervo fiel y el siervo malo, el tesoro escondido, los dos hijos, los labradores malvados. Ninguna característica de su forma o contenido distingue las así llamadas historias ejemplo de otras parábolas.66

Aun así, no es suficiente el intento por demostrar que ellas eran originalmente imágenes metafóricas del restablecimiento del Reino. Obviamente, esta explicación no es específica ni convincente. ¿Podrían acaso los oyentes percibir verdaderamente en el samaritano una reposición de valores y llegar a la conclusión implícita de que el Reino debe tener esa reversión, y especialmente cuando la parábola no menciona el Reino? La reversión de valores puede entrar en vigor fácilmente con una historia indirecta simple al igual que con una parábola de doble indirecta o metafórica.

Estas cuatro parábolas funcionan en forma diferente; yo agregaría una quinta parábola, la del mayordomo infiel. Estas historias tienen argumentos desarrollados, pero no son metafóricas en la misma forma que son otras parábolas. Otras parábolas son analogías que tratan con dos ámbitos diferentes y con dos niveles de significado: son historias de doble indirecta. A través de ellas percibimos un tema diferente del que está en la narrativa; o sea, en realidad no se trata de semillas, tesoros, señores y siervos, sino de Dios, el Reino, y el pueblo de Dios. La interpretación de otras parábolas incluye una transferencia del tema de la narrativa a algún otro tema. Estas cinco historias no asocian ámbitos diferentes; ellas tratan los temas que narran: la ayuda del samaritano, la riqueza de un rico insensato, y otros. No se requiere una transferencia a otro ámbito y, por lo tanto, nos justificamos al hablar de “peculiaridad relativa”.67 Ellas se dirigen al lector indirectamente al hablar de otra persona, pero también directamente, al tratar el tema en cuestión. La parábola del rico insensato se dirige indirectamente al lector a través del rico, pero refiere directamente el tema de la riqueza. Son ilustraciones de la realidad misma.68 Estas cinco parábolas necesitan un título diferente, y la mejor alternativa es llamarlas por lo que son: parábolas narrativas indirectas simples.69 Hay más detalles respecto del debate de las “historias ejemplo” en conexión con la discusión sobre la parábola del buen samaritano,70 pero el título“historia ejemplo” es tanto inadecuado como inapropiado.

6. Parábolas “cuánto más”.71 Esta categoría no se determina por la forma sino por la función, y las parábolas “cuánto más”, por carecer de un término mejor, pertenecen también a otras clasificaciones. Algunas son parábolas interrogativas sin desarrollo de trama, mientras que otras son narrativas con desarrollo de trama. La mayoría de ellas ya sea tácita o explícita contrastan la acción humana con la de Dios. La lógica, bien conocida en los escritos rabínicos,72 es la que se encuentra en Mt 7.11 / Lc 11.13: si un padre humano sabe dar buenas cosas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre que está en los cielos dará buenas cosas? El contraste entre dos personas o entidades es una característica de muchas parábolas,73 pero la función de la parábolas “cuánto más” es resaltar que la acción de Dios excede mucho más o que en nada se compara con la persona que ilustra la parábola.74 Quizá no haya señales explícitas que adviertan al lector que la parábola funciona para contrastar la conducta humana con la divina, pero el contexto, la conclusión, o la naturaleza de la parábola por lo general dejan poca duda. Un ejemplo obvio es la parábola de la viuda y el juez injusto, este magistrado no se parece en nada a Dios. También es posible que el contraste sea entre la acción humana y la que se espera del pueblo de Dios.

Comprendiendo las parábolas de Jesús

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