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Características de las parábolas de Jesús

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Las parábolas de Jesús principalmente son breves, aun lacónicas. Las parábolas emplean solo palabras necesarias. Son sencillamente directas. B. Gerhardsson identifica cincuenta y cinco mashālim narrativas, de las cuales treinta y tres (el 60 por ciento) tienen solo cuatro versículos o menos y solo nueve de las cincuenta y cinco (el 16 por ciento) tienen diez versículos o más.85 Las parábolas tienen una extensión de uno a veintidós versículos. Por lo general, su brevedad excluye detalles innecesarios. Se omiten personajes y descripciones no necesarios, y pocas veces trata sobre los motivos. Se ignoran las interrogantes que consideramos importantes. Los detalles de las personas son “descripciones superficiales”, en el lenguaje de los expertos en relatos. O sea, se da pocas particularidades de los personajes como apariencia, historia o psicología, de modo que uno pueda efectivamente imaginar la persona. A excepción de Lázaro yAbraham en la parábola El rico y Lázaro (Lc 16.19-31), todos los personajes son anónimos. Debido a esta brevedad, no es válido preguntar dónde está la madre en la parábola del hijo pródigo. Esta brevedad también significa que se omiten o reducen las acciones, y deja que el lector complete lo obvio. Nótese en la parábola de la gran cena (Lc 14.16-24) cómo ésta se reduce en los versículos 21 y 22; el oyente o lector debe suponer que el siervo cumple el mandato dado en el v. 21b de invitar a los rechazados de la sociedad, y en el v. 22 éste afirma que está listo para el siguiente paso.

Las parábolas se destacan por su simplicidad y simetría. Nunca hay juntas dos o más personas o grupos en una misma escena.86 No vemos una relación simultánea del padre con su hijo pródigo y el hermano mayor, sino con cada uno de ellos por separado. La simplicidad y la simetría de las parábolas es evidente, como en el folclore de otros lugares, porque centran en dos o tres personajes (o grupos), aun si se menciona un número mayor. Nótese de nuevo la parábola de la gran cena, que habla de un hombre que invitó a muchos a un banquete, pero se mencionan sólo tres personas y habla de ellas como si fueran la lista completa de los invitados. Las descripciones de los personajes y las acciones en las parábolas a menudo usan estructuras balanceadas, contrastes, repeticiones y paralelismos de tal forma que los patrones de simetría resultan obvios. Nótese, por ejemplo, la simetría en las parábolas de los dos deudores (Mt 18.23-35) y de los talentos (Mt 25.14-30). Prestar atención a la simetría es clave en la interpretación, pero no se debe forzar la simetría en las parábolas.

Las parábolas de Jesús centran mayormente en los seres humanos. Con excepción de la versión de Marcos de la parábola de la semilla de mostaza (4.30-32), aun las parábolas que comparan el Reino con una semilla incluye un sembrador humano de la semilla. En apariencia, las parábolas de Jesús no son narrativas que describen a Dios o el mundo animal o la naturaleza. Son “narrativas de costumbre”87 y reflejan lo que tenían en común las personas de la Palestina del primer siglo, la vida de agricultores, pastores, señores y siervos, mujeres, padres e hijos y ocasionalmente la de reyes. Su humanidad las hace interesantes en sí mismas, pero mediante el reflejo, ellas tratan de cambiar el comportamiento y hacer discípulos. Su propósito principal es motivar una respuesta en las personas.

Las parábolas son descripciones ficticias de la vida cotidiana, pero no necesariamente representan eventos cotidianos. Es todo lo contrario. Algunas son realistas y otras no.88 Algunas pueden referir eventos históricos, pero no describen historias verdaderas. Debido a las hipérboles y los elementos de sorpresa o casualidad, las parábolas con frecuencia son pseudorealistas y contienen elementos que impresionan.89 Por ejemplo, es poco probable que alguien de la Palestina del primer siglo tuviera una deuda de diez mil talentos (equivalente a millones de dólares), como sucede en la parábola de los dos deudores (Mt 18.23-35). Además, los eventos en la parábola de los obreros de la viña, donde el dueño de la viña sale cinco veces a contratar obreros, es imposible, a menos que el viñedo estuviera al lado de la plaza. Sin embargo, se ha enfatizado demás el elemento sorpresa en las parábolas de modo que se supone que todas las parábolas no son lo que se espera y que “trastorna el mundo”.90 Es cierto que algunas parábolas desordenan el mundo, pero muchas no. No se debe forzar a que todas las parábolas funcionen de la misma manera.

Las parábolas son atractivas; se narran para crear interés, y con el empleo de varias tramas atrae oyentes y les obliga a tratar con los temas de la parábola. Ya se han mencionado los elementos de sorpresa y turbación. Las parábolas también usa el soliloquio (en particular en Lucas), el diálogo, la exageración y los detalles concretos. Las parábolas urgen a la introspección y requieren una decisión. A menudo demanda que el oyente o lector juzgue los eventos de la historia y entonces requiere que este dicte un juicio similar sobre temas religiosos. Veintidós parábolas empiezan con una interrogante como “¿Cuál de vosotros…?”, “¿Qué pensáis…?” o “¿Cómo…?”91 Otras parábolas usan interrogantes al final del relato. Aun cuando no haya preguntas explícitas, las parábolas tienen la intención de responderlas. Encontrar la interrogante implícita que la parábola trata de responder es clave para la interpretación. A menudo las parábolas de Jesús llegan como una respuesta a la afirmación de otro. La intención de las parábolas es causar un pensamiento, usualmente un pensamiento nuevo e inesperado, a fin de entender para dar una respuesta. Un número de parábolas termina con la afirmación: “El que tiene oídos para oír, oiga” o algo similar, lo cual es un llamado a discernir más allá del pensamiento superficial, a entender el impacto de la parábola. Muchas parábolas objetan implícitamente la opinión de Jesús con la de sus oyentes. No es sorprendente que las parábolas con frecuencia generen interrogantes sin dar indicios de las respuestas. ¿Qué habría hecho el buen samaritano si hubiera pasado mientras los ladrones herían a la víctima? En esta manera las parábolas, más allá de su propósito comunicativo, son medios para la reflexión y la teología. Sin embargo, se debe tener sumo cuidado, porque en este punto también se pueden distorsionar las parábolas.92

Debido a que las parábolas con frecuencia tratan de reorientar el pensamiento y la conducta, al repetirse la enseñanza de Jesús en otros lugares, las parábolas con frecuencia contienen elementos de contrariedad.93 No todas las parábolas emplean una oposición pero, si las pone en práctica, se vuelven instrumentos poderosos de cambio que Jesús empleó. Cuando las parábolas causan cambios, entonces obligan la toma inesperada de decisiones y asociaciones. El Publicano es justo, no el Fariseo; el Samaritano es el vecino, no la élite judía; David es el culpable, no alguna persona terrible que cualquiera condenaría.

Con el propósito de producir una respuesta y elementos como la contrariedad, generalmente el asunto crucial de las parábolas está al final, donde funciona como la nota resaltante de un chiste. Los intérpretes, con legítimo derecho, invocan la “regla de la tensión final”, la cual requiere que la interpretación centre en el desenlace de las parábolas. Por supuesto, algunas parábolas son tan breves que esta pauta resulta irrelevante, pero eso no significa que se debe ignorar el resto de la parábola. La regla es relevante, pero solo a nivel secundario, para las parábolas que establecen contrastes (como la del prudente y el insensato en Mt 7.24-27 / Lc 6.47-49), y es menos pertinente para otras (como las parábolas interrogativas). Cada parábola se debe interpretar por sí misma. De todas formas, la regla de la tensión final es una buena práctica.

El enfoque al final de la parábola plantea la interrogante sobre la legitimidad de las explicaciones con palabras de conclusión de las parábolas, y que a menudo los estudiosos del Nuevo Testamento suprimen. Aunque algunas parábolas carecen de explicación, muchas sí las tienen. Las explicaciones son naturales y muchas veces necesarias porque, en muchos casos, la analogía no es completa o clara hasta que se da alguna indicación sobre el referente. Por lo general, esto se logra con afirmaciones como “Así también…”.Todas las historias con parábolas en el Antiguo Testamento tienen explicaciones antes o después, y tales conclusiones son características regulares en las parábolas rabínicas. A menos que se piense que Jesús era un relator de enigmas, también se debe hacer justicia a las explicaciones. En particular con las parábolas polémicas, la historia carece de afrentas hirientes hasta que se aclara el referente. La única ocasión que uno podría relatar una parábola polémica sin emplear la observación aguda es cuando el relator consideraba que la intención es obvia o si la confrontación es tan amenazante para ser explícita.

Las parábolas se relatan en un contexto. Contrariamente a las fábulas de Esopo, las parábolas de Jesús no son historias generales con una verdad universal. Por lo menos, parcialmente ellas se basan en la realidad que tratan de mostrar, de lo contrario no podrían determinar su punto.94 Las parábolas hablan de contextos específicos en el ministerio de Jesús. Lo cual también sucede con la mayoría de las parábolas rabínicas y greco-romanas. Las parábolas no sirven para sí mismas; no se relata una parábola para provecho propio, sino que sirven para un propósito didáctico específico que produzca cambios en las creencias y las acciones.95 Este es uno de los puntos más significativos y debatidos sobre la interpretación de las parábolas. ¿En qué medida es el contexto que dan los evangelistas el marco apropiado para la interpretación? Es claro que no se preservó el contexto específico de muchas parábolas, según evidencia el orden temático (como atestigua Mt 13) y el trabajo de redacción de los evangelistas. Pero, en otras parábolas se han preservado contextos específicos (como atestigua la parábola de los labradores malvados). Discutiremos este problema más adelante y también en conexión con cada parábola individual, pero mi preocupación mayor aquí es resaltar el contexto general del ministerio de Jesús en la Palestina del primer siglo. No sería legítimo separar las parábolas de Jesús de ese contexto y reubicarlas en otro.96 Cambiarlas de contexto no permitirá la interpretación de las parábolas de Jesús, y tampoco que la escuchemos, sino que haría de uno el creador de una parábola con materiales ambiguos.

Las parábolas de Jesús son teocéntricas. He mencionado que las parábolas proponen cambiar el comportamiento y hacer discípulos, mediante relatos acerca de Dios y su reino, la nueva realidad que Dios busca establecer en la tierra. Los intentos de negar las referencias en las parábolas respecto al Reino no tienen base válida. Cuánto refleja la propia vida y obra de Jesús en sus parábolas es tema de debate entre los exégetas, y trataremos al respecto en las parábolas individualmente.97 Aunque algunas parábolas como la de los labradores malvados, pueden tener referencias de cristologías, la mayoría no tratan directamente sobre Jesús. Ellas tratan de Dios, el reino de Dios, y lo que Dios espera de las personas. Muchas parábolas son “monárquicas”; o sea, la figura dominante es la de un padre, amo, o rey, que por lo general es un arquetipo de Dios. Algunos niegan que esas figuras de soberanía se refieran a Dios,98 pero estos intentos malinterpretan cómo funcionan las parábolas, fracasan en mostrar la realidad del contexto del Antiguo Testamento y de los judíos donde se dio las parábolas, y por ende deja las parábolas de Jesús vacías y sin eficacia. Las figuras de monarquía, con facilidad se pueden distorsionar, si olvidamos que ellas aparecen en las parábolas, sin embargo no cambia el hecho de que señalan a Dios.

Con frecuencia las parábolas aluden a textos del Antiguo Testamento. Aunque las parábolas de Jesús no son exegéticas como las parábolas rabínicas, algunas de ellas adaptan temas del Antiguo Testamento y, más de lo que se reconoce, algunas aplican textos e ideas específicamente del Antiguo Testamento.99

La mayoría de las parábolas aparecen en colecciones más extensas de parábolas. Además, a veces están organizadas en dobles (p.ej., las parábolas de la semilla de mostaza y de la levadura) y triples (las parábolas de perdidos en Lucas 15 o las que tratan de Israel en Mt 21.28—22.14). Las dobles y las de combinaciones más extensas fortalecen y exploran un tema mediante el uso de dos o más imágenes para determinar el mismo punto o puntos parecidos. Por ejemplo, la sal y la luz se usan para explicar el carácter del discipulado (Mt 5.13-16). A menudo, tales colecciones tienen paralelos en los escritos rabínicos. Con frecuencia, parece que la organización es la obra redactora de los evangelistas, pero algunos pares probablemente provienen de Jesús mismo. En Lucas, un número de parábolas están organizadas en una convergencia paralela conforme a la forma de la “narrativa de viaje” (o sea, el amigo necesitado en 11.5-8 y la viuda y el juez injusto en 18.1-8).

A parte de esta lista de características generales, debemos reconocer también que hay características específicas de cada uno de los evangelistas. Claro que las tendencias de redacción de cada evangelista se extienden a sus parábolas, de modo que el tema que interesa a cada uno (como el interés de Lucas por el dinero) se evidencia en las parábolas. Las características de las parábolas en Marcos son más difíciles de identificar porque son muy pocas. Las características de las parábolas en Lucas son las más fáciles de identificar. Lucas evidencia una preferencia por el soliloquio, por las parábolas que empiezan con anthrōpos tis (“cierto hombre”), y por las parábolas tis ex hymōn (“quien de vosotros”). Goulder arguye que las parábolas de Lucas son primariamente imperativas, mientras que las de Mateo tienden a ser indicativas, una distinción que es exagerada, puesto que varias parábolas de Mateo tienen un énfasis absoluto.100 Goulder y otros juzgan las parábolas de Mateo más alegóricas, pero en realidad se debe a la imposición de la alegoría en Mateo, lo cual probablemente nunca fue su propósito.101 Mateo tiende a operar en mayor escala respecto al número y la condición social de sus personajes, pero ofrece menos descripciones específicas de las que Lucas provee de sus personajes. La referencia específica al Reino es menos frecuente en las parábolas de Lucas que en las de Marcos y, especialmente en las de Mateo.102

Una buena parábola crea distancia, provoca y apela.103 Al crear distancia provee espacio al oyente/lector para reconsiderar; uno no siente que debe defender su espacio. Mediante la provocación, la parábola requiere nuevos canales de pensamiento, y mediante la apelación busca decisiones que conformen el comportamiento del oyente con el propósito del relator.

Sin embargo, no todas las parábolas operan de la misma manera. Las parábolas tienen niveles diferentes de opacidad; o sea, la facilidad que uno tiene para ver los personajes varía de parábola en parábola. Algunas son diáfanas y el oyente/lector sabe con facilidad que una historia en particular lleva un propósito, y la realidad que muestra es obvia desde el principio. Principalmente este es el caso cuando el relator y los oyentes comparten un considerable acuerdo o cuando la parábola es una acusación profética.104 Cuanto más uno intente determinar un punto fuerte, más probable es que se evidencie la realidad. En cuarenta y nueve versículos (Cap. 23), Ezequiel condena la prostitución de las dos hermanas Ahola y Aholiba, pero ya en el v. 4 explícitamente se las identifica como Israel y Judá. En Oseas 2, Gomer, la esposa del profeta es un velo fino para el Israel servidor de Baal.105 Obviamente, tales ejemplos hacen absurdo cualquier deseo de borrar cualquier cosa en una parábola con referencia externa. Cuanto más sea la parábola un instrumento profético, más se espera que se manifieste la realidad. Un ejemplo en Mateo (22.1-14) de parábola diáfana es la fiesta de bodas. Uno sabe rápidamente que esta no puede ser una historia de una boda verdadera; más bien muestra el fracaso de Israel. Tratar la parábola como un evento real sería una gran distorsión. Otras parábolas son inescrutables; no revelan su objetivo sino hasta que se haya hecho los juicios de auto imputación. Entonces, se añade un nimshal, una explicación que evidencia la intención de la parábola. Unos ejemplos clásicos son la parábola de Natán a David (2 S 12.1-12) y la de los labradores malvados (Mt 21.33-46 y sus paralelos). De todas formas otras parábolas ni son diáfanas ni subrepticias; ellas simplemente presentan una analogía que quizás sea o no clara sino hasta que se complete la narrativa. Algunas ya no son claras en su forma actual y se las debate fuertemente. Por ejemplo, los obreros de la viña (Mt 20.1-16), no es fácil de explicar. Está claro que se debe analizar cada parábola por sí misma para determinar cómo funciona.

Comprendiendo las parábolas de Jesús

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