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De búho a alondra

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Ser un búho en la adolescencia provoca discusiones con los padres y puede ser muy inconveniente en la adultez.

Hace poco conocí a un búho, Marie, que trabaja de tiempo completo y tiene dos hijos de tres y cinco años. Ha sido búho desde la adolescencia y me contó que si pudiera, se dormiría entre las dos y las tres de la mañana y despertaría en torno a las once.

Como tiene dos hijos pequeños no puede, además entra a trabajar a las 9 a.m., entonces se acuesta en torno a las 11 p.m., pero se queda despierta hasta las 2 a.m. o más tarde.

A las 7 a.m. la despierta bruscamente la alarma o los niños, que piden entrar a su cuarto. Su esposo, también un poco búho, se desempeña muy bien con cinco o seis horas de sueño. Pero Marie no. Me contó que casi todas las mañanas despierta devastada.

Ha probado todos los remedios obvios, como hacer ejercicio o no despertar tarde los fines de semana, pero nada funciona salvo los somníferos, y no quiere tomarlos toda la vida.

La buena noticia para gente como Marie es que sí es posible transformarse en alondra en sólo tres semanas y sin medicamentos.

Se consigue reiniciando los relojes internos. Al controlar la exposición al sol y organizar los horarios de comida.

Para demostrarlo, investigadores de la Universidad de Monash, Australia, reunieron a 22 búhos, hombres y mujeres que acostumbraban acostarse a las 2:30 a.m. y despertar a las 10 a.m.¹¹

Les pidieron seguir nueve reglas sencillas en el transcurso de nueve semanas:

1 Despertar dos horas más temprano de lo habitual, que para este grupo implicaba a las 8 a.m.

2 Salir en las mañanas y exponerse a mucha luz solar.

3 Desayunar lo más temprano posible.

4 Ejercitarse en la mañana.

5 Comer a la misma hora todos los días.

6 Evitar la cafeína después de las 4 p.m.

7 Evitar siestas después de las 4 p.m.

8 Evitar las luces brillantes en la tarde y acostarse un par de horas más temprano de lo habitual, o sea, a la media noche.

9 Respetar este régimen todos los días, incluso los fines de semana.

Tres semanas después los búhos habían atrasado sus relojes biológicos dos horas. Además de acostarse más temprano, las pruebas revelaron que la presencia de melatonina, la hormona que induce el sueño, alcanzó su nivel más alto dos horas antes.

Al cambiar sus relojes biológicos se sintieron menos somnolientos durante el día y, en general, más satisfechos con sus vidas. Mejoraron sus puntajes de depresión y estrés, así como los resultados de sus pruebas cognitivas. Incluso aumentó su fuerza física.

Duerme en un dos por tres

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