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Los relojes internos

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Además de la acumulación de adenosina, el otro factor importante que fomenta el sueño es el reloj circadiano. En las profundidades del cerebro hay un pequeño grupo de células llamadas núcleo supraquiasmático (NSQ).

Si caváramos un agujero en el entrecejo, siguiéramos hasta llegar al hipotálamo y metiéramos un electrodo, se escucharía el tictac del reloj.

Es curioso, pero el reloj circadiano no marcha igual que un reloj de 24 horas. Algunos andan más rápido que otros. Si tienes un reloj rápido, entonces eres una alondra, es decir, despiertas temprano. Si es lento, te gusta despertar tarde, así que eres un búho. El motivo por el que no nos desfasamos terriblemente es porque todos los días la luz reinicia nuestros relojes internos.

Los rayos del sol pegan en receptores oculares que no tienen nada que ver con la vista, están vinculados con el NSQ. Y éste envía señales a otras partes del organismo, incluido el intestino, para avisar que ha comenzado otro día y es hora de moverse. Es como despertar a los niños: “¡Arriba, desayunamos en 20 minutos!”

Del mismo modo, así como nos gusta encontrar una casa cálida cuando nos levantamos, el NSQ aumenta la temperatura corporal antes de despertar para que te prepares y empieces el día.

A primeras horas de la mañana también apaga la producción de melatonina, una hormona conectada al reloj cerebral que éste segrega cuando oscurece para indicarte que es hora de dormir (más adelante entro en detalle), y activa la liberación de cortisol, la hormona del estrés.

Lo que complica un poco las cosas es que cada uno de nuestros órganos tiene su propio reloj conectado al reloj principal, pero que no necesariamente se rigen por él. Por ejemplo, el reloj del hígado no se reinicia con la luz sino con la comida. Esto es importante porque cuando los relojes biológicos no están sincronizados con el mundo exterior ni entre ellos, estamos en problemas. Tendremos dificultad para dormir, hambre, dificultad para controlar la glucosa, nos sentiremos cansados y será difícil concentrarnos. Se denomina “jet lag social”, porque al igual que el jet lag que se experimenta al cruzar distintas zonas horarias te hace sentir fatal.

Por suerte, puedes reajustar tus relojes y sincronizar el organismo con cambios bastante sencillos como comer alimentos apropiados a la hora indicada y exponerte a suficiente luz solar a la hora adecuada. Este libro te ayudará a sincronizar todos los relojes rápidamente.

Duerme en un dos por tres

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