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Lo que sale mal cuando no duermes bien

Por qué la falta de sueño engorda

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Dormir mal no sólo afecta el cerebro, también daña al organismo, incluida la capacidad para controlar los niveles de azúcar en la sangre. A largo plazo, esto puede ocasionar obesidad y diabetes.

Hace un par de años participé en un experimento con la doctora Eleanor Scott, de la Universidad de Leeds, para evaluar las secuelas de un par de noches de dormir menos de lo normal. Reclutamos a un grupo de voluntarios saludables y les colocamos monitores de actividad y monitores continuos de glucosa, dispositivos que se atan al brazo para medir los niveles del azúcar en la sangre. De este modo pudimos monitorear la glucemia constantemente sin tomar muestras de sangre de los dedos.

Primero, pedimos a los voluntarios que durmieran como siempre (para tener un punto de referencia), tres horas más tarde de lo habitual durante dos noches seguidas.

Sentía que no podía pedir a los voluntarios que hicieran este experimento a menos que yo también participase. Además me daban curiosidad los efectos que tendría en mi glucemia. En 2012 descubrí que tenía diabetes tipo 2, que pude sortear con la dieta 5:2 y bajando 9 kilos. ¿Acaso un par de noches de dormir mal me provocaría un retroceso?

Luego de dos noches de falta de sueño severa, regresé a Leeds para reunirme con la doctora Scott y los demás voluntarios. Todos se quejaron de tener antojos.

Alguien comentó:

—Quería galletas y no me comí una sola. Me comí diez, de esas que están rellenas de crema.

—¿No sueles hacerlo? —pregunté.

—¡Nunca en el desayuno!

Todos, sin importar si habíamos comido galletas en exceso o habíamos respetado nuestra dieta habitual, notamos que aumentó la glucosa en la sangre cuando habíamos dormido poco, al grado de que algunos (incluyéndome), con niveles normales al iniciar el experimento, ahora teníamos una glucemia que se encuentra en pacientes de diabetes tipo 2.

Como señaló la doctora Scott, existe mucha evidencia que señala que los individuos que acostumbran a dormir mal son más propensos a desarrollar diabetes tipo 2 que quienes duermen muy bien. ¿Por qué?

“Sabemos que dormir mal altera las hormonas del apetito, por lo que es más probable que tengas hambre y menos probable que te sientas satisfecho. También sabemos que cuando se duerme poco, es frecuente tener antojo de alimentos dulces, lo cual explica las galletas. Si estás despierto cuando no deberías, produces más cortisol, hormona del estrés, y al día siguiente se puede notar en la glucosa en la sangre”, cuenta la doctora Scott.

El experimento que condujimos fue muy pequeño, pero investigadores del King’s College London² realizaron un metaanálisis reciente que reveló que, en promedio, los individuos que duermen mal comen 385 calorías más al día, que equivalen a una rebanada de pastel grande.

Cuando estás cansada no sólo se dispara la glucosa en la sangre y las hormonas del hambre, también se activan las secciones del cerebro asociadas con la recompensa. En otras palabras, buscas alimentos perjudiciales, como papas y chocolates, con más empeño.

Otro estudio reveló que los niños padecen consecuencias similares.³ Investigadores estudiaron a un grupo de niños entre los tres y los cuatro años, todos dormían la siesta en las tardes, les quitaron la siesta y los acostaron dos horas después de su horario habitual.

Al día siguiente, los niños comieron 21% más calorías que de costumbre, entre ellas 25% más refrigerios dulces. Después les permitieron dormir lo que quisieran. Al día siguiente, comieron 14% más calorías que antes de dormir poco.

Duerme en un dos por tres

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