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Sueño profundo y limpieza cerebral

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Cuando era joven me encantaban los mitos griegos, y uno de mis héroes era el poderoso Heracles (o Hércules en la mitología romana). Para permitirle ser inmortal a Heracles, hijo de Zeus, le designaron doce trabajos en apariencia imposibles (“los trabajos de Heracles”).

El menos glamuroso era limpiar los establos del rey Augías en una sola noche, los cuales eran infames porque albergaban más de 3,000 cabezas de ganado y no se habían limpiado en años. Imagínate el hedor. Heracles los limpió en una sola noche desviando dos ríos y haciéndolos cruzar a través de los establos.

Menciono este mito porque en la noche sucede algo similar en tu cerebro. Mientras duermes profundamente, una red de canales cerebrales, el sistema linfático, se abre y bombea líquido cefalorraquídeo. Como los ríos en los establos de Augías, este líquido corre por el tejido cerebral y limpia los residuos tóxicos que se acumularon durante el día.

Ésa es la buena noticia. La mala es que a medida que envejecemos, dormimos menos profundo, lo que implica que el cerebro no es tan bueno para limpiar las toxinas. La gente joven suele dormir un par de horas de sueño profundo cada noche. Cuando llegas a mi edad (63), si tienes suerte, duermes treinta minutos.

Esto es importante porque la acumulación de proteínas tóxicas en el cerebro, como la beta-amiloide y tau, parecen provocar Alzhéimer, y en el caso de los seres humanos, hay un vínculo muy claro entre la falta de sueño y el desarrollo de demencia.

Para tener un sueño profundo, es recomendable dormirse antes de la media noche, porque el cerebro duerme profundo la primera mitad de la noche. Comer los alimentos adecuados también estimula el sueño profundo, lo cual detallaré en el capítulo 5.

Duerme en un dos por tres

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