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Cosas que salen mal en la noche

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Como ya habrás visto, las noches en el hogar de los Mosley pueden ser caóticas. Además de que acostumbro a vagar por la casa a las 3 a.m., a veces Clare se levanta en la madrugada, completamente dormida. Hace poco pasó encima de mí y empezó a buscar su ropa en la alacena. Cuando le pregunté qué hacía, contestó que buscaba a un hámster que se había perdido y había que darle de comer. Hace años que no tenemos hámsteres. La convencí de que regresara a la cama y se quedó dormida de inmediato; al otro día no recordaba absolutamente nada de su excursión.

Clare tiene “parasomnia”, un trastorno común del sueño que incluye una serie de episodios peculiares y fascinantes mientras se duerme como: caminar, hablar o comer dormidos, tener pesadillas, parálisis del sueño, conductas agresivas e incluso sexsomnia (tener sexo dormidos).

Cerca de 10% de la población tiene algún tipo de parasomnia y aunque afecta a personas de todas las edades, es más frecuente entre los niños, quizá porque sus cerebros aún no han terminado de madurar.

Las parasomnias son genéticas, lo cual explica por qué mis dos hijos eran sonámbulos de pequeños. Era frecuente encontrarlos recorriendo los pasillos de la casa en la madrugada. Uno incluso salió por la puerta de entrada, profundamente dormido, y se quedó afuera. Pasó media hora tocando la puerta hasta que nos despertó y le abrimos.

El sonambulismo puede ser muy peligroso. A los diez años, nuestro hijo mayor salió por la ventana de la habitación en el primer piso de una cabaña que rentábamos. Cayó de una altura de 4.5 metros en el adoquín. Tuvimos la enorme suerte de que nuestro vecino, Russell, quien de casualidad estaba en su jardín a las 3 a.m., lo escuchó gritar, investigó, lo encontró inconsciente y nos despertó. Le cubrí la cabeza en hielo (hacía poco había hecho un documental que demostraba que el frío reducía el riesgo de lesión cerebral) y la ambulancia lo trasladó al hospital, en donde una tomografía por resonancia magnética reveló que se había fracturado el cráneo. Por fortuna, se recuperó por completo.

Después de ese episodio, nos aseguramos de que todas las ventanas en la planta alta fueran seguras. Por suerte, cuando los niños llegaron a la adolescencia se acabó el sonambulismo.

Duerme en un dos por tres

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