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¿Qué nos mantiene despiertos?

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Mi versión de dormir bien es acostarme en torno a las 11 p.m., quedarme dormido en minutos y despertar, descansado, a las 7 a.m., sin despertador. Sería hermoso. Y así fue un tiempo, pero ahora es rarísimo.

No se me dificulta acostarme y quedarme dormido, pero casi siempre despierto en la madrugada y a veces me cuesta volverme a dormir. En este sentido, soy un insomne clásico.

Hay otros tipos de insomnio: no poderse dormir o despertar muy temprano, pero la más común, es despertar en la madrugada, sobre todo a medida que envejecemos. Esto se debe a que con los años el sueño se vuelve ligero, pero también porque tenemos la vejiga llena y sentimos la necesidad de ir al baño.

Antes me frustraba mucho que, sin importar lo cansado que estuviera, despertaba cuatro horas y media después de acostarme (en general en torno a las 3:30 a.m.), iba al baño y cuando regresaba a la cama, me quedaba despierto por horas, preocupado por no poder dormir y lo cansado que me sentiría en la mañana. Por fin me quedaba dormido y despertaba bruscamente a las 7 a.m. con la alarma.

Hace un par de años, mientras planeaba un documental sobre la vida en los barrios pobres de la época Victoriana, entrevisté a Roger Ekirch, profesor de historia en el Tecnológico de Virginia, en Estados Unidos. Me contó que antes de la era industrial la mayoría de las personas dormía siguiendo mi patrón de sueño: dormir, despertar un rato y volver a dormir. Al parecer la gente se acostaba a las 9 p.m., dormía unas cinco horas y despertaba a las 2 a.m., hacían tareas en casa, visitaban a amigos o “disfrutaban de intimidad” y volvían a acostarse para la segunda ronda de sueño.

El profesor Ekirch cree que las presiones de la era industrial y la invención de la luz eléctrica cambiaron esos hábitos, dormir de corrido se volvió la norma. Y a medida que se generalizó esta práctica, la idea de “primera” y “segunda” ronda de sueño despareció del imaginario popular. Incluso se ha perdido la costumbre de dormir la siesta que puede tener muchos beneficios (véase aquí), muy habitual en los países calurosos.

Para demostrar que su hipótesis del sueño bifásico (dormir en dos bloques) tiene raíces en la antigüedad, el profesor Ekirch me habló de la investigación del doctor Thomas Wehr, psiquiatra del Instituto Nacional de Salud Mental.¹³ A principios de 1990, el doctor Wehr condujo un experimento en el que un grupo de voluntarios sanos se encerró en un laboratorio completamente oscuro 14 horas del día.

Cuando concluyó el experimento, en la noche los voluntarios dormían ocho horas en promedio, pero no de corrido. Dormían entre tres y cinco horas, despertaban una hora o dos y se volvían a dormir otras tres o cinco horas.

Carol Worthman, antropóloga de la Universidad Emory, Atlanta, coincide con el profesor Ekirch. Ella ha estudiado los patrones de sueño de cazadores recolectores cuyo estilo de vida es similar al preindustrial. Asegura que el sueño interrumpido o polifásico es muy normal. En muchas tribus que ha estudiado 25% de las personas están despiertas y activas en la madrugada. Cree que se trata de una ventaja evolutiva porque cuando nuestros ancestros remotos vivían en exteriores, era importante que por lo menos parte de la tribu se mantuviera despierta y alerta en virtud de los depredadores.

Si como yo, despiertas en la madrugada, que te sirva de consuelo que los seres humanos lo han hecho desde hace miles de años.

Estos descubrimientos me animaron, así que decidí que en vez de luchar contra mis patrones de sueño “anticuados”, les sacaría provecho. Ahora acepto la probabilidad de despertar alrededor de las 3 a.m. y así organizo mi día. Si debo despertar temprano al otro día, procuro acostarme a las 10:30 p.m. Así mi primer bloque de sueño consiste en cuatro horas y media, más o menos.

Cuando despierto a las 3 a.m., en vez de quedarme angustiado en la cama, me levanto y voy a otra habitación, leo, medito o leo un libro absolutamente aburrido. Tengo una colección especial de libros para este fin. Cuando me empieza a dar sueño, en general luego de 40 minutos, regreso a la cama para dormir otras tres horas, más o menos.

Entre estos dos bloques de sueño, evito actividades emocionantes o estimulantes. Si despiertas en la madrugada, el objetivo es aburrir al cerebro para que se vuelva a dormir.

Desde que acepté de mala gana que es improbable que vuelva a dormir toda la noche sin interrupciones, me he sentido más descansado, menos estresado y menos somnoliento durante el día. Inténtalo y cuéntame cómo te va.

Duerme en un dos por tres

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