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Parte I Compositores
RACHMANINOV. en el Teatro Colón

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Sergei Rachmaninov (1873—1943)


En el 2013 se cumplieron los 140 años del nacimiento y los 70 años de la muerte de Sergei Rachmaninov. El Teatro Colón celebrará estos eventos con el estreno en Argentina de dos óperas del compositor.

Cuando se habla de la obra de Rachmaninov, en primer lugar se recuerdan los Conciertos para piano, pero rara vez se menciona la existencia de las óperas. El compositor compuso tres óperas en su totalidad. Dos de ellas, Aleko y Francesca da Rimini, serán presentadas en el mes de mayo en el Teatro Colón.

Rachmaninov compuso Aleko a los 19 años. Este fue su trabajo de graduación en el Conservatorio Estatal, donde estudiaba composición. El libreto de la ópera, que se basa en el poema de Aleksandr Pushkin Los gitanos, pertenece a Vladimir Nemirovich-Danchenko, el fundador del Teatro Artístico de Moscú. Es sorprendente que la composición de la obra le llevó al autor solamente 17 días. Los profesores del comité examinador calificaron a Aleko con la nota más alta, agregándole un signo «más». La obra atrajo la atención de Piotr Ilyich Tchaikovski, quien participó activamente en su futura producción. Uno de los destacados intérpretes del Aleko fue el flamante bajo ruso Fiódor Chaliapin, amigo de Rachmaninov.

En el otoño de 1904, ocho años después de su graduación, Rachmaninov fue nombrado director artístico del Teatro Bolshoi. Esta actividad duró dos temporadas y coincidió con la composición de otras dos óperas del compositor: El caballero Avaro y Francesca da Rimini. El libreto de la última fue escrito por Modest Tchaikovski, el hermano del gran compositor, y encarna la historia de amor narrada por Dante en la Divina Comedia. El estreno de Francesca tuvo lugar en enero de 1906, y fue dirigida por Rachmaninov mismo.

La idea de presentar las óperas de Rachmaninov en el Teatro Colón pertenece a Ira Levin, músico de Chicago, reconocido por su versatilidad como director de repertorios sinfónicos y operísticos. Ira Levin comentó durante nuestro encuentro: «Es muy valorable que el Teatro Colón esté dispuesto a ofrecerle al público los tesoros del género operístico que no son muy difundidos. Este año interpretaremos a Rachmaninov; para el próximo estamos pensando en El Ángel de fuego de Sergei Prokofiev. Cuando me preguntan en qué radica mi atracción por la música rusa, contesto que es algo genético, tal vez, ya que mis abuelos provienen de Rusia. Estoy seguro de que el público disfrutará mucho de las óperas de Rachmaninov. A pesar de que Aleko es una obra temprana del compositor y en ella uno puede sentir las influencias de Músorgsky y Tchaikovski, se puede percibir la originalidad de las características musicales propias de Rachmaninov, que descubren su increíble don romántico. La música de Francesca es un ejemplo de la complejidad sinfónica que requiere de los músicos una entrega particular para transmitir el dramatismo de la ópera».

Ira Levin también le propuso al directorio del Teatro Colón invitar a cantantes rusos para realizar los papeles principales. Entre ellos se encuentran el barítono Sergei Leiferkus, la soprano Irina Oknina, el tenor Leonid Zakhozhaev y el bajo Maxim Kuzmin-Karavaev.

Sergei Leiferkus, una legenda viva de la ópera, cantante principal del Teatro Mariinski y el Covent Garden, cuenta: «Como se sabe, la ópera nació en Italia y hasta hoy la ópera italiana sigue siendo la favorita. A su vez, la ópera rusa fue por mucho tiempo desconocida por el público fuera de Rusia por ser cantada en un idioma ajeno al oído. De ahí proviene un lamentable desconocimiento de los grandes cantantes rusos. Me acuerdo que cuando Plácido Domingo estaba trabajando sobre el papel de Hermann de La Dama de picas de Tchaikovski, yo le había regalado una grabación cantada por rusos. Luego de escucharla, se quedó maravillado por el canto del tenor soviético Zurab Andjaparidze: «¿¡Cómo puede ser que el mundo no conozca a grandes solistas como él!?». Espero que las presentes funciones de las óperas de Rachmaninov despierten un mayor interés del público de Buenos Aires hacia la ópera rusa».

La soprano Irina Oknina, discípula de Galina Vishnevskaia, comenta que a pesar de los problemas económicos y sociales que existen en Argentina (habló del suceso de cuando paseando cerca de su hotel un desconocido le había arrebatado su cadenita, dejando sobre su cuello la raspadura de sus dedos), el Teatro Colón sigue siendo una isla de la gran tradición musical que permite el enriquecimiento de la cultura.


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