Читать книгу Desarrollo histórico de los programas de Psicología en la Orinoquía - Rosa Daisy Zamudio González - Страница 13

El departamento del Meta como contexto de los programas de Psicología

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En el departamento del Meta es bastante reciente el desarrollo de investigaciones académicas en los grupos de investigación de forma interinstitucional; por lo cual, la elaboración de este proyecto fue importante en la medida en que consolidó el primer producto de conocimiento de la Red de Programas de Psicología de la Orinoquía. Esto da cuenta de la labor mancomunada que han asumido estos programas, puesto que visibiliza un trabajo en el que sobresale lo colaborativo y la complementariedad de los mismos, así como también se asume uno de los retos que, como anteriormente se había mencionado, enfrentan las universidades actualmente: el trabajo en red.

Aunado a lo anterior, con esta investigación se pretende resaltar la importancia de las instituciones formadoras de psicólogos, al describir los acontecimientos significativos que han configurado el desarrollo y el posicionamiento de estos programas en el departamento del Meta y que desempeñan un papel fundamental en la consolidación de la psicología como disciplina, ciencia y profesión, en la medida en que son los encargados de enseñar a los estudiantes las competencias esenciales para su futuro ejercicio laboral, en función de la puesta en práctica de los conocimientos adquiridos y de su rol en la transformación de los contextos sociales. Es así como se convierte en una necesidad rescatar los diferentes acontecimientos históricos y actores que han sido significativos en la construcción, desarrollo y consolidación de los programas de Psicología en el departamento del Meta.

La revisión planteada le apunta en cierta medida a comprender el pasado y presente de los programas, así como el horizonte que tienen frente a los retos que se les presentan y la proyección conjunto en las diferentes funciones sustantivas. Con relación a esto, se requiere visibilizar parte del impacto de los programas y sus posibles aportes a la región, de esta manera es clave realizar una la lectura del contexto, que en este caso —en un aspecto amplio— hace referencia a la región de la Orinoquía que comprende los departamentos del Meta, Casanare, Vichada y Arauca.

Al respecto, Estrada, Moreno y Ordoñez (2014) señalan que en un territorio es decisiva su definición, uso, control y ordenamiento; en este sentido, el territorio de la Orinoquía se ha caracterizado por una dinámica de apropiación privada capitalista orientada a la industrialización, que es regulada por el mercado interno y externo con sus respectivas fluctuaciones, las cuales están asociadas a los ciclos de producción y demandas de materias primas/recursos naturales; es así como se ha configurado un modelo de «desarrollo» que ha sido determinante en las lógicas de ampliación de la frontera agrícola, la concentración de la tierra, las actividades rentísticas y la organización específica de la región.

En lo últimos veinte años, la Orinoquía ha tomado gran importancia geopolítica y geoeconómica, puesto que almacena parte significativa de las reservas petroleras del país y se puede convertir en centro regional de una nueva producción agropecuaria, lo que ha derivado en la ejecución de grandes proyectos que se han diversificado con fines energéticos, agroindustriales y ganaderos que amplían el acaparamiento de tierras, los cuales se encuentran relacionados con actividades de ganadería, explotación de hidrocarburos, agroindustria, infraestructura, minería, producción gasífera, turismo y biocomercio; es así como gran parte de la producción nacional y el crecimiento económico del país en los siguientes cincuenta años se ha proyectado a partir de esta región (Estrada et al., 2014).

Sin embargo, el modelo anteriormente descrito también ha representado una impronta negativa y recurrente en el territorio, relacionada con el ejercicio estructural de la violencia, el despojo, el confinamiento y el desplazamiento forzado de la población de lo rural a lo urbano, por el apoderamiento violento de la tierra en función de la tendencia histórica de la acumulación. Estas relaciones de dominación y explotación han contado con múltiples resistencias y luchas que explican en parte la persistencia del conflicto social y armado, por lo que lamentablemente la producción del territorio de la Orinoquía se ha caracterizado por una conflictividad permanente (Estrada et al., 2014).

La dinámica de este territorio ha derivado en procesos de colonización, que a nivel histórico se podría resumir en las siguientes tres trayectorias: la primera asociada con la violencia partidista, en la que se dio una movilidad demográfica —de miles de campesinos— desde el centro del país hacia los departamentos de la Orinoquía, especialmente hacia el Meta, lo cual fortaleció y cuantificó la dinámica de la población regional desde la década de los cincuenta, la segunda relacionada con factores como la ampliación de la infraestructura, el interés por determinados cultivos, la implementación de redes de comercio, la concentración de la tierra al interior del país, los bajos salarios en la región Andina (Romero, 2005 citado por Estrada et al., 2014), la emergencia de economías ilegales alrededor del cultivo de coca en el norte del Guaviare y en el Meta, entre otros; la tercera trayectoria se desata durante las décadas del ochenta y noventa, relacionada con la explotación de recursos naturales por parte del sector energético, lo que provocó importantes procesos de densificación poblacional por demanda de mano de obra y la creación de pueblos obreros aledaños a los pozos petroleros de territorios como el Casanare y Arauca; también se resalta la dinámica de acumulación regional dependiente de mercados internacionales, como ocurrió con la explotación y producción de quínoa, caucho, tagua, palma africana, soya, arroz, maíz, petróleo y cultivos de uso ilegal (Estrada et al., 2014).

Teniendo en cuenta lo anterior, la guerra y la acumulación capitalista se configuran en una unidad de análisis esencial para comprender las dinámicas territoriales y sociales de la Orinoquía (Estrada et al., 2014), en las que los profesionales de las ciencias sociales como los psicólogos pueden aportar en su intervención y transformación.

Uno de los territorios más representativos de esta región es el departamento del Meta —o los Llanos de San Martín, como también se le conoce—, el cual se encuentra ubicado entre la cordillera oriental al occidente, el río Orinoco al oriente, el río Meta al norte y el río Guaviare al sur, este es uno de los territorios de la Orinoquía más estudiados desde diferentes disciplinas, seguido por el Casanare (González, 2015).

A nivel sociodemográfico, se puede resaltar que según las cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE, 2017) la población en Colombia es de 49 126 368 personas; para el departamento del Meta según las proyecciones en el 2015 se contaron 961 292 personas y para el 2020 se espera que sean 1 053 871 habitantes. Este territorio se encuentra ubicado en el puesto número 18 de los departamentos con mayor población en el país, lo cual quiere decir que el 2 % de la población colombiana se encuentra en el departamento de Meta.

Este departamento está conformado por 29 municipios, su capital es la ciudad de Villavicencio, que se estima contará para el 2020 con 514 077 habitantes (DANE, 2017), que corresponderán al 48.7 % de la población total del departamento. Esta concentración de personas en la capital hace que los procesos relacionados a factores administrativos, como la actividad comercial y de servicios, se centralicen en Villavicencio, que además es un territorio reconocido por ser el principal centro de acopio y abastecimiento de los municipios del Meta y de la región de la Orinoquía colombiana (Alcaldía de Villavicencio, 2017). Es así como Villavicencio se convierte en un territorio representativo a nivel económico y administrativo no solo para su departamento, sino también para otras regiones del país.

De esta centralización económica y administrativa se deriva el fortalecimiento de ciertos servicios, como por ejemplo la oferta educativa en sus distintos niveles. En lo que compete al nivel de educación superior, desde el Corpes Orinoquía (1996) se planeaba que Villavicencio, el epicentro regional por excelencia, se convirtiera en una ciudad universitaria, dadas las dinámicas que emergían en el proceso de la educación superior (hacia mediados de los noventa se contaba con una oferta creciente de programas de educación superior), la ciencia y la tecnología —las actividades de investigación en las diferentes áreas de la ciencia social también empiezan a tener desarrollo en la década del noventa—. En este sentido, en el Meta se ha “configurado paulatinamente, sin demasiado escándalo, un ambiente universitario que acompaña la actividad comercial y empresarial” (Corpes Orinoquía, 1996, p. 5).

El Ministerio de Educación (2014) por medio del Sistema Nacional de la Educación Superior, localizó 24 instituciones de educación superior en la región que incluyen programas técnicos, tecnológicos, profesionales y de postgrado, de las cuales 7 son de carácter oficial y 17 son de carácter privado. Como previamente se mencionó, entre las universidades que ofrecen el programa de pregrado en Psicología, se identifican la Universidad Cooperativa de Colombia, la Universidad Santo Tomás, la Corporación Universitaria Minuto de Dios ubicadas en la ciudad de Villavicencio; y la Universidad Nacional Abierta y a Distancia con sede en el municipio de Acacías, las cuales aportan al posicionamiento de la disciplina en el departamento.

Desarrollo histórico de los programas de Psicología en la Orinoquía

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