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ОглавлениеEL IMAGINARIO DE LA GUERRA EN GUILLAUME APOLLINAIRE
Aproximación a Les mamelles de Tirésias
Domingo Pujante González
Universitat de València
Presentar a Guglielmo Alberto Wladimiro Alessandro Apollinare de Kostrowitzky, como su madre Angelica lo inscribe en un notario de Roma, donde nació en agosto de 1880, es fácil, por ser un autor que marca sin lugar a dudas la creación artística y literaria europea de las dos primeras décadas del siglo XX, un «hombre-época» como lo definió su amigo Alberto Savinio, y difícil, por el misterio que encierra el personaje. En efecto, la ascendencia de Apollinaire ha fascinado muchísimo tanto en vida como después de su muerte. Prueba de ello son los numerosos retratos hechos por amigos artistas que nos muestran una personalidad inabarcable y proteiforme. De madre polaca de familia rusificada y padre italo-ruso que no lo reconoció, perteneciente a la pequeña nobleza, se define como un «larron» (ladrón) en el poema epónimo de Alcools (1913): «Maraudeur étranger malhabile et malade / Ton père fut un sphynx et ta mère une nuit» (Merodeador extranjero torpe y enfermo / Tu padre fue una esfinge y tu madre una noche).
Como nos recuerda Laurence Campa en su obra Apollinaire, la poésie perpétuelle, cuando la guerra estalla, Wilhelm Apollinaris, decide unir su destino al de su tierra de elección, Francia. En la Femme assise, relato inacabado publicado póstumamente en 1920, nos dice «la guerre même a augmenté le pouvoir que la poésie exerce sur moi et c’est grâce à l’une et à l’autre que le ciel désormais se confond avec ma tête étoilée» (la guerra ha aumentado incluso el poder que la poesía ejerce sobre mí y gracias a una y a otra el cielo empieza a confundirse con mi cabeza estrellada). Su orgullo viril y aristocrático, la larga tradición de los hombres de capa y espada y la gravedad del momento histórico lo impulsan a alistarse, llevado por ese fervor colectivo y algo más. A pesar de las grandes decepciones y sufrimientos que le traerá esa decisión, siempre permanecerá fiel a dichos valores. Así el 5 de agosto de 1914, al día siguiente de la declaración de guerra de Alemania a Francia, Apollinaire deposita una petición de enrolamiento junto a otra de naturalización que fue rechazada. Así verá como muchos de sus amigos (André Derain, Georges Braque o Fernand Léger) son llamados a filas. Decide exiliarse a Niza, donde tiene una intensa relación con la condesa Louise de Coligny-Châtillon, la famosa Lou de sus Caligramas, su «Ptit Lou», divorciada y forofa de fútbol y aviación y a la que no le gustaba llevar corsé, según las malas lenguas. Haciendo valer sus influencias, el poeta consigue finalmente ponerse el uniforme de 2º cañonero-conductor del 38 regimiento de artillería de campaña de Nîmes. Así lo recuerda el personaje del Director de la compañía de Les mamelles de Tirésias.1
Era el tiempo en que estaba en la artillería
En el frente norte comandaba mi batería
Una noche que en el cielo la mirada de las estrellas
Palpitaba como la mirada de los recién nacidos
Mil cohetes salidos de la trinchera adversa
Despertaron de pronto a los cañones enemigos
Lo recuerdo como si hubiera sido ayer (113-114).
No podemos resumir en estas pocas páginas todas las vicisitudes de los años de guerra y poesía en la vida y la obra de Apollinaire, pero se trata sin lugar a dudas de una etapa decisiva en la que el poeta pasa de las cartas y poemas a Lou (hasta febrero de 1916), como la del 20 de septiembre de 1915 (Winter 2014: 43) donde su «Gui» (que así firmaba), su «vice», incluye el corto poema «L’adieu du cavalier» en el que alaba las bellezas de la guerra: «Ah Dieu! que la guerre est jolie / Avec ses chants ses longs loisirs» (¡Ah Dios! qué bonita es la guerra / con sus cantos sus bellos recreos», a las cartas y poemas a Madeleine Pagès (a partir de abril de 1915) a los que llama «secrets».
Con la ayuda del material de impresión militar publica en junio de 1915 Case d’armons (título inspirado en el coche-cajón que transportaba los efectos personales de los artilleros), una antología de 21 poemas en 25 ejemplares que recoge una experiencia lírica extraordinaria de la guerra convertida en materia poética. Sí que conviene recordar que pidió su traslado a la infantería en noviembre de 1915, con ese ideal propio de combate caballeresco y de ponerse cara a cara contra el enemigo. Tras un pequeño permiso con Madeleine en Argelia, el poeta vuelve con menos entusiasmo al frente y el 9 de marzo de 1916 recibe la buena nueva de la concesión de la nacionalidad francesa. El 17 de marzo un trozo de obús le perfora el casco y lo hiere en la cabeza, esa «blessure heureuse» (herida feliz) que le hará abandonar el frente para ser hospitalizado en París, donde su salud se resiente y se le practica finalmente una trepanación del cráneo.
Con esa venda característica en la cabeza, Apollinaire se convierte en la viva figura del «poète combattant», término recuperado por Annette Becker en su excelente estudio, que pocos meses después publica Le poète assassiné, especie de autobiografía mítico-lírica. En efecto, a finales de 1916 Apollinaire se ha convertido en casi un mito viviente, trabajando incluso como censor, hasta que la gripe española, la pandemia más devastadora del siglo XX, acabe con su vida, con apenas 38 años, el 9 de noviembre de 1918, justo dos días antes de la fecha oficial del armisticio el 11 de noviembre.
Se ha presentado a menudo la obra de teatro Les mamelles de Tirésias (Las tetas de Tiresias, o quizá mejor Las tetorras de Tiresias), drama surrealista en dos actos y un prólogo, como reza en el subtítulo, como una obra de teatro polémica que pone en escena la causa natalista. Así, en dicho prólogo, Apollinaire, metido en la piel del director de la compañía, interpela a los franceses de este modo: «Écoutez ô Français la leçon de la guerre / Et faites des enfants vous qui n’en faisiez guère» (113).
Público esperen sin impaciencia
Les traigo una obra cuyo fin es reformar las costumbres
Trata de los hijos de familia
Es un tema doméstico y por eso está tratado en un tono familiar
Los actores no tendrán un tono siniestro
Sólo apelarán a la sensatez de ustedes
E intentarán más que nada entretener
Para que bien dispuestos puedan aprovechar
Todas las enseñanzas que contiene la obra
Y que el suelo se estrelle de miradas de recién nacidos
Más numerosos aún que los destellos de estrellas2
Escuchen oh franceses la lección de la guerra
Y tengan hijos ustedes que muchos no tienen (116).
Y en una de las seis dedicatorias iniciales (la del actor Cecil de B. Howard), dice también: «Et faites des enfants c’est le but de mon conte / L’enfant est la richesse et la seule qui compte» (126) («Y tengan hijos ése es el fin de mi cuento / El hijo es la riqueza y es la única que cuenta») (111). Parece como si a Apollinaire, como a tantos otros, lo visitara el «espectro de la despoblación de Francia» (Becker, 2014: 185).
La obra debía representarse por primera vez el 10 de junio de 1917 pero hubo algunos problemas de censura y se representó finalmente el 24 de junio en el Teatro Renée Maubel (o Conservatorio Maubel) de Montmartre en París ante una sala agitada y predispuesta al altercado. Los trajes de Serge Férat de inspiración cubista picassiana llamaron particularmente la atención. La intriga es relativamente sencilla: la acción se desarrolla en Zanzíbar; la heroína, Thérese/Teresa, presentada como una mujer moderna totalmente liberada, decide convertirse en hombre y dejar a su marido la tarea de procrear.
No señor marido mío
Usted no me hará hacer lo que quiere
Silbido.
Además quiero actuar a mi manera
Hace demasiado tiempo que los hombres hacen lo que quieren
Después de todo yo también quiero ir a pelear contra los enemigos
Tengo ganas de ser soldado uno dos uno dos
Quiero hacer la guerra –Trueno– no quiero hacer hijos
No señor marido mío usted no me va a mandar más
Se inclina tres veces, de espaldas al público
Por el megáfono.
No porque usted me haya hecho la corte en Florida
Debo hacerle yo la comida en Zanzíbar (121).
Al final de la obra, la pareja recupera su estado inicial pero con nuevas bases de convivencia. Mientras tanto el marido ha engendrado 40.050 hijos en un día: «Il paraît que vous en faites de belles / Vous avez tenu parole / 40 050 enfants en un jour / Vous secouez le pot-de-fleurs» (152) («Parece que hizo de las suyas / Cumplió con su palabra / 40.050 hijos en un día / Usted sacude la maceta) (163).
A Apollinaire podemos llamarlo con justicia el «padre», nunca mejor dicho, de la modernidad, orgulloso inventor, engendrador o paridor del término «surrealismo». Y, como ya hiciera Cervantes en su prólogo a Las novelas ejemplares, cito a Cervantes: «A esto se aplicó mi ingenio, por aquí me lleva mi inclinación, y más que me doy a entender, y es así, que yo soy el primero que he novelado en lengua castellana, que las muchas novelas que en ella andan impresas, todas son traducidas de lenguas extranjeras, y éstas son mías propias, no imitadas ni hurtadas; mi ingenio las engendró, y las parió mi pluma, y van creciendo en los brazos de la imprenta». Apollinaire, ilustre caballero, no se queda atrás y en el prefacio a las Mamelles dice: «Para caracterizar mi drama usé un neologismo que se me perdonará porque es algo que me sucede muy pocas veces y forjé el adjetivo surrealista que no significa de ninguna manera simbólico (...) sino que define bastante bien una tendencia del arte que si bien no es más nueva que nada de lo que se encuentra bajo el sol por lo menos nunca se usó para formular ningún credo, ninguna afirmación artística y literaria» (99)3.
Este surrealismo, o arte nuevo de hacer comedias, pasa por la defensa a ultranza del ludismo en la creación. El poeta procede a una inversión de roles que lleva al extremo de sus posibilidades burlescas. Con ello hace una libre transposición de un tema clásico a la situación contemporánea del conflicto de la Primera Guerra mundial. Estoy pensando obviamente en Lisístrata representada en el 411 a. de C., donde Aristófanes defiende la paz contra los charlatanes que gobiernan e incitan a la guerra, a la vez que se opera una inversión de roles y la reivindicación sexual de las mujeres. Con un claro rechazo de la mímesis y del sentido, que tanto reivindicarán posteriormente los denominados autores del Theatre of the Absurd (citando a Martin Esslin) o autores del «Nouveau théâtre» (citando a Geneviève Serrau). Sin embargo la imagen que se da de la mujer, ridiculizada en sus ansias de transformación, es más cuestionable, o por lo menos ambigua, y mostraría en cierto sentido el miedo a la masculinización de la mujer. Todo el imaginario de guerra está por tanto muy presente en la obra.
El idealismo vulgar, dice Apollinaire en el Prefacio, de los dramaturgos que sucedieron a Victor Hugo buscó la verosimilitud en un color local de convención que hace juego con el naturalismo engañoso de las obras costumbristas (...). Y para intentar, si no una renovación del teatro, por lo menos un esfuerzo personal, pensé que había que volver a la naturaleza misma, pero sin imitarla a la manera de los fotógrafos (...). A fin de cuentas, me es imposible decidir si este drama es serio o no (...). Preferí un tono menos oscuro, porque no pienso que el teatro deba desesperar a nadie (...). Preferí dar curso libre a esta fantasía que es mi manera de interpretar la naturaleza» (99-100).4
Vemos pues como el dramaturgo Apollinaire se decanta por la fantasía, la imaginación y la farsa paramilitar, entre otras cosas, por la causa natalista, y concluye: «Tiene también como finalidad poner en relieve una cuestión vital para quienes interpretan la lengua en la cual está escrita: el problema de la repoblación» (100).5 De este modo la obra anticiparía los debates que agitarán a Francia al finalizar la guerra sobre las mujeres, la natalidad y el derecho al voto, focalizándolo sobre la repoblación. Recordemos que las mujeres se habían sacrificado cuanto menos durante la guerra y deberían haber ganado en igualdad y derechos sobre su cuerpo, pero precisamente este terror a la despoblación hace que se adopte una ley represiva en 1920 contra el control de nacimientos y el aborto. También el Senado rechazará el sufragio integral de las mujeres votado en la Cámara de los diputados en 1919. En este sentido Becker afirma alto y claro que Apollinaire es al mismo tiempo un conservador político y social y un escritor que sabe proclamar y defender la modernidad de su tiempo, anticipando muchas tendencias. A través del personaje burlesco del marido expresa la angustia masculina, el deseo de hogar tradicional de aquellos que lo perdieron con la guerra, entre los que se situaría el poeta. Cito a Becker:
La moral de la fábula es simple, un pueblo fuerte hace niños y niños fuertes. Teresa, más patriota que feminista, recupera el amor y el deseo de procrear. Apollinaire, al concluir su obra con la vuelta a las relaciones de género clásicas, quiere apaciguar las angustias sexuales de los hombres, empezando por las suyas propias. Quizá se pueda explicar también de esta manera su boda tan precipitada el 3 de mayo de 1918 con Amelia Kolb, llamada Jacqueline Ruby (190).6
Pero volvamos a la fábula de Les mamelles, una vez que Teresa se ha convertido o metamorfoseado en Tiresias, sólo queda su marido, este personajillo sin nombre que habla con acento belga y sólo piensa en «comer tocino», frase que repite dos veces: «Donnez-moi du lard, je te dis, donnez-moi du lard» (120-121) («Dame panceta te digo dame panceta) (122-123), para procrear (sugiero al lector hispanohablante que pronuncie a la francesa). El dramaturgo exhortaría de esta manera tan original al público, al francés concretamente, a ganar las guerras en varios frentes, político, social y estético. Como anuncia el Director de la «Troupe», recién venido del frente, con su bastón de trinchera en la mano y emergiendo del hueco del apuntador:
Aquí encontrarán acciones
Que se agregan al drama principal y lo adornan
Cambios de tono de lo patético a lo burlesco
Y el uso razonable de inverosimilitudes
Así como actores colectivos o no
Que no están forzosamente sacados de la humanidad
Sino del universo entero
Ya que el teatro no debe ser un arte engañoso
Es justo que el dramaturgo use
Todos los espejismos de los cuales dispone (...)
Los sonidos los gestos los pasos la masa y el color (116-117).7
La obra, casi un siglo después de su creación, constituye sin lugar a dudas, junto a Ubu roi de Alfred Jarry, uno de los pilares fundamentales del teatro de vanguardia (término guerrero por cierto), sobre todo por su forma textual libre y revolucionaria, sin puntuación, suerte de prosa poética, rica en ecos y ritmos internos que reivindican el estallido de la lengua en el teatro. Así ese Merrrrrdre (Mierrrrrdra) inicial de Ubú y las palabras de Teresa antes de ser Tiresias: «Non Monsieur mon mari» (119) («No señor marido mío») (121) y «Débarrassons-nous de nos mamelles» (122) («Deshagámonos de nuestras tetas») (123) chocan a muchos de entonces y ahora.
Para acabar esta breve aproximación a Les mamelles que tiene por objetivo principal dar un contrapunto más o menos lúdico al tema de la guerra a través del imaginario teatral de Apollinaire, de quien se ha destacado sobre todo su faceta de gran poeta y creador de Alcoholes y Caligramas, retomo la dedicatoria a Howard,
Pueblo de Zanzíbar o más bien de Francia
Hay que dejar el gusto y no perder la razón
Hay que viajar afuera queriendo a su nación
Hay que amar la audacia y buscar la aventura
Hay que pensar siempre en la Francia futura
No esperen descanso arriesguen su haber
Conozcan lo nuevo porque hay que aprender
Si grita un profeta hay que acercarse a ver (111).8
Dentro de las muchas anécdotas más o menos fundamentadas sobre la vida y obra de Apollinaire, como la de la disputa con su gran amigo Picasso por el robo de la Gioconda del Museo del Louvre, podríamos preguntarnos por qué eligió Zanzíbar el poeta como espacio imaginario de su drama surrealista. La respuesta puede ser simple y complicada, pero igualmente lúdica, y es que ciertamente en Zanzíbar hay «Zanzi» y hay «Bar». Sigamos su consejo y viajemos lejos, pensemos siempre en el futuro, compartamos el «Zanzi» y el «Bar», librémonos por fin de nuestras tetorras, mierrrrrdra, pero señoras, señores, no más guerras.
BIBLIOGRAFÍA
APOLLINAIRE, Guillaume (1972): L’Enchanteur pourrissant suivi de Les mamelles de Tirésias et de Couleur du temps, texto preparado y prefacio de Michel Décaudin, París, NRF/Gallimard.
APOLLINAIRE, Guillaume (2008): El encantador putrefacto. Las tetas de Tiresias. Traducción y nota preliminar de Mariano Fiszman, Buenos Aires, Losada, 2008.
BECKER, Annette (2014): La Grande Guerre d’Apollinaire. Un poète combattant, París, Tallandier/Texto.
CAMPA, Laurence (2009): Apollinaire. La poésie perpétuelle, París, Gallimard/Découvertes.
WINTER, Geneviève (2014): Écrire en temps de guerre. Correspondances d’écrivains (1914-1949), París, Gallimard/Folioplus.
1 He utilizado, sin convicción, la única traducción que hay en español de la obra de Mariano Fiszman, publicada en Buenos Aires en 2008 por la editorial Losada. El texto original dice: «C’était au temps où j’étais dans l’artillerie / Je commandais au front du nor ma batterie / Un soir que dans le ciel le regard des étoiles / Palpitait comme le regard des nouveaux-nés / Milles fusées issues de la tranchée adverse / Réveillèrent soudain les canons ennemis / Je m’en souviens comme si cela s’était passé hier» (111-112).
2 «Public attendez sans impatience / Je vous apporte une pièce dont le but est de réformer les mœurs / Il s’agit des enfants dans la famille / C’est un sujet domestique / Et c’est pourquoi il est traité sur un ton familier / Les acteurs ne prendront pas de ton sinistre / Ils feront appel tout simplement à votre bon sens / Et se préoccuperont avant tout de vous amuser / Afin que bien disposés vous mettiez à profit / Tous les enseignements contenus dans la pièce / Et que le sol partout s’étoile de regards de nouveau-nés / Plus nombreux encore que les scintillements d’étoiles» (113).
3 «Pour caractériser mon drame je me suis servi d’un néologisme qu’on me pardonnera car cela m’arrive rarement et j’ai forgé l’adjectif surréalisme qui ne signifie pas du tout symbolique (...) mais définit assez bien une tendance de l’art que si elle n’est pas plus nouvelle que tout ce qui se trouve sous le soleil n’a du moins jamais servi à formuler aucun credo, aucune affirmation artistique et littéraire» (93).
4 L’idéalisme vulgaire des dramaturges qui ont succédé à Victor Hugo a cherché la vraisemblance dans une couleur locale de convention qui fait pendan tau naturalisme en trompe-l’œil des pièces de mœurs (...). Et pour tenter, sinon une rénovation du théâtre, du moins un effort personnel, j’ai pensé qu’il fallait revenir à la nature même, mais sans l’imiter à la manière des photographes (...). Au demeurant, il m’est impossible de décider si ce drame est sérieux ou non (...). J’ai préféré un ton moins sombre, car je ne pensé pas que le théâtre doive désespérer qui que ce soit (...). J’ai mieux aimé donner un libre cours à cette fantaisie qui est ma façon d’interpréter la nature» (93-94).
5 «Il a également pour but de mettre en relief une question vitale pour ceux qui entendent la langue dans laquelle il est écrit: le problème de la repopulation» (94).
6 «La morale de la fable est simple, un peuple fort fait des enfants, et des enfants forts. Thérèse, plus patriote que féministe, retrouve l’amour et le désir de procréer. Apollinaire, en concluant sur le retour aux rapports de genre classiques, veut apaiser les angoisses sexuelles des hommes, à commencer par les siennes. Peut-être peut-on expliquer aussi de cette manière son mariage si rapide, le 3 mai 1918, avec Amelia Kolb, dite Jacqueline Ruby». La traducción al español es mía.
7 «Vous trouverez ici des actions / Qui s’ajoutent au drame principal et l’ornent / Les changements de ton du pathétique au burlesque / Et l’usage raisonnable des invraisemblances / Ainsi que des acteurs collectifs ou non / Qui ne sont pas forcément extraits de l’humanité / Mais de l’univers entier / Car le théâtre ne doit pas être un art en trompe-l’œil / Il est juste que le dramaturge se serve / De tous les mirages qu’il a à sa disposition (...) / Les sons les gestes les démarches les masses les couleurs» (114-115).
8 «Peuple de Zanzibar ou plutôt de la France / Il faut laisser le goût et garder la raison / Il faut voyager loin en aimant sa maison / Il faut chérir l’audace et chercher l’aventure / Il faut toujour penser à la France future / N’espérez nul repos risquez tout votre avoir / Appenez du nouveau car il faut tout savoir / Lorsque crie un prophète il faut que l’alliez voir» (106).