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¡VIVA LA MADRE QUE TE PARIÓ!

Es necesario hablar de la influencia de las mujeres en el MLN —Movimiento Liberación Negra— en general y en particular de la sección española Panteras Negras de España. Lo haré a partir de mi propia experiencia familiar.

Basilisa no fue la única; otras mujeres, que homenajeo en el libro, son de mi entorno familiar. Por eso he de comenzar barriendo para casa. En esta ocasión quiero hablaros de dos de ellas: mi tía Vicenta Avoro y Basilisa Mangue Nfubea Bikie, dos mujeres que jugaron un papel importante en mi concepción de la llamada causa negra. Inspiraron la necesidad de transitar el camino para que ellas y otras brillantes mujeres construyan y eduquen a sus hijos como negros del campo y no de la casa, es decir, sobre una intervención colectiva en la historiografía de la lucha por la libertad africana para desafiar las interpretaciones masculinas exclusivas de la negritud.

Basilisa fue una persona-mujer negra no solo consciente sino con conciencia y eso implica ser sobre todo rebelde y revolucionaria ante el patriarcado. Alguien que conocía muy bien al enemigo, por lo que fue acusada de alentar entre sus hijos y extensa familia la rebelión y lucha contra el apartheid. Gracias a mujeres como ella afortunadamente vivimos en una sociedad con una mayor igualdad entre hombres y mujeres, aunque queda mucho por hacer. A medida que continuamos explorando nuevas facetas del trabajo afrofeminista negro —ya sea en el pasado y el presente— debemos poner mucha atención en observar cómo las voces masculinas se siguen haciendo eco de la influencia intelectual de las mujeres no reconocidas e invisibilizadas. No podemos entender completamente el nacionalismo negro, panafricanismo, la liberación negra, sin ellas. Y la primera fortaleza de Basilisa y las mujeres negras de su tiempo fue que tenían memoria histórica afrocéntrica, comunitaria, familiar de sus abuelas y padres. Basilisa decía que, salvo que seas un negro Tom, es imposible vivir sin memoria, sin recordar, sin asumir una posición ante esos momentos que una vez nos llenaron de felicidad, otras de tristeza y algunas veces también de indignación.

Basilisa Mangue Nfubea Bikie nació en Eson Esason Kie Ntem, hija de un catequista y empresario, Facundo, y la matriarca Catalina. Estudió en el Lasalle de Bata. Fue maestra, empresaria, trabajadora revolucionaria y esposa. Es gracias a ella que aprendí a mantener la fe en momentos difíciles y luchar por los que quedan atrás. Dedicó su activismo a la amnistía y apoyo a la libertad de Nelson Mandela y otros prisioneros políticos. Tras su liberación, mi madre como tantas otras personas, se sintió profundamente defraudada cuando Mandela comenzó a traicionar todos los fundamentos y acuerdos del CNA, y esta sensación se la transmitió a sus hijos y a su familia. No era una familia progre y menos comunista, más bien de derechas, conservadora, tirando a neoafrofranquista, pues tanto mi tía Adela Ovono, mi tía Mary y otras de sus primas habían pasado por la sección femenina de la Falange de la JONS o el colegio de Lasalle de Bata. Insisto que no eran de izquierdas ni progresistas, pero si afrocentradas y a favor del empoderamiento negro, vinculadas a las tradiciones y cultura tradicional negra africana ancestral. Gente que se decía muy cristiana y al mismo tiempo aferrada a las creencias kemitistas de la negritud como la santería, el vudú, y ese fue el caldo de cultivo y magma espiritual que les permitió tener memoria. En casa siempre se hablaba de negros en primera persona, nunca en tercera persona. De hecho, cuando Marcelino Bondjale, en una heroica acción fue detenido por el asalto a la oficina de Turismo del Gobierno del apartheid en la Gran Vía de Madrid, mi tío Rufino Ndongo Asama conocía muy bien a la familia Bondjale Oko en sus tiempos de PANDECA, así que en casa se hablaba siempre de ese tema y mi familia aportó parte de los fondos al comité de solidaridad que encabezaba el abogado Djondjo Muadakuku. A mi madre le horrorizaba la idea hegemónica hoy de que los negros para ser aceptados deberían conformarse con la representación de payasos. Era algo que irritaba muchísimo a mi familia. Así que nos inculcó esa concepción de confrontación aberrante con el negro bufón del anuncio de Cola Cao.

OBANGAM

El termino en fang equivalente a «solidaridad» es obangam. Con los años transcurridos, recuerdo que de niño ese término nunca me fue ajeno. Tendría unos doce años: en el cine Jaito, de Móstoles, fuimos a ver una película de Tarzán con mis primos y hermanos; toda la tribu. En una de esas, Tarzán tumbó de un puñetazo a seis negros y todo el público del cine jaleo: «¡Mátalos!», entre ellos yo. El bofetón que me llevé fue grande. «¿Cómo puedes aplaudir que maten a los negros?» dijo mi madre. «Pero, mamá, es solo una película», intenté argumentar. «Ni en película ni en broma seas cómplice de esas cosas», repuso mi madre, concluyendo.

Ni mi padre ni mi tío Rufo, anticomunistas confesos y lectores habituales de medios como ABC, ¡Arriba!, Ya, y en su día El Alcazar, hoy Intereconomía o Trece TV (no recuerdo haberles visto nunca el diario El País y mucho menos Egin), sin embargo, jamás jaleaban a John Wayne cuando mataba a los indios, y si lo hacían nunca delante de los niños, es decir, Black Lives Matter. Aunque no se perdían a Elena Francis, tenían conciencia identitaria o racial. La serie Raíces fue un ejemplo de ello: desde que se empezó a emitir siempre la veían, diría que estaban enganchados. Basilisa Mangue fue quien me dio la orientación necesaria para comprometerme de la forma en que lo hice con la causa negra. Sin ella no hubiera sido posible tener la fortaleza, sabiduría e integridad moral para vencer las vicisitudes que encontré en el camino. Erudita, maestra, empresaria, activista que, como compañera y mentora, me orientó extraordinariamente en la lucha contra el sistema fascista del apartheid, del folclore a un contexto revolucionario, cumpliendo clarísima y holgadamente con su deber. Parte de ese carácter se forjó en una familia de 11 hermanos y en ello los años de Macias y fueron decisivos durante el paso de la hegemonía de falange en las élites guineanas al espíritu de los valores patrióticos y revolucionarios de PUNT. He de decir que ir a un colegio donde tu madre es la directora es jodido, es mas no tuvo para mi ninguna ventaja, la disciplina y exigencia era férrea, y encima no podía participar de las peleas, aunque me las arregle para escapar a La Carbonera.

La primera vez que escuché hablar de Malcolm X, Sankara o Marcus Garvey no fue en la universidad leyendo a Gramsci, ni Georg Lukács, ni en las clases de formación política de partido panteras negras ni en internet. Fue a mi familia concretamente el día de mi comunión, mi padre y mi tío Ambrosio hicieron un chiste por lo pomposo y ostento del traje. Como replica mi madre dijo un comentario advirtiendo que eran los mismos trajes de los oficiales del Black Start Line, la UNIA-ACL y que llevaba el mismísimo Marcus Garvey. Mi hermano Lumumba y yo no teníamos ni puta idea, pero nos pareció bien pues lo había dicho nuestra madre. Durante el día tuvimos que esconder los trajes caros y vestir el traje oficial de gala del colegio y no pudimos vestirlo hasta llegar al hotel en Valencia. Según mi madre para evitar que profundizar en las diferencias de clase, pues según ella todos éramos iguales. Ese día descubrí gracias a mi madre que había niños blancos cuyas familias no estaban y debían quedarse con los curas durante las vacaciones. Sin embargo, con nosotros había una tribu de más de 50 negros venidos de todos España y África. De repente —gracias a mi madre— descubrí que éramos unos consumistas y lo más importantes, unos privilegiados. La opción por los débiles significa una importante novedad en la determinación de la misión de la Iglesia; su novedad e importancia, sin embargo, van más allá. Este determinismo desencadenó en ella una lógica y un dinamismo que le acompañó y permeo, de modo que la opción por los pobres no se redujo a determinar el destinatario de fe, esperanza y caridad. Al fundamentar su opción en Cristo, mi madre se vio objetivamente forzada a repensar quién es ese Dios. Mi madre decía que la opción por los pobres es, pues, mucho más que la determinación del destinatario; tiene la virtualidad de hacer replantear la totalidad de lo eclesial, de la fe y de lo humano. La opción por los pobres es una opción por una vida en conciencia de igualdad desde la fe. Ese mismo día, gracias a la Dra. Basilisa, aprendí, aunque difusa sobre la importancia de compartir y puedo decir que, sobre la conciencia de clase, con énfasis en mí. No desde el punto de vista marxista sino desde la reificación, cristiana —opción preferencial por los pobres—, no como un principio central de la teología de la liberación, sino humanista. Este hecho descubrió una importante misión histórica en mí.

Durante las vacaciones de 1987 me encontraba en Malabo. La televisión de Guinea Ecuatorial anunció que Thomas Sankara, presidente de Burkina Faso, había resultado muerto al ser derrocado en el golpe de estado que llevó a cabo en su contra su segundo en el poder, el capitán Blaise Compaore. Mi madre nos reunió ante el televisor, mis primas Mary Luz, Otra y Joya, mis hermanos y yo y mi padre. La vi muy seria y sentida, dijo: «Era un gran hombre». Mi padre mandó al servicio encender la parabólica y buscamos la noticia de Télévisión Cameroun, donde se hizo un amplio y profuso análisis de la noticia y un retrato político sobre la figura de Sankara.

Esa noche yo tenía previsto un fiestón organizado con la pandilla «Interbravos», pero por si acaso y como «el horno no estaba para bollos», esa noche opté por no salir. Evité pagar yo los platos rotos por la muerte de Sankara. Tampoco pudimos ver el concurso de baile y cantantes musicales, número uno del momento, en la televisión camerunesa: Tam-Tam Weekend. Estábamos de luto; un gran hombre había muerto. Esos son los primeros recuerdos de Thomas Sankara. Otro aspecto que aprendí de mi madre y que quiero reseñar y que hoy está de moda como el pelo natural, es la moda y su valor político, ideológico y epistémico. En ese mismo contexto asistí en el cine Marfil al consejo de guerra por intento de golpe de estado que se realiza contra Eugenio Abeso Mondu, el principal acusado en un golpe de estado en Guinea. En su defensa el alférez pidió hablar en lengua vernácula con traductor al español. El fiscal se negó y le obligó a continuar en castellano. Mi madre puso cara de mala hostia Fue el único momento en todo el juicio que se inmutó y manifestó en fang: ¿cómo un africano puede denominar su propia cultura, idioma, vernáculo? En aquel entonces era tan estúpido que como muchos negros creía que era culto usando esos vocablos latinos sin saber que significan. Mis hermanos y yo descubrimos con sorpresa al mandarnos Dña. Basilisa abrir un diccionario de latín-español, el significado de cavernas, es decir lengua de las cavernas. Que los propios negros sigamos usando un lenguaje colonial y racista, con expresiones como dispensario frente a hospital, pueblo frente a poblado, nobles frente a notabales, jefes frente a reyes, etc…

Esas fueron grandes lecciones que hoy necesitamos recuperar para las nuevas generaciones que acertada y valientemente se embarcan la reivindicación del pelo natural afro. A través de mi madre aprendí que esta batalla no la podemos enfrentar solo desde la posmodernidad, amparada en cuestiones meramente lingüísticas y estéticas, que generan un discurso que no produce realidad, porque está realizado para el consumo del «poder blanco» y la clase media, que es a quien van dirigidos los discursos epistémicos biológicos, convertidos en ideología ahistórica. Por eso veis tanto oportunismo, «afroconveniencia», fashion, moda, bling-bling o raperos sin flow con letras prefabricadas carentes de mensaje, etc. Mi madre afirmaba que estas ideas neocoloniales con apariencia de rebeldía proceden de la profunda convicción de que la africanidad, como fundamento expresada por Senghor46 y en su esencia articulada por Cheick Anta Diop,47 carece de valor vital, salvo que sean integradas por formas o políticas eurocéntricas que constituyen, en términos políticos, el tiotomismo. Un buen ejemplo es la desconfiguración del sentido político del pelo «afro», como se puede ver en dread, afro, natural, aguacate, etc.

Yo aprendí de mi madre que la historia, la literatura, la publicidad, el cine o la televisión son un reflejo de la sociedad, pero no es neutro ni imparcial. De hecho, un de las tantas veces que fui expulsado de clase en tercero de BUP fue solo por decir que los egipcios eran negros. Pilar, profesora de historia del arte. puso una diapositiva sobre Ramsés, Taharca y Tanutamon, faraones de la XXV dinastía. Era evidente que eran negros, pero la profesora insistía con vehemencia que eran blancos. Levanté la mano y dije, con el debido respeto, creo que los egipcios eran negros. Se me exigió fundamentar mi afirmación y expliqué que me lo había dicho mi madre. «¿Y quién es tu madre?», me replicó entre las carcajadas de una parte de la clase. «Dra. Basilisa», contesté. Su cara fue de desprecio y su respuesta fue expulsarme de clase. Antes de salir del aula, ella argumentó que no se trata de racismo sino de ciencia. Eso es típico en la cultura patriarcal, eurocéntrica que consiste en perdonar, legitimar, erotizar y embellecer la violencia racista contra cualquier argumentación afro y más si esta procede de las mujeres negras como referencias epistémicas. Los fachas de fondo de la clase reían y los progres querían quitarle hierro al asunto: «Venga ya sino es para tanto, qué más da que sean blancos o negros, déjalo ya». Sin embargo, Pilar me hizo un favor, este hecho creó en mí mucha confianza en las ideas afrocentradas, a partir de lo que mi madre me había dicho sobre Cheick Anta Diop. Como tanto profesorado, Pilar estaba muy enojada y nerviosa quizás porque nunca había leído al senegalés y ningún libro escrito por un negro, mi mamá sí, pero ella se sintió cuestionada al ser una negra de mierda a ojos de una licenciada en historia y me expulsó de clase solo por miedo. Detrás del fracaso escolar de muchos niños migrantes están estas actitudes eurocéntricas de miedo y supremacía. Antes de salir de la clase lancé un discurso que no pude terminar por razones obvias. Supongo que quería decir que creo que las mujeres negras son y han sido fuente de conocimiento y de una epistemología feminista, que no se articula en modo fábula sino en la memoria histórica afro. Es importante ver la representación de las mujeres negras en la cultura y el pensamiento o su representación en la construcción del conocimiento, la moral pública y el impacto del pensamiento de mujeres negras como mi madre tuvieron al momento de elaborar esa dimensión teórica y doctrinal, así como sus evidencias en la ampliación de categorías de análisis.

La primera vez que vino a España, Bobby Brown, ex de Whitney Houston y New Edition, fue un boom para los jóvenes negros de mi época. Compré mi entrada, fui y me corté el pelo hacia un lado como Bobby Brown, que era la estrella que imitar. Llegué flipadísimo a casa y superorgulloso y le dije a mi madre: «¿Has visto este peinado? ¡Es de Bobby Brown! ¡Es lo más!». Me miró de arriba abajo y lanzó una carcajada: «Siéntate, hijo. Ese peinado viene de Ghana, África, y es el que tenía Ogsayefo Kwame Nkrumah». Mi madre me explicó que ogsayefo significa en lengua ashanti «el redentor». Me enojé; pero «¿” redentor” de qué?», dije; sonaba a cristianismo o cosas así. Nunca había oído ese nombre en mi vida. «No puedes ir por ahí con una estética de alguien tan importante como el Ogsayefo y encima no saber quién es esa persona». Se me impuso como condición que, para ir al concierto, debía leerme una de sus obras: África debe unirse o su autobiografía. Aún no conocía la discográfica de la Polla Records. Quedaban catorce días y ese era el concierto del siglo en el antiguo Palacio de los Deportes del Real Madrid. Solo si leía esas obras podría ir al concierto, que era «lo más». Estaba indignado porque consideraba esta condición un chantaje inaceptable, pero yo tenía todas las de perder, así que me rendí y no confronté. Al final acabé leyendo Neocolonialismo: última etapa del imperialismo, además de África debe unirse, y leí la mitad de Lucha de clases en África para lo que mi madre me suscribió al periódico de Baba Herman Fergusson llamado Burning spear que teníamos que leer con un diccionario de ingles pues en esa época mis conocimientos de la lengua de Achebe eran tan terribles como el catalán de Vallecas.48 Fue así, como gracias a Basilisa Mangué y el rhymth & blues de Bobby Brown, conocí la obra del ogsayefo Kwame Nkrumah.49

Esto quiere decir que la estética es justa y necesaria, pero no es suficiente (biología-política). Se necesita una ruptura conceptual y política radical (cimarronaje). Mi madre y otras mujeres negras como Raquel Ilombe supusieron una enorme inspiración ideológica política, doctrinal y espiritual en mi conducta y otros hermanos de mi generación. Si ella no me hubiera hablado de Marcelino Bondjale, mientras comíamos del asalto a la embajada sudafricana en Madrid, como respuesta al asesinato del poeta sudafricano, Benjamin Moloise por parte del régimen criminal de Pieter Botha, mi vida se hubiera diluido:50 creo que, sin su presencia y natural adoctrinamiento, lo más seguro es que yo sería hoy un yonky, un tío Tom más de los tantos que pululan por allí o estaría al servicio de la dictadura criminal de Obiang. Un aspecto importante fue la inspiración que nos transmitió a mí y a mis hermanos por la obra inmortal de Winnie Madikizela Mandela. Durante más veinticinco años de encarcelamiento de Nelson Mandela, y desde su responsabilidad como presidenta de la liga de jóvenes y mujeres del CNA, Winnie fue el referente indiscutible en la resistencia popular contra la tiranía criminal del sistema y gobierno del apartheid. Madikizela Mandela no solo fue icono de coherencia contra el boerismo, también en la defensa de la república negra y las clases populares de Azania. Nos enseñó a amar a Winnie Madikizela Mandela y a identificarnos con su magnífica trayectoria, legitimidad, visión y su enorme autoridad moral que alumbró libertades. Su coherencia le llevó a un enfrentamiento con el sistema racista, el tío Tom, sufrió cárcel, persecución y violencia física.

En combate feroz contra el terrorismo policial y su tío Tom, Winnie Madikizela es una histórica luchadora por la libertad insurgente que después de muchos años, casi dos décadas desde su fallecimiento, aún me intriga. Y, que hoy sigue pasando —parece mentira con tanto internet— y fue el componente importante de la liberación psicológica que insistía mi madre, y este se centraba en adoptar la conciencia negra insistiendo en que la propia gente africana lideraba los movimientos de liberación negra. Eso lo aplicamos con éxito de 2000 a 2010, pues creamos en España más de cien organizaciones de base lideradas por negras, más que en cuarenta años de democracia. Esto nos supuso el rechazo del ferviente no-racialismo (eurocentrismo) de la izquierda, las onegés convencionales, las feministas y por tanto de las instituciones en manos de Pedro Zerolo, que querían seguir siendo los interlocutores y por tanto los beneficiarios de las ayudas mientras las onegés negras eran empobrecidas y se destruían o las mantenían en estado de subalternidad pidiendo a la izquierda blanca (y no al gobierno) entendimiento y apoyo, pero sin ostentar ningún poder. Esa es otra de las ramas centrales: sin organización negra no hay proceso ni historicidad. Por eso en 2013 cuando los jipis y el tío Tom destruyeron el movimiento cimarrón, intentando reorganizarlo en la celebración del IV Congreso Político en Barcelona. Entonces apelé a una idea central que le había oído a mi madre: cuando Nelson Mandela comenzó a alejarse de las compromisos y consignas cimarronas, por lo que afloró la corrupción, fue necesario construir y levantar la Federación Panafricanista, así como las banderas históricas de estas mujeres, haciendo un llamamiento a que construyamos un movimiento negro fuerte, como espacio político e identitario de la conciencia negra para la reparación. A esta llamada acudieron enormes referentes como Martha Trujillo, Leila Rodríguez, Jenny Fernández Leona, Edilson Dimas, Borja Rosas, Fatou Secka, Dowori Desir y la Dra. Elisa Joy White.

46 Senghor, L. S. Fundamentos de la africanidad.

47 Diop, C. A. (2010): África negra y cultura. Barcelona: Bellaterra.

48 Nation Time fue un periódico que se editaba en Qeems NY entre 1993-2001, periódico nacionalista negro dirigida por Mama Iyaluua Ferguson

49 Nkrumah, Kwame (1966): Última etapa del imperialismo. México: Siglo XXI Editores.

50 Ilombe del Pozo (2014): Ceiba II, Poesía Inédita. Edición de Benita San Pedro y Baltazar Fra, Verbum, Madrid.

Afrofeminismo

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