Читать книгу Afrofeminismo - Abuy Nfubea - Страница 5
ОглавлениеPrólogo
Un libro imprescindible
Las historias presentes conectan con el feminismo y la aparición de la novela moderna. En efecto, cuando nace la novela, surge también la posibilidad de relatarnos unos hechos de manera compleja, y de que ese relato que hacemos de nosotras mismas y del mundo que vivimos quede en la posterioridad para que sepamos cómo se vivía en ciertos momentos de la historia, en ciertos siglos o cómo eran las costumbres, el papel de la mujer o las relaciones sexuales. De manera que, dos siglos después, algo deja de existir sino sale en las primeras páginas de un periódico. De hecho, el barco Open Arms da vueltas por el Mediterráneo a las puertas de Europa, y dentro hay cientos de refugiados cuyas mujeres y niños se mueren de frío, pero como no sale en las primeras páginas de los periódicos, nos importa un pito. Ante ello, la primera herramienta que tenemos es la narración; narrarnos en primera persona, el testimonio, el relato, la novela que también ha cambiado, y ese cambio es bestial. Es decir, la forma de eliminar la estructura abstracta con la cual nos quieren relatar y con la cual nos han relatado desde los medios de comunicación, desde los poderes públicos, desde las instituciones y, sobre todo, desde la Iglesia durante tantos siglos. La segunda es el humor; reírnos de ellos porque ahora somos más y somos más valientes. Y la tercera es el cuerpo y la sexualidad: debemos disfrutar y vivir nuestra sexualidad en libertad y gozar y mostrar el cuerpo que tenemos, porque nuestro cuerpo para ellos es muchas veces una ofensa y otras veces un campo de batalla, y para nosotras ha de ser un instrumento de placer.
Este prólogo es intencionadamente breve por una razón principal: soy una mujer blanca. Y, sin embargo, creo necesario reconocer el trabajo de Abuy Nfubea en la visibilización de todas estas mujeres. La narrativa sobre sectores acallados y subalternizados, como el de las mujeres negras en España, resulta imprescindible. Y lo primero que quiero hacer es dar las gracias a las compañeras africanodescendientes que durante estas cinco décadas han luchado por el feminismo y la libertad de la mujer. Es por eso por lo que estoy aquí; y si ahora estamos viviendo una revolución tremenda y extraordinaria es gracias a ellas, a la lucha de millones de mujeres negras que durante décadas se han jugado la vida en tiempos mucho más difíciles. Y si entre todas hemos conseguido crear una red internacional y solidaria es gracias a que hemos conseguido las herramientas de comunicación que nos estaban negando.
El poder construye el relato de lo que somos; una vez que está hecho permanece. El dolor de las mujeres con su relato se construye a partir del relato de los hombres que son incapaces de aceptar tu realidad. El feminismo es un movimiento político, y hay otros y de todos los signos, lo que hacen al asumirlo o no es intentar convertirnos en un movimiento social o incluso en una coreografía de balé-zumba. En tanto en cuanto quieren usar el feminismo le quitan de raíz lo que es su naturaleza política como cualquier otro. El libro de Abuy hace suyo un relato que podemos hacer nuestro, porque además de internacional y solidario, hemos inaugurado una nueva forma de identificación que se nos había prohibido y que es la base de la lucha de clases, más allá de las ideas abstractas, sino historias femeninas frente a las ideas concretas que asocian redes de identificación de lo común, y hay que poder aplicarlo en otros aspectos o luchas de la vida, como el antirracismo, el womanist, la negritud, el panafricanismo o el cimarronaje.
El tiempo nos ha enseñado que dichos silencios jamás son reparados por las administraciones públicas o los estamentos oficiales. Las voces y la presencia de las mujeres negras, como el de otros colectivos obligados —y no inocentemente— al ostracismo deberían y deben salir a la luz. Los nuevos modos de comunicación y el empeño de personas como Abuy Nfubea no solo reparan, sino que establecen marcos referenciales, son ejemplo. Pienso ahora en la enorme cantidad de literatura ensayística que, sobre todo en las universidades afroamericanas, ha construido un corpus que modifica la realidad y modifica también la mirada que los ciudadanos y las ciudadanas tenemos sobre nosotras mismas. La historia nos construye, la memoria nos cimenta, sin ellas somos seres incompletos. La contribución de obras como la presente no se acaba en sí misma. Forma parte de un número ingente de aportaciones individuales que en las últimas décadas han arrojado luz a historias en la sombra. Ninguna sombra es inocente. Ninguna luz es en vano. De ahí que quiera hacer constar aquí mi reconocimiento a esta obra y, con ella, a todas las que nos ayudan a crecer y nos completan como sociedad.
Cristina Fallarás