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LOS ELEMENTOS DE LA DANZA

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Sin especificar una jerarquía u orden de importancia en la enumeración, podemos afirmar que los elementos de la danza son los siguientes:

1. el cuerpo humano

2. el espacio

3. el movimiento

4. el impulso del movimiento (sentido, significación)

5. el tiempo (ritmo, música)

6. la relación luz-oscuridad

7. la forma o apariencia

8. el espectador-participante.

Una definición marca los límites de un fenómeno o de una acción y especifica lo que puede o no considerarse como aquello que se define; en este caso, la definición se relaciona con los elementos básicos o primordiales que tienen que converger para que el fenómeno denominado danza ocurra, exista, se haga, sobrevenga en la realidad. Al mismo tiempo, la enumeración de estos elementos indica la naturaleza del fenómeno mismo. Al afirmar que estos ocho elementos deben acaecer para que la danza sea realizada, no queremos decir, de ninguna manera, que cada uno de ellos pueda aislarse; los separamos exclusivamente para poder estudiarlos y describirlos, pero con la convicción de que cualquier experiencia dancística incluye los ocho elementos simultáneamente. Al enumerarlos, deseamos analizarlos por separado, es decir, momentáneamente rompemos o dejamos de considerar las relaciones que guardan entre sí. No obstante, éstas siguen existiendo en la realidad y en un acto de danza cualquiera, en una experiencia dancística considerada al azar, no pueden quedar rotas sino que resultan indispensables. Un elemento aislado no puede sobrevenir o perdurar sin los otros, de la misma manera que, por ejemplo, el sistema circulatorio humano no puede funcionar normalmente sin los sistemas con los cuales coexiste: óseo, muscular y nervioso, entre otros.

Cuando vemos que un niño que apenas ha aprendido a caminar y a dominar el equilibrio se pone a “bailar de alegría” nos resulta, tal vez, difícil detectar la causa física o anímica de los movimientos que realiza en el espacio. El pequeño no podrá explicarlo, pero esta ejecución de su infantil danza responde a un deseo de expresarse de esa manera; sus movimientos provinieron o fueron producto de un impulso. Nosotros sólo detectamos la manifestación en sí y, precisamente por la forma de estos movimientos, podemos inferir la naturaleza del impulso: regocijo, felicidad, bienestar, ejercicio mecánico, placer, descontento, berrinche, etc. Son las relaciones internas las que echan a andar el mecanismo de ese acto e, incluso involuntariamente, las tomamos en cuenta para entender qué tipo de danza ejecuta el incipiente bailarín.

Los elementos de la danza

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