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LA CLASE OBRERA
ОглавлениеHabrá quien quiera leer Amianto como una novela histórica, casi arqueológica: testimonio de una época perdida, un mundo perdido, y una clase perdida, extinta: la clase obrera. Y es cierto que es un formidable retrato de la clase obrera italiana y europea durante las décadas posteriores a la posguerra. En el ecosistema productivo en que se mueve Renato es muy fácil señalar cada parte, distinguibles a simple vista: aquí la clase obrera, aquí el capital con su fábrica, aquí la burguesía propietaria, aquí el Estado que administra sus intereses. Hasta podríamos caer en la nostalgia, como en toda mirada al pasado reciente: qué tiempos aquellos en que todo estaba tan claro, cuando la solidaridad de clase, como escribió Hobsbawn, estaba «inserta en el código ético» de los trabajadores desde generaciones.
Pero Amianto está escrita también, o sobre todo, para la clase obrera de este año 2020. Sí, dejen de leer boquiabiertos: sigue habiendo clase obrera, no se extinguió, no fue aplanada por el rodillo clasemedianista que nos convirtió a todos en una totalizadora clase media. Es muy probable que usted que lee este prólogo y se dispone a leer Amianto sea clase obrera. Sigue habiendo Renatos entre nosotros, incluso Renatos que empuñan herramientas para soldar tubos, Renatos con callos y con enfermedades laborales, hasta Renatos muertos en accidentes laborales. Pero también hay, son mayoría, los Renatos que han diversificado y seguramente vuelto más confusa la clase obrera hoy: todas aquellas trabajadoras y trabajadores, nacidos aquí o emigrados, que seguimos sin tener otro medio para vivir que nuestra fuerza de trabajo.
Empezando por el autor, Alberto Prunetti, que se adscribe a ese precariado cognitivo que en muchos casos —en el suyo por descontado— es hijo de la clase obrera fabril o campesina, y que a la vuelta de unas décadas se pregunta cómo es posible que hoy tenga menos derechos y bienestar que sus padres. El autor tal vez no tiene callos en las manos, como no los tendrán muchos de los lectores; pero sí otros destrozos de un tiempo de hiperproductividad, intensificación, flexibilidad, incertidumbre y ansiedad.
En la discusión actual sobre cómo redefinir la lucha de clases, son necesarias lecturas como esta, que toman la memoria de la clase obrera pasada y la infiltran en nuestra conciencia (de clase).