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Reprogramación mental y el proceso del cambio.

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Hay que visualizar una representación dinámica e interactiva de lo que hacemos y forma parte de nuestra realidad, para sustituir la visualización que tenemos de nosotros mismos por otras visualizaciones con los propósitos, sueños y deseos de renovarnos.

Una vez que comienzan algunos cambios, a través de esa nueva visualización de nosotros, nos sentimos participando de nuestro destino y se vuelve una profecía autocumplida.

Naturalmente, en nuestra imaginación hay muchísimas personas que piensan que no pueden dejar de fumar, de beber en exceso, de comer en exceso, de irritarse fácilmente, de ser pesimistas, de tener temores, ansiedad, pánico, depresiones, de no poder mejorar su situación económica, social, familiar, de vínculos, de no poder superar una enfermedad psicoemocional orgánica que se ha vuelto crónica.

Muchas veces los médicos lo transmiten involuntariamente y sin percibirlo, diciéndonos que son crónicas y por lo tanto de por vida. Diferente sería si se transmitiera que son crónicas, pero que contamos con los tratamientos avanzados de la medicina científica actual, con los controles y la ayuda imprescindible del propio paciente, no tienen consecuencias para la salud.

Esta certeza de no poder cambiar angustia deprime, agobia, desalienta y nos hace vivir desesperanzados. Con la reprogramación mental se logra que esas certezas que fueron concebidas hasta ese momento, adhiriendo a la hipótesis contraria y lograr el cambio y sueño deseado. Así comenzamos a saber que teniendo confianza hay opciones. Hay que creer, sentir. emocionarnos y visualizar que podemos, que las merecemos y aprovecharlas.

Si no logramos despojarnos de la certeza de que nada puede cambiar, no podremos tener ninguna idea de hacer otras cosas, de vivir de otro modo, de sentirnos y ser diferentes. Tener una opción es tener libertad y poder de decisión, pero la opción hay que construirla para que sea una alternativa para ser diferentes y relacionarnos con nuestros deseos, sueños y propósitos más profundos.

Tener una opción y concebirla es la llave que nos abre la puerta de lo posible, concebir es creer y crear las condiciones para darnos cuenta que los deseos se están cumpliendo, que el proyecto se está realizando dentro de las condiciones que lo proyectamos. Debemos visualizar una imagen anticipada de nuestro sueño, propósito y deseo realizándose. Poder imaginarnos y visualizarnos a nosotros mismos con nuestro sueño realizándose y lo pondremos en palabras para poder pronunciarlas con términos claros y concretos.

El propósito de una buena formulación es ayudar al cerebro-mente, a asociar al sueño con el deseo mismo, cumpliéndose. Asociar el propósito a una nueva imagen de uno mismo, agradecido y feliz por el cumplimiento del deseo. Creer que ese deseo se está cumpliendo y creer que nosotros estamos cambiando con nuestro propósito logrado.

Si pudiésemos creer que eso que deseamos ya está ocurriendo, aunque no sepamos aún cómo está ocurriendo, empezaríamos a percibir señales que nos irían confirmando desde ese mismo momento que es posible lograrlo. Quien desea que algo ocurra y sabe que está ocurriendo, estando naturalmente atento a cada señal, puede que aún no sepa cómo, pero sabe lo más importante que debe saber.

Infinidad de cosas que están aconteciendo tienen que ver directamente con la realización de su deseo. Pero no lo está percibiendo con sus ojos, sino con su cerebro-mente. Puede ver porque lo concibió antes, descubre la oportunidad porque la está esperando, porque puede asociarla a la realidad anhelada y sabe que está ocurriendo. Y si no se hubiese concebido el deseo, sueño y propósito, quizá esa oportunidad hubiese vuelto a pasar frente a él sin que pudiese registrarla como tal. Quizá la hubiese registrado como una oportunidad para otros por no sentirse merecedor/a de ella, o por no haber podido concebirla para sí.

Ahora tú, por fin, registras esa gran oportunidad. La descubres como tuya.

El registro de la opción imprevista y muy esperada, tiene que ver no solo con el optimismo y la voluntad de que ocurra, sino con el profundo deseo y la poderosa intencionalidad de que ocurra, sintiéndonos merecedores de ello a través del agradecimiento profundo.

Si uno ha alineado todos sus pensamientos, sentimientos, emociones, con fuerte intencionalidad hacia la realización de un sueño, deseo y propósito, no solo se vuelve capaz de registrar signos que lo confirman en circunstancias en que otros no ven nada, sino que incluso de ver signos muy positivos. Es decir, oportunidades muy favorables allí donde otros creen percibir adversidades y dificultades.

El aprovechamiento de las oportunidades es fundamental porque además de completar el ciclo logrando el deseo con fuerte intencionalidad, nos refuerza la esperanza y nos permite empezar a naturalizar este nuevo estado de fuerte emotividad y de haber llegado al núcleo central de nuestro ser, del cual no debemos salir nunca más. Aprovechar las oportunidades significa accionar en concordancia con el propósito y deseo, con fuerte intencionalidad en ese fugaz confluir de circunstancias favorables, las cuales lo vuelven posible. En este momento y lugar justos, si uno presiente que el deseo se está cumpliendo, si tiene permiso para disfrutarlo. Si sabes que ahora te toca a ti y por ello puedes percibir que ese excepcional confluir de circunstancias favorables es el signo claro de tu gran oportunidad, entonces estarás en condiciones de aprovecharlas. El propósito, el sueño y el deseo con fuerte intencionalidad van más allá de lo permitido, de lo acostumbrado. Ahora estamos allí, a punto de ir más allá. Es decir, estamos a punto de ir donde queremos ir, de convertirnos en autores de nuestro propio destino.

Todo indica que llegó el momento. El aprovechamiento de las circunstancias favorables, lo bueno y mejor por conocer, se vuelven una placentera experiencia de pequeños y grandes hechos cotidianos.

No es solamente una idea clara pero meramente intelectual de cómo queremos ser o vivir, sino una clara conciencia de que algo trascendente nos está pasando. Es el momento de disfrutar los logros, festejarlos y agradecer por ello. Disfrutar es comprobar el sabor de saber, es sentir que se es y se está bien en esta serena alegría, de la cual no quisiéramos apartarnos más. Quedémonos pues, en ella un largo rato, si es posible, el resto de nuestras vidas. Hagamos de la alegría y la felicidad un estado natural. Festejar nos ayuda a explicitar la alegría del logro obtenido, nos confirma en él, como si termináramos de creerlo o de crearlo. Es decir, de hacerlo nuestro logro. Agradecer a todos los que han contribuido para que esto ocurra, a todos nuestros seres queridos y a todos los seres, para que nuestros logros se puedan expandir y difundir sin límites.

Reprogramación mental para descubrir el secreto del éxito

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