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3. LA BOLSA O LA VIDA

¿Sabes cuánto dinero has ganado en tu toda tu vida? ¿Sabes exactamente en qué lo has gastado? ¿Te has parado a pensar cuántas horas de trabajo significan eso último que te compraste? ¿Cuánto gastas solo por aparentar? ¿Cuánto dinero te cuesta ir a trabajar?

Tu relación con el dinero y con el trabajo condiciona tu vida, ¿lo sabías?

La bolsa o la vida, de Joe Dominguez y Vicky Robin, me ayudó a entender cómo funcionamos con el dinero y a analizar mi personalidad monetaria. ¡Y yo ni siquiera sabía que tenemos una personalidad monetaria!

Tampoco había pensado cuánta vida gastamos en intentar conseguir dinero: nos «matamos trabajando» para tener un nivel de vida (y de consumo) que supuestamente nos dará felicidad y calidad de vida. Supuestamente…

Cuando nos vamos de casa y empezamos a trabajar decimos: me independicé. Déjame poner en duda esta frase. ¿Te independizaste de qué?

El consumo desmedido, las deudas, hipotecas, las cuotas, los plazos, las compras sin sentido te atrapan, te quitan libertad. ¡Es todo lo contrario a la independencia!

Y lo peor: no da felicidad.

Parece una trampa, la ruedita del hámster. Parece que no hay salida ni alternativa. Pero sí que la hay. Es un tema tan importante, tan definitorio que, aunque sea una vez en la vida, deberíamos poder parar, respirar y revisar hacia dónde vamos y cómo lo hacemos.

Aunque no siempre podremos cambiar lo que no nos gusta, ni tan rápido como nos gustaría, sí que podemos hacer pequeños cambios que nos ayuden a tener mayor calidad de vida.

Calidad de vida entendida como ese tiempo valioso para ti y tus seres queridos, tiempo para hacer lo que te gusta, para reírte (¿hace mucho que no te ríes?), para ayudar a otras personas, tiempo para tomarte unos mates y charlar de la vida, tiempo para ir al parque y tirarte en el pastito y hacer un pícnic, o ir a la playa un rato a caminar, a un museo… ¡y tiempo para cocinar, claro! Porque de eso se trata: de tiempo.

Cada moneda, cada billete, es lo que recibes a cambio de ese bien tan preciado y finito que tienes. Da igual el tipo de trabajo, cambias dinero por tiempo. Entonces, estaría bien pensar qué compras y pagas con ese dinero/tiempo. Estaría bien revisar y no hipotecar lo único que no puedes comprar: tu tiempo, tu vida.

Podemos vivir sin acumular, con sobriedad. Estoy hablando de sobriedad, no de precariedad o carencia. De tener lo que realmente necesitas, no de vivir con sensación de escasez. De tener claro con cuánto tendrás suficiente.

Y también hablo de que puedas acercar lo más posible tu manera de ganar-gastar-ahorrar a tus valores y propósitos de vida. Porque, aunque no todo dependa solo de ti, claramente, tienes margen de acción para darle sentido a tu vida, sentirte libre y vivir acorde a tus principios.

No es una receta new age. Es un serio y profundo análisis de tu relación con el dinero.

Seguramente hay muchos libros y profesionales que hablan de este tema. Yo lo hice al leer La bolsa o la vida.

¿Ya ves la relación con la cocina? Cuando compras comida, ¿estás comprando según tus valores, a personas o emprendimientos que quieres apoyar? ¿Cuánto gastas en comida que no te nutre? ¿Cuánto vale ese capricho que no te va a dar felicidad? ¿Vale la pena gastar todo ese dinero-tiempo en ese cafecito a precio estratosférico solo porque es el bar de moda? ¿O vale la pena gastarlo en buenos ingredientes y cocinar algo rico y saludable para toda tu familia?

Calidad, calidad, calidad… de eso se trata. De elegir, de ser conscientes, de ser coherentes en la medida de nuestras posibilidades.

Este no es otro libro de recetas

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