Читать книгу Este no es otro libro de recetas - Alejandra Schvartz - Страница 16

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En este capítulo te contaré las pautas que sigo para llevar una alimentación saludable, pero quiero dejar súper claro que, aunque sé mucho de nutrición, no soy nutricionista. Soy cocinera y sigo una alimentación lo más saludable que puedo, desde hace más de veinticinco años.

Me he formado, informado y sobre todo he puesto en práctica y he visto cómo me sentaban a mí estas pautas de alimentación. No puedo asesorarte en tu situación personal. Siempre diré lo mismo, si necesitas una consulta especializada, hay profesionales que trabajan de manera seria y pueden ayudarte.

Parto de la premisa de que nunca como humanidad hemos comido tan mal. ¿Cómo es posible que en países donde hay abundancia de comida se sufran tantos problemas de salud relacionados con la alimentación?

Y no es por falta de información. Paradójicamente, se habla mucho de cocina, de alimentación y de nutrición. Proliferan programas de televisión, concursos y realities, canales de Youtube, Tik-Tok, libros, revistas especializadas, cociner@s casi estrellas de rock, foodies experts, charlas TED, más fotos y más fotos y más fotos de comida en Instagram, Pinterest, Facebook…

Y hay dietas para todos los gustos: la dieta mediterránea, la dieta paleo, vegetariana (ovolactovegetariana, ovovegetariana, lactovegetariana, flexivegetariana), vegana, crudivegana, crudívora, energética, macrobiótica, cetogénica, keto vegana, dietas anticáncer, antiedad, detox…

Con sus respectivas versiones si tenemos en cuenta las alergias e intolerancias: sin gluten, sin azúcar, sin lactosa, sin frutos secos, sin huevos, sin mariscos…

Hemos cambiado nuestra relación con la comida.

Somos la primera generación criada por «madres modernas». Digo madres, porque sin duda todavía eran ellas las que se encargaban de la cocina (y de todo lo demás). Y modernas en el sentido más estresante del término: esa vida que exige a las mujeres hacer malabares, para llegar a todas sus obligaciones: trabajo, casa, crianza, pareja…

Una generación de madres que cambió la forma de cocinar y de comer. Así hemos crecido. Y en solo dos generaciones se han modificado nuestros hábitos de consumo y de relacionarnos con la comida.

Hemos pasado de cocinar a partir de ingredientes (verdura, arroz, pescado) a comprar productos. ¿Para qué amasar la pizza si podemos comprar la base hecha (o directamente pizza congelada ya con todos los ingredientes)? Para qué pelar las patatas, si podemos comprar bolsas listas para abrir y freír? En el súper encuentras incluso «preparado para tortilla».

Además, nuestra comida no es estacional. Podemos comprar los mismos ingredientes todo el año. Tomates en pleno invierno, por ejemplo. Y, claro, gazpacho en brick.

Podemos comer catorce platos diferentes a la semana y llegar a pensar que tenemos una alimentación variada. Pero la realidad es que comemos muy poca variedad de ingredientes. Eso sí, presentados de diferentes maneras.

Nuestra alimentación se basa fundamentalmente en:

•TRIGO BLANCO, que está presente en casi todas nuestras comidas (tostadas, cruasanes, rosquilletas, pan, pizza, pasta, bizcochos, rebozados, cous-cous, fajitas, bocadillos, sandwiches).

•Si no eres vegano, CARNE y LÁCTEOS. La leche está presente en tooodos los productos de las neveras del supermercado: yogures, leches, postrecitos, helados, quesos, mantequillas y todas las comidas preparadas o procesadas que llevan lácteos. ¡Hay lácteos hasta en las lonchas de pavo!

•Cuando no es trigo, es ARROZ BLANCO, el otro clásico.

•Y nuestra base de fruta y verdura es: tomate, lechuga, zanahoria, patata, cebolla, ajo, naranja, manzana, plátano.

¿Cuál es el resultado? Una alimentación poco variada. Si además consumes productos procesados, estás tomando AZÚCAR BLANCA, SAL Y ADITIVOS, CONSERVANTES, COLORANTES, ANTIAGLUTINANTES… La próxima vez que vayas al súper, revisa la etiqueta de todo incluso de los productos «saludables»… ¡Asusta!

Tampoco te confíes si es eco o vegano o sin gluten. Si tiene aceite de palma, aceite hidrogenado y azúcar como primero o segundo ingrediente, tampoco es saludable.

Y cuando queremos comer sano,

nos resulta demasiado complicado.

Cuando llegamos a una edad, o cuando somos madres o padres, o cuando empezamos a echar tripita (o pancita como decimos en Argentina)… entonces queremos comer sano. Pero, ¿tenemos tiempo para dedicarle a la cocina? Comprar, guardar, cocinar, fregar… uf… solo de pensarlo, cansa. Además, antes de todo eso, tienes que decidir qué visión «eliges» sobre qué es saludable.

Para esto es importante tener información actualizada y seria, no de Facebook. Pero, sobre todo, hace falta tener mucho sentido común y volver a la cocina.

No hay una una sola dieta universal que sirva para todo el mundo. Ni siquiera el mismo criterio se mantiene igual para una persona durante toda su vida. Tenemos que aprender a conocernos, a escuchar nuestro cuerpo, a saber lo que nos sienta bien y lo que no. En las siguientes páginas, te voy a contar unas pautas, según mi criterio y experiencia, que te ayudarán a iniciar tu camino hacia una alimentación saludable.

Este no es otro libro de recetas

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