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Encinar de Santoña – Parque Natural de las Marismas de Santoña

Introducción

El encinar de Santoña es el de mayor extensión e importancia del litoral cantábrico. Se trata de una especie de isla vegetal anclada en el tiempo. Su origen lo encontramos en el paso al Cuaternario, cuando las temperaturas se hicieron más frías y algunas especies, hoy en día propias del ecosistema mediterráneo, bajaron de latitud. Pero algunas se mantuvieron estables en su lugar, rodeadas ya de otra vegetación propia de las nuevas condiciones climáticas. Es el caso de este magnífico encinar, que se constituye como una joya a conservar, una burbuja del tiempo en que este tipo de flora se encontraba en este mismo lugar. Se acompaña de otras especies más atlánticas como el laurel (Laurus nobilis), el madroño (Arbutus unedo) o el acebo (Ilex aquifolium). La visita a Santoña se puede completar con muchos otros lugares de interés. Por ejemplo, las marismas, que dan nombre el parque natural. Se trata de uno de los lugares con mayor diversidad biológica de la península Ibérica, el elegido por numerosas aves que, procedentes de países más norteños, escogen este lugar para pasar el invierno. Si venimos de otoño a primavera, podremos observar más de cien especies diferentes, incluso desde uno de los barcos que ofrecen visitas guiadas para su contemplación. En el parque, es fácil ver a numerosos pescadores que acuden a las aguas del estuario del Asón en busca de lubinas, salmones, lenguados o anguilas, entre otros pescados. Santoña fue también un lugar muy importante durante la guerra de la Independencia al convertirse en un enclave estratégico para Napoléon y sus tropas. Cuenta con una excelente representación de fuertes, baterías y polvorines usados por los franceses. Toda esta actividad bélica le otorgó el nombre de Santoña, el Gibraltar del norte. En el mismo monte Buciero, podemos admirar el faro del Caballo, que tras superar sus 763 escalones nos regalará unas estupendas panorámicas marinas. Otra visita curiosa es la de alguna de las fábricas de conservas de anchoa presentes en la villa, actividad de gran renombre, cuyo inicio hay que situar en la industria italiana, que ubicó por primera vez unas instalaciones para realizar las conservas de este delicioso pescado. No podemos irnos de Santoña sin darnos un baño en alguna de sus playas. Si nos decantamos por la de Berria, lo haremos en una de las pocas que cuentan con Bandera Azul, distinción otorgada bajo diferentes criterios: calidad de las aguas de baño, información y educación ambiental, gestión ambiental y seguridad, servicios e instalaciones.


Descripción del itinerario

Acantilados del monte Buciero.

© AMAZING TRAVELS-SHUTTERSTOCK


La ruta comienza junto al fuerte del Mazo. A la derecha podemos observar el Polvorín del Helechal, usado por las tropas napoleónicas en la guerra de la Independencia, durante el siglo XIX.

Esta ruta, llamada de Cuatro Caminos o Ecosistemas del Bosque, se encuentra marcada con señales de color rojo.

Transcurridos los cien primeros metros, nos internamos en un sendero de tierra que se inicia a nuestra derecha. A nuestro alrededor aparecen las encinas (Quercus ilex ssp. Ilex), variedad cantábrica vinculada a hábitats costeros. Como se ha mencionado anteriormente, esta encina es una superviviente de épocas antiguas, y ello se debe, entre otras cosas, al suelo sobre el que crece: podemos observar que estamos sobre una formación kárstica. Las lluvias típicas de este clima templado atlántico se filtran a través de la roca caliza, lo que permite que las raíces se desarrollen sin tanta humedad. Si estamos en primavera, podremos descubrir su floración. Puede ser algo que nos pueda pasar desapercibido, pero si las contemplamos desde una cierta distancia, las veremos repletas de dorado, y si nos acercamos, nos asombrará el contraste entre ellas: las masculinas son esplendorosas y están cargadas de polen; mientras que las femeninas, extremadamente sencillas, guardan en su delicadez la fuerza del nuevo fruto. Podemos acercarnos y explorar sus aromas. Las encinas que nos encontramos no tienen un gran porte, pero crecen profusamente acompañadas, en este tramo, por algunos laureles, cuyo aroma no pasará desapercibido. Si contamos con un día de calor, sus aceites aromáticos puede que nos ayuden a relajarnos. Continuamos nuestro camino. El sendero asciende hasta toparnos con una cabaña junto a una zona de prados. El verdor de estos contrasta con los colores de las abundantes especies vegetales que nos acompañan. Destacan los rojos, azules o marrones de los diversos frutos en otoño, o los amarillos, blancos o rosados de las flores en primavera. Podemos aprovechar esta zona más abierta para levantar nuestra mirada hacia el cielo; tal vez nuestros ojos se fijen en el vuelo de las múltiples aves marinas o se centren en las caprichosas formas de las nubes y en la velocidad del viento que las mueve, y en sus diversos colores... Es el momento ideal para respirar profundamente. Una mezcla de aromas marinos y aromáticos completará nuestra sensación de bienestar. Abandonamos poco a poco la zona de prados para internarnos en el bosque de encinas relicto, un verdadero tesoro que descubrir. Nos recuerda a la laurisilva, una selva templada en la que, en este caso, la encina (Quercus ilex ssp. ilex) se mezcla con el laurel (Laurus nobilis), el madroño (Arbutus unedo), el aladierno (Rhamnus alaternus) y plantas trepadoras como la hiedra (Hedera hélix) o la zarzaparrilla (Smilax aspera), y entrelazan el sotobosque de rusco (Ruscus aculeatus) o endrinos (Prunus spinosa). Todo ello configura una espesa masa boscosa que sirve de refugio y alimento a numerosas especies animales. Tal vez nos llame la atención contemplar los troncos rodeados de hiedras. Podemos acercarnos para descubrir sus pequeñas raicillas aéreas con las que van subiendo en busca de luz desde la oscuridad del sotobosque. También podemos fijarnos en que cuenta con dos tipos de hojas muy diferentes entre sí y palpar su contorno. Si cerramos los ojos, la experiencia será más intensa y descubriremos con mayor facilidad las distintas formas, su textura lisa. Si estamos en primavera-verano, tal vez descubramos sus frutos, tóxicos para los humanos, pero comestibles para muchos animales que cuentan con ellos para completar su dieta. Según nos adentramos en el bosque, se vuelven más abundantes algunas especies acompañantes, como el madroño, que en otoño se adorna con unos hermosos frutos comestibles (pero conviene no comer muchos, ya que pueden emborrachar), una de las delicias del bosque. Cogerlos y disfrutar de ellos recién recolectados será toda una experiencia para nuestro gusto, que identifica perfectamente lo que consumimos. Descubriremos otra curiosidad en el sotobosque. Se trata del rusco, una planta cuyas flores y frutos parece que surgen de sus hojas. En realidad, no son hojas verdaderas, pues las reales son tan diminutas que pasan desapercibidas. Resulta de gran belleza contemplar sus flores, similares a estrellas blancas y moradas, o su posterior fruto: una bola rojiza, tóxica para los humanos. A unos 150 metros de la cabaña que vimos anteriormente termina nuestro camino. Ante nosotros se abren varias opciones: continuar por esta senda profundizando en el bosque hasta el punto de encuentro con la ruta que da la vuelta al monte Buciero y, tras visitar el faro del Caballo, volver al punto de inicio bordeando el encinar. De paso, contemplaremos las espectaculares vistas de los acantilados y del mar abierto que se muestran ante nuestra mirada. Una perfecta combinación entre mar y montaña.

Información práctica

AYUNTAMIENTO DE SANTOÑA

Manzanedo, 27

✆ +34 942 628 590

www.santona.es

OFICINA DE TURISMO DE SANTOÑA

Santander, 5

✆ +34 942 660 066

www.santona.es

turismo@santona.es

ESTACIÓN DE FEVE DE GAMA

✆ +34 942 642 211

A 9 km de Santoña se encuentra la estación de ferrocarril de vía estrecha que une Santander con Bilbao.

PARQUE NATURAL DE LAS MARISMAS DE SANTOÑA, VICTORIA Y JOYEL

Travesía Eguilor

Edificio El Mirador de las Marismas

Puerto de Santoña

✆ +34 942 671 724

www.redcantabrarural.com

info@redcantabrarural.com

Punto de partida: Fuerte del Mazo de Santoña; a él llegaremos desde el fuerte de San Martín, a través de una estrecha carretera de unos dos kilómetros.

Cómo llegar: Desde Santander, seguimos las carreteras S-10 y A-8 en dirección a Santoña. Tomamos la salida 177 de la A-8 para continuar por las carreteras N-634 y CA-241 hasta Santoña.

Distancia recorrido: 748 metros.

Época recomendada: Primavera y verano, si se completa con un baño, o invierno si lo que queremos es observar también las aves invernantes en las marismas.

Dificultad: Baja.

Itinerario accesible: En parte.

Transporte público: Autobús desde Santander.

Iones negativos por cm3


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