Читать книгу Baños de bosque. 50 rutas para sentir la naturaleza - Alex Gesse - Страница 4

Оглавление

Sobre los baños de bosque

Bosque de Valorio.

© María Galán


Esta guía que estás empezando a leer es una expresión de la pasión por el bienestar del planeta de sus autores, profesionales de prácticas de bienestar basadas en la naturaleza. El texto es una invitación a la experimentación sensorial a través de cincuenta rutas elegidas con mimo por estos profesionales, personas que te abren la puerta de sus casas: los bosques en los que trabajan realizando baños y terapias de bosque.

A imagen y semejanza de las dinámicas que rigen la naturaleza, en esta guía de autoría colectiva quizá notes el espíritu de colaboración que impulsa a estos profesionales, que se han formado en el Forest Therapy Institute y en el Instituto de Baños de Bosque. También lleva la impronta de asociaciones de propietarios forestales a los que asesoramos, como la Unión de Silvicultores del Sur de Europa (USSE) y la Asociación Forestal de Navarra (FORESNA), compañeros de viaje que llevan el bosque en el alma y con los que empezamos esta andadura hace ya algunos años. Porque no debemos olvidar que, en este país, una gran parte del bosque pertenece a comunidades o propietarios privados que, en muchos casos, lideran iniciativas relacionadas con la salud y el bosque. También hemos contado con el apoyo de organizaciones y técnicos para quienes la conservación de los bosques de acceso público es toda una prioridad, como la Diputación de Barcelona, la Fundación Patrimonio Natural o la Junta de Castilla y León.

Estas primeras líneas no son una simple declaración de intenciones. El conjunto de todas ellas expresa el marco conceptual sobre el que se asienta esta guía.

Marco conceptual

El primer aspecto de este marco conceptual es que los seres humanos forman parte del mundo natural, donde todo está interconectado: la salud de las personas y el planeta son interdependientes. Esto es lo que se conoce como «una salud» o una «sola salud» o «ecosalud», la salud entendida como ecosistema. Algo que va en la dirección opuesta a la percepción general de que estamos separados y desconectados de la naturaleza. Quizá se trate de una percepción influenciada por los modelos tradicionales de salud humana, que ignoran el entorno en el que vivimos. Tal vez sea el momento de tomar conciencia de que las funciones y la salud de los ecosistemas interactúan con factores que influyen en tu salud y bienestar.

El segundo aspecto es una percepción holística de la salud en la que los ecosistemas actúan sobre la salud física (reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares, funciones endocrinas e impulsión del sistema inmunitario, reducción de la presencia de cortisol, disminución de los niveles de azúcar y efectos sobre el sistema nervioso, entre otros), la salud mental (reducción del estrés e incremento de la relajación, potenciación de emociones positivas, impulso de la capacidad de atención y cognitiva, entre otros), la salud social (identidad comunitaria, empoderamiento, disminución del aislamiento social e incremento del capital social y cultural), la salud espiritual (mediante las metáforas que ofrecen los espacios naturales, las personas pueden obtener una mejor perspectiva sobre el sentido del propósito de sus vidas), y, por último, la salud ecológica (con comportamientos de apoyo al medioambiente, las personas abren un camino beneficioso para ambos).

El tercer aspecto incide en que los bosques periurbanos y los espacios naturales, como los que encontramos en esta guía, deben formar parte de las infraestructuras de salud, convirtiéndose así en «redes estratégicamente planificadas de zonas naturales o seminaturales de alta calidad con otros elementos medioambientales, diseñadas y gestionadas para proporcionar un amplio abanico de servicios ecosistémicos como la depuración del agua, la calidad del aire, espacio para la recreación y la mitigación y adaptación del clima». Esta es la definición que hace la UE de una infraestructura verde o azul, que incluye los ecosistemas acuáticos y las zonas terrestres (incluidas costales) y marinas.

Los servicios ecosistémicos que prestan las áreas naturales y los ecosistemas funcionales son lugares en los que los ciudadanos pueden restaurar su salud y bienestar libremente y de forma asequible. Senderos dentro de los espacios naturales en los que disfrutar y poner en práctica actividades como las sugeridas en esta guía.

Un cuarto aspecto se basa en la certeza de que el 80 % de la salud de las personas está relacionada con las comunidades donde viven, trabajan, juegan y aman. Los parques y jardines de nuestras ciudades y pueblos deberían formar parte de una estrategia que facilite la creación de corredores verdes que trasladen al ciudadano desde el interior de las zonas urbanas a los bosques más alejados, ya que la ciencia avala que estos entornos aportan beneficios similares a los entornos naturales. Para ello se debería contar también con la colaboración de los propietarios privados, pues ayudan a disminuir la presión que ejercen los seres humanos sobre las áreas protegidas y parques naturales. De esta manera se podrán crear espacios alternativos y oportunidades de desarrollo económico en áreas rurales y fomentar trabajos verdes o ecológicos.

En quinto lugar, «los baños de bosque son una práctica salutogénica de conexión con la naturaleza que promueve la salud y tiene como objetivo mejorar el bienestar, aliviar el estrés y fomentar el reposo. Se basa en los principios de atención plena: la apertura de los sentidos a la atmósfera del bosque, disminuyendo la velocidad al caminar, inhalando el aire del bosque y fomentando una conexión emocional con el paisaje. Se involucra en una atención fácil». (Forest Therapy Institute, 2019)

Aplicación práctica

Vamos paso a paso también con la aplicación práctica. Los beneficios que enumeramos en el epígrafe anterior no son cuestión de magia, sino que se sustentan en la evidencia y en estudios científicos. Es algo que observamos diariamente en nuestra profesión, donde incorporamos la evidencia científica en nuestra metodología; además de la propia experiencia de los profesionales, que nos hace evolucionar. Algo que también hemos aplicado en la selección de las cincuenta rutas de esta guía.

La ciencia apunta que los entornos naturales nos ofrecen ambientes restaurativos. Los espacios verdes están asociados al relajamiento, los microbios del suelo con la reducción de la depresión, la luz solar con la producción de vitamina D y la salud ósea, el aire limpio y la existencia del agua, que genera espacios con una mayor presencia de iones negativos, ayudan con las dificultades respiratorias, y los compuestos orgánicos volátiles (VOC por sus siglas en inglés) impulsan nuestro sistema inmunológico.

En esta guía encontrarás información sobre el volumen de compuestos orgánicos volátiles emitidos en cada tramo de la ruta, en concreto de monoterpenos, también conocidos por relacionarse con los aceites esenciales de las plantas (en los mapas, números de color rojo asociados a cada tramo del camino). Además, cada ruta incorpora un gráfico que informa del nivel de ionización negativa del aire en cada tramo del recorrido (cada 100 metros).

Las plantas y árboles emiten estas sustancias para protegerse de depredadores y parásitos, atraer polinizadores, reaccionar a factores estresantes y para comunicarse entre ellos. Es como mínimo curioso que ante el estrés climático, generado posiblemente por factores humanos, los árboles reaccionen emitiendo sustancias que estimulan nuestro bienestar. Si lo hicieran los seres humanos, hablaríamos de altruismo. En un paseo por el bosque absorbemos los monoterpenos de forma física (inhalación) y los incorporamos a nuestro torrente sanguíneo o psicológico (a través del sentido del olfato). Los monoterpenos han sido asociados y se les supone un efecto beneficioso para la salud, pues potencian el sistema inmunológico, entre otros beneficios.

El volumen y el tipo de monoterpenos emitidos varía dependiendo de la especie, la biomasa foliar y las condiciones del ambiente: factores como la radiación solar, el viento y la temperatura son determinantes. Los monoterpenos se producen durante el proceso de la fotosíntesis; por esta razón, el que un árbol sea de hoja caduca o perenne tiene un impacto en el volumen de monoterpenos presente en el ambiente. En consecuencia, su presencia varía dependiendo de la estación del año, de la hora del día y de la dispersión provocada por el viento.

Con respecto a la ionización del aire, esta se asocia con beneficios para nuestro sistema respiratorio, mejoras del estado de ánimo y con la relajación. La ionización del aire depende de la presencia de masas de agua —incluyendo la humedad del bosque—, de las caídas de agua, de los cauces, de la anchura de los ríos... A estos factores, ya de por sí variables, se les suman las tormentas, que modifican los niveles de ionización.

Como resumen, has de saber que las gráficas e informaciones sobre monoterpenos de esta guía deben tomarse como simples pistas debido a la variabilidad en la emisión de los monoterpenos y los niveles de ionización del aire. Basados en los datos que arroja la investigación científica, son una invitación a que conozcas de manera sencilla estos conceptos y a que vagabundees por el bosque y adivines por qué en una zona figuran unos valores y en otras otros, o a qué características del entorno y a qué especies están asociados. Aunque, recuerda, los baños de bosque son una experiencia sensorial, no un análisis cognitivo.

Monoterpenos

Los monoterpenos son los principales componentes de los aceites esenciales de los vegetales. Las plantas y árboles emiten estas sustancias para protegerse de depredadores y parásitos, atraer polinizadores, reaccionar a factores estresantes y para comunicarse entre ellos. Se les supone que tienen un efecto beneficioso para la salud, pues potencian, especialmente el sistema inmunológico.

En cada uno de los mapas de ruta de esta guía se ha incluido información sobre el nivel de monoterpenos de cada tramo. Los números de color rojo indican el nivel de monoterpenos y la mancha de color verde más oscura señala cada uno de los tramos.


La elección de las rutas

Como he mencionado, los espacios naturales son restaurativos: los paisajes verdes invitan a la relajación o la luz nos ayuda a generar vitamina D, entre otros beneficios sustentados por teorías que se erigen sobre la evidencia científica. Es decir, los factores que asociamos al bosque son multivariables e incluso, en algunos casos, están asociados a espacios naturales sin presencia de bosques. En concreto, si en algo coincide la comunidad científica es que hemos de investigar más, porque el estado de la ciencia, a día de hoy, no nos aporta datos suficientes que definan que un bosque o un itinerario es mejor que otro para nuestra salud y bienestar. La ciencia apoya, incluso, el hecho de que para la salud mental cualquier espacio natural es válido. En consecuencia, en esta guía evitamos caer en términos que llevan ineludiblemente a la dicotomía de pensar que algunos espacios y bosques no son terapéuticos o saludables, y otros sí. Todos los espacios naturales lo son, unos para unas personas y otros para otras, como veremos más adelante. Es simple y sencillo: el ser humano no se relaciona con todo tipo de personas.

En conclusión, debemos recordar que todos los espacios naturales, sin excepción, nos prestan servicios ecosistémicos que tienen un impacto sobre la salud, la educación, los estilos de vida y trabajo y el desarrollo de los seres humanos. Quizá unos más que otros. En este contexto, las prácticas de salud y bienestar basadas en la naturaleza y en la evidencia son parte de la solución a la crisis de los sistemas sanitarios, la degradación del medio natural, la rápida urbanización y los cambios sociales con impacto negativo en la salud y calidad de vida. Sin olvidar el impacto en la justicia social y ambiental, que puede ayudar a revertir desigualdades y contribuir al tratamiento de algunos de los problemas de salud crónicos que surgen como consecuencia de la desigualdad socioeconómica. Por estos motivos, centramos nuestro esfuerzo en el concepto de prescripción verde o, dicho de otro modo, que estas prácticas complementen la medicina tradicional y que un día nuestro médico nos extienda una receta para pasar tiempo en un espacio natural. Ya tenemos cincuenta rutas donde comenzar a hacerlo.

Tiempo de juego

Uno de los aspectos que han reflejado algunas de las teorías es que en este juego entre salud y espacios naturales es fundamental la compatibilidad que tengamos con ese ambiente y la fascinación que nos genere. ¿A qué denominamos «mimo»? Mimo es escoger cincuenta de los muchos senderos por los que los autores de esta guía sentimos compatibilidad y que nos fascinan a cada pisada que damos en el bosque, a cada bocanada de aire que inhalamos. Llega el momento de comenzar a ojear el libro que tienes en tus manos, elegir la ruta más cercana o la que más te fascine, y echarse al monte, solo o acompañado y, sobre todo, sin expectativas. Si vas en grupo, dejad un espacio, un área de silencio. Toma conciencia de tu entrada en el bosque, de tu presencia en él como un elemento más del mismo, de lo que te rodea, y, sobre todo, juega y diviértete. Disfruta con tus sentidos, están diseñados para eso. Uno tras otro: tacto, oído, olfato, gusto, vista y algunos otros que deberás descubrir. Camina lentamente, no utilices el bosque como un escenario, déjate guiar por él, como si fuera un compañero de baile, por su movimiento y por su ritmo. No es lo mismo estar «en» que estar conectado «con». Quizá te sorprendas cuando bajes el ritmo del día a día. Si dejas que te sorprendan, el bosque lo hará. Usa tus sentidos para conectar, entendiendo conectar como establecer una relación, una comunicación con ese entorno natural. Tal vez respondas con un estímulo ante algo que te llama la atención; sin quererlo, estás estableciendo una comunicación, una relación y, tal vez, solo te falte ser consciente de ello.

Y recuerda, es tu forma de conectar con el bosque la que te aporta bienestar. No existe una manera correcta o incorrecta de comunicarse con el bosque, solo la tuya. Simplemente déjate llevar.

Alex Gesse

Ionización

La ionización del aire se asocia con beneficios para nuestro sistema respiratorio, a mejoras del estado de ánimo y con la relajación. Todas las rutas incluyen una gráfica como la que se muestra debajo que informa sobre los iones negativos en cada tramo de cien metros de la ruta y los compara con la ionización de un espacio cerrado como es una oficina.


Baños de bosque. 50 rutas para sentir la naturaleza

Подняться наверх