Читать книгу Cuánto pesa una cabeza humana - Alfonso Armada, Xavier Aldekoa - Страница 8
Día 1, domingo 15 de marzo de 2020
ОглавлениеComo no quiero
que nada se olvide
he abierto
un cuaderno infantil
y con una pluma estilográfica
he empezado por el principio:
Diario de un virus coronado por el miedo
en Madrid, domingo
15 de marzo de 2020,
es decir:
día 1,
primero de una era
que tal vez tenga las patas cortas como un insecto
o se convierta
en el principio
de algo
que ni sospechamos.
Todavía no sé muy bien
qué contaré aquí
como si un poema
aunque sea narrativo
tuviera algo que contar.
En la pantalla del ordenador
que es
nuestra otra ventana
al mundo
y a veces a la realidad
veo reflejado
un cielo nocturno
y al mismo tiempo
una piscina de agua pesada.
Chapoteando
como si jugara a ser Jesucristo
(todo esto es cosa mía,
sé que no le haría la menor gracia.
Lleva más de diez años muerto)
aparece mi padre:
camina sobre las aguas
del mar:
su elemento.
Su alma era un balandro.
El fantasma se me parece tanto
que debería darme miedo.
Viene desde el lugar de la experiencia
donde los coleccionistas de coleópteros
escriben con caligrafía gótica
la gran palabra que nos hace humanos:
memoria.
Pero como ellos mismos saben,
no en vano se enamoran
sufren
se emborrachan,
viven su vida, y desalojan:
cada vez que abren ese cajoncito
se altera su contenido
y a veces para siempre.
¿Por eso escribo este diario?
Empiezo la mañana haciendo gimnasia
como hacía él
y con una pieza valiosa de la herencia que
sin saberlo mis hermanos
me apropié:
su manual de belleza,
que arranca así:
«En el año 1814, el profesor sueco Ling revoluciona con sus
nuevos métodos la gimnasia de movimientos respiratorios
denominada gimnasia sueca».
Hago mi pequeña tabla
frente a la dudosa luz del día
como los presos
que no se van a rendir
y preparan
los músculos de la inteligencia
para el ring de ahí fuera
donde golpear mejor
la próxima vez.
El guionista del virus coronado
ha imaginado una película
a la altura de nuestra educación sentimental
somos carne de pantalla
y lo lamentaremos:
calles deshabitadas
replicantes
pájaros estridentes
automóviles convertidos en chatarra
oxidándose
sombras corredizas
noctámbulos
que imaginan que en los bares
se escribe un guion a su medida
ramas brotando obscenamente
como una selva
que va a recobrar la ciudad
pero eso es literatura
la muerte se ha puesto a segar
con la productividad
de un exterminador
y yo me acuerdo de mi padre
mientras escribo a tientas
tratando de averiguar
lo que no sé.
Escribe Emilio Clot
el instructor de gimnasia de mi padre:
«Cada espíritu tiene que estar constantemente alerta, observando, y la serenidad, presencia de ánimo, rapidez de juicio, determinación y dominio de sí vencen frecuentemente a la fuerza y pericia automáticas».
Una estrategia contra el virus
insidioso
contra los vaivenes del ánimo.
Palabras
líneas cortas
segadas
en busca de sentido
como si la muerte
o la vida
lo tuvieran.
«Sólo más allá de los castaños está el mundo»,
dice Paul Celan.
Ojalá cantara bajito,
como los grillos.
Como él.
Como él has de dragar cada palabra
antes de pasar página
si no quieres que a medianoche
nada tenga sentido.
No todas las frases están hechas.