Читать книгу Corazones rotos - Amy Chan - Страница 11
LA ÚNICA SALIDA ES A TRAVÉS
DE SENTIR TUS SENTIMIENTOS
ОглавлениеVivimos en una sociedad en la que se nos enseña a distraernos, anestesiarnos y ocultar nuestro dolor. En una cultura de “sólo supéralo”, comúnmente dejamos de lado que las emociones tienen un ciclo de vida y necesitan la oportunidad de ser sentidas y procesadas. Pero si evadimos nuestras emociones, éstas se acercarán sigilosamente en algún momento. Sólo se necesita una decepción, crítica o rechazo, y la bomba de tiempo emocional estalla. De repente, te abruman no sólo los sentimientos de abandono del último novio, sino también los del anterior e incluso los de tu novio de la secundaria. Es como un efecto dominó que agrava el trauma. Si no conoces la verdadera fuente de tu intenso dolor, te resultará más fácil señalar a la persona o relación en cuestión. Pero el dolor siempre proviene de algo más profundo.
La sanación comienza cuando podemos enfrentar nuestras emociones a medida que surgen, y el primer paso es hacer una pausa cuando percibimos ese sentimiento incómodo. Por lo general, actuamos con rapidez para dejar de sentirnos incómodos porque así es como estamos programados culturalmente. Etiquetamos los sentimientos como “buenos” o “malos” y nos juzgamos por sentir, en lugar de aceptar que somos seres humanos teniendo una experiencia humana.
Hay otra forma en que evadimos nuestras emociones, y es un comportamiento que he presenciado en la mayoría de las mujeres que asisten a Renew. Está relacionado con ser cuidadoras de todos menos de nosotras mismas.
Tracy, de cuarenta y un años, era madre soltera. Dos años después de su divorcio, conoció a alguien nuevo, se enamoró locamente y se comprometió. Su prometido era rico y encantador, y la cortejaba con romántica intensidad. Junto con su título de supermamá, después de salir con su nuevo Príncipe Azul, Tracy retomó un papel que sabía interpretar: la futura superesposa. Se ajustó a la agenda de su prometido y dónde quería vivir (incluso cuando eso significaba desarraigarse de la ciudad en la que había estado durante una década) y atendió sus necesidades como una ajetreada emprendedora. Cuando no estaba al pendiente de su hombre, dedicaba cada minuto a darle a su hija una vida perfecta. Incluso en momentos de angustia, cuando su tanque estaba casi vacío, ella otorgaba su última pizca de energía a las personas que amaba.
“Es lo único que sé hacer”, refirió durante una sesión de grupo.
Tracy, igual que muchas mujeres, fue condicionada para cuidar y atender las necesidades de los demás desde su niñez. Crecemos pensando que dar sin parar nos convierte en una gran novia, esposa o madre. Incluso cuando estamos padeciendo nuestro último aliento, primero les ponemos la máscara de oxígeno a los demás. Pero mientras intentamos ganar la insignia honorífica de mártir, no nos damos cuenta de que simplemente estamos evitando lidiar con nuestras propias cosas.
Verás, cuando estás ocupándote de las emociones de los demás de manera constante, no tienes que enfrentarte a las tuyas. ¡Qué conveniente!
Éste no es un tipo saludable de dar o cuidar. Viene de la intención malsana (así seas consciente de ello o no) de evitar la incomodidad de tus sentimientos. Cuidar a los demás como una forma de evasión puede ser tan adictivo como beber alcohol o alguna otra sustancia.
Tienes que sentir las emociones para procesarlas. En este proceso de sentir, aceptar y reflexionar aprendes lecciones críticas necesarias para tu crecimiento y para dejar ir.
EJERCICIO: Identifica tu reacción emocional
En el momento en que sientes una emoción incómoda (tristeza, ira, anhelo o algo similar), ¿qué haces?, ¿cómo reaccionas al impulso?, ¿te automedicas buscando alcohol, drogas, comida o la validación de los otros?, ¿reprimes tus sentimientos y te distraes con el trabajo?, ¿exageras la emoción con un pensamiento catastrófico, enalteciendo los elementos negativos y minimizando los positivos? Anota a continuación cómo evades o te distraes de sentir y procesar tus emociones: