Читать книгу Habitat - Ana Goffin - Страница 11
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Es un día hermoso. El sol ha venido desde temprano, fresco, radiante, iluminándolo todo. Todo luce más verde, más rocoso; la madera luce más añeja. La luz solar cae en diagonal desde las cimas de todas las montañas que cubren Reppia. Ayer, antes de irnos a dormir, hemos visto el cielo, Federica y yo. Hemos abierto la escotilla empañada de la mansarda y nos hemos quedado mirándolo: azabache, adiamantado, brillantísimo, como salpicado de azúcar. “Con este cielo, así hermoso, es imposible tenerle miedo a la muerte”, dije. “È proprio per questo che devi trovare delle cose belle, amore”.
Los tiempos duros empezaron con el despido de mi papá. Manufacturera de Papeles y Cartones del Perú –mpc del Perú– fue vendida y dejaron en la calle a casi todo el personal. La noticia nos cayó como un baldazo de agua fría. Había ya rumores de la venta de la empresa, pero no imaginamos que mi padre sería también lanzado a la calle, sobre todo por la buena relación que tenía con los hermanos Rubinni. No obstante, mi padre llevó la mala noticia a casa con tintes de esperanza. Hizo bien, debo reconocerlo. No se alarmó. No nos alarmó. Nos aseguró que era lo mejor que podía suceder. Con el tiempo he comprendido que era lo mejor que pudo sucederle a él. Su despido significó la primera ruptura con nosotros. Aunque nosotros nada tuviésemos que ver con mpc del Perú.
El plan de mi papá, luego del despido, fue cobrar la indemnización y empezar un negocio propio en el sector gastronómico, un negocio de catering, para ser precisos. No era para nada una mala idea. Su indemnización era lo suficientemente abultada como para empezar ese y cualquier otro proyecto.