Читать книгу Habitat - Ana Goffin - Страница 15

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[ VII ]

El invierno se ha establecido definitivamente en Europa. Aquí, en Reppia, las hojas ya comienzan a morirse. Pronto estarán los árboles pelados totalmente y la luz tenue y gris del cielo los atravesará de arriba a abajo.

Tras el divorcio, y con 18 años, conseguí un trabajo como vendedor telefónico que me daba entre 700 y 1 000 soles al mes. Trabajábamos en asociación con la empresa española Telefónica haciendo cambios de planes tarifarios; ‘migraciones’, les llamaban. La jornada era una mierda y nos hacían trabajar largas horas casi los siete días de la semana. Allí conocí a Renzo Pérez, al doctor Omar Aliaga, a la señora Mónica, a Miguel “el Mantecoso”; todos, en cierto modo, parias de Lima, forzados –por el sistema– a trabajar como sub-empleados en una pseudo empresa con cero beneficios sociales. Bienvenidos al Perú, ciudadanos. Tenían entre 35 y 45 años. Renzo y yo, en cambio, éramos casi coetáneos. Estuvimos allí rajándonos el culo cerca de un año. Nunca había hablado por teléfono tantas veces en mi vida.

El doctor Omar Aliaga fue el primero en largarse de la empresa. Tenía un ligero aire a éxito, a diferencia del resto. En cierta oportunidad nos comentó que era abogado, pero no encontraba trabajo. ¡Es abogado, no es cualquier cosa!, repetían algunas colegas. El doctor Omar Aliaga trabajaba en la sección de venta de computadoras. El promedio era de dos a tres ventas por mes, y bueno, era retribuido con un sueldo algo más jugoso que el nuestro. Había que tener mucha labia para vender una computadora por teléfono.

Cuando finalizó mi etapa robando para Telefónica quedé un poco aislado. Mi colega Renzo vivía demasiado lejos de aquella zona –entre Magdalena y Jesús María, que a mí tanto me gustaba– así que nos veíamos poco. Las veces en que quedábamos, él salía de clases de una Facultad de comunicaciones pobretona ubicada entre las avenidas Javier Prado Oeste y Salaverry. Nos combinábamos una buena dosis de hierba y ron acompañados, además, por algunos ejemplares de su Facultad: Danny –el dedo mágico de la muerte–, Omar Cáceres, Willy y Elías –que se peleaba con su novia para quedarse con nosotros–.

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