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Оглавление1 Las esquinas del aire. (En busca de Ana María Martínez Sagi) fue publicado por Planeta, en su colección Autores Españoles e Iberoamericanos, en marzo de 2000.
2 El acta de la inscripción se halla en el folio 170, tomo primero, de la sección primera del Registro Civil del Distrito de la Audiencia de Barcelona, año 1907. En julio de 1932, Ana María solicitaría un certificado de nacimiento, cumpliendo con los requisitos que se le exigían para poder presentarse a unas oposiciones convocadas por el Ayuntamiento de Barcelona. En el certificado se nos especifica que el nombre completo con el que sus padres deseaban bautizarla era «Ana Francisca María».
3 Emilio Sagi Barba (1876-1949) fue uno de los más famosos intérpretes de zarzuela de las primeras décadas del siglo xx. Estrenó algunos de los éxitos más resonantes del género chico, entre otros La del Soto del Parral o Luisa Fernanda. Casado en primeras nupcias con la bailarina Concepción Liñán, fue padre de Emilio Sagi Liñán (1900-1951), extremo izquierdo del Fútbol Club Barcelona, así como del también afamado barítono Luis Sagi Vela (1914-2013), fruto de su segundo matrimonio con la soprano valenciana Luisa Vela. Entre sus nietos ilustres se cuentan los baloncestistas José Luis y Gonzalo Sagi-Vela, así como el director de escena Emilio Sagi, que prosigue la tradición musical de la familia.
4 María Josefa Martínez Sagi (1899-1959), que llegaría a ser una considerable pianista (gracias, en parte, al empeño de su madre, que la obligaba a ejercitarse sin descanso ante el teclado), se casaría con el colombiano Jorge Arturo Muñoz Currea, quien hasta enero de 1941 ejerció como secretario del consulado general de Colombia en Barcelona, salvando durante la Guerra Civil la vida a muchos sacerdotes y monjas sudamericanos, a quienes suministraba salvoconductos para abandonar el país, haciéndolos pasar por personas que nada tenían que ver con instituciones católicas.
5 Armando Martínez Sagi (1906-1997) es todavía el debutante y goleador más precoz en la historia del Fútbol Club Barcelona, cuya camiseta vistió con apenas catorce años y seis meses, aunque a la postre sólo jugase catorce partidos oficiales. También jugaría en otros equipos menores, como el Club Esportiu Júpiter, del barrio de Poblenou, o en el Alfonso XIII Fútbol Club (luego Real Club Deportivo Mallorca), donde colgaría las botas en 1929, después de hacerse con un campeonato de Baleares. Paralelamente practicó otras disciplinas deportivas, como el tenis, formando pareja de dobles mixtos con su hermana Ana María. Alcanzaría la fama, sin embargo, jugando al billar, que se amoldaba como ningún otro deporte a su temperamento bohemio. Llegó a ser un auténtico malabarista de los tacos y las bolas, hasta el extremo de proclamarse en 1932 campeón del mundo en la ciudad de Lille, en la modalidad de «fantasía clásica». Ana María siempre le tributó gran admiración, como se prueba en el reportaje que publicó (firmando sólo con las iniciales: A. M. S.) en la revista Crónica el 20 de enero de 1935. Más o menos por aquellas fechas, Armando abandonó inopinadamente a su mujer y a sus hijos para escapar al Uruguay, tal vez huyendo del servicio militar, aunque lo más probable es que lo hiciese en combinación con alguna amante clandestina. Su familia (y muy especialmente Consuelo Sagi, su madre) nunca se lo perdonaría. Armando murió el 11 de julio de 1997 en un centro hospitalario de Montevideo. No me consta que su hermana Ana María llegase a saberlo.
6 Esta relación conflictiva se agudizaría tras la vuelta del exilio de Ana María. En Las esquinas del aire, donde no designo a Berta por su nombre, reproduzco una terrible carta que nuestra autora dirigió a su hermana pequeña, recién instalada en Barcelona, en la que se lanzan los más agrios reproches.
7 Esta fue la expresión exacta empleada por la autora en las confidencias que me hizo. En efecto, en aquellos años, la clase alta catalana procuraba que la formación de sus vástagos fuese en castellano y francés.
8 Sobre la relación de Ana María Martínez Sagi con esta niñera, que queda plasmada en algunos pasajes de sus inéditas Andanzas de la memoria, recomendamos la lectura de nuestro libro Las esquinas del aire, en cuya segunda parte se recogen muchos testimonios personales de nuestra autora.
9 La amistad con el pintor Miquel Farré (1901-1978) la mantendrá durante muchos años, aunque el idilio nunca cuajase. Muchos años más tarde, será el ilustrador y portadista de su segundo libro, Inquietud.
10 Mario Arnold (1904-1962) se llamaba en realidad José García. De familia muy humilde, tras emigrar a Puerto Rico se convirtió en una de las figuras más características de la bohemia madrileña, llegando a firmar alguna obra teatral en colaboración con el legendario Armando Buscarini. Cultivó casi todos los géneros, reincidiendo sobre todo en la poesía; y publicó una interesante novela titulada La ciudad es mía (1937), en la que evoca su juventud desdichada. Durante la Guerra Civil ejerció el periodismo, muy entregado a la causa republicana. Tras una estancia en prisión, se exilia en Caracas, donde se ganará la vida como cronista cinematográfico y letrista de pasodobles. A los interesados en su figura recomendamos la lectura de la semblanza «Mario Arnold, cazador de luceros», incluida en nuestro libro Desgarrados y excéntricos (Seix Barral, Barcelona, 2001).
11 Alfredo Pallardó y Bestard de la Torre (1855-1929), impresor de oficio, se inició en el oficio periodístico en Madrid, después de viajar por Europa y América. En 1905 fija su residencia en Barcelona, donde funda la revista Juventud Ilustrada, para incorporarse más tarde a la redacción de Las Noticias, cuyo «Suplemento Femenino» dirigió hasta su muerte. Escribió diversas obras teatrales, a veces con seudónimo, entre las que destacan Los misterios de Barcelona (1915) y Lo marit de la meva dona (1921).
12 Regina Opisso de Llorens (1879-1965) fue escritora, sobre todo, de novelas rosas y de adaptaciones juveniles de grandes clásicos, que firmó con diversos seudónimos: Teresa Guzmán, Diana Roldán, Rosa de Nancy, etcétera. Prolífica colaboradora de prensa, también completó una excelente traducción al castellano de Las mil y una noches. Era hermana del dibujante e historietista Ricardo Opisso, quien hiciera célebre su firma en el TBO. Sin duda fue también Regina Opisso quien incorporó a Ana María Martínez Sagi a la redacción de Mujeres, «revista de orientación femenina» fundada en 1927.
13 Para conocer mejor los avatares de esta institución pionera, recomendamos la lectura de El Club Femení i d’Esports, plataforma d’acció cultural, de Neus Real Mercadal (Publicacions de l’Abadia de Montserrat, Barcelona, 1998).
14 Josefina Torrens (1902-2006) trabajó como delineante en Telefónica y destacó desde muy joven como nadadora. Fue campeona de Cataluña de los 400 metros libres. En 1932 ganó la Travessia del Port de Barcelona, siendo felicitada personalmente por Francesc Macià. En 1991 le fue concedida la medalla Forjadors de la Història Esportiva de Catalunya.
15 Enriqueta Sèculi (1897-1976) fue profesora del Instituto de Cultura y Biblioteca Popular de la Mujer, fundado por Francesc Bonnemaison. También participó en 1931 en la fundación de otra gran institución femenina catalana, el Lyceum Club de Barcelona, de la que llegaría a ser secretaria. Miembro del Front Únic Femení Esquerrista de Catalunya, se exilia en París tras la Guerra Civil, para instalarse después en Colombia, donde dirigirá la Escuela Normal de Señoritas de Medellín, después llamada Instituto Central Femenino.
16 Para una primera aproximación a la figura de la gran escritora Elisabeth Mulder recomendamos la lectura de nuestro prólogo a la edición de Sinfonía en rojo, aparecida en esta misma colección. Durante algunos años, Mulder firmó sus artículos con este seudónimo de Elena Mitre, tal vez por imposición de su marido.
17 Encontramos esta dura aseveración en un artículo aparecido en el semanario La Rambla, el 4 de enero de 1932, con el título «Reflexions del moment». Lo hemos incluido en nuestra selección.
18 Tomado de un artículo titulado muy expresivamente «La manca de companyonia entre les dones», publicado en La Rambla el 7 de enero de 1935. También los hemos incluido en nuestra selección.
19 19 Así hace, por ejemplo, en una conferencia pronunciada en la Agrupació de Cultura de la Dona de Vilafranca del Penedès, reseñada en La Rambla el 26 de abril de 1930.
20 20 Aunque Neus Real Mercadal atribuye el fichaje de Maria Teresa Vernet para el Club Femení i d’Esports a las gestiones y desvelos de la también escritora Anna Murià, parece evidente que las muchas entrevistas que Ana María Martínez Sagi le hizo, así como los comentarios siempre elogiosos que hizo a su obra, tuvieron también que animarla a dar este paso. Ana María siempre me habló con simpatía de Vernet, con la que sin embargo nunca volvió a tener trato tras su vuelta del exilio. En cambio, guardaba muchas reticencias hacia Anna Murià.
21 Junto a Ana María Martínez Sagi suscribían el manifiesto Leonor Serrano, Teresa Torrens, Maria Teresa Vernet y Rosa Maria Arquimbau. El manifiesto, escrito en catalán, apareció publicado en La Nau, La Publicitat y La Rambla, todas ellas tribunas más o menos ligadas a Esquerra Republicana.
22 Así, por ejemplo, el artículo «A una senyora de l’aristocràcia madrilenya», publicado en La Rambla el 25 de mayo de 1931 y recogido en nuestra selección.
23 Las otras serán Anna Murià, Rosa Maria Arquimbau, Amanda Llebot y Maria Dolors Bargalló.
24 Rosa Maria Arquimbau (1908-1992), escritora barcelonesa, feminista y de ideas muy avanzadas. Destacan sus obras por su ironía corrosiva, que gusta de zaherir sin tapujos las hipocresías sociales. Entre sus títulos más destacados merecen recordarse La dona dels ulls que parlavem (1930) e Història d’una noia i vint braçalets (1934). Como Ana María Martínez Sagi, fue una colaboradora destacada de La Rambla y participó en la constitución del Front Únic Femení Esquerrista; y como ella partió camino del exilio, aunque regresó a España mucho antes. Julià Guillamon, en su excelente L’enigma Arquimbau (Editorial Comanegra), nos ha dilucidado las vicisitudes biográficas y literarias de esta notable escritora.
25 Frente a los más de ciento sesenta que obtuvieron Murià y Arquimbau. De todo ello se nos informa en una gacetilla aparecida en La Vanguardia el 4 de junio de 1932.
26 Sara Insúa (1901-1985), hermana de Alberto Insúa, el célebre autor de El negro que tenía el alma blanca, escribió sobre todo cuentos y novelas, entre las que destacan La mujer que defendió su felicidad (1927), Salomé de hoy (1929), La señorita enciclopedia (1930) o Mala vida y buena muerte (1931). También tradujo diversas obras del francés bajo el seudónimo de Próspero Miranda. En el pórtico de Caminos calificaba la primera obra de Ana María Martínez Sagi de «libro impecable» y señalaba entre sus influencias las de Heine, Musset, Bécquer, Rosalía, Rubén y Nervo. Además, afirmaba que la autora era «un poeta moderno sin modernismos, femenino sin feminismos». Nuestra autora siempre agradeció enormemente estas muestras de generosidad.
27 Se refiere a Anette Kellerman (1887-1975), nadadora australiana que alcanzó gran fama por popularizar el traje de baño de una sola pieza y la natación sincronizada. Protagonista de películas muy populares en su época, como A Daughter of the Gods (1916), dirigida por Herbert Brenon (donde aparece desnuda), o Venus of the South Seas (1924), trató en vano de cruzar el Canal de la Mancha a nado hasta en tres ocasiones. Vegetariana convencida, escribió un curioso libro para niños titulado Cuentos de hadas en los mares del sur (1926).
28 En su edición del 17 de mayo de 1930.
29 Publicada en el diario La Voz el 25 de julio de 1930. Alberto Insúa la remata con juicios favorables (aunque no ditirámbicos) de Caminos, que le gusta «como la promesa de una obra más fuerte y personal». Y añade: «Desde luego, esta muchacha es poeta. Esencialmente poeta. Pero su don o fondo lírico no ha encontrado todavía un cauce original. Sus versos saben a otros versos. De vez en cuando surgen la metáfora virgen, la imagen nueva, el timbre de una voz no escuchada. Lo frecuente es una manera fácil, conocida, y un tono elegíaco de la más honda raíz romántica que no dan idea de la persona —tan dinámica, tan actual— que escribió los versos».
30 Publicada el 6 de julio de 1930.
31 Esta entrevista, aparecida el 19 de junio de 1930 bajo el título «Una poetisa catalana en Madrid» (y con el subtítulo «Ana María Martínez Sagi es una excelente deportista, una poetisa admirable y nada menos que toda una mujer»), sería enseguida recogida por César González-Ruano, en una versión más extensa, en su libro Caras, caretas y carotas (1930).
32 Estas cartas de Antonio Machado, en las que indubitablemente se refiere al éxito que acaba de cosechar Ana María Martínez Sagi en su visita a Madrid, las reproduce Pilar de Valderrama en su libro de confesiones Sí, soy Guiomar. (Memorias de mi vida), publicado por Plaza & Janés en 1981.
33 En el diario Las Noticias, el 5 de septiembre de 1930.
34 En Xut!, tal vez el semanario deportivo más exitoso del momento, se traza una semblanza satírica de nuestra autora (núm. 392, de 26 de abril de 1930), en la que se afirma que «cobra unes quantitats molt elevades per escriure cròniques femenines a Deportes». Son constantes las alusiones malévolas o eutrapélicas a Ana María Martínez Sagi en esta publicación, lo que da prueba de su popularidad en los ámbitos deportivo y periodístico durante aquellos años.
35 Miembro de Esquerra Republicana, Josep Sunyol i Garriga (1898-1936) obtuvo más votos en su circunscripción que el mismísimo Lluís Companys y volvió a ser elegido en 1933 y 1936. Sunyol se hallaba en Madrid cuando a principios de agosto llegaron noticias del frente que anunciaban que un contrataque republicano había conseguido tomar el Alto del León, en la sierra del Guadarrama. Hacia allí se dirigió en coche, acompañado por el periodista Pere Ventura Virgili. Al parecer, cruzaron sin percatarse las líneas enemigas y fueron hechos presos y fusilados sin juicio.
36 Así, por ejemplo, la firma de Ana María Martínez Sagi desaparecerá entre agosto de 1935 y enero de 1936, período durante el cual el semanario se publicó bajo el nombre de La Rambla de Catalunya, tras la suspensión decretada por el Gobierno de la cabecera original. En general, sus colaboraciones perderán asiduidad y relieve a partir de 1933, coincidiendo con su incorporación como secretaria en el Ayuntamiento de Barcelona. Allá por 1935, los artículos de nuestra autora eran cada vez más sucintos y casi siempre confinados a la temática deportiva, ignoramos si por elección propia o por exigencias editoriales. En 1936, sin embargo, volverá a publicar crónicas y entrevistas más extensas.
37 Léase, por ejemplo, su crónica social «Observacions entorn d’una tassa de te», publicada el 3 de octubre de 1932, que incluimos en nuestra antología. Pero tal vez nuestra autora no explotase demasiado esta veta para no perjudicarse en su empleo municipal.
38 Crónica, número 103, 1 de noviembre de 1931.
39 Mundo Gráfico, núm. 1045, 11 de noviembre de 1931. Este semanario dedicará dos páginas a la crónica de la conferencia, firmadas por su redactor Luis del Campo.
40 Aparecida el 7 de diciembre de 1931, bajo la firma del cronista deportivo Lewis, habitual del semanario de Sunyol i Garriga. La traducción al castellano es nuestra.
41 Nunca se llegó a constituir esta sucursal madrileña del Club Femení anunciada por Ana María Martínez Sagi.
42 Huelga decir que nuestra autora será partidaria de la participación femenina en las elecciones. Así, en un artículo publicado en marzo de 1933 sobre la situación salarial de las empleadas textiles escribirá: «Y la obrera catalana, cuando llegue la hora, votará naturalmente. Y la República puede estar segura, absolutamente convencida, de que la papeleta de sufragio en sus manos no se convertirá en un arma de ataque, sino todo lo contrario». En agosto de ese mismo año, en un reportaje incluido en nuestra selección, en el que entrevista a algunas de las mujeres catalanas más destacadas del momento, se percibe igualmente que su postura es muy favorable al voto de la mujer, aunque ceda también la voz a detractoras.
43 En uno de los capítulos de Andanzas de la memoria, sus memorias inéditas, Ana María Martínez Sagi recreará este primer encuentro con Elisabeth Mulder, que le dejó una muy honda conmoción.
44 Además de firmar durante años sus artículos son el seudónimo de Elena Mitre, Elisabeth Mulder se había visto obligada a retirar de las librerías, por petición de su marido, su libro Sinfonía en rojo (1929), que contenía poemas muy osados.
45 Ambos poemas están incluidos en nuestra antología.
46 La segunda, curiosamente, con el seudónimo de Elena Mitre (que había abandonado años atrás), en una crítica de Inquietud aparecida en la revista Lecturas en junio de 1932
47 Publicado primeramente en La Noche el 21 de mayo de 1932, sería de inmediato incorporado por Ana María a modo de frontispicio de su libro Inquietud, lugar para el que seguramente fue concebido. En él creemos descubrir una velada alusión a las jornadas vividas en Mallorca durante la Semana Santa de 1932: «¡Ah, sí, pequeña Ana María, tú eres todo en abril!». Además, el poema incluye un apóstrofe final, sobre el ritornello de un «¡Bendita seas!», que ofrece una certera radiografía espiritual de nuestra autora.
48 O, al menos, nosotros no hemos podido encontrar, en nuestras numerosas indagaciones por hemerotecas, ningún artículo de Ana María Martínez Sagi sobre Elisabeth Mulder.
49 En la revista mallorquina Brisas, Ana María Martínez Sagi publicaría cuatro artículos (uno de los cuales recogemos en nuestra selección). En Lecturas, donde Elisabeth Mulder alcanzó gran estrellato, Ana María sólo llegaría a publicar un relato, «El último triunfo», cuya protagonista, aunque más directamente inspirada en la actriz y rapsoda argentina Berta Singerman (muy admirada por nuestra autora), muestra rasgos —tanto físicos como espirituales— que nos recuerdan a Elisabeth Mulder.
50 En esta «Página de la mujer» dirigida por Ana María Martínez Sagi llegarían a colaborar, pese a su corta existencia, algunas de las escritoras más importantes de la época, desde Carmen de Burgos a Concha Espina, además de la propia Elisabeth Mulder.
51 El escritor Julià Guillamon, en su espléndida biografía L’enigma Arquimbau (Ediciones Comanegra), lanza la hipótesis, muy verosímil, de que estos personajes estén inspirados en Elisabeth Mulder y Ana María Martínez Sagi. Y es que Al marge (como otras obras de Rosa Maria Arquimbau) puede leerse como un roman à clef sobre los ambientes culturales barceloneses.
52 Ana María Martínez Sagi nos regaló un ejemplar de Inquietud anotado de su puño y letra, en el que este extremo queda sobradamente demostrado. Hemos recuperado, en notas a pie de página, estos comentarios manuscritos a los poemas de Inquietud que incluimos en nuestra antología.
53 Inquietud, a diferencia de Caminos, fue recibido displicentemente por la crítica. Sólo Elisabeth Mulder (bajo el seudónimo de Elena Mitre) lo ensalzó en una recensión publicada en la revista Lecturas. Allí leemos: «Estos de Ana María Martínez Sagi son versos auténticos de auténtico poeta. Esta muchacha abrileña, proustiana jeune fille en fleur por la gracia de sus años tiernos, pero fémina madurada a soles de emoción por la plenitud de su espíritu intuitivo (de ésos que nacen viejos), ha reunido bajo el título nervioso de Inquietud un interesantísimo ramillete de sensaciones, de vibraciones polifacéticas que van desde el rojo sangre de la pasión hasta el gris neblina del spleen, pasando por todos los azules del ensueño. […] Ana María Martínez Sagi es una espléndida bebedora de vida; a grandes sorbos, a pequeños sorbos; en primitiva violenta, en dilettante exquisita, ella capta, asimila, caza y aprisiona cada partícula de vida, cada átomo, cada corpúsculo, cada célula de vida y va formando con ellos su amalgama artística, su miel de abeja lírica, su polen de flor poética, su sensibilidad de emotiva, su filosofía de pensadora, su romance de amorosa, su ironía de escéptica, su sonrisa de ilusionada, su amargura de mujer».
54 Nosotros, en cambio, nos permitimos sospechar que la pasión de Ana María Martínez Sagi llegó a resultar abrumadora para Elisabeth Mulder. Otras personas que conocieron a nuestra autora nos han indicado que había algo enfermizo en su obsesión por la autora de La historia de Java.
55 No habría que descartar que Josep Sunyol i Garriga interviniese en su favor. Por entonces, era alcalde el médico y escritor Jaume Aiguader i Miró, de Esquerra Republicana. Más o menos por estas mismas fechas consigue plaza en el Ayuntamiento otra colaboradora habitual de La Rambla, la mencionada Rosa Maria Arquimbau, que trabajó como secretaria (y fue amante) de Joan Casanovas, regidor del Ayuntamiento y más tarde presidente de la Generalitat.
56 También Anna Murià y Maria Teresa Vernet, las socias más ilustres del Club, dimiten de sus cargos por estas mismas fechas.
57 En un artículo titulado «La crisi de l’esport», publicado en La Rambla el 15 de abril de 1935.
58 Crónica, núm. 250, 26 de agosto de 1934.
59 Braulio Solsona (1896-1981) fue, además de periodista, un destacado político. Secretario de Lluis Companys y de Carlos Esplá en el Gobierno Civil de Barcelona, fue luego él mismo gobernador, durante los dos primeros años de la República, de Burgos, Huelva (donde detuvo al general José Sanjurjo cuando trataba de huir a Portugal) y Alicante. En 1935 ingresó en el Partit Republicà d’Esquerra, sección catalana de Izquierda Republicana, la formación fundada por Azaña, y tras las elecciones de 1936 fue nombrado gobernador de Valencia. Al acabar la Guerra Civil se exilió en París.
60 No hemos podido constatar, sin embargo, que llegase a mandar crónicas a este diario.
61 Así ocurre, especialmente, con la pieza «Confesiones de Sor Bruna Esperanza», publicada el 14 de agosto de 1936, que incluimos en nuestra selección. Las crónicas solían acompañarse de fotografías que también realizaba nuestra autora.
62 Sospechamos que se refiere a Elisabeth Mulder, a quien, desde luego, no se puede calificar de escritora de «auténtico espíritu republicano». Puede que, mediante esta extraña alusión, Ana María Martínez Sagi estuviese tratando de proteger a la mujer que siempre amó, o, por el contrario, lanzándole una amenaza velada, hija del despecho. Elisabeth Mulder se pasó la guerra atenazada por el miedo a los asaltos de los milicianos, enferma de nefritis y protegida por el pabellón holandés.
63 Así firmaba Baltasar Pocurull i Miró, un oscuro periodista y escritor del que casi nada se sabe. Pío Baroja lo menciona en sus memorias, Desde la última vuelta del camino, recordando la osadía de un «escritor joven llamado Baltasar P. Miró», quien habría tildado de «fandanguillos» sus libros. Exiliado en Santo Domingo, publicará Cartones de la frontera, una breve obra dedicada a alabar la postura que el dictador Trujillo mantenía en su conflicto con Haití. Luego emigra a Colombia y Argentina, donde concluye trágicamente su inquieta existencia en 1947.
64 En un artículo posterior, «El Consejo de Aragón por encima de todo», publicado en Nuevo Aragón el 1 de mayo de 1937, Ana María se quejará de los muchos obstáculos con que se ha tropezado en sus labores reporteriles en el frente. Hemos incluido este artículo en nuestra antología.
65 Son muchos los periódicos, tanto de Madrid como de Barcelona, que se hacen eco del percance en su edición del 10 de octubre de 1936.
66 Hemos encontrado esta solicitud en el llamado Centro Documental de la Memoria Histórica, en Salamanca. Nos faltan datos para poder explicar esta extraña actitud, pero parece evidente que la lealtad de Ana María a la causa libertaria era titubeante, siquiera en aquellos días. O tal vez se trataba de un movimiento desesperado, ante la imposibilidad de publicar en medios controlados por los anarquistas. Que apenas quince días más tarde ya estuviese en Caspe, convertida en una de las firmas más destacadas de Nuevo Aragón, demuestra que todo en aquellos días se regía por criterios ininteligibles. Y también que nuestra autora estaba por entonces algo aturullada.
67 Arturo Muñoz, sobrino nieto de nuestra autora, nos ha confiado que su padre, Carlos Muñoz, recordaba algunas visitas de su tía Ana María al colegio de Toulouse donde estudiaba, antes de que hubiese concluido la Guerra Civil. Podría tratarse, desde luego, de un falso recuerdo, pero nos parece un testimonio muy digno de consideración.
68 La narración de su marcha, que desgrano más detenidamente en mi obra Las esquinas del aire, es completamente verosímil. Sin embargo, sigue sin convencerme que Ana María permaneciese durante año y medio en Barcelona sin dejar rastro de actividad alguna, tanto periodística como política, y sin reincorporarse a su puesto de secretaria en el Ayuntamiento. He de confesar con cierta tristeza que algunas de las anécdotas que Ana María me refirió entonces y que yo incluí en aquel libro juvenil eran apócrifas o sazonadas de hipérboles favorecedoras. No nos extrañaría que también hubiese embellecido su marcha de España, que pudo ser anterior, coincidiendo con el desmantelamiento del Consejo de Aragón. Durante su largo exilio, Ana María sin duda «adornó» algunos aspectos de su biografía, con el propósito muy comprensible de conseguir trabajos académicos que de otro modo tal vez le habrían sido negados; y a su regreso a España siguió sosteniendo algunas bellas falsedades. En este prólogo hemos evitado repetirlas; y hemos incorporado muchos datos, fruto de nuestras pesquisas nunca interrumpidas a lo largo de dos décadas, que Ana María nos ocultó o simplemente obvió.
69 Este documento, como los citados inmediatamente antes, se halla en el expediente de depuración de Ana María Martínez Sagi, que puede consultarse en el Archivo Municipal de Barcelona.
70 La traducción es nuestra. Otros testimonios detallados sobre esta etapa de su vida pueden encontrarse en Las esquinas del aire. (En busca de Ana María Martínez Sagi).
71 Y aparecidas, respectivamente, el 2 de agosto de 1969 y el 9 de enero de 1971.
72 Sin duda, con esta referencia elusiva se está dirigiendo a Elisabeth Mulder, cuya casa en el paseo de Bonanova rondó en repetidas ocasiones durante este año de estancia en Barcelona. Aunque Mulder llegó a recibirla en alguna ocasión (Ana María nos regaló ejemplares de varias novelas de su escritora amada con dedicatorias autógrafas fechadas en 1969), nos consta que acabaría tratándola con cierto desapego, incluso instruyendo al servicio para que la despachase con excusas poco convincentes.
73 Todos los documentos en los que se resuelve la petición de Ana María Martínez Sagi se hallan en el Archivo Municipal de Barcelona.
74 Xavier Juncosa i Gurguí, en su valioso ensayo «Anna Maria Martínez Sagi: una dona sense encaix», aparecido en Modilianum. Revista d’Estudis del Moianès (2.ª época, número 45, segundo semestre de 2011), describe someramente la vida de nuestra autora en Moià, donde permaneció durante casi dos décadas. Para entonces, Ana María se había convertido en una mujer esquiva y gruñona, sin apenas relación con los vecinos, que constantemente se quejaba ante el juez de paz de la localidad de sus vecinos, por lo común, por naderías sin importancia. Casi nadie en el pueblo sabía que había sido una celebridad en otro tiempo; y casi todos la consideraban insoportable. Sólo salía de casa para asistir a los conciertos de verano, o para pasar las tardes en la biblioteca pública.