Читать книгу La voz sola - Ana María Martínez Sagi - Страница 16

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UNA NOCHE…

Una noche (triste, pálida, doliente),

llegaré hasta ti implorando tu consuelo,

con el alma enferma, débil y abatida

por las penas y los negros desalientos.

Yo sé que me acogerás en tu regazo,

que sabrás adivinar mis pensamientos,

la amargura de mis días sin fulgores,

la tristeza de mis noches sin luceros.

Yo sé que comprenderás todas mis dudas,

mis temores, mis quimeras, mis anhelos;

lo que ocultan mis pupilas cuando lloran,

lo que pido cuando imploro. Lo que espero…

Cuando tú hables… (¡qué dulzura habrá en mi alma!)

sentiré en el corazón como un deshielo.

Brillarán más que otras noches las estrellas

y el torrente cantará y besará el viento…

Al conjuro de tu voz, piadosa y buena,

huirán mis amarguras lejos, lejos…

… … …

Quizá entonces dejaré, amado imposible,

que descubras en mis ojos el secreto…

La voz sola

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