Читать книгу La voz sola - Ana María Martínez Sagi - Страница 19
ОглавлениеTARDE GRIS
Soy tuya como siempre. No sufras, no te inquietes,
que aun cuando esté muy triste no me ha ocurrido nada.
Me ves tan taciturna porque hoy me martirizan,
como ágiles cilicios, los sueños en el alma.
Hay días en que sufro todo el agobio intenso,
todo el dolor amargo de mis pobres hermanas;
las que ocultan, estoicas, la angustia de su vida,
la huella de su herida y el frío de sus lágrimas.
Hoy me da pena todo: los árboles desnudos,
la calle solitaria, la tarde tan callada,
los sollozos del viento que pasa enloquecido,
la canción melancólica de la fuente lejana.
La feliz inocencia de aquel niño que ríe,
la pureza inefable de sus pupilas claras,
la belleza infinita de su corazón limpio
que ha de saber tan pronto todas las cosas malas.
Amado: no te acerques, no beses hoy mis labios.
Será inútil tu ruego, y tus caricias vanas.
Déjame sin protestas con mi dolor a solas
y aléjate en silencio sin preguntarme nada…