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ОглавлениеConsejo del Cid con los suyos.
Preparativos secretos.
El Cid sale a batalla campal contra Fáriz y Galve.
Pedro Bermúdez hiere los primeros golpes.
Al cabo de tres semanas cuando la cuarta va a entrar,
Mío Cid de sus guerreros consejo quiere tomar:
"El agua nos la han quitado, puede faltarnos el pan
y escaparnos por la noche no nos lo consentirán.
Muy grandes sus fuerzas son para con ellos luchar,
decidme vos, caballeros, qué es lo que hacerse podrá".
Habla el primero Minaya, caballero de fiar:
"De Castilla la gentil nos desterraron acá,
si no luchamos con moros no tendremos nuestro pan.
Seiscientos somos nosotros y aún creo que algunos más,
no nos queda otro remedio, por Dios que en el cielo está:
en cuanto amanezca el día vayámoslos a atacar".
Díjole el Campeador: "Así quería oír hablar
ya sabía yo, Minaya, que os habríais de honrar".
A los moros y a las moras afuera los manda echar
para que el intento suyo no lo vayan a contar.
Por el día y por la noche se empiezan a preparar.
Otro día de mañana cuando el sol quiere apuntar,
armado está Mío Cid y aquellos que con él van.
El Campeador habló lo que ahora me oiréis contar:
"Todos nos saldremos fuera, ninguno aquí quedará,
tan sólo estos dos peones que la puerta han de guardar.
Si morimos en el campo al castillo nos traerán,
si ganamos la batalla gran botín nos tocará.
Vos, Pedro Bermúdez esta bandera mía tomad;
como sois bravos la habréis de llevar con lealtad,
mas no os adelantéis sin que me lo oigáis mandar".
Al Cid le besó la mano, la bandera fue a tomar.
Abren las puertas y afuera del castillo salen ya.
Las avanzadas al verlos al campamento se van.
¡Qué prisa se dan los moros! Todos se empiezan a armar.
Del ruido de los tambores la tierra se va a quebrar.
Viérais allí a tanto moro armarse y en lucha entrar.
Al frente de todos ellos dos grandes banderas van,
y los pendones mas chicos ¿quién los podría contar?
En las filas de los moros empieza el avance ya,
con Mío Cid y los suyos se querían encontrar.
Dijo el Cid: "Estáos todos quedos en este lugar;
que nadie salga de filas sin que me lo oiga mandar".
Aquel buen Pedro Bermúdez no puede aguantarse más,
bandera en mano comienza su caballo a espolear.
"¡Que el Creador nos asista, Cid Campeador leal!
En medio de aquella tropa voy la bandera a llevar,
los que deben defenderla ya me la defenderán".
Dijo entonces Mío Cid: "¡No lo hagáis, por caridad!"
Repuso Pedro Bermúdez: "Tal como digo se hará".
Su caballo espoleó y entra donde había más.
Los moros ya la bandera le quieren arrebatar,
hiérenle, más la loriga no se la pueden quebrar.
Dijo entonces Mío Cid- "¡Valedle, por caridad!"