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7 Retirada a puerta cerrada de los 25

Y mientras en el búnker AMMI/AMMAA se procedía diligentemente a trabajar en la proyección militar defensiva-ofensiva, animándose a más medios en la construcción de refugios y de astronaves militares, con decisión a escala planética formando prontamente nuevos equipos de trabajo a estudiar, idear y obrar superando las más avanzadas ciencias y tecnologías conseguidas en todo el planeta, solicitándose con urgencia la presencia de las personalidades más adelantadas en todos los campos tecnocientíficos, así como de industriales, economistas, ingenieros e incluso obreros especializados, para una amplia actividad pujante en todos los campos; y en tanto los Seis generales de cinco estrellas hablaban con sus gobiernos disponiéndolo todo, veamos qué sucedía en la ONU, donde estaban sus cabezas gobernantes.

Fue que por fin los representantes de los Seis Grandes del Consejo de Seguridad junto con el Secretario General de la ONU, puestos de acuerdo habían ya abandonado el centro gravitatorio de la Organización de las Naciones Unidas, seguidos de inmediato y a tiempo por los otros 19 no permanentes del Consejo de Seguridad, los 25 siguiendo al Secretario General llevándoles al despacho que les dijo, y como encabezados los 19 por el ayatolá gobernante de Irán, compitiendo con él en ese seguimiento el rey de Arabia Saudí, y aumentando el número el Sumo Pontífice del Vaticano decidido a que su voz católica, y con él la de todos los cristianos en general se oyeran, no fuera a oírse teológicamente sólo el Islam.

Entre los 17 restantes no permanentes, elegidos provisionalmente a tiempo, fueron, como se sabe, por la razón de procedencia de los Diez Insólitos los gobernantes de España, Indonesia, Islas Salomón, Japón, Unión Sudafricana, Bolivia y de Brasil por su vivencia en este país de Güiyán, compitiendo con el iraní y árabe en ser los más inmediatos en el seguimiento de los Seis Grandes, dejándoseles por entenderse importante representar a los países de nacimiento de los Diez Insólitos y donde más se desenvolvieron y adquirieron popularidad universal casi todos ellos.

De aquí que en las pantallas de televisión se reprodujeron de estos Diez sus rostros septuagenarios y rejuvenecidos con un brevísimo recordatorio de sus hechos; que emocionó sobre todo a sus familiares, amigos y aquellos a los que beneficiaron; la mayoría de los primeros, los que no se habían presentado en la Asamblea aunque fueron invitados, asistían ante sus televisores, pantallas de ordenador o móviles intelefónicos, como les aconsejaron los Diez Insólitos a su vez aconsejados por sus benefactores extrasolares.

Así, recordando a los que más conocemos, observemos que se emocionaban ante la imagen de Julio Grande Lobo los miembros de su familia reunidos todos en el chalé cercano a París de la hermana de Julio y su marido, Pilar y Maurice. Con ellos sus hijos y los de Julio y su exesposa (Flora, ahora también separada de su segundo marido): Julio Cesáreo y María Celeste, ésta con su cónyuge y su hijita, meses ha bautizada Lucrecia; y Julio Cesáreo con su novia la rumana María. Y no sólo en este chalé de París se emocionaron con el primer plano del rejuvenecido y agigantado Julio, a la vez que impresionados temían el significado de sus palabras ante la Asamblea General; y lo mismo sucedía en otras muchas viviendas habitadas por quienes lo habían conocido, y más aún los que de él habían recibido ayuda, tales en Madrid Conchita y su hijita, y con ellas el recién nacido Juliano, cuyo nombre la madre lo derivó del de su padre; o en la provincia de Cuenca Rosa con su marido e hijos, unos niños a los que se hermanó el reciente de la madre tenido de su adulterio con Julio y que su cónyuge aceptaba por considerarlo poco menos que de un semidiós; y otras muchas personas que sería prolijo y desconocido enumerar. E igual que estas familias y amigos del Insólito español, los de la Insólita Maruja por razones semejantes, destacando su hijo Pierre en Francia; y las familias, amigos y socorridos de los otros ocho Insólitos. Que todos volvieron a tener la oportunidad de verlos en las redes audiovisuales, tal Sakura a su madre, por ejemplo; o Áisha con Ismaíl a Yusuf, mas los hijos y nietos de éste en Kuala Lumpur; o la familia de Míriam a ésta; el hijo de Cheng, el de Güiyán…: es decir, a todos los Diez y familias objetivados secuencialmente por zum* gracias a la profesionalidad de un camerógrafo.

El mismo que desvió la atención audiovisual en breve, ante el panorama humano desencadenado en la inmensa sala del auditorio y, hasta momentos antes, por las pantallas de televisión ahora apagadas en él, pero que en el mundo entero terráqueo continuaban audiovisualizando lo que allí sucedía, lo mismo que por los inteléfonos móviles y monitores de las computadoras a través de internet; donde ahora podía contemplarse a los 25 del Consejo de Seguridad más el atrevido Papa retirarse de la sala, siguiendo al Secretario General de la ONU, evidentemente preocupados.

Ayudó al camerógrafo dicho en su trabajo el haber estado a punto de seguir a los 25, y hasta de encerrarse con ellos, como otros importantes gobernantes, dirigentes de diversas potencias económicas y tecnológicas así como de las emergentes, que, tras un breve mensaje diligenciado por los Seis Grandes, acabaron haciendo un corrillo o manteniéndose otros en sus asientos en espera de que se les llamase, convencidos los más de ello; mientras trataban por todos los medios a su alcance de estar en comunicación con sus ministros en sus respectivos países, lo que de momento se hacía harto difícil, aun acudiendo con tales fines los miembros de sus correspondientes séquitos con sus propios inteléfonos*.

Nadie, sin embargo, se había atrevido a detener al cabeza de la Iglesia Católica, que cuando vio levantarse a los Seis Permanentes y dirigirse con el Secretario General y el resto del Consejo de Seguridad, entre los que allí iban las dos cabezas del Islam, el ayatolá iraní y el rey árabe, mas también el gobernante israelí representando a su religión judaica, se sintió obligado, como dijimos, a unirse a los 25 representando con su voz a la Cristiandad, no ya solamente a la Católica, entrando con ellos al despacho o departamento reservado, todavía con el espíritu impactado por el mensaje extraterrestre, especialmente con el apocalíptico ultimátum que debía entenderse en su final, igual como así lo entendían sin lugar a dudas todos los que entraban, y doblemente así los más religiosos.

Habían seguido decididamente a los cabezas religiosas sus séquitos aunque hubieron de quedarse a la puerta que se cerró tras los ahora 26, o 27 si contamos al Secretario General, que entraron en el departamente reservado, igual que hubieron de quedarse fuera los séquitos de los otros 25 gobernantes, como también el obispo anglicano de Londres, los patriarcas ortodoxos griego y ruso, el máximo representante de la religión hebrea y, algo de lado, el Dalai Lama o Buda Viviente, más algún curioso intelectual y otro no menos curioso periodista camuflado, preocupados como todos por aquel mensaje de ultimátum, y en no menor grado por la deliberación que se pudiera estar considerando, no ya entre los políticos sino también con aportaciones religiosas de los dirigentes máximos del Islam y de la Iglesia Católica que les siguió al despacho. A los que fueron uniéndose ante la puerta cerrada algunos miembros de la seguridad en la Asamblea preocupados por el heterogéneo grupo que parecía iba a incrementarse al acercarse a los allí presentes algunos islamistas.

Mientras que ocultado a todos los gobernantes reunidos en la ONU, en todo el planeta Tierra no dejaba de observarse aquel trajín de los mismos, a través de los medios audiovisuales que, como sabemos, transmitían un puñado de valerosos reporteros camuflados desde el centro mismo donde se desarrollaba la más delicada expectativa por deliberar sobre el porvenir de la especie humana, ante las exigencias extraterrestres. Así el mundo terráqueo entero se iba aglomerando ante esos medios de información, con el alma en vilo.

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