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2. Segunda parte. Ontología fenomenológica

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Hasta aquí, los modelos de aproximación al ser de quienes siguieron una ruta similar a la de la fenomenología. Ahora intentamos la aplicación personal del método. Seguiremos la obra Lógica formal y lógica trascendental. Ensayo de una crítica de la razón lógica, de Husserl (1962, p. 56), y contestaremos a las preguntas sobre el ser a partir de la experiencia personal de mi yo particular. La experiencia de que hablamos es la experiencia empírica, que se da, de las cosas materiales. Es una experiencia intuitiva, propia de mi capacidad de ver, sentir, oír, saborear, sopesar, valorar. Es una intuición, directa e inmediata, de las cosas; una intuición primero ingenua, y crítica después. Tal experiencia intuitiva, es intuición de algo (un fenómeno), algo nuevo, diferente.

Utilicemos dos ejemplos: «veo un niño que juega en el prado», «veo un pájaro en la ventana de mi estudio»; en ambos, me sorprende la vista, el color, el movimiento, la forma. La intuición directa es, por cierto, algo nuevo, una sorpresa, algo que despierta mi conciencia: es ingenua, acrítica, pero puede volverse crítica si le aplico mi reflexión. En un primer momento, es pasiva, pero se vuelve activa si le pongo atención. Fijémonos en este primer momento de la experiencia; Husserl la llama génesis pasiva. La palabra génesis ya es fruto de una reflexión; mientras, el primer momento es de impacto, preconsciente, un despertar en el cual la conciencia se sorprende, no es categorizable, no tiene forma ni nombre, es prepredicativa.

Multipliquemos los ejemplos: «atravieso la calle y tropiezo en contra de una loza emergente, casi me caigo, pero reacciono», «camino al atardecer, y de repente los faros de un carro me deslumbran, me repongo del sobresalto y trato de ver», «abro mi cuaderno de clase, y de inmediato encuentro un sobre con un mensaje: “me extraña esa compañera”»; «remuevo las hojas verdes y descubro un nido de colibríes que me intriga»; «recojo conchas a la orilla de la playa, y cae en mi mano una pequeña tortuga y la admiro». Los ejemplos se pueden multiplicar hasta el infinito y llenar mi vida de sorpresas, de novedades, de fenómenos inesperados; sin embargo, todos poseen un elemento común: son intuiciones directas de cosas que despiertan mi conciencia y se someten a mi reflexión. Esta clase de experiencias posee ciertas características:

1 Es repetible, son actos de mi yo y de mi vida: primero, ingenuos; luego, conscientes y críticos.

2 Es ampliable: este mismo fenómeno crece, se extiende ante mí al tratar de completarlo. Puede crecer en fuerza, en dimensiones (su extensión crece hacia la distancia en amplitud experimental), en intensidad (su calidad es variable en peso, sabor, dureza, peso, sonido), en duración (es tiempo real cosificado, materializado).

3 Es analizable críticamente, por comparaciones físicas, por diferencias, por la conciencia lógica del poder físico material.

4 Es sintetizable, con actos previos complementarios, sobre la base de mi yo experimentante, de mi continuidad y de mi unicidad.

Con estos cuatro elementos, puedo diseñar una exploración a partir de un solo punto, de un fenómeno material, de cada acto de intuición, para desarrollar intuitivamente su dimensión ontológica.

El Acontecer. Metafísica

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